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Los fantasmas del Maipo. ¿Dúo o cuarteto?

por Carlos Szwarcer
cstempo2001@yahoo.com.ar

Más allá de qué sean los fantasmas –espectros de muertos o imágenes impresas en la fantasía–, reales o no, lo cierto es que la idea o sensación de que residen en lugares tales como cementerios, mansiones deshabitadas, cines, teatros, etc., se encuentra ampliamente difundida.

En casi todas las salas teatrales, sobre todo si son antiguas, se cuentan historias de fantasmas. El libro del francés Gastón Leroux, El fantasma de la Ópera, publicado en 1910, se convirtió en un suceso y, su argumento, que fue numerosas veces adaptado para cine y teatro, fortaleció la creencia, ya bastante difundida en la gente de teatro, de la existencia de espíritus que merodean los camarines y el escenario.

Según se dice, estas apariciones, serían “almas en pena” o “espíritus burlones”, ligadas muy especialmente al lugar en el que se producen los fenómenos. Hay que decirlo… el Maipo no es ajeno a visitas misteriosas.

Este teatro tiene muy buenos fantasmas –asegura Norma Aleandro–, tiene dos en realidad: uno, pobre, se ahorcó y el otro murió quemado en un camarín. Cáceres es el que pensamos que es el que más visita el escenario, nosotros lo hemos podido comprobar, hay funciones a las que viene. Yo te digo que son las que mejor salen.

De qué manera se hace notar es minuciosamente descrito por la actriz: Camina, camina por el telar durante la función. No lo he visto nunca, pero oírlo caminar sí, de un lado para otro y te digo, por ejemplo, en ciertas escenas de Master Class, él aparecía al comienzo de la obra. La puerta del centro a foro era por la que yo salía, había siempre un maquinista que la abría al ponerse la luz del escenario, y empezaba a caminar Cáceres. El muchacho se moría de miedo, y lo llegué a convencer de que Cáceres ya venía hacía tiempo. Le decía que no tuviera miedo, que no pasaba nada malo, que nunca había hecho nada malo.

En los momentos de gran silencio, en los que la actriz hacía los monólogos del primer y segundo acto de la obra comenta que lo sentía a Cáceres que se volvía a acomodar. Le ha pasado a mucha gente, y no sólo eso, yo trataba de quitarle el miedo a los que lo oían y se angustiaban porque, de verdad, hay ciertos fantasmas que aman el teatro. Se quedó a ver funciones, y cuando hemos terminado ensayos lo hemos oído. Inspeccionaron para ver el origen de los ruidos y no pudieron encontrar nada.

Habría un segundo fantasma, el de Radrizzani. Yo le tengo cariño –dice Norma–, como siempre soy la primera en llegar al camarín me preparo, pongo música, lo que sea. Yo siento que por los camarines no estoy sola.

¿Quiénes serían estos fantasmas? Luis Efraín Cáceres, un chileno que hacía unos años trabajaba en el teatro y que vivía en un hotel cercano. Sin familia, le había cedido el seguro de vida y sus pocos bienes al Sindicato de Maquinistas. Dicen que estaba solo en la Argentina. Era un modelo de persona. Pulcro, aseado, se encargaba del lugar de trabajo de los maquinistas. Una higiene fuera de lo común y muy cumplidor. A comienzos de 1985 se lo vio extraño. Cuentan ex compañeros que se había enterado de una enfermedad terminal y se volvió más solitario y taciturno.

La tarde del sábado 4 de mayo de 1985, antes de la función de “La Mujer del Año”, protagonizada por Susana Giménez, llega Cáceres, callado, como todos los días, pero un compañero lo ve “raro”: Estuvo hablando conmigo, media hora antes de que se matara… Era una persona triste, era “sofista”, los que corren los telones. Yo estaba hablando con el boletero y llegó, habló un poco conmigo. Él le daba de comer a los gatos, hablaba despacio, hacía días que estaba triste, había cambiado, yo seguí en lo mío y me fui a encender la calefacción, el boletero quedó solo y a la hora viene Morelli, jefe de electricidad, a las seis y pico y me dice “¡Se ahorcó Cáceres!” ¡Dejate de hinchar las p… si estuvo hablando conmigo hace un rato!

Cuidando los más mínimos detalles, el pulcro Cáceres, se había puesto su mejor traje, su corbata y con los zapatos bien lustrados, se había dirigido al gran patio interno del teatro. El vestuario de maquinistas da a la terraza, sobre la platea, donde se encuentra el viejo techo corredizo. Pasó una soga amarrada a un caño fino y horizontal, parte de un tinglado, se la anudó al cuello y se dejó caer desde un pilar de no más de 50 ó 60 cm de altura. Voy arriba, y se movía así, “un vaivén”. Estaba colgado con una soga, comenta un acomodador. No eran más de las 18 hs. Se avisó a la policía. Luego de terminar la función, aproximadamente a las 23 hs, se lo sacó por una ventana interna del segundo piso, y luego a la calle –detalla un ejecutivo del Maipo–. Al no tener familia, el Sindicato de Maquinistas se hizo responsable de los últimos trámites para enterrar a este hombre. Lo llevaron a la morgue de la calle Córdoba. Del Sindicato fueron a reconocerlo porque eran los herederos del seguro y los bienes.

La otra persona fallecida en el teatro, y de la que aseguran su presencia como fantasma, es el actor Ambrosio Radrizzani, cuyo deceso se produjo como consecuencia del incendio del Maipo del 6 de septiembre de 1943, al intentar rescatar sus pertenencias del camarín, cuando se representaba “Apaga luz, mariposa, apaga luz”, protagonizada por Alberto Anchart y Sofía Bozán.

De este tema del teatro y los fantasmas en general el actor es supersticioso –comenta Abel Fumagalli–. Los electricistas estamos muy acostumbrados a trabajar de noche como los maquinistas. De acá, de este teatro, han salido disparando. Había un par de chicas que hacían los decorados se quedaron a la noche, pintaron la escenografía y se fueron a las dos de la mañana porque no aguantaron más: les cambiaban las cosas de lugar. Abel señala que a la noche hay miles de ruidos en el teatro y que las madera viejas crujen, parece que va a dar una explicación racional al tema, sin embargo asegura que acá está Cáceres que se quitó la vida y el otro que murió por accidente. Cuando se mató Cáceres trabajaba Miguel Ayala, mi amigo maquinista, y a él le sucedieron un montón de cosas. Se le rompían los martillos que no se rompen, los martillos de maquinistas que son de España…

Fumagalli, tiene un lenguaje muy técnico al hablar de su trabajo, un decir tranquilo, sintético y racional. Sin embargo, cuando describe el día que se quedó solo en el Maipo parece contar una novela de suspenso: Y yo le hablaba… (a Cáceres), percibía la presencia cuando trabajaba en la cabina de arriba. Yo trabajaba solo y parecía que había alguien al lado, o se abría la puerta y entraba una corriente de viento. ¡O que se mueva la araña del medio y no hay para nada viento ahí! Empieza a girar. No hay aire ni ventiladores. Eso lo vemos todos y el que lo ve primero avisa. Y a nosotros nos pasan cosas raras: falla un micrófono o pasan cosas con artistas.

No menos impresionante es lo que nos informa Horacio Cortés. No es fácil encontrarse con un espíritu, yo nunca me lo crucé pero sé que está porque el último que se va soy yo. Teníamos un sereno que se encerraba en la boletería. Yo solo en el camarín, sentado. En ese lugar me abren puertas… se cierran… caminan. El caminar en el escenario de una persona en el Maipo, si vos estás en los camarines, te das cuenta. Si no hay nadie, no hay nadie. Pero cuando caminás en el escenario se siente que alguien está. Está todo cerrado y el único que se está cambiando soy yo. Y yo le hablo: ¿Cáceres qué pasa? ¡Está todo bien! Y camina.

Horacio no sabe si, a veces, es su imaginación: Yo soy un tipo que antes de irse revisa las luces, todo, y de repente pasó alguien. ¿Quien pasó? No hay nadie. Estoy solo. Es Cáceres. Además sostiene que el chileno debe estar conforme con el teatro y sus trabajadores porque no molesta, si no quién te llama el ascensor mecánico del 5to. piso. ¿Qué pasó? Vamos con el sereno y no encontramos a nadie. ¿Cómo se mueve un ascensor? No lo sé todavía, dice, desorientado.

El dueño del Maipo, Lino Patalano, es un convencido de la presencia de fantasmas en su teatro: Lo veo, me manda el ascensor a buscarme de vez en cuando, yo salgo de acá y sube el ascensor. Salgo y sube… antes de apretar el botón, y no es automático. Cáceres está, es un fantasma que ama este lugar y antes hacía unos quilombos bárbaros, estaba enojado, ahora no.

Patalano deja a un lado los viejos fantasmas que parecen pulular la sala de Esmeralda y Corrientes y se refiere a alguien de fallecimiento más cercano: Trabajando en el cuarto piso un día estaba con un empleado y vemos que entra alguien a una oficina, digo ¿che entró alguien… quién es? Fuimos y no había nadie. Acababa de morir Cris Miró (travesti que logró gran éxito en el Maipo en 1995 y que falleció cuatro años después).

Hay quienes desconocen los rumores sobre estas presencias y otro grupo que, estando al tanto, se muestra totalmente escéptico. Podemos tomar como referencia el ilustrativo comentario del actor Carlos Calvo: Me encantaba esto del misterio, lo que decían, y me quedaba a propósito y no escuchaba nada. Boludeces… nada… Decían, me acuerdo, que caminaba por los camarines. Yo me quedaba solo horas después de terminar porque me pegaba un baño y nunca escuché nada.

Cuando hablan de los fantasmas en el Maipo se menciona al maquinista Luis Cáceres y al actor Ambrosio Radrizzani. Dado que las especulaciones sobre los motivos por los que un espíritu podría habitar ciertos lugares parecen ser el haber trabajado allí, fallecido en circunstancias determinadas que lo convierten en un alma en pena aferrada al lugar, etc., entonces, debemos ser justos con la historia y decir que de existir los fantasmas, habría que contemplar la posibilidad de que éstos puedan ser al menos cuatro. Recordemos que en el incendio de 1943, además de Radrizzani hubo otros dos muertos, también trabajadores del teatro y muy ligados a su escenario, ellos eran el maquinista Graciano Vergez y el ayudante de electricista Bernardo Braltman. Por qué no pensar, entonces, que los fantasmas del Maipo forman un cuarteto. 

Fragmento del libro “Teatro Maipo.100 años de historia entre bambalinas”, de Carlos Szwarcer. Pág.261-265 Ediciones Corregidor. Buenos Aires. 2010.

 

Carlos Szwarcer
cstempo2001@yahoo.com.ar

 

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