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El húmedo llanto en tres autores 
Mariluz Suárez Herrera

Texto leído el miércoles 23 de septiembre de 2009 en el marco de las VII Jornadas Antropológicas de Literatura y Semiótica. 

Escuela Nacional de Antropología e Historia. México D.F.

Breves comentarios sobre la novela El llanto de César Aira; Llanto, novelas imposibles de Carmen Boullosa y Noviembre principia con llanto, obra de teatro de Ricardo Pérez Quitt.

A partir del concepto del "llanto" en el pueblo mexica, se analizará la manera en que cada uno de estos tres autores expresa este tema.

Aira, uno de los más originales novelistas argentinos de su generación nos cuenta una interesante historia a partir de que empieza a llorar.

Carmen Boullosa nos lleva al Parque Hundido de esta ciudad de México donde hace renacer a Moctezuma Xocoyotzin para elucubrar sobre lo que pensaba y lo que sentía, a través de tres mujeres que allí lo encuentran.

El dramaturgo Pérez Quitt nos invita a visitar un panteón de provincia en la sección de tercera clase, el primer día de noviembre. A través de un inteligente sentido del humor seis personajes nos permitirán compartir con ellos una interesante etapa de sus vidas.

Si nos tomamos el tiempo de buscar la palabra “llanto”, ya no en un diccionario, como se hacía en mi niñez, sino en cualquiera de los buscadores que navegan por el espacio complicando y facilitando la existencia de cuantos tenemos acceso a estos sistemas de comunicación, ésta es algo de la información que allí aparece. El llanto es una acción descrita como derramamiento de lágrimas, resultado de una emoción. Se cuestiona si únicamente los seres humanos lloramos como “resultado de una emoción” y las estadísticas dicen que de trescientos adultos estudiados, los hombres lloran una vez al mes y las mujeres cinco veces. Según el tipo de llanto, la composición química de las lágrimas varía. Si nos remontamos a la edad media se asociaron las lágrimas con los humores. También en la edad media se llamó llanto o planto a un tipo de elegía,  dos  conocidos autores de nuestra época de escolapios, escribieron este tipo de poesía: Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita.

Si nos situamos todavía más atrás en el tiempo llegaremos al esplendor del pueblo mexica en que el llanto era una expresión del cuerpo, como lo es ahora, pero esta actividad se ejercía, me refiero a la acción de llorar, en dos casos especiales a los que quiero hacer referencia. De las diez y ocho fiestas mayores llevadas a cabo por el pueblo mexica descritas por Fray Bernardino de Sahagún, los dioses de la lluvia son los que aparecen en mayor número.  En la primera fiesta de su calendario llamada Atlacahualo  se llevaban niños a los montes y si éstos lloraban era un buen augurio. Sabemos que las sociedades agrícolas, como la mexica, dependían de la lluvia como elemento indispensable para su funcionamiento. Los hombres necesitan agua para vivir, recibirán el agua siempre y cuando los dioses reciban la suya. El ritual a los dioses de la lluvia debía contemplar obligatoriamente un contacto con la naturaleza, montes, lagos, etc.

Respecto a esta singular petición de lluvia, los cronistas nos dicen lo siguiente: “Según relación de algunos, los niños que mataban juntábanlos en el primero mes, comprándolos a sus madres, y íbanlos matando en todas las fiestas siguientes hasta que las aguas comenzaban de veras.” “Y cuando ya llegaban los niños a los lugares a donde los habían de matar, si iban llorando y echaba muchas lágrimas alegrábanse los que los vían llorar porque decían que era señal de llovería presto.”

En la fiesta de Ochpaniztli sucedía exactamente lo contrario, la acción de llorar es la que debía evitarse. “Acabado estas ceremonias y otras desta calidad, procuraban que aquella mujer no entendiese que había de morir porque no llorase ni se entristeciese, porque lo tenían por mal agüero.” “Si esta mujer que había de morir estaba a triste o lloraba, porque decían que esto significaba que habían de morir muchos soldados en la guerra o que habían de morir muchas mujeres de parto.”  Los cronistas hacen también alusión al llanto de las diversas maneras de  borrachos; lo señalo también aunque carece del significado e importancia de los dos casos antes mencionados. “Y otros borrachos comienzan a llorar tristemente y a sollozar, y córrenles las lágrimas por los ojos como arroyos de agua.”

Hay una serie de elementos comunes en estas ceremonias a los dioses del agua específicamente y a otras deidades: 1) Los preparativos como el ayuno, la purificación, el auto sacrificio y las ofrendas; 2) El acontecimiento central que sería el sacrificio; 3) elementos externos como la música, los colores, el canto que servían como puente entre la deidad y el hombre.

Teniendo esta información como punto de partida comentaré las tres obras elegidas: El llanto de César Aíra;  Llanto, Novelas imposibles de Carmen Boullosa y Noviembre principia con llanto obra de teatro de Ricardo Pérez Quitt. Posteriormente, analizaré los posibles puntos en común con estas celebraciones del mundo mexica y los vínculos y diferencias entre los tres textos.

El maestro Hernán Lara Zavala comenta en  la contraportada del libro de César Aíra que:

Un día, de súbito, el protagonista se descubre llorando, solo, en la cocina de su casa. Y en ese momento, llorar  y hacer presente una situación, se convierten en actos simultáneos que le permitirán contarnos ‘su historia’, pues ¿qué es el llanto sino dolernos de lo que ya pasó? Y entonces César Aíra, con ironía, con humor, bogando a contracorriente de lo previsible en un tono entre especulativo y onírico, nos brinda una historia sobre la muerte del amor y de la juventud, sobre lo irreparable en nuestras vidas.

A grandes rasgos, la trama de esta novela es un hombre abandonado: Claudia, la mujer que amó durante doce años se convierte en un monstruo. A lo largo de la narración el autor hace alusión al llanto de la siguiente forma:

Y de pronto (fue en la cocina, detenido, la cadera apoyada en el borde de la mesa) mi rostro se contrae, y lloro. Estoy llorando. Qué extraño. No me había pasado nunca, desde que era chico. He sentido muchas veces un deseo inmenso de llorar, pero sin llorar. Ahora en cambio estoy llorando realmente. Son unos pocos sollozos secos, muy pocos pero igual llenan el presente con una cadencia espasmódica que se prolonga para siempre. […] Por ejemplo el llanto, del que surgió todo. El que ha llorado es otro, por supuesto, interrumpiendo una conversación sobre temas anodinos. Soy especialista en conversaciones vacías, que parecen llenas. Si hubiera tenido alguna vez en mi vida la oportunidad de formular mi mayor temor, habría sido ése: que alguien se largue a llorar de pronto en medio de una conversación. Pero nunca se dio. […]Si el llanto se hace hombre, hombre de agua, como esas personificaciones de ríos en las leyendas clásicas,… […] Qué ridículo. En vez de llorar, se podría hacer algo útil, por ejemplo arte. […] Y no se llora por las estadísticas. Se llora por el relato, por el pasado o lo que pasó, el modo de suceder que eligieron los sucesos, la secuencia. El llanto amanece, como un sol gris alzándose sobre la línea del presente. […] lo que veía se volvía parte de mí, y aun hoy, al otro lado de la película cristalina del llanto, puedo ver esas escenas chisporroteando en mi corazón.

Carmen Boullosa nos relata en nueve apartados o fragmentos sobre  la aparición de Moctezuma Xocoyotzin en el Parque Hundido de la ciudad de México en nuestros días, donde es encontrado por tres mujeres.  Una de ellas, Laura, nos dice:

“en su cara [la de Moctezuma] había un gesto de dolor, como si estuviera a punto de llorar… […] Él no pudo contenerse y estalló en llanto. […] Parecía que el tipo no iba a dejar de llorar nunca. Más  adelante Luisa cuenta “Me pidió que le dijera lo que ahí se decía y con voz pausada le fui mostrando mientras él pasaba, totalmente alterado, de la risa –una risa encantadora- al llanto,…”

La novela termina con la voz de la narradora:

Empiezo a llorar. No sé de qué lloro. Todo fue mentira. Pero no puedo desprenderme de la imagen del hombre recostado cerca de mí, en el pasto del parque, vestido como un Tlatoani antes de la caída de la gran Tenochtitlan, y sin dejar de llorar pienso en la novela que yo hubiera querido escribir sobre este encuentro, la novela que las musas me decidieron imposible.

En la obra de teatro de Ricardo Pérez Quitt es a través de las acotaciones que sabemos del sufrimiento de Bertita, mujer de sesenta años que limpia la tumba de su esposo Miguel unas horas antes de la fiesta de Muertos.

…Miguel, no creas que ya te olvidé o que ya te eché tierra en el recuerdo. (Llora)[…] Si hubieras doblado turno no te hubieras accidentado. (Rompe el llanto cada vez más fuerte). […]Cada año tengo que empezar los noviembres con llanto. (Llora en todo lo alto.)[…] Si hubiera visto hasta dónde fue a caer con la descarga eléctrica. (Llora) Sale de escena lloriqueando.

Otro personaje, Carmela, entra a plantar flores en  la tumba de su hijo.  Carmela solloza en un sentimiento sagrado mientras planta.

Carmela: Estos geranios van a parecer una alfombra florentina, los regaré cada semana con lágrimas de amor y de recuerdo. Llora. Aparece la Muerte-Charro inmune, pega un grito, como falsete, como llanto.

Carmela: No quiso su chichi, nomás lloró y lloró, hasta que se   desmoreció,  quedó entumidito. (Llora.)

Entra La Moraima, una prostituta, a visitar la tercera tumba.

La Moraima: …Me agarraste hecha una chamaca. El día que te mataron yo de taruga lloré… […]No creas  que te vine a llorar, te prometo no rodar una sola lágrima sobre tu tumba. […] ¡Celso, hijo de la chingada, cuánto te quise! (el llanto la traiciona.)

A diferencia del llanto en las fiestas del pueblo mexica, en que éste se expresaba o se evitaba llorar en público como una actividad comunitaria,  se llevaban a cabo grandes preparativos, el acto central era el sacrificio, rodeado de múltiples elementos externos; como ya se ha dicho, los tres autores elegidos lo hacen de la siguiente manera:

El llanto en la novela de Aíra es una acción clandestina, en la soledad, precedida de angustia, dolor físico, la acción en sí es espontánea, inesperada e inexplicable. No hay elementos externos en su caso, aunque declara que desde la niñez siempre había tenido ganas de hacerlo pero el deseo quedaba como algo totalmente imposible de realizar.

La novela de Carmen Boullosa se caracteriza por la fragmentación y esto nos lleva a múltiples lecturas, nos presenta a un ambiguo Moctezuma que aparece en la ciudad de México y revive momentos importantes de la Conquista. El llanto de Moctezuma carece de preámbulos, no hay preparativos como en el caso anterior, la acción es abrupta, y los elementos externos son un gran asombro ligado a un sentimiento de desconocimiento y decepción.

La obra de Pérez Quitt nos reitera que en México, se va a los panteones a llorar. Se llevan a cabo grandes preparativos a semejanza de las fiestas prehispánicas, el momento del llanto debe disfrutarse, compartirse, exhibirse pues para eso existe la Fiesta de Muertos. Los elementos externos son los aromas, el clima, la compañía, en este caso representada por la insistencia del Pintacruces,  ofreciendo sus servicios.

Antes de concluir mencionaré que no se puede evitar mencionar textos como el poema de Gilgamesh y La tierra Baldía de T. S. Elliot donde el llanto es mencionado y queda en el lector como referencia importante. Como conclusión me gustaría responder a dos  preguntas. La primera: ¿Por qué se llora en cada uno de estos tres textos? El protagonista  en la novela de Aira lo hace como consecuencia de  la terrible agresión recibida por una mujer.

Moctezuma lo hace en la novela de Boullosa como respuesta a la imposibilidad de recrear un pasado que ha sido destruido. Y en la obra de teatro se llora para que los demás vean cuánto extraño a mi muertito.

La segunda pregunta es: ¿Qué representa el llanto? En la novela de Aíra, representa la impotencia ante el fracaso;  en la novela de Boullosa representa el llanto de los vencidos, y en la obra de Pérez Quitt representa el irrompible vínculo entre deudo y difunto.  Hay una preocupación en los tres autores por la condición humana y un compromiso por lo tanto, la vigencia e interés que yo he encontrado en los tres textos me anima a invitarles a su lectura, aunque no lo hagan a través del húmedo llanto.

Bibliografía

Aíra, César, El Llanto. Difusión cultural UNAM. México.1994

Boullosa, Carmen. Llanto Novelas imposibles. Ediciones ERA, México. 1992

Broda, Johanna “Las Fiestas Aztecas de los dioses de la lluvia: una reconstrucción según las fuentes del siglo XVI en Revista Española de Antropología Americana, Vol. 6, España. 1971

Eliot, Thomas Stearns, Tierra Baldía. Distribuciones Fontamara. México, 2007.

Lutz, Tom, Crying: The Natural and Cultural History of tears. New York. WW. Norton. 2001

Sahagún, Fray Bernardino Historia General de las cosas de la Nueva España, Tomo I, Cien de México. CONACULTA. 2000

Pérez Quitt, Ricardo,  Noviembre principia con llanto. Pp.11-14. Revista  “Autores” Año VII Número 24 Siglo XXI. Atlixco, Puebla México.

Poema de Gilamesh. Tercera Edición. Editorial Tecnos. Madrid. 1997

Mariluz Suárez Herrera
Texto leído el miércoles 23 de septiembre de 2009 en el marco de las VII Jornadas Antropológicas de Literatura y Semiótica. Escuela Nacional de Antropología e Historia. México D.F.

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