Carta ciudadana desde el Paraguay (199)

La pregunta del Millón: ¿Qué sistema de gobierno nos merecemos?
Trata de responder sin trastabillar ni contradecirse: Chester Swann

Luque, 4 de agosto de 2009

En ciertas radios que suelo zapear de vez en cuando —con conductores inteligentes, claro— surgen a veces estas preguntas dirigidas a la audiencia.  Algunos responden sin dudar que “la democracia representativa”, por supuesto. Otros pretenden una suerte de monarquía absolutista o algo parecido, con reelecciones sine die “si alguien hace bien su trabajo ¿por qué no?”.  Mas creo que la cosa no es tan simple como parece. 

Todos los “sistemas” conocidos fueron creados en otras latitudes, en diferentes contextos y con tendales de fracasos tras de sí, requiriendo remiendos, enmiendas y reajustes periódicos.  Sea por guerras, hambrunas, corrupción, exceso de absolutismo u otras causas de conmoción social.  Es natural.  Es difícil dar recetas infalibles a sociedades agónicas o en terapia intensiva.  Más aún si son tan heterogéneas sectorialmente, como las nuestras del Cono Sur, con clases sociales bien diferenciadas y brechas abismales entre sí. 

Tampoco las sociedades europeas  —por tanto tiempo guerreando entre sí por un quítame allá esas pajas, entre la edad antigua a la contemporánea—, se han podido sustraer a tiranos, reales absolutistas, feudales o religiosos, que colmaron la paciencia del común.  Al menos hasta la consolidación de la Unión Europea, entre monarquías parlamentarias y repúblicas de jure algo indecisas entre unitarismo y confederación.

También hay que rescatar el hecho de que los europeos tienen mucho más nivel cultural que los sudacas —donde todavía reina, que no gobierna, la “viveza criolla”.  Los de allá del otro lado del charco, aprendieron a respetar las leyes (¡Bah! No todos, que los de la ETA y las otras se las traen), y pese a algunos xenófobos, al menos tratan de vivir organizadamente. Entonces ¿Qué sistema de gobierno  necesitamos en South America?

Evidentemente se requiere un sistema educativo que enseñe desde el vamos, a escolares y colegiales, las ciencias de la participación ciudadana, las ordenanzas municipales, la importancia de la tolerancia y el respeto al disenso, entre otras cosas.  Es un trabajo de largo aliento, pero se requiere empezar ahora mismo.  También se necesita una Ley de Responsabilidad Política, que acabe con la impunidad de gobernantes, funcionarios y de esa ralea que cree que el poder es un cheque en blanco y los partidos son organizaciones lícitas para delinquir.

Además, este escriba de la utopía propone la creación de una suerte de Consejo Ciudadano de Estado —una suerte de notables de calificación intelectual y ética, pero ajenos a los partidos—, que diseñen la política de Estado en: educación, relaciones internacionales, defensa, seguridad y producción de bienes y servicios, además de doctrinas impositivas justas… con alcance estratégico.  Este consejo de notables deberá controlar a los poderes políticos en la observancia y ejecución de los planes estratégicos allí elucubrados y diseñados.

Pero para ello, se requiere una nueva constitución que imponga reglas claras y precisas, tanto en derechos como en responsabilidades de gobernantes y gobernados y —sobre todo— que NO sea “opinable”.  Nuestras sociedades están aún en la edad del pavo y es necesario hacerlas madurar mediante la educación, la cultura y buenos ejemplos a imitar.

¿Está contestada la pregunta?

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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