Amigos protectores de Letras-Uruguay

Lectura política: Las relaciones de producción y la contradicción clasista en 
“La prodigiosa tarde de Baltazar”: entre la sumisión de Baltazar y el estímulo de liberación de Úrsula

por Ivette Marie Serrano
Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

“No es la conciencia de los hombres lo que

dertermina su comportamiento,

sino el comportamiento social

lo que determina su conciencia.”

-Karl Marx[1]

 

“Opresores y oprimidos,

han estado enfrentados entre sí,

han mantenido una lucha

que en todos casos terminó

con la transformación revolucionaria

de toda la sociedad, o bien

con el hundimiento conjunto

de las clases en lucha.”

Manifest der Kommunistischen Partei, [2]

 

En el cuento “La prodigiosa tarde de Baltazar” de Gabriel García Márquez (1927) observamos una serie de contradicciones clasistas que permiten una lectura marxista de la relación de producción establecida entre el personaje protagónico: Baltazar, el carpintero del pueblo vs. el rico, Chepe Montiel en la que resalta la sumisión del primero al sistema[3]. A través del discurso de la mujer del protagonista, Úrsula se puede percibir todo lo contrario; notamos pues, una propuesta de emancipación. Esta proposición nace del firme propósito de liberar a Baltazar del estado de sumisión del cual ha sido objeto.  Esta actitud asumida por el personaje protagónico es resultado de los valores aprendidos a través de los mecanismos institucionales establecidos por el capitalismo.[4]  

 

El teórico Louis Althusser explica que las reglas de orden establecido por medio de la dominación se aprenden a través de la escuela, el estado, la religión, la familia, et al. Esto quiere decir que los aparatos ideológicos de estado influencian directamente a la sociedad. Contrario a lo que ocurría en el pasado en la sociedad esclavista, la reproducción de la calificación de la fuerza del trabajo tiende a asegurarse por medio del sistema educativo capitalista de otras instancias. Todos estos aparatos ideológicos convergen en las relaciones capitalistas de explotación, o sea, el aparato político sometiendo a los individuos a la ideología del estado.  El precio a cobrar por la jaula para turpiales construida por Baltazar va a pretender ser la fórmula para trastocar la sumisión, ya que Úrsula le sugiere a su pareja que trate de cobrarle a Chepe Montiel por encima del precio pensado, sin ninguna consideración que parta de los valores aprendidos por medio de los aparatos ideológicos de estado.

 

Evidentemente, Baltazar no está fuera del proceso de socialización, es precisamente por ello, que reproduce la sumisión.  Baltazar es sometido a través de la moral aprendida en las instituciones del estado. Si observamos este particular a la luz de la teoría marxista y entendiendo que las relaciones de producción se derivan de la superestructura ideológica, como la reconocen Karl Marx (1818-1883) y Antonio Gramsci (1891-1937), sabremos que son éstas las que someten a Baltazar,[5] Este personaje es sometido a priori mediante la valorización de su trabajo por parte de Chepe Montiel.  

 

Para entender este proceso dialéctico debemos identificar a qué estrato social pertenecen Baltazar y Montiel.  El primero es un artesano, un carpintero de profesión, por lo que en cierta medida, sí posee los medios de producción, pero no tiene el poder político, ni económico que tiene Chepe Montiel.  El ser dueño de los medios de producción consiste en mantener el control técnico de la producción.  El burgués al igual que el artesano tiene el dominio técnico, pero se diferencian en que el burgués sí posee la capacidad de inversión y como consecuencia el artesano no puede producir masivamente, sin embargo, dedican más tiempo a la manufactura de una pieza en particular convirtiéndolas en un objeto único y casi siempre de mejor calidad que uno producido en grandes cantidades.  La producción artesanal no produce ganancias cuantiosas como la producción masiva, pero el trabajo de los artesanos al igual que el de la gran mayoría de los artistas que producen obras manualmente no es un trabajo que se pudiera considerar asalariado, o sea que la realidad material del trabajo artesanal no genera plusvalía para un burgués.[6]  Por otro lado Montiel, pertenece a la burguesía y éstos son quienes tienen los medios de producción y quienes emplean al proletariado. [7]

 

La sociedad se define por articularse en el plano de la producción material y el plano de la conciencia. El plano de la producción material se entiende que corresponde a la estructura económica[8] y a ésta la denominamos como la base.  En la base o infraestructura, se encuentran los obreros y los artesanos como Baltazar.  La base es resultado de la interacción de estas fuerzas y de las relaciones de producción.  En el segundo plano, el que pertenece al de la conciencia, se hace referencia a la producción ideológica, que se le conoce como superestructura, de la cual corresponden formas definidas de conciencia social.[9] En la superestructura es donde se ordenan las formas políticas, sociales, jurídicas y hasta religiosas, pero todas tienen en común que son de orden espiritual o ideológico.  La relación que se establece entre ambos niveles es dialéctica, aunque su desarrollo no es paralelo.

 

En esta relación de producción se demuestra el impacto que tienen los aparatos ideológicos de estado, por ejemplo el aparato ideológico de la familia.  Primeramente, Baltazar llega a tal grado de sometimiento que cambia su apariencia para acercarse a los Montiel.  Hasta ese desplazamiento se modificó en justificación de la condición social.  La acción de arrastrar los pies es indicativa de que existe una incomodidad con esa clase y la sumisión en la que Baltazar está envuelto. La inseguridad del personaje protagónico también se manifiesta cuando afirma que ni siquiera él sabía que para muchos de sus compueblanos la jaula era “la más hermosa del mundo”[10], ya que para él era un trabajo como cualquier otro. Según los planeamientos teóricos de Karl Marx, cuan mayor es el producto, tanto más insignificante es el trabajador.  Para el trabajador que realiza su trabajo como de costumbre, eso sólo una “actividad vital”, pero es vista como un medio para su existencia.  Del mismo modo, se repite la reacción cuando Chepe Montiel, le grita a Baltazar y éste consigue avergonzarlo. “-Estúpido-  gritaba-.  Llévate tu cacharro.  Lo último que me faltaba es que un cualquiera venga a dar órdenes en mi casa.” [11]  La reacción de Chepe Montiel traducida al marxismo es que él como agente de la represión sabe dar órdenes lo mismo que sabe cómo hacerse obedecer sin refutaciones: “Sobre todo, te ruego que no me discutas.”[12]  El personaje de Chepe Montiel, según explica Louis Althusser, sabe manejar la demagogia de la retórica de los dirigentes políticos.  El desprecio manifestado por Montiel, al referirse a la jaula como “trasto” [13] es representativo de un profesional de la ideología dominante por lo que inferimos que Montiel pudo haber aprendido este tipo de conductas por medio de algún aparato ideológico de estado, ya sea el  aparato de la escuela o dentro de su propio círculo familiar.

 

El proceso de sumisión se rompe bruscamente en la historia cuando Baltazar, en un acto de rebeldía, le entrega la jaula para turpiales al hijo de Montiel diciéndole que la había hecho para regalársela.  Este acontecimiento constituye el clímax narrativo del cuento.  Algunas lecturas detractoras proponen que Baltazar se la regaló a Montiel en un acto de timidez, pero nada puede estar más lejos de la verdad,  esto fue un “tómala” de burla y de cólera ya que Baltazar sí pensaba cobrar por la jaula.                 

 

Es la jaula, el objeto en sí, el que va lograr invertir el rol de sometido de Baltazar aunque sea por un instante. Sabemos que Baltazar había tomado en cuenta las recomendaciones de Úrsula que le sugería cobrar más por la pieza, ya que ella consideraba que Montiel contaba con el capital para pagarle una cantidad considerable por la jaula.[14] “(. . .) la jaula los vale- dijo Úrsula-. Deberías pedir sesenta.[15]  Ese acto no va florecer por Baltazar tener una conciencia de clase, sin embargo, en el contexto del protagonista se manifiesta como un acto de resistencia necesaria para contrarrestar la insoportable opresión que ejerce Montiel. 

 

Por último, observemos que Úrsula está conciente de su realidad. Lo demuestra al ser enfática al momento de decirle a Baltazar que pida más dinero por la jaula y claro está ella no propone esto con el fin de explotar a Montiel, sino que es un reflejo de conducta, porque también ha sido sometida por la ideología dominante. Úrsula pretende modificar la conducta aprendida de Baltazar porque no es económicamente favorable. Como parte de la estructura dominante se encuentra la estructura patriarcal a la cual Úrsula ha estado expuesta, esto queda evidenciado cuando Baltazar despertó de la siesta y ella le había planchado los pantalones y una camisa y los colocó en un asiento junto a la hamaca.  Sin embargo, Úrsula dentro de su posición laboral en el hogar intenta estimular la liberación frente al opresor, al igual que otras mujeres que han generado ideas y se han organizado en innumerables luchas para liberarse del dominio. 

               

A través de la historia hemos visto que la mujer es fundamental para tipo de estímulos de liberación. En Génesis, por ejemplo, cuando Eva le dice a Adán que pruebe “la manzana” y él le responde que no es posible, que no es correcto, ya que Dios se lo prohíbe.  Es ella quién lo convence de que él tiene que tomar sus propias decisiones, y por ende, no permita la opresión de su superior.  También, si comparamos “La prodigiosa tarde de Baltazar” con el cuento “El diablo en la botella” de Robert Louis Stevenson, notaremos que es el personaje femenino, Kokua es quién motiva al protagonista Keawe para que venda la botella que concede deseos y así no se vea condenado a la dominación por parte del demonio que tiene dentro la botella.  De la misma manera, la mujer persuasiva que lucha por su base aparece en películas como: Revolutionary Road[16] y The Merchant of Venice[17]. Esta peculiaridad, la observamos en muchos estudios poscoloniales tan recientes como los realizados sobre las mujeres del Movimiento Chipko, en el norte de la India durante el año 1997[18].  Estas mujeres se aferraron a los árboles para reclamar que no se cortaran y manifestar una vez más que los bosques eran necesarios, ya que con ellos ayudaban a sustentar sus familias. Reaccionaron para defender su patrimonio y su sustento, al igual que lo hace Úrsula con Baltazar para que se defendieran de un poderoso que los sometía.

Cuando Baltazar sale de la casa de Montiel éste miente al decir que había logrado que el rico del pueblo le pagara sesenta pesos por la jaula. Esto desemboca en un evento de celebración de sus compueblanos: “Eres el único que ha logrado sacarle ese montón de plata a don Chepe Montiel. Esto hay que celebrarlo.” [19]  Así es como Baltazar comprueba “que todo esto tenía una cierta importancia para muchas personas”, ya que pasó de ser un oprimido a ser el opresor, al menos eso les quiso hacer creer a sus vecinos.  No se atrevió a defraudarlos por lo que él pasa nuevamente a ser objeto de la opresión sin pretenderlo. Finalmente, en sus delirios de borracho, Baltazar habla de una producción en masa -prácticamente imposible- que representa para él una oportunidad de escalar socialmente mediante la explotación de los ricos.          

 

Recordemos cuando se nos da la descripción de don Chepe Montiel nos percatamos que es un rico que ha hecho de todo para poder llegar a ese nivel económico y social: “José Montiel no era tan rico como parecía, pero había sido capaz de todo por llegar a serlo.”[20]  Por lo que queda demostrado que esto es mecanismo de supervivencia mediante la imposición ideológica.  Podemos suponer que en efecto la sumisión de Baltazar es una totalmente ideológica.  No encontramos en el texto nada que nos indique que existiese alguna coerción física o directa de parte de Chepe Montiel. 

Gabriel García Márquez expone en la historia valores ideológicos que están intrínsecos en las luchas de clases y que permiten que el proletario no se resista ante los embates de la clase burguesa. Esta sumisión ideológica se palpa en distintas relaciones que mantiene Baltazar: con su mujer, con sus amigos, con el doctor Octavio Giraldo y hasta con Chepe Montiel.  Queda demostrado que el precio que pone a la jaula y el posterior acto de regalarla responde al interés de la clase capitalista. La sumisión de Baltazar se debe a las instituciones que le transmitieron la ideología y por medio del contacto social. Como todo proceso dialéctico, el autor también presenta a Úrsula como pieza clave del proceso de emancipación que va a responder  a los embates represivos de la división de clases.

 

A tenor con lo anteriormente discutido, comentado y analizado, llegamos a la conclusión que no hay lucha de clases posible si no existen clases sociales antagónicas.  Si hay un opresor, en efecto, va a existir un dominado. Es por ello que el cuento de García Márquez retrató la necesidad de renovar los medios de producción para que este proceso fluya porque la palabra es un medio para comunicar la sumisión, pero también es la herramienta más potente, es la esperanza para los pueblos oprimidos.

 

Bibliografía

 

Aguado, Felipe. Una lectura crítica del marxismo. Zero: 1977.

Aguilera de Prat, Cesáreo.  “El marxismo tras 1945”.  Leviatán. Nº 48, 1992: 107-22.

Alluntis Learreta, Felix. “Marxismo y ateísmo: Posibilidad o imposibilidad de ser marxista sin ser ateo”.  Letras de Deusto. Vol. 16, 34, 1986: 111-34.

Alonso Benito, Luis Enrique. “Funcionalismo y paradigmas sociológicos: Anotaciones críticas a un libro de Jacques Coenen-Huther” Reis. 37, 1987: 207-18.

Althusser, Louis. Nuevos escritos: (La crisis del movimiento comunista internacional frente a la teoría marxista). Barcelona, España: Laia, D.L. 1978.

Álvarez, J. Francisco. “Individuos e información: sobre el marxismo analítico”. Isegoría. 3, 1991: 159-74.         

Ballesteros Durán, Francisco. Marx, entonces y ahora: el marxismo, ¿ha perdido actualidad? Málaga, España: Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2006.

Battaglia, Felice. “Existencialismo y marxismo”. Revista de estudios políticos. 53, 1950: 13-28.

Bermudo Ávila, José Manuel. De Gramsci a Althusser. Barcelona, España: Horsori, 1979.

Besteiro, Julián. Marxismo y antimarxismo. Ediciones Júcar, 1980.

Biosca, Carlos. Cristiano o marxista: ¡tú todavía no eres tú! Barcelona, España, 1979.

Blanco Martín, Carlos Javier. “Marxismo ecosocialista”. Nómadas. 17, 2008: 171-180.

Blanco Martín, Carlos Javier. “Marxismo y poder”. Nómadas. 17, 2008: 181-188.

Blanco Martín, Carlos Javier. “Marxismo y Romanticismo”. Ensayo sobre la ciencia ideológica de la Revolución.” Nómadas. 14, 2006.

Blanco Martín, Carlos Javier. “Sobre marxismo y acción: Notas para una filosofía práctica”. Nómadas. 7, 2003.

Bonete Perales, Enrique. “¿Qué queda del marxismo a finales del siglo XX?” Religión y cultura. Vol. 45, 209, 1999: 333-52.

Boró Herrera, Raúl. “Algunas cuestiones ontológicas del marxismo”. Nómadas. 9, 2004.

Caparrós, Rafael. “Algunas consideraciones sobre los errores epistemológicos de la teoría marxista de lo político”. Entelequia. 3, 2007: 85-126.

Carriedo Castro, Pablo. “Consideraciones en torno al marxismo, la literatura y el realismo social”.  Nómadas. 8, 2003.

Castilla del Pino, Carlos. Psicoanálisis y marxismo. Alianza Editorial, 1986.

Cantinho, María Joao. “Marxismo, messianismo e utopia: a tríade indissociável e a sua "experiência" na linguagem”. Espéculo. 25, 2003.

Castilla Vallejo,  José Luis. “Contribución de Michel Foucault al postmodernismo: notas para el debate nietzscheanismo versus marxismo”. Laguna. 7, 2000: 209-19.

Castillo Mendoza, Carlos Alberto, Jorge García López. “Marx, entre el trabajo y el empleo”.  Documentos de trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. 23, 2001.

Castro Gómez, Santiago. “Foucault, lector de Marx”. Universitas humanística. 59, 2005: 107-17.

Caudet Roca, Francisco. “César Vallejo y el marxismo”. Cuadernos hispanoamericanos. 456-457, 1988: 779-802.

Colletti, Lucio. “El marxismo después de la segunda guerra mundial”. Materiales. 6, 1977: 45-56.

Comín, Alfonso Carlos. Por qué soy marxista y otras confesiones. Barcelona, España: Laía, 1979.

Cortés, Martín. Zapatismo cálido: Notas para una lectura de la experiencia zapatista desde el "marxismo cálido". Intersticios. Vol. 1. 2, 2007: 203-09.

Díaz, Andrés Francisco. “Explotación, clase y transición socialista: una década de marxismo analítico”. Política y sociedad. 11, 1992: 67-84.

Díaz Polanco, Héctor. “Indigenismo, populismo y marxismo”. Nueva Antropología. 9, 1978: 7-32.

Dumond, Kitty. “Psycology in the german democratic republic: A balancing act between scientific and political demands”. Revista de historia de la psicología. Vol. 20, 2, 1999: 93-108.

Estrada Díaz, Juan Antonio. “¿Crisis del marxismo?: Crisis de la Ilustración”. Pensamiento. Vol. 38, 150, 1982: 129-52.

Fábregas Puig, Andrés. “El marxismo como antropología”. Nueva Antropología. 8, 1977: 47-61.

Felipe Mansilla, Hugo Celso. “Las insuficiencias del Marxismo Crítico y los problemas del mundo contemporáneo”. Nómadas. 11, 2005.

Fernández Buey, Francisco Javier. “Las virtudes del marxismo”. Mientras tanto.  52, 1992: 57-64.

Fernández Liria, Pedro. “Análisis y evaluación de la polémica de Foucault con el marxismo: en torno a algunos malentendidos”.  Paideia. Vol. 21, 53, 2000: 311-334.

Fernández del Riesgo, Manuel. “La ética y el marxismo”. Reis. 2, 1978: 87-114  

Forcadell Álvarez, Carlos. “El marxismo y la cuestión colonial”. Cuadernos aragoneses de economía. 1, 1975-1976, 51-64.

Galcerán Huguet, Montserrat. La invención del marxismo: (estudio sobre la formación del marxismo en la socialdemocracia alemana de finales del s. XIX).  Madrid, España: Iepala, D.L. 1997.

Galcerán Huguet, Montserrat. “Presente y futuro del marxismo”. Revista internacional de filosofía política. 17, 2001: 117-56.

Gallardo, Álvaro. “Políticas distributivas, marxismo de elección racional y marxismo clásico: un análisis comparativo”. Revista de economía institucional. Vol. 9, 17, 2007: 213-240.

García Cotarelo, Ramón. “La crisis del marxismo” Revista de estudios políticos. 6, 1978: 117-136.

García Linera, Álvaro. “Indianismo y marxismo: El desencuentro de dos razones revolucionarias”. El Viejo topo. 241, 2008: 48-55.

García Santesmases, Antonio. Marxismo y estado. Centro de Estudios Constitucionales, 1986.

Gargallo López, Bernardo. “Marxismo analítico, el marxismo claro.” Doxa. 17-18, 1995: 231-56.

González Fernández, Ángel. “Sartre y el marxismo”. Anthropos. 165, 1995: 46-53.

Gimbernat Ordeig, José Antonio. “La conciencia de la libertad” Isegoría. 4, 1991: 37-48.

Guadarrama González, Pablo. “La conflictiva situación actual del marxismo en América Latina”. Cuadernos hispanoamericanos. 627, 2002: 55-66.

Guerrero Jiménez, Diego. “Las ONGS, la cuarta vía y el marxismo”. Nómadas. 1, 2000.

Ignasi Saranyana, Josep. El marxismo ante el límite de la muerte. Anuario filosófico. Vol. 14, 1, 1981: 101-14.

Il'ich Lenin, Vladimir. Sobre Marx, Engels y el marxismo. Akal, 1976.

Izquieta Etulain, José Luis. Materialismo, culturas y modos de producción: alcance y límites de la nueva antropología marxista. Editorial San Esteban, 1990.

Jardón Arango, Ignacio. “Marxismo y emancipación en Gramsci”. Anuario jurídico y económico escurialense. 15, 1983: 311-24.

Jardón Arango, Ignacio. Marxismo y filosofía en Gramsci. Madrid, España: Parteluz, 1995.

Jerez Mir, Rafael. Marx y Engels: el marxismo genuino. Madrid, España: Ediciones Pedagógicas, 2002.

Laso Prieto, José María. “El Marxismo y la teoría de las generaciones de Ortega y Gasset” Utopías, nuestra bandera: revista de debate político. 188, 200:185-93.

Liarte, Ramón. Marxismo, socialismo y anarquía. Barcelona, España: Producciones Editoriales, D.L. 1978.

Livi, Antonio. Cristo no es Marx: (el marxismo y la fe cristiana). Madrid, España: Mundo Cristiano, 1978.

Mandel, Ernest. Introducción al marxismo. Anagrama: 1976.

Marx Karl, Friedrich Engels. Manifiesto comunista. Alianza Editorial, 2001.

Masset, Pierre. El marxismo en la conciencia moderna. Madrid, España: Marova, 1977.

Mattick, Paul. “Pasado, presente y futuro del marxismo”. Cuadernos de relaciones laborales. 11, 1997: 325-48.

Miliband Ralph, Santos Juliá Díaz. Marxismo y política. Madrid, España: Siglo Veintiuno de España, 1978.

Molas, Joaquím. Salvador Dalí, entre el surrealismo y el marxismo. El surrealismo / coord. por Víctor García de la Concha, 1982: 140- 45.

Montoro Romero, Ricardo. “La reconstrucción del materialismo histórico de Jürgen Habermas”. Reis. 12, 1980: 117-40.

Murdock, Graham. “Los agujeros negros del Marxismo occidental: respuesta a Dallas Smythe”. CIC: Cuadernos de información y comunicación. 11, 2006: 11-22.

Orozco, Antonio. La crítica marxista a la religión. Madrid, España: Sarpe, 1977.

Ousset, Jean. Marxismo y revolución. Madrid, España: Speiro, 1977.

Pasero, Nicolò. Marx para literatos: propuestas inconvenientes. Barcelona España: Anthropos, 2001.

Pérez, Dante. “Las lecturas marxistas de Walter Benjamín en sus estudios sobre la experiencia de la temporalidad moderna”. AdVersuS. 8-9, 2007.

Pérez-Villanueva Tovar, Isabel. “El estudio histórico de los hechos sociales: características y tendencias principales”.  Cuadernos de historia contemporánea. 13, 1991: 125-60.

Pretel, Damián. De la "filosofía del marxismo" a la filosofía de Marx. Editorial Debate, 1994.

Reiss, Edward. Una guía para entender a Marx. Madrid, España, 2000.

Ripalda Crespo, José María. “La precariedad teórica del marxismo”. Revista de libros. 76, 2003: 18-19.

Rodríguez de Yurre, Gregorio. Marxismo y marxistas. Madrid, España: La Editorial Católica, 1978.

Rolland Calvo, Jorge. “Yo (tampoco) soy marxista: reflexiones teóricas en torno a la relación entre marxismo y arqueología”. Complutum. 16, 2005: 7-32.

Sanmartín, Israel. “¿Fue el colapso del socialismo real la refutación definitiva del marxismo?” Minius. 15, 2007: 255-80.

Serrano Villafañe, Emilio. Filosofía contemporánea: el siglo XIX. Socialismo y Marxismo. Revista de estudios políticos. 211, 1977: 141-70.

Tomlinson, Jim. “Corporativismo: una sociologización adicional del marxismo”. Reis. 31, 1985: 105-18.

Topitsch, Ernest. “El marxismo como ideología del poder”. Revista de estudios políticos. 199, 1975: 241-50.

Williams, Raymond. Marxismo y literatura. Península, 1997.

Notas:

[1] Marx, Karl. Manuscritos de economía y filosofía.  Página 30.

[2] Marx, Karl y Friedrich Engels. Manifiesto del Partido Comunista.  Página 55.

[3] La Real Academia Española, define ‘sumisión’ como acatamiento, subordinación manifiesta con palabras o acciones.

[4] El capitalismo es un sistema basado en la explotación del trabajo asalariado; explotación que consiste en la obtención de plusvalía.  Evidentemente el capitalismo es el punto de controversia de la teoría marxista, ya que éste se basa en salarios y contratos entre partes, jurídicamente iguales para los trabajadores.

[5] Por ejemplo, Antonio Gramsci explica el concepto de la hegemonía que  consiste en una alianza de clases por  la cual la clase dirigente asume una postura de liderazgo por encima de otras clases en cambio le garantiza beneficios para poder tener seguridad pública.

[6] La plusvalía es el valor que crea el trabajador por encima del valor de su fuerza de trabajo y del cual se apropia el empresario en razón de su condición de propietario de los medios de producción. El aumento de la plusvalía es el resultado de una intensificación del trabajo.

[7] La sociedad burguesa actual está establecida sobre las bases de feudal  sin dejar  en el pasado las diferencias de clases.

[8] La economía es la que estudia las relaciones de dependencia mutua de los ciudadanos dentro de la denominada sociedad civil, obedeciendo a la satisfacción de las necesidades físicas de aquellos.

[9] Eagleton. Terry. Marxsim and Literary Criticism. Berkdley.  University of California, 1976: 4.

10] Ibid: 21.

[11] Ibid: 26.

[12] Ibid: 25.

[13] Ibid: 26.

[14] El capital según la teoría marxista es un valor que se valoriza.

[15] García Márquez. “La prodigiosa tarde de Baltazar”.  Leer para escribir. Página 22.

[16] Revolutionary Road (2008) es una película de Sam Mendes.

[17] The Merchant of Venice (2004) es una película de Michael Radford.

[18] Este movimiento comenzó cuando un grupo de campesinas de la India se organizaron para impedir la tala de árboles y todas sus preocupaciones ecológicas.  Ellas reclamaban sus derechos sobre los bosques cuando el sector poblacional al cual pertenecen se vio amenazado por el Departamento Forestal del Estado. Estas mujeres tenían los conocimientos sobre el matrimonio, los valores medicinales y nutricionales de las plantas.  Sabían también que los bosques suministraban el agua y los alimentos necesarios para vivir. Capítulo 5, Postcolonial feminism. “Feminism and ecology”. Para más detalles consultar a Robert J.C. Young. Cita de Young: “It was therefore the woman, together with men such as Bahuguna who were persuaded by the woman’s arguments, who provided the foundation of the Chipko Movement”. 

[19] García Márquez. “La prodigiosa tarde de Baltazar”.  Leer para escribir. Página 26.

[20] Ibid: 24.

por Ivette Marie Serrano  
Gentileza de www.revistapurpurapr.com

y de http://www.oscurosalvaje.blogspot.com/ 

Ir a índice de América

Ir a índice de Serrano, Ivette Marie

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio