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Marta Díez + Adrien Bontin: Luz + color
Cuando la originalidad no tiene límites
Horacio Semeraro

horacio.semeraro@hotmail.com 

 
 

En el Centro Cultural Borges de la ciudad de Buenos Aires, tuvo lugar entre el 10 y el 19 de Abril ppdo, una original muestra pictórico-fotográfica que concitó la atención tanto de la gente del mundo del arte como del público en general, que desfila constantemente por los pabellones del Centro Cultural dedicado a tales eventos. Es que dos brillantes artistas unieron sus talentos : un prestigioso fotógrafo francés que actualmente reside en Buenos Aires y una consagrada y brillante artista plástica, escultora, autora además de una colección de máscaras que son únicas en su género en el mundo.

En esta exposición, las imágenes del fotógrafo francés Adrien de Bontin, intervenidas con pinturas luminiscentes y acrílicos por la artista argentina Marta Diez, fueron sometidas a un interesante juego de luces y sombras, mediante sensores electrónicos que con intervalos de 30 segundos aproximadamente, prendían spots de luz blanca, apagaban, encendiendo luz negra proyectada solamente sobre los cuadros , apostando a resaltar diferentes aspectos de las obras y dando tiempo a que se pudiesen apreciar en toda su belleza y comparar con las visiones anteriores. El resultado fue una serie de imágenes que reflejaron los cambios de ánimos y estimularon al público a participar atentamente, gracias a las variaciones lumínicas, que se fueron produciendo sobre ellas. En total fueron siete fotografías transportadas a tela, numeradas del uno al siete para su identificación. La primera y segunda mostraban rostros de mujer, con tonalidades de colores en los que predominaban el amarillo, anaranjado y verde a la luz blanca

Espectacularmente “maquilladas” por Marta Diez, denotaban felices reminiscencias con sus famosas máscaras (especialmente la primera). Dejo la segunda como ilustración para que el lector pueda apreciar en sus tres aspectos: con luz blanca, con luz negra, y totalmente a oscuras : la luminosidad de estas obras perdura por un lapso de seis a ocho horas.

La numero tres se destacaba por el efecto lumínico de los anteojos de un joven modelo, más allá de una muy buena fotografía. La cuarta obra fue realizada sobre una fotografía sabiamente elegida por Bontin -notable por la actitud socarrona de la mirada del modelo- y sobresaliente por la pintura: las volutas difuminadas de humo del cigarrillo que fumaba el muchacho. La quinta obra, mostraba una sensual mujer de grandes ojos negros, con el toque distintivo y bello de borlas que adornaban el vestido –como primera impresión me parecieron perlas o botones- con intenso reflejo fosforescente, lo mismo que medio contorno de su rostro. Junto a la anterior, me parecieron las más destacadas dentro de un conjunto de un nivel general muy bueno y homogéneo. La sexta obra, mostraba una mujer de gran sensualidad recostada en un sillón de estilo, fumando y con una copa en la mano. Aquí el efecto de la pintura estaba eficazmente distribuido, en forma pareja y sin estridencias. Finalmente, en la séptima fotografía, la curiosa postura en cuclillas y puntas de pié, mostraba a una posible bailarina con calzas en las que Marta Diez privilegió la coloración y el contraste aunado al mismo efecto de la pintura.

En suma, una obra de increíble e inagotable originalidad, cuyos efectos de luz y color yuxtapuestos, generaron obras de un efecto visual y estético notable. Como todo arte, por su profunda subjetividad, seguramente habrá generado tantas sensaciones y efectos como espectadores la hayan visitado. Pero que presenta el común denominador de un efecto placentero y subyugante desde una obra que “sale” hacia el espectador y lo seduce.

 

Horacio Semeraro
horacio.semeraro@hotmail.com
 

 

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