Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

Los siete milagros de “Masa”
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com     

1. El Cristo Masa

 

Nuevas sagradas escrituras son los poemas de César Vallejo, testimonio del vía crucis de un Cristo colectivo, de un cuerpo sagrado que es la humanidad entera: el pueblo sufrido, humilde y sencillo al cual él se adhiere renunciando a todo: a su genio, a su felicidad y finalmente a su vida.


Para él la humanidad en su totalidad es Cristo, el hombre como sociedad es el crucifijo, conjunción de personas sencillas, comunes y corrientes tienen afectos, rutinas, errores; que se identifican u olvidan, se enaltecen o humillan, son valientes o se sienten apabullados por las debilidades y que por sobrellevar la condición humana que tiene un sentido herido y lastimado ya probaron e hicieron parte de la redención divina y sagrada, porque: «¡Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!»


César Vallejo agrega a la religiosidad o al mundo de la fe de Cristo Mesías el Cristo Masa, el cuerpo místico de la humanidad íntegra, sin exclusiones, sin ninguno que sea execrado, por ser masa doliente, martirizada en el calvario del desempleo, la indigencia y la pobreza, pero más: sin hallar explicación a estos misterios que son la vida y la muerte.


Y él mismo se inmola en esa crucifixión. Es desde allí que habla con autoridad moral, coherencia y pureza integérrimas.

 

2. Su pertenencia a una cultura de asombro

 

¿Cuál es la buena nueva del evangelio Vallejo? El hombre colectivo como cuerpo místico que concreta el milagro de abolir la muerte y con ella los males, las enfermedades, las guerras.


También los pequeños enconos y rivalidades, los desamores e inocuas traiciones, los apegos y desapegos a esta maravilla y andrajo que es la vida.


Es su evangelio el hombre masa, la idea de la humanidad como totalidad indivisible, como tejido orgánico, como género estupefacto, como cometas extasiados hijos de una creación fascinada, es su proclama.


Seres fenecibles entre tanto prodigio y esplendor, los seres humanos hermanados como concepto, acción y destino final. Cuerpo sagrado de lo que es colectivo. Que pudo hacerlo evidente desde una cultura de la solidaridad y la fraternidad humanas.


Aquello lo supo recoger, asumir y avizorar para los demás por su origen, pertenencia y adhesión al mundo andino sincero, prístino y luminoso, forjador de una cultura que hizo de la solidaridad, lírica y épica supremas y que César Vallejo las aprendió de sus savias nutricias en su Santiago de Chuco natal, al punto de poder expresar frases de ternura infinita como: “dulzura por dulzura corazona”.

 

3. Distancia entre dolor y esperanza

 

Quizá no hubiera podido asumir ni expresar aquellos contenidos que su vida y obra expresan y representan sino hubiera tenido la experiencia del amor en su ámbito telúrico y nativo como es el caso de él que lo vivió.


En su niñez la felicidad le ocurrió a plenitud por el amor que supieron darle su madre, doña María de los Santos Mendoza y Gurreonero, sus hermanas mayores, y su padre don Francisco de Paula Vallejo Benites.


Allí, en su Chuco natal percibió el sentido superior de lo humano, y del amor, tanto como de la distancia que hay entre el dolor y la esperanza.


Es la esperanza la que se le hace evidente por su pertenencia a dicha cultura de asombro en relación a la fraternidad, como es la nuestra, confrontada con el mundo occidental; como después también ubicarse en aquellos lugares de fragua y como él lo confrontó sea en la Rusia bolchevique sea en la España ensangrentada.

 

4. Arduo debate del ser y estar

 

César Vallejo poseía un alma esencialmente religiosa por sus ancestros aborígenes e hispanos que lo ubicaban en la comprensión de que el sentido de todo está al fondo de la apariencia física o sensorial de las cosas y los fenómenos aparentes de la realidad. Y que esta es de naturaleza sagrada.

 
Él es un alma atravesada por la flecha del enigma. Y es quien da su respuesta en un espacio sagrado. Y es esencialmente un hombre de creencias, de reclamos y reproches a Dios. Y de constantes suposiciones acerca del orden divino.


Mira el mundo desde una dimensión absoluta y suprema. Y elige la poesía como una misión, como una actitud de consagración al hombre y a su trascendencia.


No reduce la poesía a proeza verbal ni a hechizo del lenguaje sino al arduo debate del ser y del estar y a la forja de un reino de justicia para toda la humanidad. Y como una marca imborrable en el destino de todos los seres y las cosas.

 

5. Con el emblema y estandarte de la poesía

 

Este fervor espiritual que César Vallejo alienta desde la poesía, su ubicación en dicho ámbito y el aferrarse a sus extraordinarias posibilidades, hace de él un epígono mundial que realiza una inmersión en lo sagrado desde esa atalaya.


Esta proeza la cumple con honda y absoluta libertad haciendo que sus postulados se centren pero a la vez se expandan, colmen y rebasen el contenido y el continente de este arte acrisolado.


Vallejo, al mismo tiempo que un hombre bien afincado en la realidad, y un luchador práctico, es un espiritualista absoluto. Es un hombre fervoroso y apasionado por el pálpito de lo ideal y visionario que lo hacen un señalado o un elegido.


Él avanza desde el mundo andino, llevando el anuncio del evangelio de la solidaridad y fraternidad totales inscritos y grabados en el emblema y estandarte de la poesía.

 

6. Tanta vida y tanta muerte. ¡Y tanta eternidad!

 

Es un voluntario de las grandes causas del hombre. Y no escribe valiéndose de las argucias del secreto profesional, sino develando incluso esas mascaradas.


Escribe en vilo, al fresco, en sincero. Arrojado al absoluto, entenebrecido, valeroso. En libertad plena con las palabras. En cielo puro. En caída libre al cielo o al abismo.


Así por ejemplo los versos de «Masa», que por su religiosidad parecieran escritos en clave y obedeciendo al dictado del espíritu inapelable, al punto que resultan en todo providenciales, son una constatación de realidades radicales.


Es increíble reconocerlas que se den, se presenten y conozcan; contenidas, además, en un breve poema en donde es inimaginable que pueda caber tanto prodigio, tanto fondo, como tanta vida y tanta muerte.


Y tanta eternidad herida.

 

7. Quédate hermano


En «Masa hay bienaventuranzas que se agregan a aquellas del «Sermón de la Montaña» de Jesús de Nazareth. Así:


Bienaventurados sean los que escuchan y unen su voz de amor a las voces de sus hermanos en un ruego común: «Quédate hermano».


Bienaventurados los que ruegan, los que abrazan, los que mueren y siguen oyendo o escuchando a sus hermanos.


Bienaventurados los que creen en el triunfo del pueblo, en que unidos podemos superar adversidades, rencores y vencer definitivamente y para siempre a la misma muerte.


Bienaventurados los que escuchan desde más allá de la muerte, se demudan y emocionan viendo a los vivos y plenos de amor regresan.


Bienaventurados los que se echan a los caminos y no van solos sino abrazados a otros hermanos en una marcha hacia horizontes de utopía.

 

8. No mueras, te amo tanto!

 

Dice el poema “Masa”:

MASA

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

 

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

9. El amor colectivo

 

El evangelio Vallejo tiene su sermón del llano en «Masa», de apenas 17 versos repartidos en 5 estrofas, que conforman el nuevo sermón de la explanada o del terraplén; no de la cima, ni de la cumbre ni de la montaña sino de la llanura, de la planicie, del espacio  abierto y horizontal. Del espacio de tierra al borde de una barriada.


Es «Masa» la nueva estancia evangélica del amor colectivo. Es el padre y la madre nuestros del orden espiritual, la sociedad en el anhelo de unanimidad, sin exclusiones, aplazamientos ni disensiones.


Es el nuevo evangelio que solo una cultura y una sociedad como la andina lo pudieron propiciar a través de su representante egregio, de su vocero indiscutible, de su estandartero como es César Vallejo quien pudo hacerlo evidente, y que ojalá todos juntos lo hagamos actual, tangible y vigente.

 

10. Estás tú, yo. Y él. ¡Ellos y ellas! Todos nosotros

 

En ese sermón del llano no se habla de otro mundo sino de este que es el planeta tierra y a ras del suelo. Y por serlo se convierte en el paraíso, terreno y celestial, sin plazos ni postergaciones desde que en él se plasma el amor universal y una nueva resurrección, no de Lázaro sino del Cristo multitud.


Es paraíso el tiempo en que duran los milagros que ocurren en este poema, el tiempo seráfico y eterno donde se encomiendan y corrigen los males del mundo: el dolor, las enfermedades y la muerte mediante el amor universal.


Ningún ser humano, hombre o mujer falta en esta cita. Todos estamos allí convocados, presentes y esperanzados. En realidad jubilosos, exultantes, con los ojos llorosos de emoción.


Estás tú, yo. Y él. ¡Ellos y ellas! Todos nosotros, juntos para siempre. Me encuentro en esa colectividad y sé que estás tú.
Tú a quien adoro, a quien no veía desde que éramos niños. Y si no fuera aquí nunca nos hubiéramos reencontrado, con tus vestidos de niña ilusa.


Y el que aún no nacía también responde a la lista, a plenitud. Y el que había muerto casi al inicio del mundo ha llegado puntual y es el primero de la fila.

 

11. Verdad revelada y anunciada

 

Ninguno se abstuvo, ni uno solo adujo una razón que justifique su ausencia o su tardanza. Nadie se declaró opuesto, o neutral o contrario. No hay ningún indiferente, nadie se rehusó al cariño, a querer, porque tenía que hacer un trabajo. ¡Todos se aman a partir de este momento y para siempre!


Son milagros decisivos, trascendentes, inapelables. Como es milagro abrir el corazón a otro corazón. Y aún mayor milagro abrir todos los corazones juntos por un solo propósito e ideal.


Si solo fuera utopía ya es un milagro imaginarlo. Si solo fuera buen deseo, coherentemente concebirlo como en «Masa» sucede, ya constituye una providencia.


Pero si por ello se da la vida, forma parte entonces de verdad revelada, de soplo del ángel, del rasgarse los cielos a fin de captar esta anunciación henchida y nutricia.


Pero no es solo utopía por una situación de mucho peso, porque la Guerra Civil española que lo inspiró sí ocurrió, cobró millones de víctimas y hubo en ella un voluntariado tenaz. Del corazón de los que se unieron en aquella pasión y agonía surge el testimonio de «Masa» que es verdad evangélica.

 

12. Sin tiempo. Infinito. Intemporal

 

En «Masa», poema XII de España, aparta de mí este cáliz, se presentan varios milagros. El milagro de un hombre por quien todos ruegan, personaje que no es un astro, no es un portento de individuo sino un ser común y corriente. Es un hombre anónimo, solamente hombre y, como tal y por serlo, un combatiente. Ese individuo es uno y es todos. No tiene nombre. Su nombre es: masa.//Es el primer milagro que ocurre a favor de alguien por primera vez irreprochable. Nadie endilga acerca de él un solo reparo o argumento en contra. Ni siquiera un: yo me abstengo. Todos están de acuerdo en rogarle que se quede. No es Mahoma, no es Buda ni Zaratustra. Si fuera uno de ellos otros ya hubieran puesto obstáculos. Ese hombre es todos los hombres juntos y reunidos.

No ocurre en ninguna etapa histórica sino en todas. Ni en este ni en el otro siglo sino que en todos. Ni tampoco en el pasado, ni en el presente ni en el futuro. Es en un reino sin tiempo. Infinito. Intemporal.

Solo sabemos que es al final de la batalla, de la batalla definitiva. Porque es un guerrero de quien se habla y quien resucita Tenía que serlo, un luchador y un combatiente, porque ello es ser fiel con la vida, como lo fue el propio César Vallejo. 

PRIMER MILAGRO: TODOS LOS HOMBRES DE LA TIERRA

13. Todos los hombres para salvar a uno solo

Este es un dogma en Vallejo si alguna vez tuvo dogmas: “todos los hombres”.

Pero a la vez es un milagro que todos los hombres coincidan en armar y unirse para salvar a alguien. Es la utopía moral más extraordinaria y absoluta, jamás expuesta ni imaginada siquiera, menos aquello por lo cual se entrega una vida como él inmolara la suya.

Que ninguno falte o falle. Todos están presentes, no para beneficiarse con una pitanza o una prebenda, sino para salvar a un hombre, a uno solo. Todos los hombres para salvar a uno solo. Este es un himno y una epifanía milagrosa, pero era moral imaginarlo al menos y morir por ello como lo hizo César Vallejo. 

14. Ninguno es más que otro

Aman a un hombre que ya es cadáver, pero que el amor lo ataja, lo suspende, lo iza otra vez a la vida. Es un guerrero muerto en la batalla.

Todos están unidos en un ruego común, enlazados en un solo deseo: salvar a uno. Todos amando al unísono. No es que son amados sino que aman.

Todos son los que se conmueven, los que son tocados por el mismo sentimiento, por la misma devoción y por el mismo amor: el amor fraternal.

Todos están al mismo nivel: son masa, colectivo, sociedad. Ninguno es más que otro. El único que está al centro y solo es el que padece, en quien se ensaña la muerte.

Pero hay la solidaridad unánime de todos, que pronto lo hace libre y resucita, se abraza al primer hombre y echa a andar. 

SEGUNDO MILAGRO: FIN DE LA BATALLA

15. Paz entre todos los hombres

Este es el fin de la batalla decisiva, de la madre de las batallas, del símbolo de las batallas, de la batalla final.

Es el fin de la historia del hombre como una secuencia de enconos y peleas. Llegó a su fin el tiempo de los enfrentamientos, la historia luctuosa de pugnas, rivalidades y reyertas de hermanos contra hermanos.

Con esta batalla se terminaron los odios, las confrontaciones, las guerras. Ya no cabrán matanzas entre los seres humanos. Porque si continuaran los enfrentamientos no concurrirían todos los hombres de la tierra a pedir a un combatiente en un ruego común: “quédate, hermano”.

Primer milagro: se logra la paz entre todos los hombres de la tierra. Ya jamás habrán enconos ni rivalidades. 

16. Se acercan con un ruego

 

Han cesado las hostilidades y entre los hombres juntos reina la hermandad y van a salvar a aquel que es la representación de todos, a quien rinden el honor del cariño, de la pleitesía y el amor. Y el anhelo de que se quede entre nosotros para siempre.

Este hecho es un milagro estupendo.

Ha costado un sacrificio enorme: Ahí yace el cadáver, del combatiente, símbolo también de todos los combatientes, de aquel ser íntegro, que cree en su causa y es honesto.

Yace en el campo de batalla. Ya es cadáver pero aún sigue muriendo. Y entre todos la tarea común es salvarlo y se acercan con un ruego: “Tánto amor...” 

TERCER MILAGRO: EL AMOR VENCE A LA MUERTE 

 

17. El amor la única razón y argumento

¿Qué es aquel elemento que devuelve el aliento, el ánimo y los pasos al cadáver muriente que yace allí tendido?

¡Es el amor! El amor de todos que emerge convicto, confeso y radiante frente a la muerte.

Con la invocación al amor es que las personas rodean al cadáver. Uno le dice: “No mueras, te amo tanto!”. Pero no es suficiente, la muerte no se conmueve. Pero pronto son quinientas mil voces que están clamando: “Tánto amor, y no poder nada contra la muerte!”

Ya están allí posicionados el amor de uno y el amor de todos: el individual y también el amor colectivo.

Y ese es el argumento en este reclamo: que se ama por separado y en la dimensión colectiva. Es un amor sin condicionantes. Es el amor la única razón y argumento valedero, no porque sea de tal o cual condición. Pero, eso sí: es directo, de persona a persona. 

18. Cabales hasta el final de los tiempos

La salvación se da aquí por el amor individual y el amor colectivo, es amando en ambas dimensiones cómo se concreta y plasma la utopía de la solidaridad.

Pero es el amor colectivo unánime el que finalmente vence a la muerte.

Amor personal y tangible. ¿Porque, qué es lo que sienten todos en este círculo de imploración? Amor. Amor multánime y efectivo.

Es el amor universal, del cuerpo sagrado que somos todos juntos y reunidos lo que hace posible este milagro no por los resultados que se alcanzan sino por el proceso mismo de poder todos juntos reunirnos y sentirnos hermanos para siempre.

Donde caben todos desde el principio del mundo, cabales hasta el final de los tiempos.
 
CUARTO MILAGRO: TODOS SE SALVAN

 

19. Primavera del amor universal

Al salvar a un solo hombre por la acción de todos la dialéctica es que todos se salvan. Y se elimina a la muerte para siempre. La muerte misma es liberada de la faz de la tierra por la solidaridad de todos los seres humanos. Ese es el resultado de estos hechos prodigiosos. Todos son los que salvan y todos son salvados.

Y ya no hay condenados, réprobos ni pecadores. Porque si todos los hombres conjugaron sus ruegos y a todos les embarga el mismo tamaño de amor, no hay entonces uno o algunos que puedan ya jamás ser condenados.

Todos se salvan, porque ¿cómo vamos a condenar a nadie en esta primavera del amor universal? 

20. Ya no cabe ningún quebranto

Nadie se condena ni está condenado. Ni siquiera quien hubiera sido criminal, quien ahora queda redimido por su capacidad de amar. Consecuentemente, es ese amor universal el que permite que no haya seres marginales, solitarios ni enfermos. Quedan abolidas las enfermedades puesto que la muerte desapareció de nuestras vidas. ¿A qué entonces el dolor? Ya no cabe ningún quebranto.

Cada uno ha puesto su cuota de bondad. Es el canto de la salvación a través de la solidaridad universal.

Todos se salvan. Así como no hay un solo excluido del ruego común y colectivo de la salvación, ninguno tampoco será marginado de la salvación universal.

De allí que esta sea una epifanía de la creación, una utopía para todos los tiempos. 

QUINTO MILAGRO LES VIO EL CADÁVER TRISTE

21. Voluntad del lado de la muerte

El cadáver que estaba muriendo ha respondido con un gesto. Una voluntad lo anima al ver aquel amor multitudinario. No es que sea pasivo sino al contrario, es él el decisivo. Pone una cuota suprema de adhesión a la vida. El cadáver elige la vida por correspondencia al amor que se le ofrenda, por gratitud y adhesión voluntaria y libre. Lo cual es muy importante como reciprocidad al votar por la vida.

Está probando el poema que detrás de la muerte también se tiene voluntad.

Esta mirada del cadáver triste, emocionada, abarca a todos los hombres. Porque toda la humanidad lo rodea, que no renuncia a salvarlo ni se resigna a dejarlo morir. Y el cadáver triste, emocionado, regresa. Hay una voluntad no solo de este lado sino del lado de la muerte y este hecho dialéctico es de la máxima significación. 

22. Se elimina a la muerte para siempre

Es importante este aparente detalle pero en el fondo esencial: que la acción no es unilateral. El cadáver responde y con él la humanidad desde el otro lado a la cual también hay que salvar y que él ya representa.

El cadáver actúa, él da su cuota a la vida, él vota como todos los que han muerto. Transpone un puente, una línea, una barrera, pasa de la muerte a la vida. Él vence. Hay un acto de iniciativa. Hay un convencimiento. Hay voluntad de regresar a la vida, hay una elección de corresponder al amor, hecho que otorga una dimensión moral inmensa a estas metáforas.

El cadáver se llena primero de tristeza por solidaridad. Y se emociona. Se llena luego de fervor. No puede negarse ante tanto amor. Se rinde a favor de sus hermanos y regresa. Él toma finalmente la decisión que es afirmativa. Y con ese acto se elimina a la muerte para siempre. 

SEXTO MILAGRO: ABRAZÓ AL PRIMER HOMBRE 

 

23. Ya no es el extraño sino lo entrañable

¿Donde ocurre todo esto? ¿En una calle? ¿En una plaza? ¿En un yermo?

Al borde de un campo de batalla. Hay estragos de lucha y de encono. Hay pómulos morados en la multitud de hombres. Es un lugar solemne, desolado, sin un árbol ni una flor, sin el mar a la orilla o a los pies. Es un juicio final de amor entre los hombres. Es de un dramatismo enorme, bello y grave. El cadáver es de un ser entrañable: Quizá padre, quizá hijo, quizá hermano. ¿Se trata del esposo? ¿O del amigo?

En él está representado lo más querido e íntimo. Aquello que podría haber sido ajeno, el otro, el prójimo, por esta comunión del amor y la salvación universal ya no es el extraño sino lo entrañable. 

24. El milagro en el tiempo eternal

Y lo primero que se realiza y se cumple es el rito del abrazo que es lo que nos hace hermanos, que nos hace humanidad solidaria.

Volvemos a lo que solo la utopía incaica lo hizo vigente en el orden social.

Volvemos a la simplicidad de lo cotidiano. A lo que podemos hacer tú y yo. Y todos. Esta tarde o esta mañana. A abrazarnos. A darnos un abrazo. A abrazar al primer hombre que pasa. Al germen, a la raíz, al gesto del cual la solidaridad parte: el abrazo.

Este abrazo quedará sellado e indeleble para siempre como símbolo de una nueva humanidad y del milagro en el tiempo eternal que no es otro que este en el cual estamos en este instante parados. 

SÉPTIMO MILAGRO: ECHÓSE A ANDAR

25. ¿Hacia dónde vamos?

Estos últimos milagros regresan a nivel de lo cotidiano que es lo verdadero y auténtico. Retornan al tiempo común y corriente. Y a todo aquello que es asequible, que está a la mano, que podemos tocarlo sin elucubraciones, ni plazos ni idealismos.

En este último caso se trata de hacia dónde vamos. ¿Adonde podemos echarnos a andar en función de nuestros ideales, proyectos y utopías? ¿A dónde iremos individual y entre todos juntos?

Ambas órbitas lo individual y colectivo quedan aquí otra vez indisolublemente unidas. Pero, ¿adónde dirigirnos todos juntos en marcha apoteósica? 

26. Es el nacimiento a la vida

Marchar a la tierra prometida, hacia el reino de la libertad dejando el reino de la necesidad.

Incorporóse lentamente

abrazó al primer hombre; echóse a andarDos enclíticos verbal que hacen de estos versos la acción de caminar, de emprender la marcha, ¿hacia dónde?

Es la voluntad de caminar. Es el nacimiento a la vida. Este tener un rumbo o una meta. Este ir hacia algo o alguien. De tener un horizonte, un camino, una égida moral.

Echóse a andar por el futuro dichoso. Hacia un camino de utopía donde los hombres se amen y comprendan. 

EPÍLOGO

27. La abolición de la muerte

Con estos actos y hechos aquí se abolió a la muerte. La muerte misma ha sido proscrita o dicho mejor: liberada de sus cadenas y de su guadaña. La muerte ya no existe. Todos los hombres caminan abrazados. Todos se han santificado, porque fueron capaces de ser solidarios y hermanos.

Todos los hombres. Ninguno se abstuvo. Nadie desistió. No hubo un solo apático. Nadie que quisiera ser arbitrario, destacar por oposición. Todos estaban convencidos respecto a un fin: salvar al hombre.

Las de César Vallejo son palabras que defienden la vida, la justicia, a los débiles, desamparados y desposeídos.

El milagro de que todo esto es futuro, es visión profética, es el milagro de lo que es infinito, sin tiempo, que tiene como respaldo la moral de una vida incólume. 

28. La muerte ha sido derrotada y huye

¿Gracias a qué condiciones se produce la salvación que es liberación de la muerte, del dolor y las enfermedades? ¿Por qué méritos? ¿Bajo que rangos? Solo el único: verdadero: ser hombre y defender la vida.

Esa condición nos da la categoría de combatientes.

Ante aquello nadie tiene un reparo qué hacer, ninguno ha de formular una duda.

¿No es este un milagro? ¿No es este un hecho asombroso? Lo es.

Tan asombroso que la muerte que hasta ahora no había sido derrotada, que tenía todas las victorias, que siempre salió ilesa y airosa, se burló con mueca horrenda y acerba, ha huido. Esta vez ha sido derrotada y huye. Se va, desaparece de la faz de la tierra. 

29. Testimonio moral, tenaz e inapelable

¿No es esto un hecho inmenso en la dimensión de la utopía que debemos realizar como toda salvación, en este caso colectiva?

El Evangelio Vallejo es testimonio moral, tenaz e inapelable porque se guía solo por el interés sacratísimo de la defensa de lo humano frente a las fuerzas del mal y de la muerte.
 
Lo único que requiere y destaca es la actitud fraterna, solidaria, que todos poseen.

Es más que utopía. Es el tiempo de amor universal en el que transcurre el poema “Masa”. 

30. Todo termina y empieza aquí

En este breve poemas está contenido todo. Después de ese poema no hay otro mundo.

Para salvarnos tendríamos que entrar mentalmente en las 17 líneas o versos que lo conforman y después trasponer su esencia a la realidad que queremos reedificar. ¿Con qué cuota? La del amor, despojados de todo reparo, crítica o clase de razón. Solo con el entusiasmo, la creencia y la pasión.

Todos los mundos quedan encerrados en el espacio de este poema.

Ese es el final, de ahí se regresa. En este poema se resucita a un hombre por el amor multánime de todos. Vuelve a la vida decidiendo volver. En este escenario se ha llegado al borde y a la orilla de todo, más allá ya no hay mundo. Todo termina y empieza aquí.

Danilo Sánchez Lihón

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