El día que cayó un tren al Arroyo Santa Catalina - Estación Holmberg

Provincia de Córdoba, Argentina
Eduardo Tyrrell 

Santa Catalina es una Comunidad Rural ubicada a 12 Km al sudoeste de la Ciudad de Río Cuarto, Provincia de Córdoba, Argentina. Cabecera del Departamento del mismo nombre.

Sus manzanas del ejido Municipal y sus habitantes, constituyen otro de los tantos refugios que el interior de nuestro País brinda a tradiciones, sentimientos, valores y ejemplos difíciles de encontrar hoy en grandes Ciudades.

Su Patrona es Santa Catalina de Siena (1347 – 1380) , entre cuyas obras literarias se encuentra 
curiosamente “La Doctrina del puente”. En su desarrollo, e inspirada seguramente en los puentes de piedra italianos de la época, utilizó este simbolismo para referirse al puente entre la tierra y el cielo. Explica que sobre él se transita con seguridad y hacia la perfección ( camino firme formado por virtudes) pero por debajo, corren vicios y miserias que arrastran y hunden al ser humano.

12 de diciembre de 1933

La devoción y el respeto por esta joven Santa se manifiesta en toda su intensidad todos los 30 de abril, conmemorando su prematura muerte.
Estación Holmberg 

Sin embargo, esta localidad es más conocida por el nombre de su legendaria estación ferroviaria: Holmberg. Fue inaugurada el 20 de octubre de 1875, junto con el tramo ferroviario entre Río Cuarto y Villa Mercedes ( San Luis ). 

Aquí también el ferrocarril fue la semilla de civilización, particularmente en torno a sus estaciones.

Así es comprensible que en esta y en muchas otras comunidades, se identifique aún hoy la localidad con el nombre de la estación ferroviaria que le dio origen, trabajo y bienestar.

Se llamó así por el Coronel Eduardo Kaillitz, Barón de Holmberg ( 1778- 1853 ), de nacionalidad austriaca, quien colaboró estrechamente con Manuel Belgrano y José de San Martín desde su llegada a nuestro suelo en 1812.

Merece destacarse también, dentro de la historia de esta Comunidad, el protagonismo del Batallón de Arsenales 141 José María Rojas. Nacido poco tiempo después que la estación de ferrocarril como Fábrica Nacional de Pólvora, pasó a ser más adelante el Arsenal Regional del Centro, base de lo que es hoy como Institución.

5 de Diciembre de 1939 - Fotos tomadas por el Sr. Revelli donde inmortalizó este día trágico

El Arroyo 

El Arroyo Santa Catalina drena una extensa área del lado de la Sierra de Comechingones y al llegar a la Ruta 8, su cuenca ya alcanza las 100.000 hectáreas. Está integrado a la Comunidad, que recuerda muy particularmente entre sus crecidas, la que ocurrió el 4 de diciembre de 1939. 

Por entonces y a raíz de las lluvias extraordinarias, el caudal del arroyo hizo ceder las bases del puente ferroviario que finalmente cayó durante esa madrugada. 

Revista N° 10 Caminos del Oeste S.A junio – julio 1996. 

Placa recordatoria Puesta en la estación de Ferrocarril de la Localidad de Holmberg en Homenaje a su empleados ( enviada por ferrocarriles Argentinos)

La tragedia en 1939 

En Villa Mercedes ( San Luis ) el viernes primero de diciembre de 1939, llaman a la puerta de Claudio Harrán. El es jefe de trenes y le ordenan que deberá irse a Río Cuarto para hacerse cargo de un tren que partirá el lunes 4. Protesta porque no es su turno y deberá pasarse el fin de semana fuera de casa, para un tren que recién saldrá el lunes, pero le explican que no encuentran a Antonio Imperia a quién en realidad tocaría este servicio.

Una hora después de irse Claudio Harrán, Antonio Imperia se dirige muy contrariado al jefe de tráfico, por que lo han dejado sin este servicio, y él contaba con los apreciables viáticos pagados por la empresa. ¡por una hora, se me podría haber esperado! – exclama.

Barril vacío con destino a Mendoza, la mayoría de ellos fueron llevados por la gran correntada arroyo abajo.

Holmberg. Lunes 4, a las 3 hs . a.m.

Un Sargento despierta toda la compañía del Batallón de Arsenales José María Rojas . Rápidamente 200 soldados se ponen a trabajar para salvar materiales y otros elementos de las márgenes del arroyo Santa Catalina, que se ha desbordado. La tarea es ardua porque el arroyo sigue creciendo impetuoso como nunca se ha visto. A las 4.40 a.m. se oye un gran estrépito en el curso del arroyo, hacia el límite exterior del Arsenal. En la negrura de la noche se lanzan a la carrera aguas abajo, hasta el puente ferroviario.

Lo que se temía ha ocurrido. El puente ferroviario ya no está. Se ha derrumbado.

Enviar un Mensaje 

Hay que avisar urgente a la estación Holmberg, dos kms. Más al sur, por si algún tren estuviera por partir. Pero ante la urgencia, los minutos parecen segundos. Cuando el primer hombre llega corriendo a dar aviso a la estación , ya solo faltan dos minutos para las 5 a.m.. Brevísimo tiempo que se consume entre dar las explicaciones al perplejo jefe de estación y la desesperada comunicación telegráfica para detener el tren que a las cinco, debe partir de Río Cuarto , a solo 12 kms.

En Río Cuarto, el receptor telegrafista no alcanza a salir de su estupor cuando termina de recibir el mensaje y comprender la magnitud. El tren ya está en movimiento frente a sus ojos y ha pasado un grupo de señales que podría detenerlo.

Hay una esperanza. Las señales de la playa de transferencia de cargas, unos tres km. Más adelante, pero otra vez ha de telegrafiarse al señalero. Cuando se termina de recibir el mensaje Morse, el tren acaba de pasar raudo con una señal de v1a libre hacia su destino fatal. Se vuelve a telegrafiar a Holmberg para comunicar los fracasos en detener el tren y allí se inicia una acción desesperada. Ir en automóvil hasta el otro lado del arroyo. El puente vial por ahora resiste a los embates de la crecida. Del otro lado quieren accionar el cambio de agujas manual, para desviarlo hacia el interior del Arsenal y poner detonadores en la vía. Pero también esto llegará tarde por unos segundos. 

El tren lleva un destino inexorable. Tampoco lo pararán los disparos de fusilería, ni los faroles de kerosene que agitan desesperados los soldados.

Mario Tempertini es el maquinista y Juan Gómez el foguista. Incomprensiblemente hacen sonar persistente, el silbato para despejar la vía y la locomotora entra rauda en el leve declive, ya imparable hacia su destino fatal. El metal paralelo brilla delante de la máquina a la luz de las estrellas, y una breve pausa en el fulgor, muestra prístino la conclusión de un destino irrevocable.


Trágico Final 

5,17 a.m. marcaba el reloj de bolsillo que le encontraron a Claudio Harrán, hora en que la inmersión intempestiva, detuvieron el tiempo del reloj y de su dueño. Horas después, agarrado, agarrado fuertemente a un barrilito vacío, estaban sus restos en un recodo del río, ya manso y con apenas un hilo de agua, como siempre fue antes y después. Algo más tarde y unos kilómetros más adelante se encontraron los otros dos cadáveres. El hecho de no quedar atrapado entre los restos enterrados del tren, hace presuponer que en el último instante, se arrojaron al agua en un intento supremo de salvarse, aunque los vórtices de las aguas torrentosas impidan nadar.

La locomotora quedó sepultada en el lecho de arena, por los impactos sucesivos de diecisiete vagones de carga que se le vinieron encima. 

Actual puente

Muro sur del nuevo puente, lindante al mismo aproximadamente a 7 metros se encuentra enterrada la locomotora.

Volver a Empezar 

Algunos días después, la empresa ferroviaria Central Argentino emprendió los trabajos de despejar el río para reconstruir el puente.

Los vagones fueron retirados desguazándolos en el lugar, pero la Locomotora, de la que apenas asomaba la chimenea en la superficie de arena , quedó allí para siempre. Era demasiado pesada para una grúa que por otro lado no tenía base de posicionamiento al faltar el puente sobre talud. 
Además la Locomotora era seguramente inservible para su reparación por lo que quedó a consolidar el lecho bajo del puente .

Aseguran las gentes del lugar que durante años aún se veía la chimenea hasta que el hundimiento lento pero continuo la hizo desaparecer por completo.

Para la ciudad de Río Cuarto se convirtió en un hecho épico. Con el paso de los años, se tejieron muchas leyendas a falta de menor conocimiento. Muchos creen aun hoy que en la cabina de la Locomotora quedaron enterrados los maquinistas. Otros aseguran que en las noches de tormenta se oye el silbato de un tren a vapor cerca del arroyo. Otros en fin, dicen que también quedó un vagón de carga en el que viajaban vagabundos que aun estarían allí. 

En fin, la fatalidad de un destino irrevocable, el hecho de que la Locomotora quedara enterrada, hizo de este accidente , menor en comparación a otros muchos más infortunados, una leyenda romántica como la del Titanic. Es nuestro Titanic local.

Algunas charlas por radios locales, donde he manifestado la idea de desenterrar la Locomotora, limpiarla y asegurar su conservación, para dejarla expuesta en la cercana estación Holmberg como museo evocativo de esta epopeya, despertó un gran entusiasmo en la zona, con reiterados llamados telefónicos de aliento y deseo de llevar a cabo el proyecto.

Oscar Bertola.
Diario Puntal: Domingo 5 de diciembre de 2004. 

Agradecimiento

Mi mayor agradecimiento al Señor José Francisco González, (Pedro Ismael), nacido en Holmberg en el año 1928, testigo viviente de aquél trágico día, contaba con once años, recuerda a su padre Segismundo González, panadero de esta Localidad, a pedido del jefe Ferroviario, transportó mercadería que se pudo recolectar, juntaron barriles que estaban vacíos, también se encontraron desparramados ladrillos refractarios de la caldera del tren, lo que conserva en la actualidad y me permite fotografiar los mismos, es de destacar que me brindó y me obsequió copias de fotos de aquél trágico accidente donde el Sr. Jorge Revelli abuelo de su esposa Antonia Fenoglio, inmortalizó en su oportunidad y hoy futuras generaciones pueden observarlas.

Me comentó que al caer la Locomotora se produjo un hueco con un perímetro de 100m, y que actualmente se encuentra enterrada lindante al muro del nuevo puente, sector sur a unos 7 metros de profundidad y que es casi una certeza de que 6 linyeras se encuentran sepultados en uno de los vagones que no sacaron, lo que se comentó mucho en aquella época ya que uno de ellos pudo salvarse, y que no se subió al tren, la empresa enterada de esto dejó las cosa y no tocaron mas nada. 

Don Pedro Ismael González

Don Pedro Ismael, como se lo conoce en su pueblo, en la radio, televisión, y centros educativos donde lo invitan a que desarrolle todo lo que sabe. Lleva ese recuerdo muy en su interior igualmente de acontecimientos históricos en su lugar de nacimiento, podríamos decir que es el Historiador del su Localidad, hace treinta años por una enfermedad quedó no vidente, pero tiene un espíritu y fuerza interior que es de destacar. Vive feliz junto a su esposa y su hija que lo visita llevándole sus nietas que son su gran alegría donde pueden corretear en la ya centenaria vivienda.

Eduardo Tyrrell: Trabajo de Recopilación de Datos y Fotos.

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