Carta ciudadana desde el Paraguay (188)

¿Quién le teme al Lobo Feroz de la iniciativa popular?
Prepara la lupara para matar lobos imaginarios: Chester Swann

Luque, 19 de julio de 2009

Los acontecimientos de Honduras y otros que se cuecen en el Paraguay, indican que el horno no está para bollos.  Al menos para los políticos y sus representados de la oligarquía nacional, quienes no ven con buenos ojos (ni oyen con buenos oídos) una opinión acerca de sus gestiones por parte del electorado.  Y no me sorprende. Y eso que el lingüista y erudito norteamericano Noam Chomsky ha elogiado a las democracias latinoamericanas por llegar hasta el pueblo y escuchar sus voces; refiriéndose a Bolivia, Ecuador, Venezuela y otras de ese tinte.  Al menos en comparación con la nuestra, donde las únicas voces cantantes son las del dinero, el poder real de los empresaurios y el poder fáctico extranjero, al estilo México-Colombia… por ir más lejos.

Hasta los emperadores romanos respetaban el adagio Vox pópuli, vox Dei, que sin la iniciativa popular, la democracia no pasa de ser una etiqueta de fachada.  Los políticos ni siquiera representan a los afiliados de sus partidos que votaron por ellos, y mucho menos a la nación.  Apenas son gestores de influencias y operadores de intereses ajenos al común.  Y esa es la razón principal por la que repudian a la iniciativa popular, pese a que nuestra actual constitución se proclama “democrática, representativa y participativa”; por lo que, mal que les pese, deberán admitirlo.  Nuestra C.N. tiene el canal abierto a dicha figura, aunque se empeñen en mantenerlo cerrado con siete candados.

¿Acaso el pueblo colorado se siente representado por sus diputados y senadores?  Y creo que tampoco los liberales o quienes presumen de serlo.  Todos los partidos tradicionales están cortados con la misma tijera, variando sólo el color del trapo que los convoca.

Creo que nadie debe temer a la iniciativa popular, salvo los canallas y ganapanes de la torcida política criolla y, pre supuesto, sus verdaderos patrones de la oligarquía, amén de otros gusanos.  Más claro, agua.  Ni Juan Sintierra ni María Sinpan deben temer a ella, salvo que vacilen por unas supuestas represalias, que, a no dudar, se harían sentir por parte de los poderes fácticos.  Pero ésta debe implementarse, sí o sí, pues es la verdadera esencia de una democracia.

Si es necesario el pueblo debe salir a las calles, inundar las plazas, hacerse sentir en todo el orbe para hacer valer tal derecho, humano e inalienable.  No sólo las anónimas urnas son sinónimo de libertad de expresión, aunque no vinculantes, que el poder político nunca ha rendido cuentas a nadie.  De ahora en más, basta de cheques en blanco a los mandamases de turno, que el pueblo deberá dar su veredicto apodíctico a esas gestiones hechas en su nombre y, de ser necesario, aplazar as sus mandatarios.

¡Referéndum ya!  Luego, una nueva constituyente que establezca definitivamente una democracia que nunca tuvimos; ese espejismo inalcanzable que siempre nos ofrecieron… como la zanahoria del burrito, y nunca la saboreamos aunque estiremos el carro por los largos caminos de la historia.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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