Carta ciudadana desde el Paraguay (180)

Intriga en el Congreso Nacional… 
Mezcla colores en la paleta dislocada: Chester Swann

Luque, 23 de junio de 2009

Ayer nomás se eligieron autoridades en el plato volador —diputados y senadores por el zoquete extra—, con altibajos, transadas y guiñadas de ojo entre coloretes, metilenos, herrados y platistas unidos en el amor y la fe.  Mas la sangre no llegó al río, y eso que está muy cerca de las cámaras sépticas.  La indecisión de Oviedo, considerado hasta entonces una suerte de árbitro, echó por  tierra las esperanzas de los colorados de contar con los de la herradura para encumbrarse aunque sea un rato.  El oviedismo tuvo su gol en contra y la división colorada dio frutos podridos.

Los metilenos retienen la presidencia de la baja y los platistas la otra de más arriba.  Nada nuevo y nada de cambios reales.  Todo para los partidos y nada para el país.  Es como si nada existiera fuera de los partidos, ni democracia ni representatividad; y se creen irreemplazables como el oxígeno, pese a que algunos políticos apestan a metano fermentado, a detritus pasado de punto. 

Pero es necesario repensar la historia, redefinir nuestras instituciones para que realmente sirvan a la nación antes que a intereses oscuros y depravados. Insisto —en mi carácter de ciudadano de este sufrido y desdichado país— la discusión popular de una futura constitución que elimine privilegios irritantes de quienes expolian a la patria amparados en una impunidad autoconcedida.

El hecho de proponer un amplio debate a extramuros del congreso no invalida la propuesta ni amenaza a ninguna institución.  Si los políticos de partidos temen escuchar la voz del pueblo y, sobre todo, a una consulta vinculante.  Es evidente que a ciertos sectores la palabra “cambio” les produce temblores epidérmicos de grado 6 Richter, aunque no lo saben bien por qué.

El pueblo paraguayo debe despertar de su prolongado letargo de siglos y retomar por sí mismo el curso de su propia historia, sin intermediarios vinculados a intereses exógenos.  Al menos, jurídicamente o no, tiene el deber y el derecho moral de hacerlo.  Es más, está obligado a hacerlo para poder ser artífice de su destino y hacer cesar el perverso tutelaje de las transnacionales.

En última instancia, ciertos hombres de partido, hasta ahora cegados por las mieles del poder, deberían también apearse de los intereses sectoriales y ponerse de parte de los intereses del país, si no quieren ser barridos por los vientos de la historia. 

PUEBLO MÍO, QUE ESTÁS

EN LAS CALLES…

 

Pueblo mío que estás en las calles, venerado sea tu nombre

Así en el ancho campo como en las turbias ciudades.

Haznos, tú mismo, el pan nuestro de cada día

Y haz justicia a tus opresores, así como nosotros

No perdonamos a los réprobos.

Ni olvidamos sus iniquidades.

Mas líbranos del mal y muéstranos el camino a la unión

Enséñanos a amar a la patria, tierra nuestra

Hoy enajenada por protervos intereses.

Reconcílianos con Madre Natura y los animales.

Para que seamos dignos de La Palabra.

Para abrazarnos en el Bien Común.

Por los tiempos de los tiempos.

Amén

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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