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Carta ciudadana desde el Paraguay (225)

Una imperceptible violación constitucional
Escribe su demanda de inconstitucionalidad con lápiz japonés: Chester Swann

Luque, Paraguay, 09 de octubre de 2009

Por primera vez asistí ayer a una audiencia pública para tener una idea aproximada del perfil de los candidatos a la Defensoría del Pueblo; un cargo burocrático más para henchir la ya atiborrada planilla de buenos para nada. En realidad el “ombüdsman”, creado en los países escandinavos hace más de cincuenta años NO debía ser funcionario público, según mi entender. Pues, ¿cómo podría litigar contra su patrón, el Estado en defensa del ciudadano? En Dinamarca, un ciudadano selecciona por sí y ante sí a otro ciudadano honorable —sea éste médico, ingeniero, veterinario o mecánico de bicicletas— para que reclame al Estado en su representación y, una vez obtenida la satisfacción de la demanda, el ombüdsman vuelve a sus ocupaciones habituales.

Acá, desde el vamos, desde la constituyente se ha creado una dependencia burocrática, no al servicio del ciudadano, sino del sistema imperante disfrazado de “democracia representativa”. Un simple pagador de indemnizaciones por ajenas culpas de un terrorismo de estado impulsado desde Washington; el verdadero responsable de tamaños desaguisados de la Guerra Fría, a quien poco importaba la extraterritorialidad y la soberanía de su patio trasero.
Cuando subió al podio de candidatos el abogado Edgar Villalba, presentándose como actual “defensor adjunto” y para reclamar su derecho a la titularidad (varias personas se candidataron sólo para adjunto), pedí la palabra para hacer una pregunta. Sólo que la hice a los miembros del senado allí presentes para que me dijeran quién modificó la Constitución Nacional, o la enmendó, o la reformó arbitrariamente para crear la defensoría adjunta que no existe según el art. 176 de nuestra Carta Magna.

Mientras Villalba defendía “la legalidad” de su cargo, el responsable de haber firmado la ley de marras, en el anterior período legislativo, se esfumó discretamente de la mesa senatorial (Yoyito Franco), quizá para descargar su conciencia en el sanitario. Esto me dio la pauta de que alguien tenía cola de paja a punto de arder. Una ley NO puede estar por encima ni siquiera al lado, de lo que dispone la Constitución y finalmente el propio senador Hugo Estigarribia debió asentir ante mi intervención. También la senadora Ana Mendoza de Acha debió confirmar mis presunciones. Y esta, es otra violación de Nicanor Duarte a la C.N. menos perceptible que las otras dos, aunque igualmente impune. Dios no puede demandárselo por su dudosa existencia y La Patria parece que es sorda, ciega y muda, además de manca y coja; por lo que tampoco puede demandar a sus violadores inconfesos.

De todos modos, como buscador de pelos en la leche y la quinta pata del gato, le tomé el gusto a esa audiencia pública y espero asistir a otras. Más que nada por ser la única palestra y tribuna de participación ciudadana; pese a que nos habíamos declarado como “república democrática representativa, participativa y pluralista con estado social de derecho”. Pero si estoy abogando por una reforma constitucional que llene las lagunas de ésta actual, sigo defendiendo la NO reelección presidencial, la NO reelección de la legislatura y la NO vitalización de la suprema corte. Es justo y necesario. Si una persona desea buscar nuevamente cargos electivos, debería dejar pasar al menos un período alternativo antes de presentarse nuevamente a competir en comicios. Nunca desde el poder y con disponibilidad del aparato y recursos del mismo.

Y será justicia.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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