Navegando a Trapolandia en un baúl 
Estela Socías Muñoz

De acuerdo con lo que habían decidido, nuestros amigos se estaban preparando para una nueva aventura a Trapolandia. Carmelita y su amigo Igor sabían que dentro de poco tiempo llegaría la Navidad y con ella la felicidad para los niños de El Totoral.

La aventura debería ser inolvidable, pues luego de ella se despedirían de sus amigos.

La sorpresa de los muñecos, de los niños y las niñas, fue inmensa cuando al entrar al Club Hilario, encontraron un viejo baúl, lleno de polvo y telas de araña. Carmelita tomó un pañuelo del bolsillo de su delantal y junto a su amigo empezaron a limpiarlo. Al destaparlo, vieron que había una carta que decía: "Este baúl pertenece a Trapolandia, quien logre llegar con él a este país vivirá la más grandiosa de las aventuras. Para eso deberá escoger un libro y repetir la palabra que esté escrita en su tapa. Esta palabra será el nombre de la mágica aventura que le corresponderá vivir".

Todos corrieron y tomaron el primer libro que encontraron y juntos leyeron su título: "El baúl con destino a Trapolandia". De inmediato sintieron que el viento soplaba con furia y sin saber cómo estaban en medio del mar, arriba del baúl convertido en un pequeño barco.

El mar por donde navegaban era Marilandia que pertenecía a Trapolandia, y en el fondo del baúl había una ventanilla por la que se podía ver el fondo del mar y los peces que los saludaban al pasar.

De pronto sintieron un fuerte batir de alas, se asomaron y quedaron sorprendidos al ver que sobre ellos volaban Kalín y su hijo el que ya había logrado el tamaño de un gran cóndor. Su padre estaba orgulloso y le enseñaba todas aquellas cosas que se podían vivir entrando al mundo de la fantasía.

Kalín miró muy enojado a sus amigos y les dijo:

-Son muy egoístas, iniciaron la aventura sin nosotros y la promesa era que la haríamos todos juntos.

Carmelita les hizo señas para que descendieran y así poder contarles lo sucedido. Kalín y Kalincito se posaron en la parte delantera del baúl, pero como el peso era demasiado para un barquito tan pequeño, éste casi se hunde en las aguas del Marilandia.

Carmelita, que siempre estaba atenta a lo que sucedía, sacó su varita mágica y la puso en las alas de Kalín diciéndole:

-Por el poder de Ángeles, la brujita de la vida, haz que Kalín y su hijo se conviertan en cóndores de trapo.

Un rayo de luz los transformó inmediatamente.

-¿Por qué no nos avisaron?- exclamó Kalín-. ¿Es que pretendían hacerlo sin nosotros? 

-No querido amigo- respondieron todos- tratando de dar explicaciones todos al mismo tiempo.

-Yo hablaré- dijo Igor- porque si hablamos todos juntos nadie nos va a entender.

Diciendo esto, Igor comenzó su relato:

-Kalín, estamos aquí en medio del mar y ninguno de nosotros nos dimos cuenta cómo sucedió. Encontramos este baúl en el Club, lo limpiamos y en la tapa tenía escrito "Trapolandia"; lo abrimos y adentro había una nota y unos libros. La nota indicaba que el baúl le pertenecía a Trapolandia y el que lograra llegar a ese lugar con el baúl intacto, viviría la más grandiosa de las aventuras.

Kalín interrumpió a Igor al ver que en un rincón había un libro que decía "Manual de instrucciones para lograr con éxito la travesía", lo tomó y se le entregó a Carmelita y ella comenzó a leerlo.

-PRIMERO - este barco sólo funciona si todos los tripulantes del barco son amigos.
-SEGUNDO-continuó Carmelita- durante la travesía sólo deben mirar hacia delante, nunca hacia atrás.
-TERCERO- jamás deben detenerse en ningún lugar.
-CUARTO- Los tripulantes deben esconderse cada vez que vean otras embarcaciones.
-QUINTO- Si por cualquier motivo una de estas condiciones no se cumple, la nave encallará en el primer lugar donde haya tierra. Y si es así tendrán que cumplir las instrucciones que encontrarán en cada lugar. 

Buena suerte y que lleguen perfectamente a Trapolandia, les desea el mago Ram.

Carmelita y su amigo Igor se miraron pues le había tocado una difícil misión, pero no imposible. Todo dependía de ellos.

De pronto en el mar aparecieron unas figuras similares a las sirenas, sólo que iluminaban de tal forma que los encandilaban , sin dejarlos ver.

A Lucía le dolían los ojos y por esta razón se dio vuelta para evitar la luz que irritaba sus ojos. De inmediato la nave encalló en una isla que estaba en medio de Marilandia.

Sin esperar, bajaron a la playa a buscar el manual que estaba en un árbol plateado. Lo tomaron y leyeron:

-Deberán cortarme ramas y con ellas fabricarse cintillos los que llevarán puestos hasta que lleguen a la casa del pastor, él sabrá quiénes son ustedes.

Sus cintillos serán la contraseña.

Nuestros amigos cumplieron con esta indicación y estuvieron caminando todo el día hasta que encontraron la casa del pastor. Él al verlos, les abrió la puerta y felices entraron; la casa era muy acogedora y allí pusieron a secar su ropa ya que cuando la nave encalló, quedaron todos mojados.

La leña ardía en la chimenea y esto los hizo sentirse muy bien. El pastor esperó que estuvieran cómodos y abrigados para preguntarles qué pretendían hacer a continuación. 

-Sólo sabemos lo que decía el manual- respondió Carmelita. 

-Bueno -dijo el pastor -entonces deberán traerme una oveja plateada, pero para hallarla tienen que esperar hasta la noche, cuando ella reluce, así podrán identificarla y liberarla.

-¿Y se romperá el hechizo?- preguntó Carmelita.

-¡Por supuesto!- respondió el pastor-. Ustedes lograrán navegar nuevamente con destino a Trapolandia. 

Nuestros amigos esperaron la noche y siguieron las indicaciones del pastor.

Todos iban muy juntos para no perderse en la oscuridad. De repente, divisaron que algo relumbraba a lo lejos. Lucía que era la más miedosa del grupo no quiso seguir y dijo que los esperaría sentada debajo de un árbol.

-¡Estás loca!- exclamaron los demás. No debemos separarnos, eso fue lo que nos indicó el pastor.

-Yo no quiero ir, me da mucho miedo- insistió Lucía.

-¿Qué haremos entonces? -preguntó Igor. 

Carmelita señaló que si no cumplían las instrucciones del pastor les podría suceder algo malo.

-Lucía, acompáñanos, si te quedas sola es más peligroso que si vamos todos juntos -dijeron sus amigos.

-Yo no creo que me vaya a pasar nada malo-respondió Lucía-. Buscar esa oveja plateada sí que es muy peligroso. Aquí nada me pasará.

-Bueno, si algo te sucede tendrás que defenderte sola - le dijo Igor.

Los amigos se fueron a cumplir la misión. Llevaban caminando unos minutos, cuando se dieron cuenta que estaban rodeados de ovejas que hablaban.

-¿Cuál es tu nombre ovejita?- preguntó Paula a una de ellas.

-Me llamo Susi y mis amigas: Lulú, Claudia y Nuria.

-¿Ustedes han visto a una ovejita plateada?- preguntó Carmelita.

-Sí, respondió Susi, es una de las más traviesas y siempre se esconde.

Igor le contó que debían encontrarla para llevarla a casa del pastor y así poder seguir con su viaje a Trapolandia.

-Bueno- exclamó Susi- si es así, les diré dónde está. ¿Ven ese árbol que parece que estuviera lleno de luces? No es así, se trata de la oveja plateada que se esconde y ¿saben por qué el pastor la mandó a buscar? Porque a él le gusta salir de noche y con esta ovejita ilumina el lugar y puede ubicar bien las cosas. Por este motivo ella se aburre y lo abandona cada cierto tiempo.

El grupo de muñecos caminó hasta el árbol y la luz era tan potente que iluminaba todo el cielo, lo que les permitió ver a la bruja Alice volando en su escoba y llevándose raptada a Lucía que gritaba pidiendo auxilio:

-¡Paula, Carmelita, Kalín, Igor, Patricio, Luis! ¡Ayúdenme! Esta bruja me lleva a su castillo para que le revele la fórmula de la brujita Ángeles que usa para darle vida a los muñecos.

-¡Cállate!- le dijo la bruja mientras miraba a los muñecos con una cara de furia que daba miedo.

-¿Qué hacemos ahora?- se preguntaban unos a otros.

Igor, Luis y Patricio se metieron en el árbol y Paula , Lucía y Carmelita se quedaron en la entrada junto a Kalín y su hijo, para atrapar a la oveja cuando ésta saliera.

Y así fue como sucedió, la ovejita se sintió acorralada y como no sabía que afuera del árbol la estaban esperando los cóndores y las niñas, salió y fue atrapada por Kalín quien rápidamente la puso sobre sus alas de trapo y la llevó volando a la casa del pastor, iba bien afirmada con unas amarras que le hicieron los niños y niñas.

Cuando Kalín , su hijo y la oveja llegaron a la casa del pastor, éste saltaba de alegría y felicidad.

-Ven acá ovejita plateada, tú sabes cuánto te quiero y si me abandonas no podré pasear por las noches. 

-Bueno, señor pastor- respondió la oveja- yo también estoy contenta de volver, pero no le aseguro que estaré aquí por mucho tiempo, usted sabe que me gusta ir a otros lugares.

-Eso no importa, te volveré a ir a buscar. 

Kalín que estaba escuchando este diálogo, impaciente le preguntó al pastor qué tenían que hacer para romper el hechizo rápidamente, pues su amiga Lucía fue raptada por Alice, la bruja destructora.

-Deben llegar a la orilla del mar y la nave estará esperándolos. Les queda muy poco tiempo para llegar.

Al escuchar esto, Kalín voló lo más rápido que pudo a buscar a sus amigos y con Kalincito los llevaron sobre sus alas a la playa señalada por el pastor; cuando divisaron la nave, corrieron emocionados, se subieron sin hablar y, tratando de no ser vistos, comenzaron el viaje al rescate de Lucía.

Navegaron y navegaron hasta llegar al puerto de Trapolandia. Se bajaron y corrieron al castillo de Ángeles, quien estaba muy alarmada esperándolos.

-¿Cómo están queridos amigos?- les saludó Ángeles.

-No muy bien. 

-Estamos avergonzados porque hacía mucho tiempo que no te veníamos a ver y muy asustados porque la bruja Alice raptó a Lucía, perdona pero necesitamos tu ayuda.

-Sí- contestó Ángeles-. Han sido muy ingratos y descariñados conmigo, pero yo los perdono porque sé que se han portado muy bien.

Justo en ese momento, desde el palacio de Alice, salieron unos rayos muy negros que formaron una frase en el cielo que decía:

"Si quieren recuperar a su amiga, deberá venir Igor y Carmelita para quedarse conmigo y sólo así dejaré libre a Lucía."

Los muñecos se miraron, ambos se habían dado cuenta que se les acababa el tiempo de su aventura, entonces, consultaron a Ángeles y la brujita les prometió que si se entregaban a Alice, su amiga Lucía quedaría libre sin que le pasara nada malo y luego ella los conduciría a todos a la entrada de Trapolandia donde Kalín y su hijo los llevarían rápidamente a sus casas. Después caerían en un profundo sueño y al despertar, no recordarían nada de lo sucedido.

-¿Qué pasará con nosotros?- preguntó asustada Carmelita.

-No se preocupen- dijo Ángeles-. Yo tengo todo preparado para ustedes, Salustio el ángel de la sabiduría me contó todo.

-¿Volveremos a El Totoral?- preguntaron asustados. 

-Por supuesto, eso se los prometo- contestó Ángeles- queda poco tiempo para navidad y en El Totoral hay dos niñas que desean tener unos muñecos de trapo como ustedes.

-¿Nos acostumbraremos?- preguntó Carmelita.

-¡Claro que sí! ustedes también caerán en un profundo sueño.

Paula, Luis y Patricio, se despidieron de Carmelita y su amigo Igor, se desearon mucha suerte. Paula abrazó tan fuerte a Carmelita que la muñeca sintió que esa sería la última vez que estarían juntas, ¡nunca más se volverían a ver!

Igor también se despidió, lo hizo con un saludo muy de caballero y prometió a los niños que Lucía regresaría sana y salva a El Totoral.

Kalín le pidió a Carmelita que lo convirtiera a él y a su hijo en cóndores verdaderos nuevamente. Carmelita tomó su varita y repitió las palabras mágicas:

-"Por el poder de Ángeles, la bruja de la vida, haz que todos mis amigos vuelvan a su condición normal". 

Dicho esto Patricio, Luis y Paula quedaron convertidos en seres de carne y hueso y Kalín y su hijo se convirtieron en las aves majestuosas que eran en realidad.

Igor y Carmelita caminaron muy apenados al castillo de Alice. De lejos vieron a sus amigos que igual de tristes los despedían con señas con pañuelos. Kalín lloraba y lloraba, entonces su hijo lo abrazó y le prometió que nunca más tendría pena, que de ahora en adelante, sería él quien formaría parte de nuevas aventuras.

Mientras tanto en el castillo de la bruja destructora, ésta se asustó al ver que

Lucía cambiaba de aspecto, de muñeca de trapo se había convertido en una niña de carne y hueso. La bruja Alice salió corriendo, como si la persiguiera un animal feroz y se fue con todos sus guardias.

Igor y Carmelita aprovecharon la oportunidad y rescataron a Lucía quien sólo atinó a correr donde estaba Paula, Luis y Patricio, mientras los muñecos se quedaban en el castillo de Alice.

Lucía fue recibida con gran alegría por sus amigos y Ángeles les recordó que era muy tarde y que se apuraran pues si no, llegarían atrasados a sus casas.

Muy agradecidos de la brujita Ángeles, se despidieron de ella, subieron a las alas de Kalín y Kalincito y emprendieron el vuelo de regreso a casa. Una vez en el cielo seguían despidiéndose de sus amigos quienes al mirar por última vez a Trapolandia divisaron a los muñecos de trapo que también les decían adiós. 

Los cóndores dejaron a niños y niñas muy cerca de sus hogares y cada uno dieron un beso de despedida a estas hermosas aves dándoles las gracias por haber sido tan buenos. 

Nuestro querido cóndor sabía que para él y los niños las aventuras habían terminado, ahora sería su hijo quien viviría las próximas fantasías junto a otros niños y niñas de El Totoral.

Al despertarse al otro día Paula no recordaba... nada de lo sucedido. Sólo tenía la sensación de haber estado soñando y al mirar el reloj mural de su pieza vio en su repisa una antigua muñeca de trapo que ni el tiempo transcurrido le había quitado sus hermosos colores. La tomó en brazos, le dio un beso en la mejilla y la volvió a poner en la repisa. Carmelita había pasado a ser parte de lindos recuerdos de la infancia de Paula.

Por otro lado, Lucía al ver a Igor en su repisa, lo tomó, lo sacudió y exclamó:

-Parece que fue ayer cuando solíamos jugar con Paula y nuestros muñecos de trapo.

Justo sonó el timbre y eran Luis y Patricio que venían a buscarla como todos los días para ir al colegio; luego pasaron a buscar a Paula y se fueron todos juntos y felices. El nuevo día había comenzado y a ellos les encantaba asistir a clases, eran muy felices. Sin embargo, ese lunes parecían cansados y así lo notó la profesora, muy preocupada les dijo:

-Les ruego niños y niñas que los días domingo se acuesten temprano así podrán venir a clases más descansados.

La vida continuaba en El Totoral, ya se podía sentir la cercanía de la navidad; en el pueblo estaban muy atentos pues pronto llegaría la tan esperada fecha donde celebrarían el nacimiento de Jesús.

Mientras tanto, en Trapolandia, la brujita Ángeles continúa fabricando muñecos de trapo que darán magia y fantasía a muchos otros niños del Planeta Tierra, así que no te pongas triste ya vienen nuevas aventuras del país de los muñecos de trapo.

Estela Socías
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