Georgette escribió estos versos sublimes y absolutos dedicados a César
Vallejo que ya quisiéramos que alguna mujer lo diga y lo cumpla en
relación a nosotros alguna vez –no importa si ella sea la más
humilde y desasida, instruida o no, leída o analfabeta; no importa su
edad, ni su estatus ni su condición– pero a ti varón, o a mí, o a
todos nosotros, nos enaltecería para siempre si alguna mujer nos
dijera:
Tú
no sabes
cómo te hubiera llamado
si te hubiera perdido
Esto
le dice Georgette a Vallejo décadas después que él había muerto,
en estado confidente, en solitario, abandonada en él.
Quiere decir que nunca lo perdió, pese a que él murió cuando él
tenía treinta años y era una mujer hermosa. Pero lo importante no es
decirlo sino cumplirlo y ella lo demostró. Le fue yendo y volviendo
de eternidad en eternidad.
¿O lo perdió en un instante siquiera para saber el vacío y la
desolación que se siente para recuperarlo pronto y para siempre? Di.
¿Qué piensas?
2.
Solo una mujer fiel y consagrada lo alcanza a cumplir
El
3 de abril del año 1970 los restos del poeta César Vallejo eran
trasladados del cementerio Montrouge al cementerio de Montparnasse.
Era obra de Georgette quien compró la nueva tumba e hizo trasladar
los restos allí. Ella no estuvo presente. Encargó a la Embajada del
Perú que lo hiciera porque no le alcanzó el dinero para viajar.
Así le dio gusto a su esposo después de muerto. Hizo calladamente lo
que solo un amor hondo es capaz de realizar. Hizo extraer sus restos
de la tumba familiar, donde reposaba al lado de su madre, y los enterró
en donde él quería descansar, en Montparnasse.
La distancia entre uno y otro cementerio es corta. Lo distante y a
veces imposible de vencer son los trámites. Es obra fatigosa donde
cada instancia resulta difícil y engorrosa, en la cual la mayoría de
veces se desiste.
Solo una mujer fiel y consagrada, quien asume la causa del hombre a
quien ama, lo puede alcanzar a cumplir, como fue ella.
Porque hay que tener un temple de hierro, total y absoluto para
persistir y continuar. La mayoría de mujeres de los célebres se
dedican más bien a gozar de las prebendas y de los méritos de sus
esposos muertos.
Un dato complementario a este es que la tumba vacía de Montrouge ha
sido adquirida por el Instituto de Estudios Vallejianos con sede en
París, a fin de conservarla haciendo allí un cenotafio en memoria
del poeta.
3.
El primer y único hijo que alcanzó a tener
Georgette
dejó sellada la tumba de César Vallejo –como esposa legítima que
era, pues se casaron el 11 de octubre del año de 1934 en la
Alcaldía del Distrito 15 de París– de tal modo que nunca sea posible
abrirla sin su consentimiento.
De ese modo, al morir ella, se esfumaba y caía en un pozo ciego y
abismal la única llave que hubiera hecho posible abrir ese catafalco.
Ya no solo el retorno a su tierra sino que ni siquiera trasladar el
hueso húmero de Vallejo al Perú y a Santiago de Chuco es posible, como
es nuestro más profundo y sentido anhelo.
Ella adquirió a perpetuidad la tumba de Montparnasse e hizo trasladar
allí los restos mortuorios del poeta –en el lugar que él le indicara
que quería descansar algún día, y donde reposan los célebres e
inmortales de Francia y el mundo– hecho que consumó el año 1968,
para lo cual ahorró moneda tras moneda y sin pedir ayuda a nadie.
4.
toda mujer eternamente mece un niño
Pero
dejó estipulado una cláusula en el contrato que de acuerdo a las leyes
de Francia es inalienable. Dicha cláusula de acuerdo al régimen de
propiedad privada de dicho país es que nadie sin su consentimiento
puede abrir dicha tumba. De ese modo lo hizo suyo para siempre, actitud
uterina de mujer, quizá haciéndolo el primer y único hijo que alcanzó
a tener.
Sobre su lápida mandó grabar parte de este epitafio que escribió para
él:
Tú mi vida
tú mi desgracia
toda mujer eternamente
mece un niño
Nevé tanto
para que tú duermas
lloré tanto
para desvanecer tu ataúd
Sin embargo, ella deseó ser enterrada en el Perú, como última e
inquebrantable voluntad, como expiación por haberse opuesto de modo
tenaz e irrevocable a la repatriación de los restos mortales de César
Vallejo a su tierra natal.
5.
las tumbas se superponen, una sobre otra
Es
cierto que ella adquirió una tumba para sí misma en el mismo
cementerio de Montparnasse, junto a su esposo.
Esto lo afirmo recién pese a haber leído mucho antes esta información,
pero que no le daba crédito puesto que las varias veces que visité esa
tumba yo mismo corregía aquel dato diciendo:
¡Pero no hay ningún lugar reservado al lado de la tumba de César
Vallejo.
Sin embargo, ahora, en la visita que hiciéramos varios integrantes del
grupo Capulí, Vallejo y su Tierra, en agosto del año 2008, corroboro
que es cierto.
Lo comprobé al visitar la tumba de Charles Baudelaire, a corta
distancia de la tumba de César Vallejo en el mismo cementerio, donde me
di cuenta que las tumbas se superponen bajo tierra, es decir que un
catafalco está sobre otro.
Tal ocurre en la tumba del poeta de Las flores del mal en donde el
letrero indica que varias personas enterradas allí, entre ellas la
madre del poeta alineadas las tumbas se superponen en sentido vertical,
una sobre otra.
Es entonces cierto que ella compró un espacio cerca de él, o más
arriba o más abajo.
6.
Tu frente llena de sollozos en mi regazo seco
Sin
embargo, al morir no gestionó ser enterrada al lado de César Vallejo.
No hizo nada para que ello se cumpliera. Pese al amor sublime, más allá
de la vida y la muerte, que traspone y alcanza la eternidad, y que ella
le tuvo y le deparó a él.
Amor que sobre todo lo probó con su vida, sus pasos y su ejemplo. No
tomó ninguna iniciativa por reunirse con él en este mundo recostándose
al lado suyo en su tumba.
Pese a quienes la zahirieron y le reprocharon un querer aprovechar la
memoria de su esposo y colocarse muy cerca de él, se quedó aquí en el
cementerio Jardines de la Paz, de La Planicie, en la Capilla 2, Letra C,
Fila 4, Nicho 36, Planta B.
¡Sin embargo, aquel lugar en su tumba al lado de él, en Montparnasse,
le corresponde!
Pero era más profunda su posesión de tal modo que lo porta en el útero
simbólico de lo que es su tierra de origen, su cultura y su gente,
siendo él el primer y único hijo que ella tuviera.
7. Que ella compartiera junto a él el camposanto
¡Sin
embargo, aquel lugar en su tumba al lado de él le pertenece sobre
manera!, no por lo esposa que fue sino por lo mujer eterna consagrada a
él en la vida y en la muerte!
No ocupa el lugar que le corresponde. No hizo nada por ello. Y al
contrario deshizo en el planeta tierra, siquiera de ese modo, el volver
a estar enlazados.
Quizá queriendo decirnos con ello que hay pendiente el tema de cambiar
el mundo de manera radical.
No movió un milímetro en tal sentido aquella a quien se le acusó de
apropiarse de Vallejo. Dejó la lección de que sabía renunciar cuando
a lo santo lo toca lo profano y superfluo.
Ello porque nada más natural y legítimo que ella compartiera junto a
él el camposanto que adquirió con sacrificio supremo. Si en algún
momento se le ocurrió esta idea después la descartó de plano y por
completo. ¿No hay en esto un hondo sufrimiento oculto?
8.
Interminablemente escucharé tu sueño
Pero
sí dejó escritos estos versos que solamente se pueden escribir con la
matriz hecha gemidos:
he corrido tanto
y ya nada existe
Un día
cuando haga mucho calor
como un cascabel roto
iré a sentarme en tu tumba
Con la cabeza apoyada en tu muerte
interminablemente escucharé tu sueño
tu frente llena de sollozos
en mi regazo seco.
9.
Le sangraban las rodillas
Estamos
en deuda con Georgette, porque ella ha sido responsable, escrupulosa y
reverente, en primer lugar con respecto a la obra del autor de los
Poemas humanos.
Cuidó de los originales prolijamente, veló por ellos y los resguardó
en un momento y en circunstancias difíciles y riesgosas como la Segunda
Guerra Mundial en Europa.
París, donde ella vivía era bombardeada constantemente, las casas eran
allanadas y las personas detenidas en las calles desaparecían, situación
en la cual no había nada seguro, ni siquiera la vida de las personas.
En estas circunstancias ella cargó con las obras cosidas a su
pecho.
Nada había seguro en aquel tiempo. Quizá se hubiera pensado que un
lugar propicio hubiera sido la sede de una legación de un país
extranjero no involucrado en la guerra. Allí se dirigió ella con la
obra de su esposo y allí lo entregó creyendo ingenuamente haberla
puesto a buen recaudo.
10.
Lo que ella hizo es extraordinario y supremo
A
los pocos días regresó a ese mismo lugar. Estaba desierto. Miró por
la ventana y vio papeles regados por uno y otro sitio junto a los
muebles y otros trastos dejados en el apuro de una huida.
Entró como pudo y vio con horror en los ojos que esos papeles eran los
escritos únicos de César Vallejo. Eran los inéditos, que ella había
dejado en la legación.
Cuenta que estuvo muchas horas y de rodillas juntando y reconociendo
cada original. Le sangraban las rodillas de estarse agachada recogiendo
hoja por hoja y separando los papeles esparcidos por el piso de aquel
local que había sido allanado.
Tenemos, por eso, una deuda con Georgette.
Portando aquellos escritos ella pudo ser intervenida, torturada y
finalmente desaparecida.
Nadie le habría creído en esa circunstancia que defendía la obra
genial de un poeta que había muerto, cuando todos se preocupaban cómo
agenciarse un mendrugo para comer.
Era en ese contexto y aquellos días que ella cuidaba la obra de César
Vallejo que ahora nos asombra y llena de orgullo.
¿La actitud que desarrolló es la común y corriente? No, al contrario.
Lo que ella hizo es extraordinario y supremo.
Porque, ¿qué es lo que hace una mujer joven y bonita después que ha
enviudado? Piensa, de manera práctica, en rehacer su vida, si es
posible asegurándola de un modo mucho más solvente en el plano económico.
11.
Dio su vida, su emoción, sus entrañas
El
amor de Georgette por César Vallejo es amor sublime que rompe todos los
esquemas, parámetros y supera a la muerte.
Cuenta Manuel Chávez, a quien entrevista Ernesto More, que Georgette
aprendió a bailar bien la marinera para complacer a César Vallejo,
tanto que Manuel a ella la llamaba cariñosamente “La chola Georgette”.
Vallejo escribe para ella “Palma y guitarra”.
Cuenta aquel amigo también que las únicas veces que se separaban
ambos, que andaban siempre cogidos de la mano, era cuando había en el
grupo una dama que podía acompañar a Georgette, yendo entonces ambas
adelante. Era la ocasión en que él con algún amigo iban a cierta
distancia y así se permitía César Vallejo en “echar una ojeadita a
las muchachas bonitas que pasaban”.
Georgette Philippart dio todo por Vallejo: su vida, su emoción, sus
entrañas.
En aras de ello dejó su país, se despojó de su patrimonio, dejó
familia y se enfrentó indefensa la especie humana en el campo
intelectual feroz e implacable.
12.
Quisiera que mis ojos llenos de lágrimas
Y
finalmente lo siguió más allá de la muerte.
Mucho hay que valorar en la pareja César y Georgette Vallejo. La relación
honda, total y sublime que solo un genio como él podía haberla
inspirado.
Es un amor que se sitúa a mucha distancia en relación con los amores
terrenos, mundanos, comunes y corrientes y que sin embargo se exaltan y
hasta se erigen como ideales.
Este amor rompe diferencias y se proyecta al infinito.
Sobrevivió en carne y hueso 46 años de vida terrena después de la
muerte de Vallejo.
Sin embargo, ha sido incomprendido, vilipendiado y zaherido, por los
envidiosos, malos poetas y simios grotescos.
– Quisiera que mis ojos llenos de lágrimas
tomaran todo tu rostro
casi para mecerte
pero yo no tengo el remedio aquí abajo
ni siquiera para ti a quien adoro.
13.
Pena de no volver a verte nunca
No
por ello deja de ser amor sublime.
No por bello, ni hermoso, ni henchido de halagos, porque al contrario:
fue un amor lleno de amarguras, privaciones y desencanto:
Amigo mío, esposo mío, aquí está la primavera.
Dónde están nuestros hijos
tú y yo
que solo supimos hacerlo mal.
Adiós amor mío
ya nunca más nos veremos en la aurora.
A
la vez de amplitud y yugo. A la vez de libertad y atadura. A la vez de
separación y fusión total, hasta la eternidad.
–
Oh la extraña pena
de no volver a verte nunca.
14.
Digno de encomio, gratitud y hasta de reverencia
Georgette
y César Vallejo tuvieron una vida muy dura, llena de privaciones y
amarguras; de humillaciones inferidas por sus propios amigos –o que
después se llamaron así– a fin de tener un mendrugo qué comer.
Al morir él pudo decir entonces:
– ¡Basta de idealismos! ¡Ya está bien de romanticismo. Ya pagué mi
cuota. Ya destiné nueve años a la causa de la revolución mundial, al
lado de uno de los hombres más quijotescos de todos los tiempos.
Pero no. Consagró los 46 años posteriores a lo mismo, hasta el día de
su muerte a ahondar y hacer más grande ese idealismo.
Los dedicó a consagrarse en esa lucha y ese sacrificio, defendiendo la
obra de su esposo, identificándose con el Perú y su destino.
Abrazó la causa de los pobres y de la justicia social, hasta probar la
resaca de todo lo sufrido y las caídas hondas de los cristos del alma,
en palabras de César Vallejo.
Todo
esto, ¿no es digno de encomio, gratitud y hasta de reverencia?
De allí que hacemos de Georgette una militante de nuestra causa y una
fe a seguir.
Porque Capulí Vallejo y su Tierra es vida heroica. Y toda nobleza como
Georgette la tuvo nos convence, conmueve y nos rinde hasta la adoración.
Y a la inversa, nos causa repulsa todo hedonismo y toda complacencia.
Y todo contubernio que se deje guiar por el festín de los placeres y el
despilfarro.
Es por eso que erigimos un emblema en nuestras vidas:
¡Georgette de Vallejo! ¡Presente!
¡Georgette de Vallejo! ¡Presente!
¡Georgette de Vallejo! ¡Presente!
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