A través del ojál 
Mariluz Suárez Herrera

Ludi       42 años

Nati       44 años

Romi       40 años

Naila     34 años

Paulino 18 años

Escenografía:

Modesto taller de costura, muy limpio y ordenado. Se escucha la voz de un brasileño mal hablando español que da consejos al auditorio. Cada vez que se pueda, Romi se mirará obsesivamente en el espejo, Ludi llenará papelitos de apuestas y sorteos, Nati tratará de parecer vulgar.

Naila, cosiendo, asiente, duda, reacciona según lo que escucha. Suena timbre, se levanta, abre.

 

Romi: ¿La señora Naila?

Naila: A sus órdenes.

Romi: ¿Puedo pasar?

Naila: Desde luego.

Romi: Me la recomendó mi tía Lucina, dice que tiene usted manos de diosa, que todo lo que toca lo convierte en obra de arte (Camina, inspeccionando el lugar) es tanto lo que insistió que tuve que aceptar venir a conocerla. Mire, le diré la verdad, yo pensaba ir a París  pero es tanto lo que me dijo mi tía que realmente decidí probar y bueno… probar no cuesta nada… ¿Usted qué opina?

Naila: Encantada, señorita ¿con quien tengo el gusto?

Romi: Ah sí, claro me llamo Romi, Romi De Jesús, De Jesús no es nombre, soy hija del famoso empresario Ricardo De Jesús, segurito habrá oído hablar de él, ¿quién no lo sabe en esta ciudad? ¡Qué digo ciudad, en este país! Bueno, de hecho, creo que es muy conocido en el extranjero. No en balde ha trabajado toda su vida, y (Transición) ¿lo conoce o no lo conoce? Debería…, sobre todo si se dedica a la costura, su cadena de maquiladoras... es, sí, son importantísimas.

Naila: (Interrumpe) Mucho gusto.

Romi: Bueno, veo que está usted de prisa, yo también, más bien, yo estoy de prisa y usted (Irónica) debe de estar muy ocupada. Iré al grano, necesito un vestido para… dentro de dos semanas. Un muy bonito vestido, no cualquier cosa mire… ya le dije que me recomendó mi tía, ¿la recuerda? Sí sabe de quien estoy hablando.

Naila: Perfectamente.

Romi: Bueno, ¿entonces?

Naila: Si me permite, le tomo medidas y puede pasar mañana a esta misma hora a elegir la tela.

Romi: ¿Qué me recomienda?

Naila: (Hace anotaciones como si fuera una empleada de oficina o bancaria, no le permite responder) Póngase cómoda por favor. ¿Hora del evento?

Romi: Mm…

Naila: ¿Lugar del evento?

Romi: Tt…

Naila: ¿Color favorito?

Romi: Pp..

Naila: ¿Alguna alergia?

Romi: Nn…

Naila: ¿Peso?

Romi: Qu…

Naila: ¿Edad?

Romi: Tr..

Naila: ¿Intestino irritable?

Romi: ¿Qué?

Naila: ¿Hiperhidrosis?

Romi: Ay, qué preguntas tan raras, a ver présteme la hoja, yo lo lleno.

Naila: Puede ponerse de pie por favor, para tomarle medidas.

Romi: Ya casi termino.

La luz se desvanece mientras Naila toma medidas a Romi.  Cuando sube la luz, se escucha de nuevo la voz del locutor. Naila trabajando en una máquina de coser se limpia unas lágrimas mientras  sube y baja el volumen del programa de radio que escucha. Suena timbre se levanta, abre.

Ludi: ¿La señora Naila?

Naila: A sus órdenes.

Ludi: ¿Me permite pasar?

Naila: Desde luego.

Ludi: Ah, usted es de las miles que escuchan a ese simpaticón hombre, bueno, no tengo nada contra él pero ¿no cree que dice puras tonterías?

Naila: ¿Con quién tengo el gusto?

Ludi: Me llamo Ludi, una de mis tías sugirió, bueno, sugirió insistiendo que viniera a verla, yo debería de estar volando como ave para Nueva York en estos momentos pero ante su insistencia decidí probar, total, probar no cuesta nada. ¿Usted qué opina?

Naila: Encantada, señorita. ¿Cómo dijo que se llama?

Ludi: Mi nombre es Ludi, por cierto me dicen que usted ha vestido a todas las esposas de los miembros del gabinete.

Naila: Bueno, sí, algunas, sí, son mis clientes.

Ludi: Y una que otra del cuerpo Diplomático.

Naila: Sí.

Ludi: Y a la esposa del embajador Lugones.

Naila: Si.

Ludi : Y a la de Italia, la Baryanni.

Naila: Sí.

Ludi: Y ¿se da usted a basto para atenderlas?

Naila: Eso creo.

Ludi: ¿Usted sola?

Naila: Sí.

Ludi: Ay, la verdad no sé cómo le hace. En fin, probaremos… Quiero un maravilloso vestido de fiesta. ¿Qué puede ofrecerme?

Naila: Tengo unas telas que me gustaría mostrarle después de  que llene este cuestionario, ¿me permite tomarle medidas?

Ludi: Sí claro, a cambio de ello, ¿podría callar a ese ameno comentarista por no decir charlatán?

Baja la luz y se apaga el radio. Sube la luz

Nati: (Entrando) Soy la señora Nati y tengo cita con una costurera  llamada Naila. ¿Podría llamarla por favor?

Naila: Pase usted, (Muestra enorme cansancio) yo soy la señora Naila.

Nati: Ah, la imaginaba mucho más ruuvieja… quiero decir de más edad. Bueno, al grano, necesito que me haga un vestido pero para ayer, a dónde paso para que me tome medidas y todo eso que ustedes hacen.

Naila: ¿Quienes ustedes?

Nati: Las costureras como usted, bueno modistas, diseñadoras… si le molesta que le diga así.

Del lado derecho aparece Romi con unas muestras de tela en la mano.  Este juego de cambio de luces y de lugar continuará toda la obra.

Romi: Ésta, ésta es la que más me gusta. Me interesa la elegancia y la sencillez, va perfecto con mi color de piel, y con el nuevo tinte que estoy usando para el cabello.

Del lado izquierdo aparece Ludi.

Ludi: Quisiera despertar una sensación de misterio, algo así como la bruja que todos creían fea pero que resulta ser la más bonita. .

Romi: Me gustaría un detalle extravagante.

Ludi: Me encanta, por ejemplo el amarillo, es el color del sol, pero como es de noche…

Romi: Me gustaría ver reflejada mi inteligencia en mi forma de vestir, ¿podrá usted lograrlo?.

Ludi: Ninguna me gusta, pero tampoco me disgusta, me inclino por ésta tomando en cuenta que el tiempo nos está persiguiendo, es decir como el tiempo apremia, creo que ésta es la que quiero.

Al centro del escenario Naila toma medidas a Nati, en ropa interior.

Nati: Qué le parece estoy bien o no estoy bien para mi edad, usted debe de inspeccionar y ver a todas las mujeres de esta ciudad, a las más picudas y seguramente las verá así como yo estoy ahora, aquí si ni madres con las mentiras, yo creo que para mi edad estoy bastante buenona, tengo dos hermanas que ni le cuento, están bien dadas al traste. Todos piensan que soy la más peque de las tres, ni se huelen que soy la más ruca. Usted debe de ver cada cosa. Chale, no, no, apriete más, pienso estar mucho más flaca en quince días. (Señala su hombro derecho) Éste es un lunar, se lo aclaro desde ahora, no crea que son las gracejadas de mi marido, se lo digo porque todo el que me mira por primera vez juzga de inmediato, todos piensan que vivo con un vampiro. ¿Sabe usted de qué hablo, no?

Naila: Sí señora.

Nati : Por lo tanto, la manchita hay que cubrirla, tómelo en cuenta.

Naila: Sí señora.

Nati: ¿Me asegura que todos voltearán a verme cuando entre en el salón?

Naila: Se lo aseguro.

Nati: Ya me muero por ver la cara de todos esos pinches rastreros, hijos de sus desgraciadísimas, ah, y la jeta de mis dos hermanas, eso si quiero verlo. Una se las da de olor con ir a París por el vestido, o sea sueña con hacerlo, la otra tarada a Nueva York, bueno hablando en plata, ésa si puede pero de qué servirá tanto gasto si el cerebro sólo le da para...

Ludi: (Luz cenital) Son un par de despilfarradas, al fin como el dinero es de papi. Pobre viejo, siempre dando la cara por todo el mundo, creo que ya la tiene hasta raspada. Bueno, así son los papás.

Nati: ¿Usted tiene?

Naila: ¿Qué cosa?

Nati: Que si es huérfana.

Naila: Pues... sí.

Nati: ¿De padre y madre?

Naila: - -

Nati: Claro, ni modo que de qué.

Naila: ¿Puede ponerse de pie?

Ludi: (Luz cenital) Yo a veces quisiera serlo, es decir, ser huérfana, es que es una friega eso de la familia y los cumpleaños y aniversarios y regalitos. ¿Usted no vivía allá por el norte de la ciudad?

Naila: No.

Ludi: ¿Nunca?

Naila: (Segura) Nunca.

Paulino: (Entra donde está Nati) Perdón, no sabía que tenías cita.

Nati : (Se termina de vestir) Pásele joven, ya estamos terminando. ¿Con quién tengo el gusto?

Naila: Es mi hijo.

Nati: ¿Único?

Naila: Único, real y verdadero de carne y hueso.

Nati: Mucho gusto joven. Está… (Lo observa con detenimiento) me parece un joven interesante. ¡Qué interesante!

Naila: ¿Le parece?

Nati: ¿Nos conocemos?

Paulino: (Tímido)  No sé. ¿Ma, crees…?

Nati: Joven, creo que nos conocemos. Soy la señora De Jesús. Ah, qué tímido, es natural es muy joven. ¿No nos conocemos?

Naila: ¡No!

Paulino: Ahora vuelvo ma, voy a clases. Con permiso señora.

Nati: Me parece conocido, me recuerda a alguien. ¿Cómo dijo que se llama?

NAILA: No lo he dicho.

Nati: Pues dígalo, desembuche.

Naila: Se llama Paulino.

Nati: Paulino ¿qué?

Naila: Sólo Paulino.

Nati: No me diga que también es huérfano, aunque lo sea, un pinche apellido tiene que tener.

Naila: Soy madre soltera.

Nati: Ah, ya salió el peine, entonces es medio huérfano, no me lo tome a mal, así soy, metiche y opinadora, más vale que me conozca. (Pausa) ¿No le parece que mi piel tiene más brillo?

Romi: (Del lado derecho) Se ve más humectada mi piel.

Ludi: (Del lado izquierdo) Creo que mi piel está como nalguita de bebé, mucho más suavecita.

Naila: ¿Puede venir pasado mañana?

Ludi: Sí claro.

Romi: ¿En la mañana o en la tarde?

Nati: Usted ordena.

Naila: Digamos que temprano.

Nati: Por si hay que deshacer el dichoso vestido.

Naila: ¿Qué insinúa?

Ludi: Hay veces que las cosas no salen como uno desea.

Naila: Nunca he tenido que hacer un vestido dos veces.

Ludi: ¿Es verdad que fue modista de mi tía durante más de diez años?

Naila: Sí, hasta el día de su accidente.

Nati: Qué gacho, ¿verdad? De un día para otro te conviertes en una planta o en un cuadro. Su propio hermano, puro jarabe de pico, no debía decir eso porque es mi papá, pero así fue. Mejor, hablemos de otra cosa, eso me recuerda que hace meses que no la visito, siempre es ella la que  llama cada semana para saludarnos.

Ludi: ¡Ay pobre! Como no tiene nada que hacer, no le queda más que hablar por teléfono.

Romi: Entonces, debe usted de saber todo sobre la familia De Jesús.

Naila: Su tía hablaba muy poco.

Nati: Seguramente le contó que le jugaron bien chueco sus propios hermanos, la sacaron de todos los negocios, bueno, la verdad es que así inválida, ya no  servía ni para cargar a los peregrinos, de todos modos no le falta nada, quedó jubilada, y bien jubilada para toda la vida.

Naila: Ah, no lo sabía.

Ludi: Lo que pasa es que no quiere acordarse, las historias de nuestra familia ya pasaron, tal vez lo hace usted para no ponerme nerviosa, pero no me disgusta hablar de esto.

Romi:¿Cuánto me dijo que va a costar?

Nati: ¿Debo apocar ahora, o cuando me lo entregue?

Ludi: (Sonriendo) Pido mi domingo y le pago. (Ríe) Le dejo este cheque, a cuenta.

Baja la luz, Naila guarda cosas,  pone orden en el cuarto. Un cenital ilumina a Ludi.

Ludi: Realmente tuvo razón la tía, reconozco su mérito. Pero cómo tan joven puede hacer estas maravillas. Porque ¿somos casi de la misma edad, verdad? Oiga, creo que usa usted el mismo perfume que una de mis hermanas. Cómo se llama… cómo era, ah si se llama Délice de Cartier.

Naila: No, no lo creo.

Ludi: Pero ¿tendrá usted para pagarlo? Sabe lo que cuesta el frasco más chiquito. Imagínese como muchos dólares, con descuento.

Naila: No lo conozco. No conozco ese perfume.

Ludi: Entonces su clienta anterior es una rica señora que gasta miles de pesos en perfumes como mi hermana menor.  (Se acerca y la huele) ¿De verdad no es usted? Sí, es verdad no es usted, pero aquí huele a ese perfume, entonces vino alguien antes que yo.

Naila: Señora, para esta hora ya he  recibido a cinco personas.

Ludi: Menos mal que no es Ángel o Demonio.

Naila: No entiendo de qué me habla.

Ludi: Me refiero al perfume que usa la otra de mis hermanas, está hecho de lirios, flor de la aristocracia, trasmite la pureza y la inocencia, ja, ja, yo creo que eso no se lo cree ni la que se lo pone.

Naila responderá principalmente con gestos.

Romi: Dice usted que tiene diez y ocho.

Naila: Aproximadamente.

Romi: Eso quiere decir que nació cuado yo tenía unos veintidós. Fíjese, yo recién casada y usted dando a luz ¡qué divertido! ¿A quien se parece?

Naila: A mi, seguramente.

Romi: Y del padre ¿qué tendrá? ¿Conoce a su papá? ¿Al menos sabe quién es?

Me gustaría conocerlo.

Naila: ¿Al padre de mi hijo?

Romi: No, a su hijo. ¿Donde vivían cuando nació?

Naila: No recuerdo muy bien.

Romi: ¿No será que no quiere?

Naila: Puedo entregar el trabajo el vienes en la tarde.

Ludi: Pero la fiesta es el viernes por la noche.

Naila: Déjeme ver si puedo un poco antes. (Falsamente) ¿Le parece bien?

A partir de esta escena, siempre estará Naila probando y haciendo arreglos sobre el forro del vestido de cada una.

Romi: ¿Salió su hijo?

Naila: Sí.

Romi: Nunca le atino, siempre que llego, ya se fue, ¿cuándo lo voy a conocer? me imagino que parecerá su hermano

Naila: Usted cree.

Romi: A qué edad lo tuvo, si se puede saber.

Naila: Joven.

Romi:  ¡Muy joven!

Naila: Sí, muy joven.

Romi: Ay y no me lo quiere decir.

Naila: No es ningún secreto, lo tuve a los diez y seis.

Romi: Pero qué, nadie le dijo que cerrara las piernas. Y dónde trabajaba a los diez y seis. Ah claro, a esa edad no trabajaba, en plena adolescencia no se trabaja.

Naila: (Enfática) Trabajo desde los catorce años.

Ludi: ¿Por qué debo de vestirme de azul?, mi mamá era la reina del azul, estoy segura que está en el cielo porque el cielo es azul. Al infierno no pudo haberse ido sólo por el color. El hecho es que odiaba el rojo y todo lo que se le pareciera. La tela me gustó pero ¿no hay de otro color? (Naila pone dos retazos de tela sobe cada  hombro de Ludi) Míreme contra la luz.

Naila: ¿Cuál le gusta más?

Ludi:  Está bien, pero insisto, no lo quiero azul.

Nati : (Hojea revistas muy entretenida, mientras Naila acomoda retazos de tela)  Como le decía, el que se casó fue mi marido, que es muy diferente. Se casó con los negocios de mi padre y resultó un puro pájaro nalgón,  es decir inepto e inútil… (Pausa) es sólo un pequeño detalle como éste, mire, este pequeño pliegue ¿no le gusta?

Romi: La tela me encantó, el color también pero me parece que un pequeño adornito como este levantaría mucho la belleza de su trabajo ¿no cree?

Naila: Sí señora. (Entra Paulino muy molesto, a Nati) Ah, Es mi hijo.

Paulino: ¿Te falta mucho?

Nati: Buenas tardes joven, qué gusto volverlo a ver.

Naila: Mmm.

Paulino: Unos minutos, puedes salir, sí es urgente.

Nati: Vayan, si tienen algo que arreglar. Yo aquí espero, no tengo ninguna prisa.

Salen Naila y Paulino, se escucha el murmullo de sus voces.

Paulino en off: Ya te dije que no, deja de presionarme. ¿Qué crees que soy un enano de feria? ¿Eso soy para ti? (Se escuchan susurros de Naila) No quiero hablar de eso, ya te lo dije, sólo te pido que no decidas por mí. (Se azota una puerta)  No me interesa y no quiero ir, ni contigo, ni solo.

Naila: (Regresa, contenida) ¿Ya encontró lo que buscaba?

Nati: Yo sí, pero parece que tú no.

Naila: Lo quiere de la misma tela o ¿en pedrería?

Ludi: A ti ¿te gustan las piedras?

Naila: Me gusta lo que elige mi clientela.

Ludi: Te gusta o le das gusto a tu clientela.

Naila: El poder lo tiene el que paga.

Ludi: Todo el poder.

Naila: (Molesta) Señora, ¿ha elegido ya el adorno que quiere?

Ludi: Sí, toma, pero dime ¿por qué peleaste con tu hijo, qué diera yo por tener un hijo  para besarlo como tú cuando se va a la escuela.

Naila: Hoy no lo he besado.

Ludi: Hoy es un día, lo tienes otros cientos de días que no son hoy.

Naila: Me apena lo que pasó.

Ludi: Puedes contarme todo, yo ya te he contado mi vida y la de mi triste familia. La de un rey Midas que convierte en dinero todo lo que toca pero está más solo que un clavo en una pared. ¿Sabes por qué vamos a festejar su cumpleaños número setenta?

Naila: ¿Tantos?

Ludi: No creas que está tan mal, si lo conocieras, te sorprendería.

Naila: No creo que sea prudente…

Ludi: Claro que es prudente. El viejo rabo verde, bueno, mi señor padre ha tenido a bien hacerse de una amante.

Naila: Eso ¿es malo?

Ludi: De una madre soltera.

Naila: A usted le molesta.

Ludi: Claro que me molesta, a mí, a mis hermanas, a los tres yernos y a toda la familia. Una desgraciada jovencita,  que tiene un hijo,  que se ha convertido en la sombra del bruto de mi padre, si al menos fuera suyo.

Naila: Eso ¿está mal?

Ludi: Qué preguntas haces, ¿no entiendes el problema?

Naila: No.

Ludi: No hay nietos en esta familia, mi padre sólo tiene tres viejas que le bebemos el aliento y que no tenemos el más mínimo deseo de vernos, ni de estar juntas, ni de festejar.

Naila: Ah, están celosas.

Ludi: No, de ella no, siempre ha tenido mujeres de todos colores, sabore, y tamaños, el problema es con el “retoño”. Tenemos la enorme sospecha de que piensa adoptarlo, ¡claro! siempre y cuando nosotras lo permitamos.

Naila: Y ¿que piensan hacer?

Nati: No sé, la verdad no sé. Si al menos congeniara con alguno de sus apretados yernos pero no, ni eso. Dicen que los pendejos escasean pero a mi papá le tocaron tres que trabajan para él, todos dependemos de su mina de oro, bueno, menos mi hermana menor, esa desgraciada tiene la misma suerte que el viejo. Ficha que toca la convierte en dinero.

Naila: ¿Ficha?

Nati: Si, es una jugadora compulsiva: Bingo, back jack, pocker, todo lo que se te ocurra, gana, gana y le ha incrustado en la cara un letrerote: “no te necesito”.

Naila: Pero yo no veo un problema, ustedes son sus hijas.

Ludi: Mira, tú no entiendes de esto, dichosa tú que sólo te preocupas por coser, cuidar a tu hijo y vivir la vida.

Romi: Claro que  me gustaría tener un hijo. Nuestra familia, no es familia.  Tengo dos amigas que ya son abuelas. Cómo será, qué se sentirá acariciar a un nieto.

Nati : Veo nada más un pinche escuincle  y me hierve la sangre, me sacan de quicio, mira, mira cómo me dejó este saco, tenía que venir a embarrar aquí su chocolate, la lenta madre, que ni cuenta se dio, cuando le reclamé a la babosa me sale con que no, su querubín no fue, esa mancha usted  ya la traía, la vi desde que entró en el restaurante. ¡Vieja loca! No valió la pena ni seguir con el reclamo. Le vi toda la intención de darme un madrazo, bueno le iba a salir caro porque así como así, yo no me iba a dejar.

Romi: Había unos niños jugando en la puerta de entrada.

Naila: ¿La molestaron?

Romi: No, sólo le informo.

Naila: ¿Usted tiene familia?

Romi: Que quiere decir con tener familia.

Naila: Hijos, a eso me refiero.

Romi: No, no hasta ahora.

Naila: ¿Le gustaría?

Romi:  Realmente, no lo he pensado.

Naila: Me parece que ayer dijo usted lo contrario.

Romi: A usted le gustaría no tenerla.

Naila: Se refiere ¿a la familia?

Romi: Me refiero a los hijos.

Naila: De hecho es uno solo. Pero no, realmente, no lo he pensado.

Romi: Debe tener sus ventajas.

Naila: No lo dude, es así.

Romi: De lo que sí puedo opinar es de los maridos. Tengo dos cuñados y llevo dos maridos. Pero creo que lo que más me hubiera gustado sería tener un hermano. ¿Usted…?

Naila: No, de eso sí no puedo decirle nada y no he tenido marido.

Romi:  Su ilustre señoría, don Juan, mi marido, tiene la música por dentro, le adivina el pensamiento al suegro o sea a mi padre, pero nunca podrá sacarle más que un triste sueldito. No más que eso.

Nati: (Cantando y bailando) “Naila, di por qué me abandonas, tonta si bien sabes que te quiero, vuelve a mí, ya no busques otro sendero, te perdono porque sin tu amor se me parte el corazón.”

Entra la música de “Naila” cantada por Lila Downs mientras Nati se viste)

Nati: (Entra Naila) Alguna vez te has sentido sola.

Naila:  Alguna.

Nati: Hablo de soledad, verdadera soledad.

Naila: No creo.

Nati: Claro, estás hilvanada a Paulino.

Naila: Él entra y sale…

Nati: Sí, pero regresa. Eso no es estar sola. (Suena un celular, contesta) Sí mi amor, podemos comer juntos, a la hora que tu digas, ah, vas a comer con Juan y con el suegro, bueno nos vemos más tarde. (A Naila) Sí y que  se lo crea su abuela, los cuatro se tapan bien y bonito. Para eso si son buenos.

Romi: Para inventar juntas de trabajo.

Nati:  Para salir de viaje a la misma playa.

Ludi: Para regalarnos la misma bolsa, los mismos aretes, el mismo perfume, ¡no! eso si, no ha sucedido.

Nati: Parecen los tres mosqueteros y el rey que los padrotea. Para eso sí bien que se entienden. Hijos de su mal dormir. Usted… tú no sabes lo que es estar sola, estar siempre rodeada de gente y seguir en esta espantosa soledad. ¿Nunca pensaste en darlo en adopción?

Naila: ¿A quién, a mi hijo?

Nati: Sí, claro a tu hijo.

Naila: ¿A Paulino?

Nati: Qué, hay otro.

Naila: No, nunca pensé en eso.

Nati: Imagínalo viviendo en una familia buena, con quintos, donde no le falte nada.

Naila: Nunca lo he pensado.

Nati: ¿No te gustaría probar?

Romi: Naila, y  por qué no te ayudó mi tía, ella siempre andaba de buena Samaritana, y hasta creo que por eso le pasó lo del accidente. ¿Te daba dinero?

Nati: Me daba trabajo.

Romi: Ah, sí es una forma de ayudar. Me dio a entender que hay alguien por allí que debo conocer, hasta pensé que eras tú pero no, no creo que tengamos mucho en común (Con desprecio) yo no sé ni cómo meter el hilo en la aguja, y hacer todas estas monerías, menos. Tú aquí cumpliendo con tu deber, pasando hambre, pasando sed, experimentando miedo ¿no es así?  Todo para que otras mujeres  se vean  hermosas. ¿Cuántos años dices que tiene tu hijo?

Ludi: Alguna vez has buscado a alguien, así buscado sin parar, hasta encontrarlo.

Naila: No.

Ludi: Cuantos años tienes, ah, si ya me dijiste ¿vivías por el centro cuando nació tu hijo?

Naila:  Ya me lo preguntó.

Ludi: Y ¿dices que tu primer trabajo fue en una maquiladora?  (Transición) Mi tía Lucina ¿es tu amiga?

Naila: Fue mi clienta.

Ludi: Pero también tu amiga ¿La conociste antes o después de que te corrieran?

Naila: No lo recuerdo.

Ludi: ¿Le hiciste muchos vestidos?

Naila: Algunos.

Ludi:  Habla de ti como si fueras algo de ella,  tampoco tiene hijos, claro me imagino que eso ya lo sabes. ¡Qué maldición ha sido esta de mi familia! Todas las mujeres secas, mira nada más, a unas las llenan como conejos:  a otras nos castigan así.

Naila: ¿Usted cree?

Ludi: Pero hay excepciones, mi tía siempre dice hay excepciones. A ti ¿nunca te contó nada?

Naila: Como ¿de qué?

Ludi: Como esto de lo que te estoy platicando, como una familia donde muere la esposa y aparece una antigua amante.

Naila:  Eso sucede todos los días.

Ludi: Lo laborioso es encontrarla.

Naila:  Y ¿para qué?

Ludi: Sí verdad, ¡para qué!

Nati: (Entra) Hola Paulino.

Paulino: No está mi mamá.

Nati: Se me hizo temprano, ¿qué tal la escuela?

Paulino: Bien.

Nati: ¿Te gusta?.

Paulino: Algo.

Nati: ¿Te gustaría otra escuela?

Paulino: No.

Nati: Te gustaría estudiar en otro lugar.

Paulino: No sé.

Nati: Te has imaginado viviendo en otro lugar.

Paulino: No.

Nati: Pero sí has pensado hacer una carrera.

Paulino: Sí.

Nati: Una carrera cuesta mucho.

Paulino:  La universidad casi no cuesta.

Nati: Hablo de una buena universidad. Hablo de una donde no va todo el mundo donde harías amistad con…

Paulino: Yo soy “todo el mundo” y pienso estudiar, no ir a buscar amigos.

Nati: Lo dices porque no lo has probado.

Naila:  (Entra) Mi’jo.

Paulino: Hola ma. (La besa y sale) Ahora vuelvo.

Naila: Llegó usted antes.

Nati: Sólo media hora.

Naila: Su cita es…

Nati: ¿No está lista mi prueba?

Naila: Si, está lista.

Nati: Entonces…

Naila: ¿Paulino y usted…?

Nati: Hablábamos de sus estudios, no cree que un chico tan sano, tan inteligente tan… merecería una buena educación.

Naila: Me dice si le aprieta.

Nati: Si yo alguna vez adoptara… creo que yo trabajaría, si haría lo que fuera por que no le faltara nada, bueno, si realmente adopto un chamaco, (Segura) no le faltará nada, con que herede la pachocha de mi papá. ¡Ya con eso!

Naila: ¿Es este el saco que se manchó de chocolate?

Nati: No, es el que traje ayer.

Naila: Creí que odiaba a los niños.

Nati: ¿Eso dije?

Naila: No, no recuerdo.

Nati: Pueden adoptarse de cualquier edad, ¿nunca oíste de los gachupincitos que fueron a dar a Rusia? No eran tan bebés, ya estaban crecidos. Ese program era sobre la guerra de España, creo… (Transición) No te parece que Paulino podría vivir mucho mejor.

Naila: No sé a qué se refiere.

Nati: Una escuela chida,  comida de primera, una  cómoda recámara.

Naila: Eso lo tiene.

Nati: No nos hagamos… Yo digo mejor que  como vive ahora. Una cosa es resignarse, otra…

Naila: Qué me sugiere.

Nati: Sugiero que podrías darlo en adopción.

Naila: ( Enfática) No.

Nati: Piénsalo, antes de escupir  (La imita) un ¡no!

Naila: No tengo que pensar nada.

Nati: No te enchiles, es sólo una pregunta. Estamos platicando… imaginando.

Naila: --

Nati: Bueno, ya te dije que yo no ando con rodeos.

Naila: --

Nati: Yo he buscado desde hace tiempo, años, un muchachito, así, así más o menos como tu hijo.

Naila: No entiendo.

Nati: Claro que entiendes Naila, deja que yo me haga cargo, podrás verlo, piensa en lo que le ofrezco, ¿cuándo va a tener otra oportunidad así?

Naila:  --

Nati: Contesta, di algo, es como sacarse al lotería, jugar al melate.

Naila: No me interesan los juegos.

Nati: Es una oferta honesta, ay, cuidado son muchos alfileres, me pican.

Naila: La respuesta es no, lo llevaré a conocer a su padre en cuanto entregue unos trabajos  pendientes.

Nati: Ah, entonces no es de padre desconocido.

Naila: Yo nunca dije eso. Tiene un padre y ya está en edad de conocerlo.

Nati: Ay bueno, no lo tomes tan a pecho, aquí te dejo mi teléfono, mi celular, mi nextel, mi correo electrónico, digo… por si cambias de opinión. En caso de que el padre resulte otro muerto de hambre.

Naila: Ya terminé, puede irse.

Baja la luz, cuando sube Naila enciende una lámpara y se acomoda para terminar de coser el dobladillo de un vestido, entra Paulino.

Naila: (Muy angustiada) Cena por favor.

Paulino: Hoy tampoco tuviste tiempo.

Naila: No.

Paulino: Es grave.

Naila: Sí. Hay que entregar esto.

Paulino: Es la ropa de las ricas esas, las tres que te tienen cosiendo desde el lunes pasado.

Naila: Sí. ¿Vas o no vas conmigo?

Paulino: ¿Es tan importante esa fiesta?, pues ¡qué va a haber! ¡Quién va a estar!

Naila: Ah y recuerda que tienes que entregar las tres cajas.

Paulino: ¿A qué hora?

Naila: Antes de  la fiesta.

Paulino: Y si te digo que no.

Naila: Tú sabrás, ¡ah! también te toca lavar los platos.

Naila enciende el radio, se mueve torpemente y  continúa con su trabajo. Baja la luz.

Naila: Toma Paulino, sólo tienes que entregarlos, uno en cada casa, por favor que sea exactamente a la hora que dice en este papel.

Paulino: Ay ma, nunca antes te había viso tan exigente, ni tan pálida ¿dormiste?

Naila: Sólo son tres entregas, esto es muy importante para mí.

Paulino: ¿Ya viste las direcciones? Mira, es hasta allá, y por allá, ja, ¿no podrían vivir más cerquita?

Naila: Ya está el taxi esperándote.

Paulino: No digas, mira vamos a cruzar toda la ciudad, ¿no puedo entregarlos mañana?

Naila: Eran para ayer. Cuando regreses ya tendré listo tu traje, le recuerdas a don Pedro que él nos va a llevar.

Paulino: (Paulino sale tres veces llevando cada una de las cajas) Ya ni la hacen, (Sale, entra) mira no podían vivir más lejos, (Sale, entra) ¿qué es esto de Romi, Ludi y Nati?

Naila: No preguntes.

Paulino: Cuánto apuestas que se llaman Natalia, Ludivina y Romualda.

Naila: Eso es algo que no nos importa.

Paulino: Hasta risa me va a dar preguntar por ellas.

Naila: No preguntes nada, sólo entrega las cajas.

Paulino: (Burlándose) ¿Está la seño Romi? ¿Ya se levantó la Nati? ¿Puede llamar a doña Ludi?

Naila: Deja de jugar y apúrate.

Paulino: Te gustaría llamarte Naili o Nali?¿Cuál te gusta?

Naila: Ninguno, no me hagas enojar.

Paulino: Mami Ludi, Mami Romi, Mami…

Naila: Paulino, ¡basta! se nos va a hacer tarde.

Paulino: Vengo de inmediato. (Regresa) Ma ¿ya te pagaron?

Naila: Oh Paulino, ya no te entretengas.

Paulino: Bueno, yo sólo decía.

Sale Paulino, baja la luz, cuando sube las cuatro mujeres se están arreglando, en diferentes espacios del escenario.

Nati: Chona ¿ya atrajeron mi vestido?

Romi: Que no se arrugue, ponlo sobre mi cama.

Nati: ¿Todavía no te rasuras?, qué carajos estás esperando, vamos a llegar tarde, como siempre.

Ludi: Si no te apuras, me voy sola, te dejo, ya te lo advertí.

Romi: ¿Juan, le compraste algo a mi papá? Marido, (Para sí) ni para eso sirves.

Nati: Puse nuestro regalillo dentro de la bolsa de tu saco.

Naila: (Vestida para una fiesta, de espaldas marca un número de teléfono)  ¿Casa de la señora De Jesús?... Por favor con la señora… Señora Lucy, soy yo, Naila, gracias, gracias por recomendarme, sí todo salió bien, bueno eso creo… espero hayan quedado contentas sus tres sobrinas. Sí ya me pagaron, yo digo que quedaron bonitos. (Pausa) ¿Su… sobrino?  Está hecho todo un hombre: feo, fuerte y formal. . . Con gusto, pasaré pronto a saludarla. Cuídese mucho. Buenas noches.

Naila termina de arreglarse, se sirve un vaso con refresco que derrama accidentalmente sobre el vestido.

Naila : No es posible, exactamente lo que no quería. Tenía que pasar, lo sabía.

Nati: Y no empieces con que quieres regresar temprano, hoy te chingas.

Ludi: Ni te he contado a quién conocí.

Romi: Tengo una nueva amiga, es una diseñadora importantísima muy conocida en el extranjero.  Seguramente mi papá habrá oído hablar de ella, sobre todo porque se dedica a la costura…, si no, debería. Yo misma se la presentaré.

Nati: ¡Vámonos! Ya es tarde.

Baja la luz. Entra Paulino de smoking negro.

Paulino: Ma, ya estoy listo, parezco mono de calenda,  un vil payaso de circo, así me siento y creo que era más grande el difunto. (Entra Naila en bata). Bueno madre, ¿no que tenías tanta prisa?

Naila: Manché el vestido.

Paulino: Vamos, te ayudo a limpiarlo.

Naila: Creo que mejor no vamos.

Paulino: Llevas no sé cuántos días con la historia de esta fiesta, así que ¡Al ataque! Dijiste que yo tengo que entrar en el aro, también tú disciplínate y como buena costurera, yo te obedezco, entro en el aro y tú te atraviesas por… ¡el ojal!

Se escuchan los aplausos que introducen la música, sube la luz para dejar ver a las tres hermanas terminando de arreglarse,  llevan vestidos exactamente iguales al que se puso Naila. Se ve la sombra de Naila vestida de nuevo, quien toma del brazo a Paulino, lentamente atraviesan el escenario mientras se escucha “Caruso”  por Lucio Dalla.

  TELÓN                                                         

Mariluz Suárez Herrera
de "Mujeres intangibles"
Fondo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, México, 2008

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