“Viejo café Tortoni – Historia de las Horas”
Alejandro Michelena. 
Corregidor. Buenos Aires. 2008
Por Carlos Szwarcer

Las puertas del Café Tortoni se abren nuevamente para dar a conocer sus añejas y cautivantes historias. El café en pie más antiguo de la ciudad de Buenos Aires, esta vez, es hurgado meticulosamente por Alejandro Michelena, guiando al lector por los senderos del tiempo, por espacios mágicos, con la seriedad y perseverancia del investigador y la pasión del incondicional habitué. Autor de la reciente publicación “Viejo café Tortoni. Historia de las horas”, de Editorial Corregidor, antes que el lector se introduzca en sus 110 páginas, advierte, desde la tapa, que se trata -nada menos-  de “un siglo y medio en el latir cultural de Buenos Aires”.

 

Michelena ha logrado una excelente síntesis del devenir del famoso café. Con gran oficio rescata las grandes figuras que por allí pasaron. Largas estadías en Buenos Aires le permitieron acceder a bibliotecas y archivos y a la documentación necesaria para describir los ciento cincuenta años de existencia del Tortoni. Luego del prólogo de Alejandro Dolina, el autor refleja los tiempos de los orígenes, los años de la célebre Peña, inaugurada en 1926, en su Bodega, la mutación del “cosmopolitismo a lo telúrico”, la presencia imprescindible del tango y el paso de las personalidades nacionales y extranjeras hasta la actualidad. Por otra parte, además de los detalles que nos acercan a la pléyade de nombres de la talla de Carlos Gardel, García Lorca, Pirandello y a la generación de artistas, literatos y políticos que transitaron el histórico lugar, ha sabido enfocar aspectos poco conocidos, curiosos, y otros prácticamente ignorados.  

 

Periodista, fundador de revistas, cronista incansable, poeta y narrador, este talentoso uruguayo que se ha comprometido con su tiempo y lugar, ha escrito sobre los rincones paradigmáticos que conforman la historia urbana de su Montevideo natal,  revelándose como gran conocedor de los secretos ritmos, de las acompasadas horas, de los recovecos, muchas veces imperceptibles, donde nacen las pequeñas grandes historias. Ruedas literarias, discusiones políticas, soledades acompañadas, no le son ajenas. Ha sido  cronista de los cafés montevideanos, entre ellos el “Sorocabana”.

 

Llegó por primera vez a Buenos Aires en 1970 y en 1974 regresó para quedarse un par de años. Por entonces, literalmente, se enamoró del Tortoni, en el que, como habitué -al igual que le pasara con el “Sorocabana”-, encontró “refugio” en sus “rincones” y disfrutó de “un tiempo” mágico de salón, ontológicamente incomparable al que transcurre en las populosas y trajinadas calles. En ese disfrutar aprendió a quererlo, se interiorizó de sus personajes y de los movimientos culturales que surgieron en los comienzos de los sesenta, de los que poco o nada había trascendido. El libro nos atrapa gratamente dando a luz estos pormenores que, por suerte, nos recuerdan que siempre hay algo más para conocer si hay alguien que se esfuerza con entusiasmo para investigar y divulgar.

  

Aquellas primeras pesquisas llevaron a Michelena a enterarse de la existencia de “El Escarabajo de Oro”, revista  que congregaba a jóvenes escritores que comenzaron a reunirse en el café de Avenida de Mayo, todos los viernes, desde 1962. La información estimuló en estos últimos años la búsqueda de testimonios que evocan aquellos días en los que el grupo liderado por los narradores Abelardo Castillo y Liliana Hecker era frecuentado por Isidoro Blaistein, Ricardo Piglia, Humberto Constantini, entre otros. Las anécdotas pintorescas de las tertulias de estos “cofrades de café”, en definitiva, escritores reconocidos, manifiestan las características de las personalidades de sus integrantes que son todo un hallazgo.

 

Al recuerdo de la probable participación del dúo Gardel-Razzano (1922) ante el escritor español Jacinto Benavente y la remembranza de la segura actuación del Morocho del Abasto en ocasión de brindársele un homenaje al famoso dramaturgo siciliano Luigi Pirandello, se agrega una nueva y seductora hipótesis en relación a Gardel: habría tenido reservada una mesa fija en el Tortoni. Nuevos testimonios darían crédito a esta posibilidad histórica, que es “otra perlita” dentro de un texto escrito con el rigor del estudioso y el amor de alguien que ha pasado tiempos de parroquiano. Sólo así se puede interpretar y transmitir el significado de la “historia de las horas” de un lugar que es hito histórico de la ciudad de Buenos Aires y de interés cultural mundial.  Un libro que entretiene e ilumina.

© Carlos Szwarcer
Buenos Aires, Diciembre 1 de 2008

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