Instituto del Libro y la Lectura del Perú

(Desarrollo del Plan lector “Alas para volar” y visitas al Museo de la Fantasía)

Capulí 8, Vallejo y su tierra
(Realiza: Telúrica de mayo: 18 al 20 del 2007 en Santiago de Chuco

12 de abril, 1539
23 de abril, 1616

Inca Garcilaso de la Vega, príncipe de los escritores del Nuevo Mundo

Significado del Inca Garcilaso de la Vega
(Se incluye el relato Pedro Serrano al final de este texto)

Danilo Sánchez Lihón

1. Mestizaje e identidad 

El Inca Garcilaso de la Vega nació el 12 de abril de 1539 en el Cuzco, Perú, y murió el 23 de abril de 1616 en Córdova, España. En vida fue admirado unánimemente y se dijo de él: “Príncipe de los escritores del nuevo mundo”. Y después: “El americano más insigne de la colonia”. Alternó con Luis de Góngora y con don Miguel de Cervantes.

El significado actual de su vida y su obra es inmenso –no solo porque hace viva la grandeza del Tahuantinsuyo– sino porque es reclamo de una humanidad al borde del colapso y que se debate en una encrucijada hacer que los principios que en él se pusieran en uso vuelvan a tener vigencia, en aspectos como la fraternidad, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la sana cultura alimentaria, la previsión social, el cuidado y respeto del bien común.

Y es que, con la irrupción española, consecuencia del proceso de conquista, se destruyó un orden admirable que Garcilaso revive, no exento de tristeza al decir: “Trocose el reinar en vasallaje”. Con él, además, se da inicio a una nueva etapa en el proceso de la identidad en nuestro continente, considerándose en este proceso al Inca Garcilaso de la Vega como el primer mestizo espiritual de América.

Garcilaso nos plantea el problema vasto y hondo de la identidad; y del mestizaje, tan visible y conturbado. Y otro más, tan palmario hasta el punto del desgarramiento ahora, cual es el del migrante, quien se aleja de su tierra para vivir en otra y la nostalgia que lo oprime.

Su obra es clave para tener presente y obrar sobre aquella realidad con valores que sólo el Perú alcanzó a realizar en el mundo: el de una sociedad solidaria y fraterna. Tan es así que en el testamento subrepticio de uno de los soldados de la conquista del Perú encontramos este apunte que debe ser un ideario de lo que hay que restituir, así como preceptos para una autoridad o un gobernante del presente, cuando aquel soldado al hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad que ellos lamentablemente destruyeron, anota:

“los incas gobernaron a sus pueblos de tal manera que no había ni un ladrón, ni un hombre vicioso, ni una mujer adúltera o de mala vida”.

También, jamás los ejércitos del inca hicieron pillaje, incendiaron aldeas, violaron mujeres, remataron heridos, impusieron cupos a las poblaciones vencidas. Jamás hubo el “repaso” con los hombres caídos en batalla y las mujeres que los socorrían, que ni siquiera eran militares sino civiles.


Los ejércitos del inca persuadían, enviaban ofrendas de paz y cuando era inevitable la utilización de la fuerza estaban atentos a cualquier gesto de dar paso al entendimiento. Y en vez de arrasar, quemar, hacer esclavos, enaltecían a los jefes, rendían pleitesía a los dioses del lugar, celebraban fiestas en honor de los pueblos anexados al imperio y trazaban un plan de obras públicas para dotar de agua, caminos, edificios y templos a las poblaciones que encontraban a su paso.

“Es tan afortunado por naturaleza este nuevo mundo que no tiene cosa mala, porque su cielo es benévolo, su aire apacible, su agua saludable y su tierra fértil... La tierra del Perú es la más rica y feliz que conoce el mundo”.

En la Capilla de las Ánimas en la Catedral de Córdoba donde descansan los restos del Inca Garcilaso de la Vega, yace grabada esta lápida:

El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio. Son patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia. Falleció a 23 de abril de MDCXVI.

En Capulí, Vallejo y su Tierra buscamos concretar la utopía andina que Garcilaso rememora, cual es que toda nuestra ilusión y esperanza, sueños y anhelos lo instalemos aquí. Que modelemos una escultura aquí, que una obra literaria la insertemos aquí, que un modelo social lo concibamos aquí, no importando sino haciendo que las cosas surjan auténticamente, por lo cual propugnamos los principios incaicos de amar la verdad, amar la honradez y amar el trabajo. 

2. La gesta de Túpac Amaru la embrionó el Inca Garcilaso de la Vega 

Pero hay una dimensión en la praxis y en la acción en donde se comprueba los alcances que puede tener una visión y una obra, como en este caso la tuvo los Comentarios reales... que influyeron decididamente en la gesta que encabezara Túpac Amaru en 1780 y la lucha por alcanzar justicia social e independencia en nuestro país, en aquel entonces bajo dominio del yugo español, grito de rebelión que significó la victoria del ejército rebelde venciendo en Tungasuca al ejército español acantonado en el Cusco, el apresamiento y ejecución del corregidor Aliaga y donde se expidió el famoso "Bando de Libertad", liberando a los "esclavos" de todas 'las razas.

El punto de la mayor significación en este suceso es la estrecha ligazón que tuvo este levantamiento con los Comentarios Reales… del Inca Garcilaso de la Vega, obra de la cual Túpac Amaru fue asiduo lector y que influyó en él sabiamente, tanto que el historiador José Durand anota: "Hasta diríamos que en los Comentarios reales… se halla la Biblia secreta de esa revolución".

Lo demuestra también el hecho de que antes de que se cumpliera un año de haber capturado y dado muerte a Túpac Amaru, el Rey de España firmó en Aranjuez la resolución que prohibía la circulación de los Comentarios reales…, porque en él "han aprendido esos naturales muchas cosas perjudiciales", entre otras: "conservar la memoria de sus antiguos gentiles...", y porque "les da derecho a ser nobles y apellidarse Inca".

Pero la reflexión más significativa que nos plantean estos acontecimientos históricos y estas figuras precursoras, es sobre dos temas de enorme vigencia cuales son el del mestizaje y el de la identidad; fundamentos acerca de los cuales el Inca Garcilaso de la Vega y Túpac Amaru constituyen símbolos egregios.

El levantamiento de Túpac Amaru se hizo reivindicando a todas las razas y dicha sublevación fue para afirmar el derecho y el deber que tenía la gente originaria de este suelo a gobernarse por sí misma.

Túpac Amaru y Garcilaso nos enseñan lo que debemos ser y tener: lo primero, es un saber ser mestizos y, segundo, un saber tener identidad; mestizaje que en vez de ser una desventaja es una gran virtud, pues supone mayor riqueza biológica y cultural, tanto que el mexicano José Vasconcelos la proclamó como la "raza cósmica"; es decir: fuerte, colosal, poderosa; que cohesionaba a los pueblos, símbolo de la igualdad, de la democracia y de la fe en el futuro de los hombres.

Pero, además de saber quiénes somos, hay que identificarnos con aquello; es decir, asumir nuestra condición, defenderla y quererla, que es lo que nos enseñan Túpac Amaru y el Inca Garcilaso, quienes "hicieron –al decir de Don Jorge Basadre– de la negación y el fracaso, la escuela del triunfo". 

3. El Inca Garcilaso de la Vega, iniciador de un campo promisorio 

Pero hay un tema más específico en el cual el Inca Garcilaso es inaugurador y que se vincula al Plan lector que hemos puesto en marcha, cual es que las páginas de los Comentarios reales de los incas es donde se encuentran las obras inaugurales de la literatura infantil en el Perú.

Buena parte de los Comentarios… están escritos en base a las tradiciones que los indios contaban a Garcilaso cuando era niño. Como él mismo lo declara, su crónica no es más que la transmisión fiel de la tradición oral de los incas que él “mamó” en la leche materna y que oyó en sus “niñeces” a su madre, hermanos, tíos y otros mayores.

Los Comentarios reales de los incas no solo están escritos con una “visión de infancia”, sino que por su amenidad, intimidad, y limpidez, es una obra que contiene numerosas páginas que los niños han hecho suyas, lo cual corrobora la naturaleza de la obra de estar escrita desde una perspectiva juvenil. Es sintomático incluso cómo partes importantes de la obra han sido reunidas por Raúl Porras Barrenechea y presentadas como “Recuerdos de infancia y juventud”.

Hay en los Comentarios reales de los incas, intercalados con hechos y eventos históricos, relatos tales que parecieran escritos con la más fina fantasía infantil, así por ejemplo los sucesos: “De un caso extraño que pasó en el valle de Hacarí” o “La aventura de Rodríguez Niño y los galeotes, que narran las peripecias de un personaje a quien encomedaron partir a España con un gran número de galeotes y éstos se le fueron perdiendo a lo largo del camino. Narraciones como éstas hay varias que son, como el autor declara “para distraer y no hacer la lectura monótona”.

Señalaremos como pieza simbólica de este momento en el desarrollo de la literatura infantil, la historia de Pedro Serrano que nos cuenta Garcilaso casi al iniciar lo Comentarios…, muy significativamente cuando trata de “La descripción del Perú”, historia que narra de la peripecias de un náufrago en una isla del Caribe y que además de ser sumamente amena guarda una extraordinaria similitud con el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, escrito 110 años después en Inglaterra.

Parecido tal ha hecho suponer a algunos estudiosos que Defoe escribió sobre la base de la obra de Garcilaso, quien nos narra que la historia la oyó contar a García Sánchez Figueroa quien conoció a Pedro Serrano y certificaba que lo había oído contar a él mismo. Garcilaso lo cuenta a propósito de explicar por qué algunas islas del Caribe llevan el nombre de Serrana y Serranilla como consecuencia de este suceso.

4. Fundador de la literatura infantil en América 

Por lo dicho, podríamos señalar al Inca Garcilaso de la Vega como el iniciador del cuento infantil en el Perú, sin tomar en cuenta el caudal vigoroso de la literatura infantil folclórica o de vertiente popular, cuya sabia y sangre tendrá que fecundar el árbol y el bosque de la literatura infantil del futuro.

Porque con las narraciones que él hizo e incorporó en los Comentarios reales de los incas, narraciones que en realidad constituyen, en el mejor de los sentidos, recuerdos de infancia y de juventud, nace evidentemente la literatura infantil y juvenil escrita en el Perú.

Por algo José de la Riva Agüero apuntó que los Comentarios reales de los incas inicia el género literario de los recuerdos infantiles que creemos tan moderno. Anotación certera y precursora, derivada en parte de lo que el mismo Garcilaso revela al contarnos que lo dicho en este libro lo “mamó en la leche materna.

Y señalamos al Inca Garcilaso de la Vega como el iniciador de esta corriente por las siguientes razones que se agregan al argumento ya expresado:

a) Es el primer mestizo, el producto glorioso de una nueva raza, el hijo de un capitán español y de una ñusta o princesa incaica, y como tal el punto de partida de todo lo nuevo, alentador, positivo y trascendental en el nuevo mundo.

b) Porque el nacimiento de la literatura infantil en América no puede tenerlo un autor que no recoja el aporte del folclore y de las raíces genuinas de nuestra identidad, porque de lo contrario significaría desconocer siglos de historia y cultura.

c) Porque su obra fue escrita para los nuevos hombres de estas latitudes, para los hombres del futuro, en donde tienen lugar preferente los niños y los jóvenes; pero también porque en su obra está no solo la semilla sino el brote de todo lo significativo  que ha de crecer después o más tarde en estos ámbitos.

d) Porque hay escritores inmediatamente posteriores, de la época de la colonia y después de los inicios de la época republicana de nuestros países, que escribieron inspirados en la visión de futuro, tal y cómo lo soñó Garcilaso.

PEDRO SERRANO
Inca Garcilaso de la Vega
 

La isla Serrana que está en el viaje de Cartagena a La Habana se llamó así por el español, llamado Pedro Serrano, cuyo navío se perdió cerca de ella y él sólo escapó nadando, que era grandísimo nadador, y llegó a aquella isla, que es despoblada, inhabitable, sin agua ni leña, ni aún yerba que poder pacer, ni otra cosa alguna con que entretener la vida.

Así pasó la primera noche, llorando su desventura.

Luego que amaneció volvió a pasear la isla, que es despoblada, halló algún marisco que salía de la mar, como son cangrejos, camarones y otras sabandijas, de las cuales cogió las que pudo y se las comió crudas, porque no había candela donde asarlas o cocerlas.
Así se entretuvo hasta que vio salir tortugas; viéndolas lejos de la mar, arremetió con una de ellas y la volvió de espaldas; lo mismo hizo de todas las que pudo, que para volverse a enderezar son torpes; y sacando un cuchillo que de ordinario solía traer en la cinta, la degolló y bebió la sangre en lugar de agua.

Lo mismo hizo de las demás; la carne puso al sol para comerla hecha tasajos, y para desembarazar las conchas para coger agua en ellas de la llovediza, porque toda aquella región, como es notorio, es muy lluviosa.

Viéndose Pedro Serrano con bastante recaudo para comer y beber, le pareció que si pudiese sacar fuego para siquiera asar la comida y hacer ahumadas cuando viese pasar algún navío, que no le faltaría nada.

Con esta imaginación dio en buscar un par de guijarros que le sirviesen de pedernal, porque del cuchillo pensaba hacer eslabón, para lo cual no hallándolos en la isla, porque toda ella estaba cubierta de arena muerta, entraba en la mar nadando y se zambullía.

Y tanto porfió en su trabajo que halló guijarros y sacó los que pudo; y viendo que sacaba fuego, hizo hilas de un pedazo de la camisa, muy desmenuzadas, que le sirvieron de yesca.

Y para que los aguaceros no se lo apagasen hizo una choza de las mayores conchas que tenía de las tortugas que había muerto, y con grandísima vigilancia cebaba el fuego porque no se le fuese de las manos.

Dentro de dos meses, y aún antes, se vio como nació, porque con las muchas aguas, calor y humedad de la región se le pudrió la poca ropa que tenía.

El sol con su gran calor le fatigaba mucho, porque ni tenía ropa con que defenderse y había sombra a que ponerse.

Cuando se veía muy fatigado se entraba en el agua para cubrirse con ella.

Con este cuidado vivió tres años, y en este tiempo vio pasar algunos navíos; mas aunque hacía él su ahumada, que en el mar es señal de gente perdida, los barcos no la veían, y se pasaban de largo, de lo cual Pedro Serrano quedaba tan desconsolado que tomara por partido morirse y acabar ya.

Al cabo de los tres años, una tarde, sin pensarlo, vio Pedro Serrano un hombre en su isla, que la noche antes se había perdido en los bajíos de ella y se había sustentado en una tabla del navío.

Cuando se vieron ambos, no se puede certificar cuál quedó más asombrado de cuál. Serrano imaginó que era el demonio que venía en figura de hombre para tentarle en alguna desesperación.

El huésped entendió que Serrano era el demonio en su propia figura, según lo vio cubierto de cabellera, barbas y pelaje.

Cada uno huyó del otro, y Pedro Serrano fue diciendo: ¡Jesús, líbrame del demonio!

Oyendo esto, se aseguró el otro, y volviendo a él le dijo: "No huyáis, hermano, de mí, que soy cristiano como vos"; y para que se certificase, dijo a voces el Credo.

Durante otros cuatro años vieron pasar algunos navíos y hacían sus ahumadas, más no les aprovechaba, por lo cual ellos se quedaban tan desconsolados, que no les faltaba sin morir.

Al cabo de este largo tiempo acertó a pasar un navío tan cerca de ellos que vio la ahumada y les echó el batel para recogerlos. Así los llevaron al navío donde admiraron a cuantos los vieron y oyeron sus trabajos pasados.

El compañero murió en la mar viniendo a España.

Pedro Serrano llegó acá y pasó a Alemania, donde el emperador estaba entonces; llevó su pelaje como lo traía para que fuese prueba de su naufragio y de lo que en él había pasado.

Algunos señores le dieron ayuda de costas para el camino y la majestad imperial, habiéndole visto y oído, le hizo merced de cuatro mil pesos de renta. Yendo a gozarlos murió en Panamá, que no llegó a verlos.

 

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

 

 

Ver, además:

 

Garcilaso de la Vega en Letras Uruguay

 

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