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Ko’ê
(extracto de novela “Arcillada” - segunda parte, enero 2013)
Miriam Tasat
prismamet@yahoo.com.ar

Volvimos de la siesta como quien vuelve del sopor; el viento de la noche se avecinaba, relajaba los pesares y nos reencontraba con algunos dioses; el incienso comenzaba su tarea entre nosotros, las risas nos unía, los olores nos marcaban: vi la luna sonreír. Salí desde adentro del árbol a la potencia de la selva nocturna;  las estrellas desde esta posición de pájaro nocturno me hicieron pensar en “el   Principito”:  tal vez si hubiera existido Principita hablaría de este árbol... 

La cena liviana y reconfortante la devoramos; el calor no te deja comer pero a la primer brisa nocturna el cuerpo se posiciona y pide lo que no ingirió en días. El guiso con huevo lo devoramos con chipá y mandioca salada, riquísimo...

La idea era salir al amanecer rumbo al cielo, rumbo al reencuentro con Julio... quién hubiera dicho que arriba de un árbol llegué a ser por unos instantes  pájaro y desde allí  volé... volé...; aterrizaje en el futuro, aterrizaje forzado para todos pero en esta oportunidad qué placer era pensar en el futuro llamado mañana. 

Tantos días  recordé esa noche en el árbol; en posteriores días de aburrimiento social planificado la recordé; pasado el tiempo de lobos sueltos, con mis hijas ya en el secundario y en la universidad; sobrevino un tiempo de paz, necesaria  pero no era mi paz. Ante esos días de agobió burgués, escribía con  impulso emancipador a  mi ex psicóloga;  ella también wichí; lo supe  en una sesión en pleno microcentro de  la ciudad: Talcahuano y Rivadavia.  En esa relación cultivada en distintos momentos desde mi juventud,  en uno de tantos momentos  de análisis   en el cual yo expresaba vicisitudes de  mis raíces originarias; le estaba relatando como murió  mi tío abuelo con su vasija en la mano cuando ante un silencio mío...Stella me dijo:

-Marian, ¿wichi? Usted está relatando algo que nos remonta a 4 generaciones atrás..., cuatro generaciones wichi. Bienvenida Marian, yo también soy también del pueblo wichi...

Esa noche tan recordada hablé mucho con Ko’ê,  la adolescente (para occidente adolescente) que habitaba arriba del árbol del pueblo mbya; sabia en amores contrariados y de amores maravillados, nos entendimos perfectamente; ayudó algún  dibujo que guardo como reliquia y por la buena intención de Fierrito que entretenía a mi pequeña noctámbula con bolitas de barro y sal; esculturas que prefiguraban en relato. Supe que Amanece (nombre en castellano) amaba a un joven de otra tribu que estaba actualmente de viaje;  el joven en realidad había partido a la cosecha del poroto negro en Catamarca cuando recibió la terrible noticia sobre su hermana:

- ahí cayó muerta  en la cosecha de algodón en el Chaco- Así enunció como murió la hermana de su hombre; murió  con sus bebe al hombro, en el momento de la cosecha. Las razones dichas fueron muchas pero la que se rumea por debajo esperando el grito, es que murió por culpa de los pesticidas.. Entendí..le entendí todo una vez mas:

-los algodonales a plena luz del día lo rocían con pesticidas; desde el cielo tiran el líquido finito sobre cosecha y cosechadoras...; y allí estaba ella cosechando, una y otra vez cosechando con su bebe colgando, son su bebe amamantándolo; el veneno le entró hasta por las manos al sacar el copito de algodón... así le llegó al hijito el veneno por la leche  al alimentarlo; ella murió ahí...escucharon los gritos del bebe las otras cosecheras, estaba muerta con algodón en su mano...el bebe está internado  -Me contaba todo esto Ko’ê;  con sus pelos negros brillantes lacios tapándole los hermosos ojos que lagrimaban de espanto arriba del árbol misionero...; se resistía a que a su bebé le pasará lo mismo en un futuro no tan lejano. ¿cómo hago? ¿cómo hago? Fueron sus palabras que pedían algún rumbo para la salvación de su pueblo.

Dormimos con Azul rodeadas de esculturas en miniaturas en la parte final de este  hornero gigante,  refugiadas junto aquel bello grupo  sobre un  árbol lleno con hojas y quebrantos. No el último refugio!!

 

Miriam Tasat
prismamet@yahoo.com.ar

 

 

 

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