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Carta ciudadana desde el Paraguay (280)

 

¿Supremo corte de justicia…?
Busca papel higiénico para escribir sentencias pestilentes: Chester Swann

Luque, Paraguay, 31 de diciembre de 2009

El último día del año que fenece me sacudió con la ¿increíble? noticia de que el decano de ¿derecho? Carlos Fernández Gadea y su ad látere Bonifacio Ríos ―echados a patadas por el Congreso y Nicanor Duarte, vía juicio político― en 2006, retornan a la corte sin milagros por una sentencia defecada ―sería el término más apropiado― por un tribunal constitucional que dictaminó la invalidez del juicio político. 

Ya teníamos una dictadura parlamentaria y ahora, se le suma otra judicial. En cuanto a la “justicia”… sigue brillando… por su ausencia, mientras el disparate sigue siendo el argumento apodíctico más usado por los “juristas”, a falta de razones.

Si bien nuestros políticos ―no el pueblo paraguayo, claro― proclaman que somos una república, en realidad estamos muy lejos de una institucionalidad republicana. Tenemos tanto que aprender ―antes de ser realmente ciudadanos libres―, que estamos aún bajo un sistema feudal de partidos, privilegios aberrantes y aristocracia sin nobleza que pisotea nuestra dignidad. Este atropello a la razón ―que supongo es uno más de tantos y no precisamente el último― es digno de figurar en el libro Guiness, por lo atrabiliario y falto de lógica jurídica.

Pero parece que a nadie le movió un pelo tal despropósito, pues todos, o casi, seguía hojeando displicentemente El Popular, Crónica, tomando tereré o masticando comistrajos callejeros; cuando debían salir a las calles a exigir la renuncia del poder ¿judicial? en pleno. Si esto hubiese ocurrido en Francia, al menos justificaría otra Bastilla, guillotinas incluidas y no esta apática indiferencia ciudadana, mal acostumbrada a lo ilegal; y de tan acostumbrada, pasa por normal.

Desde que el viejo aligátor defenestrado en 1989 instituyera el contrabando y la corrupción como “precio de la paz”, pareciera que lo ilegal llegó para quedarse y sus tentáculos se reproducen como los de las gorgonas. ¿Habrá, alguna vez, alguien que derrote al monstruo que devora las entrañas del país sin saciar su angurria? Claro que sin ayuda de la ciudadanía será una misión más que imposible, ya que en la corrupción como en el tango se baila en pareja. Lamentablemente, la corte sin milagros, y esas cámaras sépticas bajo su égida se limitan a blanquear corruptos “por defectos de forma”. 

Si alguna vez hubo justicia en este país, habrá sido durante la expeditiva e implacable dictadura del doctor Francia. A partir de su muerte, el “liberalismo” se impuso en el gobierno y ni siquiera durante las guerras mermó la corrupción política. Ya el estado se convertiría en botín de los “partidos tradicionales” y feudo de los caudillos cazavotos. Es menester una limpieza a fondo de nuestras gangrenosas instituciones, que sólo unas amputaciones podrán salvar a lo que resta del cuerpo social… si el pueblo lo desea, claro. Que si es por los partidos políticos, que siga la joda nomás; que siga el circo sin pan que, después de ellos el diluvio.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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