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Carta ciudadana desde el Paraguay (228)

 

¡Disparen sobre el comisario!
Afina la puntería de sus notículas ciudadanas: Chester Swann

Luque, Paraguay, 11 de octubre de 2009

Otro comisario —ahora en el freezer y sin cargo— acaba de ser objeto de un sospechoso concurso de tiro al blanco. Aunque debiera decirse “tiro al Amarilla”, y esto no es un chiste de mal gusto, por más que sus colegas :deduzcan” que fue un autoatentado con fines inconfesables. Casualmente el objeto de los disparos fue, por no mucho tiempo, jefe de la división Narcóticos de la Policía Nacional, un cargo muy disputado por lo redituable.

También la casa del comisario Salcedo fue blanco de otro atentado con saldo fatal y esa sospechosa seguidilla contra agentes vinculados a la represión del narcotráfico no deja de llamar la atención. Es evidente que la Policía Nacional está complicada en quehaceres turbios y entre colegas y cofrades tratan de amedrentarse unos a otros. Tanto para que mantengan bocas cerradas como para apartar de cargos y ascensos a los “molestosos” y metiches que hacen intervenciones donde no les corresponde.

Como en las mafias, se mantiene la premisa de respetar el territorio de cada banda a fin de no escupir en asado ajeno y cumplir religiosamente con las “recaudaciones para la corona”, ocupación que insume a la policía más tiempo y espacio que para salvaguardar la seguridad ciudadana. Cosas veredes y oyeres, Juan Pueblo. El feudalismo ha llegado para quedarse dentro de esta ineficaz policía. Y cada jefe es celoso de su jurisdicción y de los “negocios” provenientes de la misma. Es por ello muy natural que la mayoría de los policías ambicionen cargos en la frontera “para hacer su sueldo” como se decía en esa época en que éramos felices y no lo sabíamos. Era el precio de la paz: la corrupción con canilla libre para los amigos, palo para los enemigos y La Ley para los demás.

Esta policía con nombre cambiado pero con las mismas mañas de antes, es un resabio heredado de los tiempos de la tiranía, por más que ahora se las den de guardianes de la democracia, el derecho y las garantías ciudadanas. Siguen coleccionando mansiones torta y coches robados, jalando cocaína con whisky; haciendo asaltos y entregas a la carta; violaciones en patota´a mujeres solitarias y otras “delicadezas” más. Otra no les cabe, que varios han caído en la noche del 2/3 de febrero defendiendo al amo en medio de sus tribulaciones, hasta su rendición al nuevo dueño de la situación. 

Esa policía, cobarde, artera y cruel, es la que supuestamente nos guarda de todo mal, como zorro que cuida de las gallinas. ¿Nos merecemos esa cáfila uniformada y brutal? Pienso que no, pero evidentemente el ministro Filizzola cree que sólo es cuestión de enroques poco ajedrecistas; de movidas “de rutina”; de sumarios de utilería o pases a retiro para que las cosa mejoren; y no percibe que cuando un órgano está gangrenoso hay que amputarlo antes de que se dañe el resto del cuerpo. Claro, él es abogado y no cirujano de urgencia.

Creo, como muchos otros ciudadanos, que se debería crear una nueva policía, civil (y civilizada, universidad mediante), inteligente y humana, honesta y patriota, que no tenga esa pesada e inútil estructura jerárquica paramilitar y represiva, heredada de José Eduvigis Díaz. Que sea científica, experta en artes marciales y se niegue al gatillo fácil; que no tenga más de tres niveles de responsabilidad y dependa más que nada del Poder Judicial o del Ministerio de Justicia en todo caso, no de lo Interior que es un gabinete más político que de servicios. 

En cuanto a ésta, la que ahora tenemos, debería ser desmantelada y disuelta, previos sumarios, restarios y reeducación. Tal vez alguno de ellos sirva para otra cosa diferente a lo que ahora hacen o dejan de hacer. Los que tengan serios antecedentes criminales, deberían ser dados de baja deshonrosa y enviados a Takumbú; los otros, los menos culpables pasados a jubilación sine die.

Y será justicia.

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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