Moli
María Helena Sofía

Quiso que me quedase y lo hice, porque me sentía enferma, y por lo sucedido. A las pocas horas hubiese pedido un taxi, pero ella era mi madre, y la gripe no me dejó salir de la cama. Pasé unos días en la bruma, la fiebre hizo su trabajo. Después ella apareció, nítida, tras el humo de un plato de sopa. Puso la bandeja sobre mi estómago, se sentó y esperó. Yo removí la cuchara sin mirarla, pero la adivinaba observándome con atención, concentrándose en el movimiento de mis manos, en el esfuerzo de mi cuello, en la búsqueda a tientas de mis labios.

-Despacio –murmuró.

        

Me quemé, y por el mismo surco ardiente que se abrió en mi pecho imagino que salió el grito:

       

-¡Ma, tengo treinta y cuatro años, dejame...!

       

Temblé, dudando de mi propia voz. No necesitaba ese tipo de resistencia, era infantil. Jugábamos nuestros papeles en esa escena mínima. Mi madre desvió la mirada sin ofenderse, con una especie de dolorosa comprensión, hasta tropezar con el portarretratos de la mesita de luz. Allí estábamos con mi hermana Moli, apenas salidas de la secundaria. Mi hermana melliza Moli, que estudió medicina y después se casó y tuvo tres hijos, todo con una decisión temeraria. Solía decir que la temeraria era yo, abandonando Derecho y probando un tercer matrimonio destinado sin dudas al fracaso. Moli era linda, inteligente, responsable, segura. Una semana atrás (ya había pasado todo ese tiempo) Moli venía a visitar a mamá, con el portafolios en una mano y un enorme ramo de flores en la otra. Un automovilista cruzó el semáforo en rojo y la mató.

Dejé la comida y miré a esa mujer quebrada desde otro lugar, desde un sitio francamente  imposible. Sentí un movimiento extraño, desde adentro, que se acrecentaba como un sonido, pero dolía a medida que avanzaba. Me removí,  buscando de nuevo la bruma protectora. Inútilmente. Le cayeron de los ojos lágrimas como piedras, y el desmoronamiento nos alcanzó a las dos. Entonces, presurosamente, se llevó el plato de sopa. Deseé que la fiebre pudiese conmigo.

María Helena Sofía

De Algunos cuentos

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