Del libro PANDORA MIRA AL FORO, antología de teatro para adolescentes, me corresponde comentar el texto: LULA QUIERE GENTE BUENA  de Paz Aguirre, y así como dice la orgullosa tía o la madrina de un bebé, “lo vi nacer”, así también  puedo comentar que vi la evolución de esta amena obra de teatro de esta autora mexicana.  El trabajo de un actor, director y dramaturgo siempre será más completo que el de un simple dramaturgo, como es mi caso, por eso admiro este bien logrado texto. Hay varios aspectos de la obra que me interesan, los dos primeros, sugeridos por la obra, serían,  uno, el miedo y el segundo la inseguridad. Lula tiene miedo de unirse a un viejo al que no quiere, igualmente tiene miedo de dejar a su tía, Anselmo tuvo miedo de los “importantes” del pueblo y debió huir; la tía tiene miedo de que su sobrina se relacione y viva con una pareja de homosexuales. Las viejas del pueblo tienen miedo de no saber de qué hablar o como decimos coloquialmente “a quién comerse”. La inseguridad se manifiesta básicamente por el temor a ser removido del cargo, en el caso del sacristán y el policía; a no tener dinero, a no “progresar” aunque el costo del progreso y el bienestar económico se pague con la infelicidad.  

 

Invitación para la presentación de Pandora mira al foro

            

Respecto al Bien y el Mal  también se cuestionan en la obra, tanto por los personajes como por la historia, incluso el primero aparece en el título. Tenemos el ejemplo del arte que ha podido llegar hasta la personificación de seres morales, e. g. El hermoso cuadro SALOMÉ  DE Gustavo Moreau en una muy bella mujer nos trasmite bondad, pero lleva entre las manos la cabeza del Bautista. En el teatro son las acciones y el juicio de los otros los que marcan la pauta. Respecto a este concepto de opuestos, Alfonso Reyes utilizaba los términos “simpatías y diferencias” que están muy claramente establecidos en esta obra de teatro. Antonieta Rivas Mercado en alguna de sus cartas comenta: “Se acepta generalmente en México que las mujeres son ‘buenas’ y los hombres villanos. Creo que la ‘bondad’ no es más que pasividad”.

            

Lula, la protagonista, es un personaje que consigue su libertad, que trata de entender ese rechazo a los homosexuales que han sido vistos como “amenazantes diablos” por la ignorancia de los habitantes del pueblo y al mismo tiempo lucha, junto con Anselmo y Patricio por un mundo mejor, con otros valores para que la discriminación y la expulsión ya no sean una barrera.

            

Respecto a este pueblo, muy similar a muchos pueblos y comunidades que existen en nuestro país, son poblaciones dominadas y explotadas por unas cuantas personas, grupos que sufren eternos pleitos internos, ignorancia y debilidad de seres incapaces de modificar su forma de vida. Tenemos, desde luego en esta historia, al personaje que siempre está espiando como son las viejas chismosas, al personaje presto a la rebelión y a confundir a los otros como puede ser Cacha y un sacristán especializado en sembrar discordias y divisiones.

            

Es interesante el uso coloquial del lenguaje, detalle como el altavoz de pueblo que tanto alegra como molesta, sirve para comunicar e informar pero también para difamar, o dicho en otras palabras, sugiere y comenta sobre acontecimientos cotidianos  para que no pasen desapercibidos.

            

El acierto mayor en esta historia es la visión transmitida por Paz Aguirre, con relación a la imagen femenina. La sociedad tan bien descrita en esta historia, aparece como un sistema rígido, a favor de los hombres. Exagerando un poco yo diría que parece un campo de concentración, donde las mujeres están encerradas, obedeciendo a los directores, encantados de supervisar, aprobar o censurar cada movimiento. Tenemos que aceptar que mujeres como Tinita,  con su  trabajo, ayudan a generar el escueto desarrollo económico del pueblo. Al igual que en épocas anteriores, el papel de la mujer es estar en la casa y los alrededores, dedicada a quehaceres específicos, como  la venta de productos y la fabricación de ropa, como es el caso de Lula.  A lo largo de esta historia se pone de manifiesto y es ampliamente aceptada una subordinación social de la mujer. Paz lo dice en  momentos diferentes:

 

SEÑORA 1: ¡Pobre Lula!, ya comienza a saber lo que es ser mujer… ¡Pura sufridera!

Cuando Tía y sobrina medio hablan de la homosexualidad:

TINITA: Él qué va a saber si nunca ha salido del pueblo, ni al Tronconal se atreve a ir por las medicinas…

LULA: Usted tampoco  tía…

TINITA: Pero yo soy mujer…

LULA: ¿Y qué con eso?...

 

En el Panorama de las señoritas mejicanas de 1842 se lee lo siguiente: “Mujer, ¡sé sumisa a tu marido! Y esta palabra no te hace esclava, sino compañera”.

 

Se decía también que la mujer era “Pasiva, sin facultad creadora, poco fecunda de ideas y de una esfera limitada”.  No corresponde, desde luego, esta descripción decimonónica a nuestra protagonista, pero seguramente ese es el prototipo de mujer para varios de los otros personajes.

 

La maestra María Rodríguez, cuando comenta la vida de la mujer en el México Antigüo nos dice que: “la mujer de pueblo estaba vinculada a una serie de actividades consideradas no prestigiosas como han sido: guisandera, verdulera, tamalera, tortillera, curandera, casamentera, partera, sopladora, hechicera, tejedora, hilandera, costurera, vendedora y prostituta.” En época más reciente Sabina Berman en Mujeres y poder nos dice: “…las mujeres sentimos todavía la incomodidad de quien transgrede una identidad socialmente aceptada.” Por lo tanto Lula, nuestra protagonista, con su trabajo de costurera formaría parte de ese grupo de mujeres de pueblo que cumplen con una herencia cultural impuesta, sobretodo por el hecho de ser huérfana.  La autora da un giro a la historia presentando un personaje deseoso de romper con los patrones establecidos con la convicción de que está haciendo lo mejor. La historia termina dejando en el espectador/lector un sentimiento de esperanza.

            

Retomando las palabras de  Rocío Galicia cuando comenta el trabajo de los dramaturgos del norte de la República que “excavan para sacar aquello que les duele, que les avergüenza, lo que los enorgullece, o bien, los asuntos pendientes, los que aparecen en las noches de insomnio”. Afortunadamente para nosotros, tenemos escritoras como Paz Aguirre que toman como punto de partida la búsqueda de lo propio, hay un compromiso con el cercano mundo que les rodea y lo presentan, al mismo tiempo que hacen una crítica.  Invito a ustedes a leer teatro y a celebrar junto con la autora el que ¡Lula quiera gente buena!

Mariluz Suárez Herrera
Sala Adamo Boari
Palacio de Las Bellas Artes
22 de noviembre de 2006
Ciudad de México

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