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Jorge Torres Zavaleta y el
contexto de su libro Memorias del viento |
Sin lugar a dudas, Jorge Torres Zavaleta se encuentra posicionado entre los más destacados escritores argentinos contemporáneos. Más allá del marketing que hace que cualquier libro de autoayuda venda más que la buena literatura, las características de su obra literaria son relevantes. Una de ellas es la testimonialidad. Los recuerdos de su infancia vivida en el campo argentino en el contexto de una familia tradicional de elevado nivel económico; la admiración por su abuelo y los caballos de carrera, son temas frecuentes en sus cuentos y novelas. Y al tratar sobe ellos con minucioso oficio, deja testimonios sobre la vida rural, sus costumbres, lenguaje; también de sus desconfianzas y reservas propias de un país que no escapó como tantos al fenómeno del urbanismo desmesurado, ni a los intereses políticos y económicos en juego a lo largo de su –comparativamente-joven historia de pocos siglos. La frescura y fidelidad del lenguaje campestre que transcribe es tal, que produce en el lector la sensación de un viaje a un pasado no tan lejano. Es que en solo unas décadas, el uso de ciertas palabras , giros verbales, tics , frases fue postergándose o quedando en un arcón. Al emplearlas en sus libros, el autor las desempolva y resucita, ofreciendo un deleite especial a quien haya alcanzado décadas atrás a pronunciarlas , escucharlas o leerlas ; y a quien generacionalmente no alcanzó a conocerlas, la posibilidad de acceder a ellas. En ese contexto, se distingue cierta intertextualidad con su propia obra en temas que lo marcaron a fuego en una etapa crucial de su vida. Tal como sucedió con J.L.Borges y sus obsesiones -los compadritos, cuchilleros, temas existenciales o los tigres-, con Manuel Mujica Lainez y su barroco estilo, o María Angélica Bosco y sus novelas policiales por solo mencionar algunos ejemplos, las recurrencias se transforman así en elementos sumamente creativos y sustanciales. |
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En las novelas de Jorge Torres Zavaleta La casa de la llanura, El Palacio de verano, La noche que me quieras o El verano del sol quieto entre otras ,está presente más allá del paisaje rural, del elemento bucólico bellamente descrito, el lenguaje recobrado. Otras de las características de su obra: el respeto por la palabra escrita, el diálogo nunca excesivo como forma de comunicación, el asombro, el suspenso o la pena que logra transmitir según las circunstancias, no son datos menores a la hora de evaluar una obra.. En su último libro publicado a la fecha Memorias del viento, estás presentes las características citadas .Desde su memoria afectiva el autor compuso un libro de cuentos ensamblados cronológicamente cuyas historias campestres nos remiten a anécdotas, personajes y sentimientos de una familia de clase alta argentina opulenta y refinada cuyo devenir financiero decaerá acompañando a los tiempos. Quien haya leído El palacio de verano, o El verano del sol quieto-entre otras obras-corroborará el sesgo autobiográfico de la misma. Así, la rudeza de la vida campestre- más allá de la belleza y poesía que cautivan causando el asombro del narrador- acrisola su espíritu. Madura su discernimiento .El libro muestra tanto las trivialidades de un adolescente o su iniciación sexual , como los hechos festivos, amenos, familiares de la estancia de su niñez conviviendo con la adversidad , la brutalidad y el interés material. Pero el principal valor de la obra radica quizás en el estudio minucioso e incisivo -objetivo/subjetivo- de los personajes, de sus actitudes, mezquindades y grandezas realizado magistralmente. El autor transmite al lector esas empatías: los ama .O descarta sin rechazar, en general, a quienes no le simpatizan; simplemente los describe. El lector, saca conclusiones por sí mismo, aunque Torres Zavaleta logra la complicidad o la coincidencia sin proponérselo. A la transcripción de las expresiones lingüísticas de la época y ambiente rural se suman las inherentes a la alta clase social, mencionadas con fidelidad, como sucede con las otras obras citadas. La inercia de la “Belle Époque” o del “British lifestyle ”varias décadas después, supervive en la obra, mixturada con los caballos de raza y los visitantes ilustres. De las vivencias de este Olimpo familiar, de este palacio y su mobiliario se llegará por motivos económicos a la subdivisión de herencias, pasando antes por notables narraciones como ocurre con “Aquello que se esconde”, altamente recomendable por el análisis de caracteres y posturas adoptadas por los protagonistas. Quienes hayan atravesado por situaciones tales como el desprendimiento de objetos o propiedades se sentirán identificados Una parte de la infancia o adolescencia parece morir, aunque queda vivo en la memoria. El autor sublima esta situación desde la dimensión de nieto, hijo o padre, mostrándola con sensibilidad poética y viril, exenta de sensiblerías. Viento que sopla en la memoria, que se filtra por las ventanillas de una camioneta descompuesta en pleno campo o entre los árboles . Sigue soplando por mucho tiempo en el recuerdo del lector como una antigua melodía que acaricia los oídos, bálsamo de los dioses. Paraíso perdido, paraíso inmortalizado. |
Horacio Semeraro
horacio.semeraro@hotmail.com
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