Carta ciudadana desde el Paraguay (208)

Un año perdido y pocos cambios a la vista
Hace un balance con lápiz japonés: Chester Swann

Luque, 14 de agosto de 2009

Todo plazo se cumple y toda deuda se paga, decía el filósofo Perogrullo.  Y a veces el precio de la deuda hay que pagarla —aún de mala gana— malgastando el capital político y la credibilidad, ambos irrecuperables.  Al menos a corto plazo.  364 días calendario derrochados en rencillas, protestas, escasa producción legislativa, avance de la inseguridad y la corrupción, amén de otras falencias no achacables a la herencia de la segunda reconstrucción.  Puede que este gobierno aliancista haya tenido —en un principio, al menos— buenas intenciones.  Pero éstas sólo sirven para pavimentar el camino al infierno conceptual.  ¿Me explico?

Hubo un leve atisbo de esperanzas cuando el presidente reconoció algunas falencias u omisiones; mas ello no justifica que vuelva a reinar el nepotismo, la corrupción administrativa, la infección masónica en los poderes del estado (hasta su hermano Pompeyo milita entre los “iniciados” del Gran Arquitecto) y el bandidaje policial en acción.  Tampoco las minorías incómodas de los pueblos originarios han recuperado sus tierras y ni siquiera su dignidad, arrebatádales —ambas— por la conquista de la cruz y la espada y posteriormente por los señores feudales de la post independencia a nuestros días.

Las injusticias de antaño no fueron aún reparadas —al menos eso esperábamos, tras el pase a la llanura de los injustos— ni devueltas las tierras malhabidas o confiscados los productos de la rapiña colorada-militar.  Nuestras esperanzas de cambio se van diluyendo homeopáticamente en el solvente de la iniquidad política.  Nadie, de entre los ciudadanos de a pie, intenta siquiera acompañar a este gobierno en forma participativa, al menos juntando firmas peticionantes.  Sólo el pataleo y el plagueo individual sirven de catarsis y placebo a la gente, en lugar de aprovechar las circunstancias para organizarse creando un frente que se oponga electorqalmente a los buitres de la política enquistados en los partidos.

Y no me refiero sólo a los mal llamados “tradicionales”, que incluto también a los de la nueva hornada posterior al 89, decepcionantes caricaturas de organización política que apuestan al egoísmo en lugar del altruísmo.  Pero es innegable que Lugo no alardeaba en vano de sus “raíces coloradas” durante la campaña electoral entre 2007 al 8, por la manera de amparar bajo el manto del silencio a los grandes corsarios de su tronco.

Ahora, me pregunto si Lugo confunde cobardía con “prudencia” o trata de hacer un doble juego de dejar hacer y dejar pasar este período gubernativo sin pena ni gloria.  ¡Él había prometido cambios, y ahora se limita a ofrecer más de lo mismo!  ¿Habrá leído El Gatopardo de Lampedusa?

Mucho me temo que sí.     

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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