Carta ciudadana desde el Paraguay (206)

¡Que la inocencia te valga!
Esconde la cara de vergüenza ajena: Chester Swann

Luque, 13 de agosto de 2009

Ahora se les está haciendo un sumario (a decir verdad, un restario les quedaría mejor) a los ¿diligentes? policías que atracaron con todo y fiscala, el domicilio de un ciudadano inocente.  Diz que estaban buscando al sospechoso de un asalto a un supermercado, que —casualmente, si las casualidades existen— es otro policía que guardaba entonces reclusión domiciliaria por otro hecho punible anterior.

A usted, que está informado a medias, TV mediante, por supuesto, no está enterado de todos los trasfondos de cuanto ocurre en su propio país.    Si usted suele indagar en Internet, en ciertas páginas alternativas, quizá podrá ver y leer opiniones más o menos certeras que generalmente alguna prensa empresarial calla, oculta o distorsiona.  Mas este —entre otros hechos de brutalidad poco profesional de la policía—, no es un caso aislado ni esporádico.  Desde los días de la posguerra del 1870, la policía paraguaya se caracterizó por su arbitrariedad, que no por su eficiencia o profesionalismo.

En los tiempos del “único líder de la segunda reconstrucción”, cualquier ciudadano acusado por la policía, era culpable y debía demostrar su inocencia… si algún abogado aceptaba hacerse cargo del ut supra, ya condenado a priori.  Y si bien fue defenestrado el tirano, el sistema prosigue desde los sótanos de la “inteligencia” policial.  Es decir: la búsqueda de chivos expiatorios que no la de verdaderos culpables.

No iré a detallar los pormenores de este conocido incidente de reciente data, que la cosa no va por ahí.  Simplemente me interesa llamar la atención de la ciudadanía acerca de la necesidad de reformar esta policía —de ser posible creando otra, menos jerárquica y más civilizada y responsable, al modelo de la Súretè de París—, de ser posible jóvenes graduados universitarios en cualquier área científica o del derecho civil.  Esta caterva de ignorantes que sólo cree en la fuerza y el garrote, debe ser puesta de patitas en la calle, desde el último suboficial hasta el más encumbrado comisario, que todos están inficionados de corrupción, justamente a causa de su estructura jerárquica y la obsecuencia debida. 

Hay quienes piden a gritos castigos más severos contra la delincuencia e ignoran que cualquier ciudadano —usted, yo, nosotros, vosotros, ellos— puede ser víctima de la arbitrariedad policial y de la justicia que tenemos, sin importar el grado de inocencia.  Acá, sólo los ricos pueden ser inocentes, salvo pruebas abrumadoras y testigos de cargo, algo raro hoy por hoy.  Los de la clase media y tirando a un cuarto, estamos expuestos a ser víctimas de “siembra de pruebas” o cualquier atropello, como el caso de la joven estudiante baleada, el año pasado por meras sospechas.

Reflexionemos y exijamos la reforma de TODAS las instituciones, pero sobre todo, las educativas, que ahí empezaron a empollar a los malos ciudadanos de hoy.  No debemos olvidar que esta policía ha eclosionado y nacido en el nido del la tiranía stronista y hasta el comandante ha sido acusado de servir a Stroessner como mercenario.

Por ello, ríanse a mandíbula batiente cuando algún político nos pontifica sobre “la institucionalidad de la república” y grítenle en la cara “¡Que la inocencia te valga!”… aunque no sea un 28 de diciembre.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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