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Plata Quemada
en el umbral de la novela policíaca posmoderna
 
por Carlos Luis Torres Gutiérrez
ctorres@eeb.com.co
 

"Plata Quemada" de Ricardo Pliguia, ganadora del premio Planeta (1997) en Argentina, es una novela policiaca. Se trata esta de una historia real, como lo afirma el mismo autor en el epílogo. Es el producto de una larga investigación nacida de aquel encuentro casual y fantástico en un vagón de tren camino de la ciudad de La Paz, donde el autor se tropieza con la amante de uno de los protagonistas de la historia que se narra, de esta conversación poco creíble, Pliglia, da inicio a la labor de recopilación de textos, fotos, diálogos, declaraciones, grabaciones que reposaban en los archivos de la policía de Buenos Aires y Montevideo sobre un caso que asombró a los pobladores de esta ciudad en la década del sesenta. Su ordenamiento y estructura cronológica, en las manos expertas de Ricardo Pliglia, da como resultado una cautivante y emocionante novela policiaca comparable a "A sangre fría", pues no aborda sólo la peripecia, sino que refleja excelentemente las retorcidas personalidades de los protagonistas.

Una banda de delincuentes argentinos roban un banco en San Fernando en la provincia de Buenos Aires. El plan se cumple pero la huida se convierte en una emocionante persecución que termina en un bloque de apartamentos populares de Montevideo donde se produce el cerco policial a la banda del "Malito", como se apellidaba el jefe de este grupo de asaltantes psicopatas.

 

El Nene Brignone, el gaucho Dorda, llamados los "mellizos" y el Chueco Bazán, conforman el núcleo central de la banda del "Malito". Estos son delincuentes "poco comunes", drogadictos feroces, homosexuales, tráfugas del bajo mundo, expresidiarios que conforman un cuadro típico de psicopatía hábilmente dibujado por Pliguia. Se trata pues de la travesía por la ciudad de un grupo, de lo más bajo de la sociedad de Buenos Aires, tratando de escapar del asedio policial.

La novela aborda esa posibilidad de lo humano de desatarse de todo control, del orden primario que es garantía de la conservación de la especie y avanzar hacia ese abismo atrayente que es el mal absoluto sin riendas ni sentido. La novela avanza por ese callejón que constituye la esencia de la maldad, o mejor, la maldad absoluta, donde no existen valores o el antivalor es la norma.

 

Una novela cuya mitad se vive a la velocidad de un automóvil arreglado para "salte" al menor toque del acelerador, y la otra mitad en un cuartucho donde se siente la claustrofobia, la demencia y el total irrespeto por la vida y las normas de lealtad con sus compañeros.

 

Un lenguaje directo, sustantivado con el metalenguaje del bajo mundo, cotidiano, nos lleva a lo largo de una novela que como lo señalé es en apariencia una simple novela policiaca. Lo extraordinario se presenta al repensar que no sigue el orden de la ortodoxa novela policiaca. Pues aquí no se pretende una representación optimista de la realidad en el sentido de proporcionar al lector la oportunidad de la verdad, o mejor, de vengar con la muerte, el presidio, la razón o la explicación de los diversos acontecimientos que rodean la trama. La novela no entrega al lector un final para el "Malito", jefe de la banda, éste queda desaparecido y el mismo autor en el epílogo, enumera tres posibilidades a su vida y paradero futuro.

 

Aunque no es exactamente el desamparo, el calificativo, si es la desazón la situación en la que queda el lector al darse cuenta que la novela deja sin castigo a un grupo de criminales de esta talla. Pues aquí, la policía, los políticos o el simple habitante tocado en alguna forma por esta historia, son simples co-actores, donde el protagonismo lo tiene el anti-valor (Malito y sus secuaces) y aunque no son ellos los que tiunfan tampoco son los que pierden.

Evidentemente en la novela se develan los rasgos de la urbanidad. Una urbanidad construida por los imaginarios de un cruce de miradas : Silva, el jefe de la policía, "muchas veces se quedaba levantado hasta la madrugada, en su casa, sin poder dormir y miraba la ciudad desde la ventana, a oscuras. Todos trataban de ocultar el mal. Pero la maldad acechaba en las esquinas y dentro de las casas". Lucía, un personaje casual en la novela, ve desde la ventana una escena de sangre y se deja llevar por la fascinación de la orgía pues se da cuenta que es mejor que en el cine y el "Malito" y sus compinches, divisan y preparan sus actos desde las ventanas de los apartamentos que habitan, miran, calculan, actúan.

 

La ciudad se construye en un cruce de miradas y el imaginario resultante es un Buenos Aires acorralado por el mal, donde la mayoría se deleita con su deslumbramiento. El autor toca un espacio prohibido por la perspectiva racional, el deleite de desatarse de todo orden, y es ahí donde, a pesar de lo difícil que es aceptarlo, los hombres se dejan atraer por la tentación del mal o ¿cómo explicar entonces que Buenos Aires y Montevideo estuvieron en pleno, pendientes de los horrendos acontecimientos del robo y de la captura de la banda? Los periódicos, mañana y tarde, publicaban los terribles crímenes de la banda del "Malito" y la TV transmitía en directo el cerco policial. ¿O no es la misma fascinación que sufren los lectores de la novela de Pliglia cuando devoran estas páginas infernales?

 

Esta es una novela policiaca que posee un rasgo que la separa de la ortodoxia. "Plata quemada" es símbolo de lo que la maldad significa en la ciudad del tercer mundo, en un momento temporal donde la razón es desplazada por el despropósito. Esta novela es un buen intento en la construcción de un genero que empieza a tomar los rasgos de la posmodernidad.

© Carlos Luis Torres Gutiérrez 2004 
ctorres@eeb.com.co
 
Tomado de Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid 

Autorizado por el autor

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