La calidez de las manos - por Nora Thames - Hacía tiempo que no salía de una sala de cine tan completa. La vida del padre Mario Pantaleo llevada al cine no era una tarea fácil. La labor de Juan José Stagnaro como guionista fue, sin duda, una apoyatura para que el director Alejandro Doria llevara a feliz término su realización cinematográfica. Y el trabajo de Jorge Marrale resulta de una entrega y transparencia formidables. El padre Mario está muy dentro del corazón de los matanzeros y su obra se vio cristalizada en la Fundación que lleva su nombre (cita en González Catán, Km. 31). La epopeya de levantar la parroquia de una manera muy honesta –como lo fue con su vida ejemplar—es transmitida al espectador toma a toma y en secuencias que van marcando una cronología íntima y a la vez, con el pueblo a cuestas , con un papel encanado por Graciela Borges, en el que se conjugan la ternura, el sacrificio y el amor.

Pueden deslindarse también filosas cuestiones con respecto a la Iglesia, por cuanto el padre Mario debió luchar denodadamente ante los reglamentos eclesiales, ante   el arzobispado. En este sentido, debe destacarse la actuación de Duilio Marzio interpretando a un funcionario de la Iglesia por momentos inflexible. Hay escenas desgarradoras, -siempre respetando la vida real del padre Mario– pero se evitan los golpes bajos, como el “racconto” final de su vida,escena en donde está en su casa natal de Italia, en la que Marrale se luce.

Toda la epopeya de levantar la parroquia y la lucha por la Incardinación de la misma  se ve reflejada en los actores bajo la mirada de una sobria dirección de Alejandro Doria. Se recomienda para quien necesite una caricia al corazón.

Nora Thames

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