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Carta ciudadana desde el Paraguay (218)

¿A ellos… quién los pone en lista negra?
Anota nombres con el lápiz japonés: Chester Swann

Luque, Paraguay, 17 de setiembre de 2009

Voy a referirme a dos temas puntuales que se han dado en esta semana. El primero, en relación a la negativa de Lugo a recibir la benemérita y caritativa visita de militares norteamericanos, diz que a causa de las bases en Colombia. Pienso que este pretexto es bien baladí y descafeinado; habiendo motivos mucho más aceptables y lógicos para negarse a la caridad militar de los hermanos del “gran país del norte”. Uno de ellos, es su aura de invasores, fehacientemente demostrada en sus últimos atropellos a naciones débiles pero con recursos bajo sus arenas. Guantánamo y las torturas de la CIA sería otro motivo de rechazo, aunque Lugo es demasiado pusilánime para hacerlo. Otro es la negativa de Tío Sam de aceptar que sus G.I. sean juzgados por crímenes de guerra, casi como Israel, su socio activo. Además, si quieren sacar muelas, taponar caries y repartir placebos en San Pedro ¿por qué no envían voluntarios civiles nomás?

De los operativos y ejercicios anteriores, sabemos que se trataban de adiestrar a nuestros muchachos verdeolivos en lucha antisubversiva y represión ideológica, además de espiar posibles nidos de las FARC y médicos cubanos en el campo depauperado de San Pedro. Además hacían buena letra cavando pozos justamente donde abunda agua de superficie y hasta pedían inmunidad por si cometían alguna violación o se les escapaba algún tiro contra personas locales estando en copas. 
Si. Ya era hora que alguien les dijera ¡basta! y les rompiera el cetro. Que pueden seguir jugando a la guerra en Irak y Afganistán dejándonos en paz con nuestros problemas sociales. En todo caso, que se queden en Colombia nomás, que desde ahí pueden espiar nuestras plantaciones de cannabis… aunque no puedan catar sus bondades psicodélicas. Claro que en el país cafetalero tienen cocaína de sobra para henchir sus narices.

En cuanto al segundo, supe que tenemos el dudoso honor de figurar en su lista negra como país productor y de tránsito de drogas peligrosas. Ahora veamos cuánta autoridad moral tienen quienes han elaborado la dichosa lista.

De acuerdo al periodista alemán Günter Amendt, quien recorrió el mundo para investigar al narcotráfico entre 1977 al 86 (Ver Der große weisse Bluff. Die drogenpolitik der USA. Konkret Literatur-Verlag, Hambürg 1987) en los años calientes de la guerra de Viet Nam, los cadáveres de los G.I. caídos y recuperados, eran convenientemente aligerados de tripas y recargados con paquetes de heroína que luego eran retirados por la CIA —ya de regreso a la patria—, antes de ser entregados a sus parientes en ataúdes sellados, con prohibición expresa de abrirlos para curiosear sus entrañas vacías. 

También la guerra de Afganistan (y posteriormente la de Bosnia) sirvió para incrementar el cultivo de amapolas, precursoras de opio, morfina y heroína —y el tráfico a Europa—, antes prohibidas por el gobierno talibán. De un 4 % de la producción de amapolas hace siete años, ahora subió a 94.6 % bajo la dominación norteamericana… y de seguro ya se habrá convertido a morfina y heroína que irá a Europa a través de Bosnia, ya limpia de los molestos musulmanes.

Cuando los soviéticos ocupaban Afganistán desde 1976, la CIA ayudaba a los muhaidines con armas y tecnología, además de dólares en efectivo… a trueque de heroína. El negocio de las armas está férreamente unido en matrimonio con el narcotráfico y la CIA lo sabe demasiado bien. La mayoría de las armas que engrosan los modernos arsenales de los mafiosos en Río, San Pablo, Colombia (cárteles de la coda y paramilitares) y la frontera mexicana, son de origen israelí o norteamericano. Sin embargo… ¿Quién se atreverá a poner a ellos en alguna lista negra?

Chester Swann Ex periodista, cantautor, escritor y diseñador gráfico, entre otras maneras de perder tiempo sin perecer en el intento.

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