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Cantata para mi muerte
Ana Solá

Cuando yo me muera quiero que me lloren mucho, porque no tenía la menor intención de morirme. Y, como pensaba que tenía cuerda para rato, quiero que se ahoguen en llanto hasta el cansancio, especialmente mis hijos por todo lo que me hicieron pasar cuando eran adolescentes.

 

Cuando yo fallezca, no crean que voy a descansar en paz, porque estoy segura de que sin mí no se las van a arreglar. Por eso ¡Resistireéé! hasta el último suspiro en el momento de estirar la pata y pobre mi Ángel de la Guarda cuando trate de llevarme para arriba mientras mi humanidad no se quiera mover de casa. Después de mí, renuncia.

 

Cuando yo fenezca, no quiero ni que me entierren ni que me cremen. Quiero que después me embalsamen. Y que me sienten en la mesa familiar así mis hijos no me echan de menos cuando peleen en los almuerzos y que me acomoden en el living junto a todos los adornitos y artesanías que más quiero, especialmente las que traje del Norte, así la visita no se siente incómoda con la rígida presencia de la dueña de casa, simulando que soy una momia afanada de Tilcara.  

 

Cuando yo espiche, no pienses amado esposo que por fin el que va a descansar en paz sos vos, porque tengo pensado volver hecha fantasma al que ni siquiera has de poder ahuyentar con tus ronquidos. Y por las noches penetraré en tus sueños, y me recordarás diciéndote: "¿Pagaste la luz?", "¿Compraste la carne?", "¿Pediste presupuesto al plomero?", "¿Cerraste la puerta con llave?" ,"¿Me extrañás?", "¿Me querés todavía, eh?", serán los interrogantes que, desde el más allá, te enviaré para que compruebes que sigo estando en todos lados y lo muerta que estoy por vos.

 

Ni qué hablar cuando corras con mi mismo destino ¡yo te estaré esperando esposo mío en el registro civil del Cielo para renovar eternamente nuestros votos matrimoniales!

 

Y ni se te ocurra volver a casarte ¡Ni lo sueñes siquiera! Porque la aparecida ha de encargarse que ni el Viagra te salve la vida. La fidelidad has de conservarla aún después de consumada mi muerte. Y, si por los dichos del cura te confiaste en que la parca habría de separarnos, yo he de demostrarte lo contrario ¡Vas a poder estar tranquilo de que nuestro amor será sempiterno y que por los siglos de siglos yo no he de abandonarte...! ¿Qué te pasa, tarado? ¡¿Por qué ponés esa cara?! ¿Qué tiene de malo, eh? ¿Por qué te agarrás la cabeza?¿Acaso no te gusta, eh?

 

La familia contratará un buen servicio fúnebre a los efectos de que todos recuerden lo fina que era la finada y que sea lo más caro posible, por toda la plata que me hicieron gastar en vida los hijos.

 

En mi velorio habéis de convidar a los presentes con vino y soda, cerveza, pizza de rúcula y jamón crudo, medialunas calentitas y cheesecake con frutos rojos para hacer degustar el exquisito paladar que tenía la difunta.

 

Mi sala velatoria ha de estar iluminada con dicroicás-porque se usan- en lugar de velas -porque el humo echa mucha baranda- y que mis hijas procuren que mi rostro luzca radiante. Y que me depilen los bigotes si la muerte me agarró barbuda porque con semejante luz los defectos faciales han de hacerse más notorios. El féretro deberá tener: frigobar, sanguchitos de miga, descorchador, una copa, Parissienes, encendedor y un celular -cargado con tarjeta y batería- por si despierto y no me hicieron caso con lo del embalsamiento. Y que mi fosa en el cementerio parque tenga preferentemente vista a la ruta, cosa de poder rajar más rápido si algún otro fiambre quisiera hacerse el vivo".

 

Y si pasados apenas unos meses, piensan más en la sucesión que en mi deceso, -aunque sólo estén los muebles para la repartija porque tanto ricos como pobres se pelean por los bienes-, recuerden que aquél que de mis pertenencias se adueñe, quiera tirarlas porque son "basura juntada", donarlas o venderlas, también allí estaré presente arrastrando mis cadenas y rompiendo con furia mis objetos para que siempre recuerden que, si de romper se trata, ¡de la muerte también se vuelve!

Ana Solá
Ilustración Clara Celoria
Conjuros mágicos de la bruja madre
Suplemento especial de Puntal para ellas en su día
Edición y recopilación de textos: Daniel Devia
Diario Puntal - Río Cuarto, Córdoba
17 de octubre de 2010

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