La edad de nunca jamás
Farsa onírica 
Mariluz Suárez Herrera

Yo soy el resultado de muchas mujeres. 
Saúl Ibargoyen

Anciana  75 años

Niña       13 años

Mujer      37  años

Madre     23 años

Abuela    58 años

Feto

Los seis personajes serán lo más diferente posible. Se exagerará con gestos y movimientos: el cansancio, la agresión, la alegría, el enojo, la curiosidad y todos los estados de ánimo que surjan. El feto pesará diversos artículos y jugará con su cordón umbilical durante toda la obra.  La niña, interesada en Inglaterra y todo lo relacionado con “Mi Bella Dama” cantará y bailará toda la obra. La madre vomitará, estará incomoda e indispuesta toda la obra. La mujer se maquillará, depilándose, embelleciéndose toda la obra. La abuela siempre tejerá. La anciana se moverá con mayor naturalidad que todos los demás personajes.

Escenario único:

Amplio cuarto, adaptado como si fuera de hospital con todo tipo de aparatos para una mujer de la tercera edad. Baño, closet y cama. Una mesa redonda y dos sillas. Cada personaje llevará su silla en algún momento después de que  entre en escena, menos mujer y feto. La anciana se prepara para tomar el té. 

Mujer: (Entra corriendo) ¿Puedo?, ¿Puedo… (Se dirige al baño, la anciana pone otra taza sobre la mesa, la mujer grita)…tienes una toalla sanitaria?

Anciana: ¿Una qué?

Mujer en off: Una… kotex, creo que se llama.

Anciana: ¿Kotex con manzanilla o toalla nocturna con alas?

Mujer en off: De la que sea.

Anciana: No corazón, yo de esos ya no compro ¿Te sirve un Depend?

Mujer: (Entrando) No los conozco, ¿qué es eso?

Anciana: Tengo predoblado, con bandas elásticas, ajustasec o plenitud.

Mujer: ¿Qué clase de madres son esos?

Anciana: Son pañales para adulto.

Mujer: A ver…  ¿Para qué son? ¿Cómo crees que voy a ponerme estos  calzonzotes? (Pausa) ¿Ni siquiera tienes un triste paquete de algodón?

Anciana: Creo que tengo unos  de esos que se usan para la incontinencia. Ah, sí puede ser que sí, de esos creo que sí tengo.

Mujer: (Mira la caja) Bueno, se agradece.

Toma la caja completa y vuelve al baño.

Anciana. ¿Te sirvo un té?

Mujer en off: ¿No habrá un cafecín?

Anciana No, desde hace unos diez años decidí sólo tomar té. Y a estas horas yo siempre tomo  té.

Mujer: (Regresa) Bueno, ¡sale! (Se sienta) Ay, mi pestaña, creo que se movió mi pestaña, fíjate bien.

Anciana: A ver, a ver, soy muy miope pero trataré…

Mujer: Yo no soy miope, soy súper miope, por eso nunca estoy segura si me las pongo bien… las pestañas.

Anciana: (Se pone los lentes) Perfecta, yo las veo perfectas.

Mujer: Ay, que bueno, estoy muerta, creo que hasta me acostaría un rato en tu cama ¿puedo?

Anciana: Adelante, es toda tuya, toma tu tecito y duerme una siesta.

Mujer: Toda la mañana con uno, toda la tarde con otro y en la noche hay que cumplirle al marido si no quien demonios me mantiene. Y el resultado, felizmente… no se deja esperar.

Anciana: ¿El resultado?

Mujer: Sí, la fatiga y de regalo, la menstruación, pero ¡claro! A ti ya se  te olvidó.

Anciana: Estás muy delgada, muy desmejorada, primero está tu salud…

Mujer: Ni te preocupes, me repongo rapidísimo, a la hora, ya estoy como nueva.

Anciana: Sí claro, si no, no estaríamos aquí.

Mujer: Bueno, entonces, hasta dentro de un rato, si necesitas la cama, me despiertas. La anciana la cubre, le acomoda la almohada y se sienta a tomar su té, se escucha música de “Mi Bella Dama,” con curiosidad se dirige a la puerta de la habitación, entra niña cantando “Es aquí donde vive mi amor”.

Anciana: ¿Podrías bajarle a la música, niña? Está muy fuerte.

Niña: (Abrazando una grabadora muy grande)  “Con un poquitín, con un poquitín, con un poquitín de suerte a mi favor…”  No puedo dejar de escucharlo, y de cantarlo.

Anciana: Sí ya veo, pero bájale al volumen, mira está dormida.

Niña: Ah, perdón no sabía. ¿Qué estás haciendo?

Anciana: Tomando té, es la hora de mi té.

Niña: ¿Cómo los ingleses? Yo quiero, quiero tomar té.

Anciana: Con todo gusto, mira tengo…

Niña ¿Cuál tomaría el Maestro Higgins?

Anciana ¿Quién?

Niña: El profesor Higgins, el de Mi Bella Dama.

Anciana: Ah, sí… creo que tomaría…  ¡el que yo estoy tomando!

Niña: De ese quiero, sírveme por favor.

Anciana: Oye niña, no está muy grande ese aparato para que vayas por aquí y por allá.

Niña: Es que no puedo vivir sin escucharlos, ya casi me aprendí todas las canciones, y cuando puedo bailo, y canto y las escribo.

Anciana: ¡Qué fanatismo!

Niña Qué tú ¿no has visto Mi Bella Dama?

Anciana: Claro, es una de mis favoritas, la he visto como tres veces, en teatro, en cine, en video, bueno cuatro, en DVD. Escucho las canciones en mi i pod.

Niña: En ¿qué?

Anciana En teatro y cine, allí la he visto.

Niña: Ay, ¡qué suerte! yo sólo la vi en el teatro con Manolo Fábregas,  en Bellas Artes, con mi mamá, mi abuela y…

Anciana: No me cuentes, lo recuerdo perfectamente.

Niña: ¿Verdad que cantaron precioso? ¿Y tú conoces Londres?

Anciana: Claro, y muchas otras ciudades.

Niña: Cuéntame ¿es igual que en la obra de teatro?

Anciana: Muy parecido.

Niña: ¿Fuiste a Covent Garden?

Anciana: Sí.

Niña: ¿Entraste en San Pablo?

Anciana: Entré.

Niña: ¿Al mercado?

Anciana: Sí, fui al mercado.

Niña: ¿Fuiste a la Ópera?

Anciana: Ay, qué bien informada estás.

 Niña Oye ésta, ésta es mi favorita.

Anciana: Sí, sí pero baja el volumen.

Niña (Tocan) ¿Esperas a alguien?

Anciana No, aquí sólo entran doctores, cuando los llamo. (Abre, entra abuela) Sabia que tenía un pendiente, tenía que buscar algo.

Abuela: No, no es tan importante pero prometí tejer ese trajecito tan hermoso para mi primer nieto y la verdad, la verdad, que no me acuerdo como se empieza.

Anciana: Pasa, vamos a tomar un té y veré si puedo ayudarte.

La niña saca una silla del closet.

 Abuela (Tejiendo) ¿Cuántos puntos monto?

Anciana: Los que quieras, primero veamos si recuerdo la puntada, después hacemos lo demás. ¿Ya nació la niña?

Abuela: Dijo el doctor que esta semana, así es que tengo que darme prisa. ¿Dijiste niña? Tanto que  le pedí a mi hija que no me dijeran el sexo, y mira tú ya descubriste el pastel. Ay y yo pensaba hacerlo en azul, mira todo el estambre que ya compré.

Anciana No importa, practica en azul y lo haces en rosa.

Abuela: No traje estambre rosa, pero mira tengo amarillo, las niñas se ven bien de amarillo.

Anciana: Sí claro, ahora se usa cualquier color.

Abuela: ¿Y antes?

Anciana: Antes también, deja de preocuparte.

Abuela: No quisiera trabajar en balde, puede dolerme la espalda, o las manos, creo que tengo artritis, bueno, principios, y mi columna, no anda bien y creo que tengo altos los triglicéridos,  tengo ostopenia, es casi osteoporosis, pero antes, por eso no quiero tejer mucho tiempo, sólo haré un trajecito y después que se lo vayan pasando…

Niña: (Interrumpe)  ¿Tienes un perro?  Can, animalito de cuatro patas, ¿mascota?

Anciana: No, he tenido perros, pero ahora ya no tengo perro.

Niña: Pues fíjate que hay un perro en tu closet, y  a la mejor ya se hizo pipí.

Anciana: Qué perro ni que perro, tanta música te hace ver visiones.

Sale feto, estirándose, se mueve con elegancia por el escenario, canta y baila, jugando con su cordón umbilical. Las tres lo observan tratando de explicar su presencia.

Feto: Hacen tanto ruido que es imposible dormir.

Anciana: Ay, eso sí que no, mírala (Señala mujer) dormida como un angelito.

Feto Pues a mí ya me despertaron, ahora a ver como le hacen para que me duerma otra vez.

Las tres Es tu problema.

Abuela: Sólo cierra los ojos.

Anciana: Súbete a la cama, hay lugar para ti.

Niña: Más fácil, regresa donde estabas y sigue durmiendo.

Feto: Mejor me ayudan a resolver un problemita que tengo.

Anciana: Y ¿cuál es tu problema?

Feto: Saber cuánto es kilo y medio.

Anciana (Saca del closet una báscula de baño, la acomoda) Mira aquí pones lo que quieres pesar y estos números te dicen cuanto pesa.

Feto. (Feto lleva y trae todo lo que está a su alcance para pesarlo, cantando) El rey que está en Madrid, se fue a Aranjuez, una vez más  ¿a donde fue? A Aranjuez, a Aranjuez y ¿dónde está Aranjuez? En Madrid, en Madrid…

Niña: ¡Bravo! Eres de las mías, te la sabes, sigue, sigue cantando.

Feto: Hay en la fragua un fuego, fue muy gentil su invitación. (A niña) Nunca podrás cantar ésta.

Niña: Claro que sí, estoy tratando, ya casi la memorizo.

Feto: Eso es lo que tú crees. (Transición) Eres muy chica para memorizar tanto.

Niña: Lo que no saben es que dijo mi mamá que  ya no soy niña, ya soy una adolescente.

Anciana: Ay mujercita, tienes tanto tiempo por delante que yo me preocuparía por otras cosas, no por ser mayor.

Niña: (Se quita un zapato, lo pesa,  pesa objetos junto con Feto) Cuidado, mi grabadora con cuidado,  es allí de donde salen mis canciones favoritas.

Se escucha ruido de alguien vomitando, sonido de cadena del baño, corre el agua, todas en silencio, Anciana  se levanta en dirección del baño, entra madre,  embarazada.

Anciana: ¡Pero qué pálida!

Mujer: (Despierta, se levanta de la cama, se pone de pie) Ven, siéntate. Respira hondo. O… acuéstate. Toma algo.

Madre: No, gracias, no guacala, ahora no.

Abuela: ¿Sólo tienes náuseas?

Mujer:  ¿También tienes mala digestión o falta de apetito?

Abuela: Veamos, respira hondo, toma aire. Hay que darle algo que ayude a activar los estrógenos para facilitar el embarazo. (Al ver la reacción de las otras) Mejor, toma unos tragos de té.

Anciana: Ya, te ves un poco mejor, el primero siempre es el primero.

Madre: Había estado muy bien, no me explico…

Mujer: Así decimos todas, nunca me había pasado, nunca tuve, nunca sentí…

Abuela: ¡Qué bárbara! Claro que nunca tuvo, ¿no acabas de oír que es el primer embarazo? (Se acerca  feto, toma la  bolsa de madre y le da dos golpes en la espalda) Pre…ñez.

Madre: ¡Qué te pasa!

Feto:  Es para que veas lo que se siente, muy orgullosas de que van a ser  madres pero nunca piensan en lo que sufrimos los que estamos adentro. (Transición) ¿Pesa mucho tu bolsa?

Madre: No, sólo traigo pañales.

Todas: ¿Pañales?

Madre: Sí, los estoy bordando, apenas si me dará  tiempo de  terminarlos para fin de año.

Niña: ¿Cuántos llevas?

Madre: Como veinte pero todavía tengo mucha tela.

Abuela: Ay, qué lata era eso ¿verdad? (Toma una cuchara y empieza a darle té a cucharadas muy lentamente) Afortunadamente ahora existen los desechables, aunque dicen que los bebés se rozan (La madre muy sorprendida) el único problema es que hay que tener dinero, los que no tienen, tendrán que seguir cortando tela, bordando, haciendo la orillita…

Feto: Exactamente dos kilos 700 gramos. Y para tu información, esta tela es muy rasposa, no es buena para los bebés, busca algo más suave.  Tú no eres la que se la va a poner en la cola.

Madre: (Feto rodea su cuello con el cordón) Ahora ¿qué te pasa?

Feto:  ¿Sabes lo que es salir por un huequito, así de este tamaño?

Madre: No, todavía no sé cómo es eso, como madre, aunque cuando nací debo de haber  pasado por lo mismo.

Feto: Pide que te hagan cesárea, así es más fácil para nosotros.

Anciana: No, ¡no va a nacer por cesárea y ya, no la molestes!  (A madre) ¿Te sientes mejor?

Madre: Sí, mucho mejor, gracias, son ustedes muy amables.

Mujer:  Bueno, un embarazo, enternece a cualquiera. ¿Dijiste que es el primero?

Madre: Sí, ya tengo casi todo, la recámara, el bambineto, ya pagamos el hospital…

Niña: ¿Cómo le vas a poner?

Madre: Si es hombre se llamará…

Anciana: (Enfática) ¡Va a ser niña!

Madre: Sí, eso creo, más bien eso espero, pues bueno, si es así … se llamara como yo.

TODAS:  ¡Ah!

Cada quien sigue en lo suyo, la madre saca su costura tímidamente, y empieza a coser ante la reprobación de feto. Va a vomitar, mujer le acerca una cubeta.

Mujer ¿Te costó mucho trabajo encargarla?

Madre: No, realmente no. Estoy contenta, pues va  a ser mi… compañera, aunque a decir verdad…

Mujer:  ¿Después de cuántos orgasmos lo lograste?

Madre: ¿Orgasmos?

Anciana: Vaya que eres indiscreta ¿qué no ves que hay niños?

Abuela: (A la niña) ¿Por qué no te vas a ver si ya puso la marrana?

Niña: Eso si que no, ya estoy cansada siempre de lo mismo, si mi mamá y mi abuela se juntan a contar chistes “¿Por qué no te vas a ver si ya puso la marrana?…” Si llega el padre De la Mora a comer, se toma sus licores y “¿Por qué no te vas a ver si ya puso la marrana? …”   si sacan la guitarra y la mandolina, empiezan con sus canciones esas, en lugar de las de Cri-cri y otra vez “¿Por qué no te vas a ver si ya puso la marrana?…”

Mujer: ¿Qué no estás muy grandota para Cri-cri?

Niña: Me gustan mucho, bueno eran mis canciones favoritas hasta que oí las de Mi Bella Dama ahora esas son mis favoritas, como esa de A su mirar me acostumbré

Mujer: Ay, ya niña ya me tienes hasta la… bájale, bájale.

La anciana saca unos audífonos y se los pone al aparato, la niña se sorprende pero acepta.

Feto: ¿Cuánto pesa un orgasmo?

Anciana: Ese no se pesa, mira, yo te voy a ir diciendo qué se pesa y qué no se pesa.

Niña: (A madre) ¿Conoces Londres?

Madre: Pues sí y no.

Niña: Yo me muero por conocer Londres. Por eso estudio inglés.

Feto: ¡Nunca vas a conocer Londres!

Abuela:  ¿Cómo es eso?  ¡Claro que irá a Inglaterra!

Feto: Ya para qué, ya no será importante.

Niña: Dijiste sí y no. ¿Fuiste o no fuiste?

Madre: Fuimos a Londres, pero no salimos casi del hotel, Saint James se llama.

Mujer:  Lo recuerdo perfectamente.

Madre Decidimos descansar, nos hacía falta y de Londres conocí…, creo que conocí… ¡el hotel Saint James!

Abuela: Dirás una de las habitaciones del hotel Saint James.

Mujer: Y dices que no has tenido orgasmos.

Madre: No entiendo.

Abuela:   (Interrumpe) No te preocupes ya pronto sabrás de qué estamos hablando.

Anciana: (Afirmando)  Es para de fin año ¿verdad?

Madre: No, para la primera quincena de enero.

Anciana  Es casi lo mismo, digamos que serás madre en este invierno.

Madre: (Muy inquieta) Si, si… (Se acerca la cubeta para vomitar) Perdón, no puedo evitarlo.

Anciana: No te alarmes, no es tan complicado. Todas pasamos por eso.

Abuela: Puedes decir la verdad. ¿Tienes miedo?  (Madre asiente)

Mujer: Ay, al mes ya ni te acuerdas, créemelo, así es.

Feto:  Ustedes muy comprensivas, muy preocupadas por lo que ella va a sentir, ¿se han preguntado qué siente lo que está aquí adentro? ¿Qué va a pasar cuando salga a la luz? ¿Cómo se siente cuando el cordón se enreda así, así como ahorcando…?

Abuela: Sí, claro, tienes toda la razón pero en realidad un parto no es nada, comparado con todos estos achaques que vienen después. Si no es la columna, son los riñones, al rato las cataratas, pasando eso, la ciática, la presión alta, el colesterol, gastritis, el insomnio, la depresión…

Anciana: Ah, ya  ¿Puedes  hablar de otra cosa? Te sabes todos los padecimientos pero cuando realmente los tengas, como yo, entonces no vas a querer ni mencionarlos.

Abuela: Ay qué daría yo por no pensar en eso.

Anciana: Sólo quieres llamar la atención. Mejor dedícate a cantar como esta niña.

Niña: Que no soy niña, dije que ya no soy niña (Saca algo) ya uso de estos.

Mujer: Eso, eso es lo que yo necesitaba (Se lo arrebata, se dirige al baño) ¡Gracias!

Niña: ¡Así por la buena! (Grita) Si te gusta traigo más en mi bolsa, mi mamá me enseño a hacerlos, con gasa y algodón, voy a hacer muchos, muchos (Canta) Y llévenme a la catedral.

Abuela: Y pensar que ahora los venden en el súper.

Niña: (A madre) ¡Qué bonitos aretes!

Madre:  ¿Te gustan?

Niña:  Sí, me gustan mucho.

Madre: Cuando quieras me los pongo.

Mujer: (Regresa) A ver, sí qué bonito juego, ¡ah! es el que  tiene pulsera.

Madre Gracias, me lo compró mi marido cuando cumplimos dos años.

Abuela: A ver, a ver, yo no lo conozco

Mujer No, lo vendí para ir a ver al yugoslavo.

Madre ¿Te atreviste a venderlo?

Mujer: Para eso son las cosas materiales.

Anciana: Sí para eso sirven.

Madre: ¿Para ir a ver a un extranjero, a un completo desconocido, diferente de ti?

Mujer:  Más bien para ir a darse gusto con un amante.

Anciana: No, para  viajar fuera del país.

Madre: ¡Ah!

Mujer: (Mirando fijamente al muro) ¿No es ese el cuadro que compré en Nueva York?

Madre: Ah, no sé, yo nunca he estado en Nueva York.

Mujer: Sí, claro que sí es. ¿Dónde estaba? Recuerdo hasta lo que me sacaron  por él, salió bien caro. ¿Qué hace aquí en un cuarto (Con desprecio) de hospital?

Abuela: Yo sí he estado en Nueva York pero no recuerdo este cuadro (Se acerca y lo analiza)  No, no está mal, pero definitivamente no lo recuerdo. (Se aleja y lo contempla) El espacio va más allá del cuadro, qué volumen, qué superficie, qué simetría, qué líneas, qué color.

Niña: ¿Dónde ves todo eso?

Feto: Yo no veo nada, más que rayas.

Abuela: Creo que hay un rompimiento, qué estética. (Se acerca feto)

¿Qué vas a hacer?

Feto: (A mujer)  Este cuadro y ese viaje te hicieron llorar mucho, por eso ya no te acordabas. Creo que voy a pesarlo. 

Anciana: Ni te molestes, pesa más de kilo y medio

Mujer: Y después de todo lo que dijo ésta, (A abuela) creo que no vas a poder con él. Y no quiero que lo toques.

Abuela: Definitivamente cumple su función (La anciana se ríe, cada vez más fuerte) pictórica.

Mujer: Dónde está lo divertido, es sólo un cuadro, y ahora creo que me gusta más, aunque digan que me hizo llorar.

Madre: ¿De dónde salió?

Anciana: Yo lo encontré.

Abuela: ¿Dónde estaba?

Anciana: Detrás de mi foto de novia.

Mujer: ¿Dónde dices?

Niña: Enséñamela quiero verla.

Feto: Ni la veas, vas a salir con cara de angustia, aunque el fotógrafo la va a retocar y nadie se va a dar cuenta.

Madre ¿Qué te hizo llorar en ese viaje?

Feto: Descubrió algo muy importante.

Mujer: No, así no fue.

Anciana: Haz memoria. ¿Te ayudo?  ¿No fue en Nueva York donde decidiste cambiar de vida?

Mujer: Bueno sí, en ese viaje me di cuenta que había llegado a la mitad del océano… pero que había tomado el barco equivocado.

Todas: ¡Aahh!

Abuela. (A anciana) Y ¿cómo fue eso? ¿Cómo dices que encontraste el cuadro?

Anciana: Cuando me mudé, saqué, saqué, rompí, rompí, encontré…

Abuela No, no me acuerdo de haberlo visto.

Anciana: Me gustó, decidí traerlo conmigo ¿a poco no quedó bien?

Mujer: (Se acerca de nuevo a mirarlo, al regresar a sentarse, a Abuela) Qué feo traes el pelo, mira que maltratado, te voy a recomendar un tinte fabuloso, sólo te lo dejas una hora.

Abuela: Eso ya no se usa, yo me pongo un shampoo y me lo dejo quince minutos.

Mujer: Ves por eso lo traes tan cucho, esos inventos sólo hacen que te quede así, hasta pena da verte.

Abuela: Lo que me pongo se llama Provel y es de los profesionales de la belleza.

Mujer: No, no, no. Lo que debes de estar untándote es pasta de dientes. Mira, apunta, o si quieres yo te lo escribo.

Abuela: Yo me embarro lo que a mí me da la gana, es mi pelo ¿o no?

Mujer: Sí está bien pero ¿de qué me sirve tanto pinche sacrificio que estoy haciendo? Para acabar (A Anciana) en esto (A Abuela) o en eso.

Todas la miran con reprobación, cada una sigue en los suyo.

Niña:  Yo sí me voy a cuidar mucho, yo sí quiero ser una señora sana y fuerte y bonita.

Feto:  De nada te  va a servir todo eso, lo más probable es que vas a acabar fea, arrugada, sola, como apestada. Ahora sólo piensas en esa tonta historia pero de nada te va a servir.

Niña: Por eso estoy estudiando mucho, quiero viajar, quiero comer con gente importante, quiero tener un chofer, muchas sirvientas. No quiero ser como mi mamá que a mi edad ya la habían juntado con…

Anciana: (Interrumpe) Jovencita ¿cuál dijiste que es tu canción favorita?

Niña:  ¿Te la canto en inglés o en español?

Mujer: Ya por favor, ya chole con la historia de la florista naca.

Niña:  No es “naca”, es inglesa.

Mujer: Pues en el Reino Unido, para que te lo sepas, también hay pobres, limosneros, rateros, pederastas, homosexuales.

Niña: ¿Si?

Feto:  Hablan inglés pero  son iguales que en todas partes.

Feto pesa un bote de basura, le saca papeles, los vuelve a poner, después abraza sus piernas y se acuesta en el suelo, alejándose  del grupo, con intención de dormir.

Niña: (Suena un celular)  ¿Qué es ese ruido?

Anciana: Es para que no se me olvide pedir mi cena.

Niña: A ver, déjame verlo. ¿Qué despertador tan raro? A mí el que me gusta es el de mi papá, tiene radio y se puede ver en la noche. Oye, no hace tic-tac.

Abuela: Así es, debe de ser de esos modelos muy silenciosos. (Se acerca feto para pesarlo) Con cuidado, por favor.

Anciana: No creo que llegue ni al kilo. (Anciana lo toma y lo mete al closet) Mejor te lo guardo.

Feto No te preocupes, no pensaba quedarme con él.  (Niña y  feto  se pasan el audífono una a otra) ¿Bailamos?

Abuela:  Ay, qué bueno que se entretengan, al menos podremos tomar el té tranquilas.

Feto y Niña:  (Bailan cargando la grabadora, cantan sin que se escuche bien lo que dicen. hacen malabares. El rey… se fue… Una vez más… El rey… Madrid… El fuego… fuerte… fragua… fuego

Anciana:  Niñas, con cuidado, van a tirar ese aparato y van a acabar llorando.

Abuela: “Algunas veces lloro/En las esquinas abandonadas de los sueños/

Como lloran los niños /Montados en los caballos de la muerte”.

Madre: ¡Qué bonito! ¿De quién es?

Abuela: Es de  un amigo de mi papá, que escribía versos. Cuando íbamos a Morelia, él recitaba y su mujer nos hacía un “aporreadillo” delicioso. Cómo iba… “los caballos de la muerte”.

Anciana: Ya acabaste con las enfermedades ¿ahora qué, vas a seguir con la muerte?

Abuela: Bueno,  ya te dije que no puedo dejar de pensar en eso.

Anciana: Te quedan años y años, mejor ocúpate de algo más interesante.  (Transición) Por ejemplo ¿por qué no me dices realmente qué es lo que quieres?

Abuela: A  mí me gustaría volver a ese restaurante donde llegó un mariachi completo para cantar sólo para mí, por más de una hora.

Mujer: ¿Estabas todavía casada?

Abuela.  Él también estaba casado.

Niña:  ¿El mariachi?

Abuela: No, el que llevó al mariachi, y fuimos muy felices.

Mujer (A Anciana) Ves, y tú dándome consejos, lo ves ¿lo ves?

Anciana: (A Abuela) Eso te gustaría pero yo pregunté ¿qué quieres?

Abuela: Quiero que el nieto que está por nacer…

Anciana: Ya te dije que es mujer. ¡También es mujer!

Abuela:  Quiero que esta nieta que está por nacer me de muchas alegrías, me haga compañía…

Mujer: Síguele, síguele… (Imitándola) Me mantenga, me cocine, me lave la cola…

Madre:  Eres vulgar y grosera.

Mujer  Digo la verdad, solamente.

Anciana: (A mujer) Si eres capaz de decir la verdad, dime tú que quieres.

Mujer:  Me gustaría encontrar un hombre con el que realmente me entienda...

Anciana

y Abuela:  Va a llegar.

Mujer ¿De verdad? ¿Cuándo?

Feto Cuando cambies de vida, llevas varios años haciendo sólo estupideces.

Mujer: Mira ser inmundo y sin sexo, tú no sabes, no has hecho más que criticar todo lo que decimos.

Feto: No he hecho más que señalar todo lo que hacen mal, y tengo una lista… es tan larga que no se la van a acabar si empiezo a decir todo de lo que deben arrepentirse.

Mujer: Pues yo no me arrepiento de nada.

Niña:Yo nunca me equivoco. Y cuado sea grande…

Madre: Hasta hoy yo llevo una existencia intachable.

Feto:   (A Anciana y Abuela) Tú, y tú ni se atrevan a abrir la boca.

Anciana:  Bueno, al menos déjala que termine su frase, hizo exactamente lo mismo, yo le pregunté qué quieres, (A Mujer) no respondiste a mi pregunta.

Niña: Yo quiero ir a Londres, quiero ir al hipódromo de Ascot, quiero  conocer a alguien como el profesor Higgins y casarme con él y…

Mujer: Está fácil, no tienes que ir tan lejos, maestritos aprovechados los hay en todas partes.

Feto: ¿Lo dices por experiencia?

Niña: Y ¿ricos?

Anciana: Ah, eso ya está más complicado. (Pausa) Volviendo a mi pregunta…

Feto: Yo quiero sabe cuánto es kilo y medio.

Anciana: Esa sí es una respuesta a mi pregunta. Ahora mismo te diré cuanto es kilo y medio (Pone una bolsa de galletas sobre la báscula) ¡esto es kilo medio!

Feto: ¿Tan poquito? ¿Esa bolsa de galletas, soy yo, soy así de…?

Abuela: No te angusties, existen las incubadoras, después vas a crecer, a comer bien y mira, nadie tiene por qué saberlo, será un secreto, todas guardaremos el secreto.

Anciana: (Acaricia el vientre de la madre) Y esta mamacita que es lo que quiere.

Madre: Bueno… saber qué tanto me va a doler.

Mujer: Te diré, que de que duele, duele…

Abuela: Pero se te olvida, el dolor de parto se te olvida, por eso yo decía que la ciática y el reumatismo son casi como el dolor de parto, sólo que es un dolor largo, continuo, prolongado.

Mujer: Ay, no hagas esas comparaciones, tu último parto fue hace casi treinta años, imposible que te acuerdes.

Abuela: Sí ¿verdad?

Feto: (Jugando alrededor de Abuela) Las culpas pueden expiarse con enfermedades más dolorosas, menos dolorosas, más largas más cortas, menos rápidas, menos lentas.

Abuela: (Metida en su tejido) No entiendo a que te refieres, lo dices porque a ti no te duele nada, todo lo tienes resuelto.

Mujer: (A Anciana) Y tú ¿nos vas a decir qué quieres?

Anciana: Ay, qué pregunta, creo que tendría que elegir entre sentarme cómodamente a disfrutar Mi Bella Dama, o escuchar el llanto de esa mi primera nieta en la sala de espera de la maternidad, o tal vez los dos meses dentro de una incubadora peleando con todas mis fuerzas entre la vida y la muerte, ganando gramos para que me sacaran de allí. No, creo que eso sería ir demasiado lejos…

Abuela: ¿No  preferirías esas vacaciones con la familia y el amante en turno?

Mujer: ¿Cómo? ¡No digas! ¿Eso sí no te lo creo? ¿Los dos juntos de vacaciones?

Abuela: Bueno, había una pared de por medio.

Madre: Creo que ya están fantaseando ¿eh?

Anciana: Platica la historia completa.

Abuela: Bueno, si mal no recuerdo él mandaba a su familia de regreso a Toluca, y se quedaba en Puerto Vallarta para la Convención Anual de su empresa.

Madre: ¿Y tú?

Abuela: Yo me quedaba con mis hijos porque mi marido siempre tenía que recibir a los representantes de Inglaterra…

Niña: ¿Dijiste Inglaterra?

Mujer: Sí, niña, no interrumpas, luego le preguntas.

Niña:  ¡Ah!

Mujer: Sigue, ¡sigue!

Abuela:  De Inglaterra, o de Alemania o de donde fuera, y se regresaba a la ciudad.

Madre: Y ¿cómo se veían?

Abuela: Ah ¿también eso quieren que platique? ¡Usen su imaginación! (Para si) si es que la tienen.

Madre: Otra vulgar y grosera (Pausa) también.

Anciana: A mí no me mires, yo ya estoy  vieja.

Mujer: ¿Puedes seguir?

Abuela: Lo más bello de esta historia es que él se escondía dentro de las jardineras del Hotel para tocarme cuando pasaba, o para darme una notita, o acariciar mi pelo o…

Niña: ¿Enfrente de toda la gente?

Abuela: No, enfrente de las veinte o treinta personas que circulaban por allí.

Niña: Y ¿nadie los cachó?

Mujer: Oh niña, es plática de adultos.

Niña: Siempre lo mismo, por eso ya quiero crecer rápido y casarme con uno como Henry Higgins o como el coronel Pickering, de perdida.

Abuela: No, hasta ese momento no, nadie se dio cuenta.

Anciana: ¿Te acuerdas cuando escondiste al hindú en la cajuela?

Abuela:  (Muchas risas) Sí, te acuerdas cuando se iba la vecina a trabajar y el vecino te abría la puerta para que pasaras un rato en su recámara.

Anciana:  (Ríen más fuerte) No, así no fue. Y ¿se acuerdan de ese departamentito en  Polanco, donde no quedó un solo metro cuadrado  donde no se haya hecho el amor?

Mujer:  Y ¿se acuerdan del vestido rojo?

Anciana

Y Abuela: ¿Cuál, tú?

Mujer: Claro que se acuerdan, tienen que acordarse, ese que rompió el doctor por la prisa de desabrocharlo.

Madre: ¡Cállense ya! Adúlteras asquerosas. (Fuera de íi, a las tres) ¡Pinches locas!

Mujer: Burguesa reprimida.

Madre No me insultes. ¡Voy a ser madre! Juro, lo juro, por este hijo que llevo dentro que jamás caeré en esa trampa, yo no voy a ser como ustedes.

Feto:  (La toma del brazo y camina con ella lentamente) Repite conmigo, calma, calma, repite conmigo: Me equivoqué, eso que dije, no es lo que yo quería decir. Es más, hagan de cuenta que no he dicho nada. A ver, a ver, respira hondo, otra vez, como hace un rato, así, sentadita, calladita, muy bien. ¿En dónde estábamos?

Mujer: ¿Saben cuántas madres le ponen el cuerno a sus maridos?

Niña: ¿Así panzonas?

Mujer: Ya monstruito, deja de interrumpir, (A Feto y Niña) váyanse las dos por allí a bailar con su rey de Aranjuez.

Feto:  (Irónica) Yo podría… fácilmente, seguir con la lista de aciertos y equivocaciones.

Anciana:  (A Madre) ¿Te sirvo otro poquito de té?, mira hay galletas Lilly de las que te gustan.

Mujer: No terminaste de decirnos qué es lo que quieres.

Anciana: Sí, reconozco que fue una época de muchos sobresaltos, bajé bastante de peso y… no, definitivamente creo que amamantar a mi primera hija, ese sí es un momento inolvidable, esa fue una buena temporada.

Madre: Muy bien, ya hicieron alarde de sus amantes, de todos colores y sabores, ninguna de las tres ha dicho nada del marido.

Feto: Que nos se llamó ni Henry, ni Pickering.

Mujer: Sí, yo ya lo mencioné al principio. Pero no habías terminado de vomitar.

Madre: Me imagino que mencionaste alguna de sus cualidades.

Mujer: Yo sólo recuerdo la más importante, un magnífico proveedor.

Madre: Tú sabes que no es la principal. Bueno…(A Abuela y Anciana) ustedes dos ¿tampoco van a opinar? (Silencio) Qué esperan, digan algo.  No pueden ser tan injustas. (A Anciana) Tú di, tú habla. (Silencio) Está bien, si no quieres, no lo hagas, pero al menos yo quisiera saber tu opinión sobre el matrimonio.

Anciana: (A regañadientes) Lo diré una sola vez y no acepto comentario alguno. Opino que… me enamoré de un dios, me casé con un hombre y enterraron a un muerto.

Abuela: ¿Ya eres viuda?

Mujer: ¿Se va a morir?

Niña: ¿Quién se va a morir?

Feto: La viudez es el estado perfecto de la mujer.

Abuela: Creo que  para estar donde estás ahora y estar así de bien, y ser la mujer que eres…

Niña: Yo no...  ¡Nunca voy a  ser vieja!

Feto: Mírala bien, porque así exactamente vas a acabar.

Madre: (A Mujer) Una cosa sí tengo claro, algo tengo que cambiar, no me quiero vestir como tú, no me gusta ni como te sientas, ni como te mueves, ni lo que dices. Yo quiero ser una mujer decente, soy una mujer decente, no creo en todo eso que han dicho de amantes y aventuras.

Feto: Ah sí y ¿de qué quieres tu helado?

Mujer: Por mi parte, yo voy a aumentar los masajes, los tratamientos, más vitaminas, visitaré esas nuevas clínicas que tanto anuncian, pero vieja achacosa como tú,  no, eso sí que no estoy de acuerdo y aparte hipocondríaca.

Feto:  Dejen de hacerse ilusiones,  todo eso que dicen  tuvo que pasar para que (Señala a Anciana) ella llegara al día de hoy.

Mujer: Pues ¿qué edad tienes?

Anciana: No, no sé, ya he perdido la cuenta, estoy en una edad sin número, me siento bien, me siento como dentro de un cuento, de una fábula, creo que estoy entrando en la edad de nuncajamás. (Pausa) Y una cosa sí dejo en claro: prefiero arrepentirme de lo que hice que arrepentirme de lo que no hice.

Feto: Si me arrepiento de haber pecado, más me arrepiento de lo que no pequé” (Pausa)  Como dijo Abelardo a Eloísa.

Anciana: Bueno, ya, ya basta de historias, creo que es hora de que se vayan, ya estuvo bueno de cancioncitas, basculitas, costuritas, puntaditas y esta sarta de tonteras. Abran esas cajas, tomen los libros que quieran y llévenselos, antes de que yo los tire a la basura.

Niña: ¿Cuantos me puedo llevar?

Anciana: Todos los que quieran, trataré de leer un poco, antes de dormir, aunque ya me canso, (A Niña) y pensar que a tu edad leía con una vela bajo las sábanas.

Toma una lupa y un libro levanta el respaldo de la cama y se sienta.  Mujer, Madre, Abuela y Niña  se disputan los libros y hacen comentarios, Feto se recarga en el muro, disgustado.

Mujer: Y ora tú, qué no escuchaste lo que nos dijo.

Feto:  (Molesto) Sí, no estoy sorda.

Abuela: Ándale, mira, aquí hay de todo.

Mujer: Ay, ya me acordé de este…

Madre: Éste lo acabo de leer,  en el viaje a Cancún.

Abuela: Ay, éste lo compre en Chihuahua.

Niña: Este me lo trajeron los Reyes Magos.

Madre: Este esta precioso.

Mujer: (A Feto) Que vengas, bueno elige tú primero.

Feto: Que no, dije que no, ¿no ven que no sé leer?

Todas se ríen.

Madre: Es cierto, que tontas.

Abuela: Aquí hay con dibujitos,

Niña: ¿Me prestas ése cuando lo acabes?

Dejan los libros, se acercan a la  anciana, que se ha quedado dormida en la cama como duermen los viejos.

Abuela: Y ¿así era yo de estrafalaria?

Mujer: No, como crees, si a mí no me gusta llamar la atención. (Señala a Madre) Y ¿así era yo de mosca muerta?

Abuela: Pueque, yo ya ni me acuerdo.

Se escucha un popurrí de música de Vinicius de Moraes. Se acercan a Anciana, le quitan los lentes, el libro, la tapan, le cierran la boca, la acomodan, bajan la cama.

Mujer: No tiene tantas canas.

Abuela: Tiene pocas arrugas.

Feto: Se siente suavecita su piel, casi como la mía. 

Madre: No, tápala bien, ya está refrescando.

Mujer: Quítale los lentes con cuidado.

Abuela: Ay qué letrita, con razón lee con lupa.

Niña: Está anciana pero…  ¡Qué rico huele! 

Se huelen unas a otras.

Madre: (A Abuela) ¿Es tu perfume?

Mujer: Creo que soy yo.

Abuela:   ¡Son las niñas! No, es ella (A todas)  es su olor.

De puntitas se dirigen al closet por donde  salen. Se escucha “It’s a Wonderful World” cantada por Nat King Cole, la anciana se mueve, se acomoda y sin abrir los ojos, sonríe.

TELÓN         

Mariluz Suárez Herrera
de "Mujeres intangibles"
Fondo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, México, 2008

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