Cuando Gardel emocionó a Pirandello
por Carlos Szwarcer 

El Tango ,   parte de la cultura de Buenos Aires, estuvo y está presente en el Tortoni , el café más antiguo - en pie - de la ciudad, que desde 1858, año de su fundación, hasta nuestros días, es centro de peregrinación de buena parte de la sociedad. Como no podía ser de otra manera, el ídolo máximo de la canción ciudadana, Carlos Gardel , transitó este famoso lugar de Avenida de Mayo. En una recepción a Jacinto Benavente cantaron Gardel y Razzano . El dramaturgo español, en gira por el continente americano, había llegado a Buenos Aires a mediados de 1922 y se presentaba en el teatro Avenida. Ciertos seguidores y detallistas de la vida del cantante aseguran que aquel encuentro en honor a Don Jacinto, y en el que el dúo finalizó con la canción “Mano a Mano” , se habría producido en este emblemático café .

No obstante la más trascendente participación de Gardel en el Tortoni , y suficientemente documentada, fue en ocasión de brindársele un homenaje a Luigi Pirandello . El famoso dramaturgo siciliano había arribado a la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires en el barco “Re Vittorio”, horas antes de debutar con su Compañía en el Teatro Odeón el 15 de Junio de 1927, cuando presentó su obra “Diana e La Tuda” . Días después fue invitado a un agasajo en el subsuelo del Tortoni , donde funcionaba “La Peña” , que a un año de su fundación ya era reconocida como un “prestigioso cenáculo artístico” . En la madrugada del día 26 de ese mes, en la antigua Bodega del café, Pirandello, próximo a cumplir los 60 años, pudo deleitarse con la   actuación del “Morocho del Abasto”.

La velada comenzó varias horas antes, en la noche del 25. Las crónicas de la época informan que hubo numeroso público, especialmente gente de las artes y las letras que concurrieron a la anunciada fiesta. Precediendo la llegada del agasajado interpretaron piezas clásicas,   recitaron poesías, relataron varias fábulas y realizaron charlas humorísticas muy festejadas.

Pirandello al concluir la función en el Teatro Odeón, ingresó al Tortoni poco después de la media noche y en medio de calurosas manifestaciones de afecto, acompañado por parte de su elenco: la primera actriz Marta Abba (además de amante, musa inspiradora del escritor), la actriz Tiziana Malaberti, los actores Lamberto Picasso y Piero Carnabucci y el empresario teatral Sr. Alzati.

El notable caballero, oriundo de Agrigento y mundialmente admirado, se sumergió con sus acompañantes en el recinto del subsuelo del café. Las luces iluminaban tenuemente la “tez mate, ligeramente apergaminada” de este hombre de estatura mediana, extrema delgadez y andar “silencioso y escurridizo”.

La bienvenida al futuro premio Nobel de Literatura (1934) estuvo a cargo del narrador y dramaturgo Roberto Mariani, en nombre de la “junta ejecutiva de La Peña del Tortoni”, este intelectual vanguardista, que fuera redactor del diario Crítica, presentó al invitado de honor con “breves palabras” y “oportunos términos” comenzando el acto especialmente preparado y que contaba también con la presencia del pintor Quinquela Martín.

Luego de desarrollarse un conjunto de variadas expresiones artísticas, el broche final de sello argentino estuvo a cargo de Carlos Gardel , acompañado por sus guitarristas Guillermo Desiderio Barbieri y José Ricardo , interpretando: Mi noche Triste, Rosas de Otoño y Senda Florida . Los temas fueron excelentemente recibidos por Pirandello , quien escuchó con suma atención al “estilista” en aquellas “canciones populares porteñas y pampeanas” ,   temas así definidos por los diarios de la época.

Al parecer, sin desmedro de los otros números artísticos, fue esta parte del espectáculo la que pareció disfrutar más el ilustre invitado. “Discreto y humilde”, de “parcos ademanes” y   “sonrisa leve y melancólica” , se sensibilizó notablemente con la inigualable voz y el arte escénico de Gardel. Aseguran, algunos autores, rememorando esa noche, que hubo una singular expresión de admiración en el rostro del literato italiano al escuchar al cantante argentino que desbordaba vitalidad, y que en ese entonces contaba con treinta y siete años y una carrera artística en pleno ascenso.

Finalmente interpretaron Marta Abba y Lamberto Picasso una escena de la comedia dramática de Pirandello   “Il Placere dell’onestá ”, que fue muy aplaudida. Mientras las agujas del reloj rondaban las dos de la madrugada cerró el acto el dramaturgo homenajeado con breves palabras de agradecimiento a los artistas argentinos. También la prensa italiana se haría eco de este acontecimiento cultural mencionando, a tal efecto, las “canzoni popolari di Carlo Gardel”.

Gardel , acostumbrado en sus comienzos a ser invitado por caudillos políticos para animar reuniones multitudinarias,   se ganó el fervor popular actuando, fundamentalmente, en cafés, teatros y luego en el cine, de igual forma sería convocado, a medida que aumentaba su fama, a distinguidas recepciones o veladas aristocráticas en las que participaban prestigiosos artistas, intelectuales, futuros premios Nobel, grandes cineastas y miembros de la realeza europea.  

Efectivamente, con el don de su garganta privilegiada y un estilo tan particular, Carlos Gardel logró que su voz de barítono conmoviera aquella noche a Luigi Pirandello en la Bodega del Café Tortoni . Un ídolo popular, representante paradigmático del tango, y un lugar, el más famoso café de la ciudad, que, además, afortunadamente coincidieron en un tiempo, son dos íconos entrañables de Buenos Aires que, indudablemente, contribuyeron a dar el marco ideal para homenajear a un grande de la literatura mundial. 

 

Carlos Szwarcer
Artículo publicado en la Revista Centro de Estudios Culturales (CECAO). Córdoba. Argentina.

 

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