Antropología de una pintura poética: Alejandra Flores Bermúdez
Eugenia Toledo-Keyser, Ph.D

Además de escribir, muchos creadores se han dedicado al arte. Sin ir muy lejos tenemos el caso de Henry Miller y D. H. Lawrence. Este último fue un pintor de calidad. Veinticinco de sus pinturas se exhibieron en Londres el año 1925. Trece de ellas fueron censuradas. A Henry Miller le gustaba pintar con acuarelas. Y así como estos dos, muchos escritores han combinado en su vida la pintura con las letras.

 

Es un arte que se puede presentar en cinco categorías: 1. Dibujos o diseños graciosos y caricaturescos; 2. Pinturas o esculturas serias; 3. Esquemas que animan el proceso del pensamiento del poeta o escritor; 4. Diseños complicados que son expresión personal del escritor y que usa como un diario visual y 5. palabras o letras jugando o simplemente poesías completas escritas alrededor de un dibujo. Las imágenes de estas expresiones van de las humorísticas hasta las misteriosas, intrigantes, impúdicas (caso D. H. Lawrence), macabras,  ingenuas, antropológicas.

 

Los estilos visuales –o las preferencias—de los escritores responden a menudo a sus estilos literarios. Por ejemplo, Edgar Allan Poe hizo un retrato suyo cuyos ojos poseían la misma melancolía que se encuentra acordonada en sus cuentos.

 

Algunos escritores gozaron plenamente de sus pinturas y llegaron a exponer un contraste con sus escritos, los cuales concebían muchas veces como un reflejo de la miseria. Pintar no fue un escapismo, sino una respuesta, un medio para distanciarse del mundo que les dolía.

 

Y no es que los escritores quieran alcanzar una obra maestra a través de la pintura. Su audacia es tomar una caja de acuarelas y obtener una sensación táctil y una forma de expresión, en la yema de los dedos, más rápida de obtener que con la pluma. No podemos dejar de mencionar aquí los dibujos de niño de Federico García Lorca, muy destacados en el mundo literario por su fuerza y potencia como sus magníficas obras en prosa y verso. Se cuenta que usaba lápices de colores o el mismo lapicillo con que escribía y dibujó primero diseños ingenuos, simples, bellos para más adelante hacer dibujos surrealistas que seguramente correspondieron a su época, cuando estuvo vivo.

 

Es precisamente en este predicamento donde nos encontramos con la obra de la poeta hondureña Alejandra Flores Bermúdez, especialmente, en su último poemario titulado Por la vereda  (Tegucigalpa: Litografía López, 2007, 39pp).Las pinturas de los textos en general y por separado, se corresponden armoniosamente desde ya a partir del poema introductorio:

 

           Por una montaña / hay una vereda / llena de mujeres /

           que cargan frutas / Por una mujer / crecen las veredas /

           las frutas, canastas / e inmensas montañas. 

 

Las “aldeanas” de Alejandra Fuentes nacieron en 1995. Su primera pintura encontró un lugar en las manos de un embajador hondureño en Washington, D. C., hecho que estimuló a la autora para continuar una serie de aldeanas, pintadas en diferentes medios, combinaciones de ellos y en diferentes poses o expresiones, a saber, óleo, acrílico, crayón, acuarela, acuarela y candela, collages, tejidos, plasticina, etc. Algunas con rostro y otras  sin rostro, con poemas y cuentos enteros incorporados. En realidad, las aldeanas han pasado por varias etapas a través de los años.

 

Sus fuentes inspiradoras fueron –como nos dice la escritora- la nana Chocha que vivió en su hogar por 70 años y a quien quiso entrañablemente; sus recuerdos del campo y los campesinos; sus viajes y su vida en diferentes países sudamericanos; sus recuerdos de los arhuacos  en la Sierra Nevada de Santa Marta y la inocencia, sencillez, pureza de esos parajes y protagonistas.

 

En el año 2003, Alejandra comenzó a tejer su texto Por la vereda.  Las aldeanas entonces comienzan a verse como personajes metafísicos y místicos. Por ello son aéreas, sabias, simpáticas, atrevidas, semi- rústicas, reales y folklóricas. Comparten un mundo humano y misterioso con razones no perceptibles al simple ojo lector. Ellas quisieran que  el mundo se desarrollara en toda su potencialidad. Ellas  no entienden, se lee esto en sus prosa-poemas, cómo se puede derivar placer a costa del dolor de otros; mientras promueven la poesía, la vida sana, la comunidad, la comprensión y una visión artística del mundo.

 

Centradas en un lugar determinado, las aldeanas viven en un sueño o un espacio inventado que es realidad con fuerza mitológica a la vez que profunda narrativa realista y mágica. Las aldeanas de Flores Bermúdez –como en los estudios antropológicos— nos informan de mundos posibles al mismo tiempo que con su cultura se oponen a la sociedad actual. La poeta y pintora se convierte así en una especie de investigadora y testigo. Sus relatos son escritos entre textos narrativo y lírico, como también lo constituyen sus pinturas. Octavio Paz ya una vez lo había indicado al decir de las obras de otro autor, en 1974, que la ficción podía llegar a ser documento etnográfico, poseyendo indudablemente valor literario.

 

En Flores Bermúdez la sensibilidad del yo lírico y “la otra cultura” –las aldeanas— se han unido en un nivel poético. La profusión de colores (véase “Las aldeanas tienen un capricho”), la descripción de sus costumbres y el impacto que produce en  los personajes la ciudad/ la sociedad, etc. (véase “Palabras despreciadas”); su atracción por lo primitivo espiritual (léase “Procesión”),  constituye sin duda un estudio que propende y se inserta en la actualidad.

 

En resumen, vale decir que la creatividad que los escritores tienen en abundancia puede ser contenida a veces en una forma, pero también pueden desbordarse en otras disciplinas que van más allá de la escritura, más allá de lo literario.

 

Por la vereda de Alejandra Flores Bermúdez es el cimiento de quien busca la verdad a través de la apelación pictórica y literaria: búsqueda de la raíz y del “lar”; militancia ecológica y sabiduría ancestral; la recuperación de aquello que une la naturaleza con el ser humano.

Eugenia Toledo- Keyser, Ph.D.
Poet and Independent Scholar
Seattle, Setiembre, 2007

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