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Instituto del Libro y la Lectura, INLEC del Perú

y Capulí, Vallejo y su Tierra

Historia de Navidad 
¿Existe Papá Noel? 
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com 

1. El jacinto y el nardo

– ¡No quiero oírte! 

– ¡Yo solamente te digo, no te estoy gritando, como tú gritas! 

– ¡Ya no me hables! 

– Ya ves, tú gritas, yo no.

– ¡Basta! ¡No quiero oír más!

– Si quieres, pues, pregunta a nuestros primos mayores: 

Volteando hacia arriba, hacia el segundo piso donde están sus padres, Rodrigo exclama: 

– ¡Papá! ¡Emilio me fastidia! ¡Corrígelo! ¡Es malo!

– Yo, solamente le converso. –Murmura este para sí.

– ¡No quiero escucharlo hablar, papá! 

Bajando el padre se acerca a ellos:

– ¡Qué pasa hijos! ¿Por qué esos gritos?

Es 24 de diciembre y la primavera aún viste sus mejores galas. Las flores y los árboles del jardín estallan en mil colores. El jacinto y el nardo en el muro lucen sus ramas y sus hojas, e inundan la casa con sus más exquisitos aromas.


2. Escarbando la tierra

Rodrigo se abraza a su padre temblando de ira. Sin poder hablar, más por la impotencia que le embarga.

– ¡No fastidies a tu hermano menor, Emilio! ¿Por qué ocurre esto?

– No es nada importante papá. Nada más que estábamos conversando. Yo no le he gritado ni le he ofendido.

– Tú eres mayor que él. Entonces más bien debes ayudarlo, protegerlo y ser comprensivo con tu hermano.

– Eso hago papá. Por eso se fastidia. Porque trato de hablarle y de enseñarle algo. Y él no quiere oír.

Rodrigo se calmó. Después de estar abrazados un rato con su padre, quiso estar solo. 

Se sentó en el patio y estuvo escarbando la tierra con un palito. Estaba cabizbajo, entristecido.

Largo rato se asomó a la fuente donde los peces se movían entre las raíces y las vulvas de los lirios de agua.

En el almuerzo no quiso comer, dijo que le dolía la cabeza. Y en algún momento tuvo arcadas que preocuparon a papá y mamá.


3. Estaba impresionado

Por la tarde la mamá adornaba el árbol de Navidad y ponía los últimos regalos al pie del cono, lleno de bolillas doradas unas y escarlatas otras, y de estrellas. Estaba pendiente también de preparar la cena.

Rodrigo seguía pensativo y afligido. El papá quiso acostarlo para que descanse un rato:

– ¡Qué te ocurre hijito! –le acarició el padre alzándolo entre sus brazos.

– Emilio me fastidia papá.

– ¿De qué manera?

– Me miente. Y es cruel.

– ¿Qué cosas te ha dicho?

– Que Papá Noel no existe. Dice que es una patraña. Y que ustedes nos engañan en la Navidad.

– ¿Eso te ha dicho? 

– Sí. Que todo es una mentira; que Papá Noel no entra por la ventana a dejar los regalos.

– No le hagas caso, hijo. 

Habló el padre de ese modo, por decir algo, pero en el fondo estaba impresionado y hasta estremecido, pensando en estos hechos; como si de repente se derrumbara el mundo que habían construido con sus hijos.

– ¿Es cierto, papá? ¿No existe Papá Noel?


4. Ya saben qué es cierto y qué es mentira

Seguía anonadado. Cuando empezaba a tratar de consolarlo con alguna explicación, diciéndole alguna razón curiosa y sencilla, se abrió lentamente la puerta y Emilio entró con un rostro también de expectativa.

Se sentó en la cama, atento a oír las palabras que el padre iba a decirle a su hermano menor.

– Dile ahora que Papá Noel sí existe. –Reclamó Rodrigo.

– Papá Noel no existe, Rodrigo. Me lo ha dicho y demostrado el primo Carlos.

– ¡No quiero que me diga eso, Papá! ¡Dile que no me diga eso! 

– Cálmate, hijo. ¡No le des mucha importancia!

– ¡Ya ves, es malo! Y dice que tampoco hay ángeles, ni querubines ni hadas. 

– ¡Es cierto, Rodrigo, no existen. Es pura fantasía.

Otra vez Rodrigo se puso a llorar inconsolable.

– Y, ¿quién te ha dicho todo eso? –Inquirió el padre.

– Mis primos mayores, que ya saben acerca de qué es cierto y qué es falso.


5. Un mar de colores

Ahí entró la madre y se sentó a enfriarle una taza de manzanilla que había ido a prepararle a Rodrigo.

– Papá, más bien dile a Rodrigo la verdad: que Papá Noel no existe, –encara serenamente Emilio a su padre.

Su mirada es clara, tranquila, madura. Eso sí, le palpita levemente el mentón, por la intrepidez que pone en sus palabras.

– Y dile que tampoco existen ángeles, ni querubines ni hadas.

Emilio espera una respuesta verdadera de su padre, pues cree en él. 

Hasta hoy nunca le ha fallado diciéndole algo que no tenga una razón. Y es hora que él sepa de su propia boca lo que le han dicho: que Papá Noel no es verdadero, que es una mentira. Pero aún así: tiene una gran duda, que ahora desea resolver.

– Quiero que tú digas la verdad. –Suplica, de otro lado, Rodrigo–. Dinos: ¿Papá Noel, existe?

El crepúsculo por la ventana estalla en un mar de colores rojizos y amarillos sobre el fondo del cielo aún celeste. Las palomas ya se han recogido a dormir bajo la copa de los árboles de enfrente. Y en las cornisas de las casas parpadean sutiles las luces de Navidad.


6. Es más verdad

Los ojos llorosos y expectantes de Rodrigo, como si su tranquilidad dependiera de un hilo, hacen vacilar al padre. 

Lo alza en sus rodillas. También quiere abrazar a Emilio, que no se deja. 

Más bien se pone al frente de él, mirándole fijamente a los ojos. Y empinándose en las plantas de sus pies, cuan alto había crecido, a sus nueve años de edad.

Un largo silencio se sucede, en el que se escuchan los ruidos pequeños de la casa.

– Papá Noel sí existe, hijos míos. –Concluye el padre. 

Emilio al instante se pone de pie.

– Sí. –Prosigue el padre– Incluso es más verdad que todo lo que parece muy concreto en la realidad.

Emilio, la mirada dura, exige una respuesta a su pregunta:

– Quiero que me respondas papá: ¿Quién puso los regalos en nuestros zapatos el año pasado? ¿Y quién los pondrá ahora este año? Dime, ¿quién?

El padre calla.


7. Es una emoción 

– ¿Fue Papá Noel o fuiste tú con mamá? ¡Dinos la verdad!

– Fuimos tu mamá y yo –responde tranquilo el padre.

– ¿Entonces? –Inquiere Emilio.

– Papá Noel existe en nosotros. Es un espíritu que está en nuestros corazones y hace que en Navidad nos sintamos más buenos, más tiernos y más amorosos con nuestros hijos, este día.

Hace que nosotros dejemos lo que es duro y severo. Y nos sintamos ese ser bondadoso, que pasa acomodando juguetes sobre los zapatos de los niños.

Somos nosotros, nuestro lado bueno y tierno que ese día aflora. De lo contrario todo eso quedaría oculto, apagado e inerte.

Hace que nosotros con mamá ese día escojamos lo que a cada uno de ustedes les gusta, que nos volvamos niños. Y a eso lo llamamos Papá Noel. A ese espíritu que hace que los adultos nos volvamos niños tras un disfraz. 

¿No es legítimo? Es una emoción que se grafica en imágenes. Y la vida no debe privarse ni de las emociones ni de las imágenes.


8. Se juntan varias tradiciones

Allí interviene la mamá diciendo:

– “Cuenta incluso la historia que Papá Noel fue un personaje que vivió hace mucho tiempo. Era un Obispo cristiano de origen griego llamado Nicolás, que vivió en el siglo IV. Sus padres murieron por socorrer a las personas enfermas de una epidemia. Al quedarse huérfano eligió ser sacerdote y repartió todos sus bienes entre los pobres. 

Era un hombre bueno que empezó con la costumbre de regalar juguetes a los niños para que estos se sintieran, siquiera un momento, felices. Cuando murió, las personas en recuerdo de ese hombre idearon la anécdota que ustedes conocen. 

Pero también hay otros personajes parecidos, uno que vivió en Finlandia de donde viene el nombre de Santa Claus. 

Por eso, en Papá Noel se juntan varias tradiciones, lo que prueba que es un sentimiento colectivo, lo cual es una muestra de su verdad, de que no es mentira. Al contrario, estos hechos le otorgan más autenticidad. Además, es una tradición que si no muere es porque ese sentimiento existe en todos los seres humanos. Y es hermoso que así se exprese”.


9. Grandes contenidos del alma

Añade el papá:

– “Es bello que siga existiendo un sentimiento así y las obras que gracias a él se realizan –continúa el padre–, porque si se pierde tanto el hombre como la vida se empobrecen. Por eso, no es una mentira. 

Porque es un sentimiento poderoso en el alma de toda la gente; aunque tampoco es un personaje de carne y hueso que entra por las ventanas y en eso Emilio tiene razón. 

En esa parte es una leyenda. Las leyendas expresan a través de algunos símbolos, y valiéndose de algunos atributos fantásticos, grandes contenidos muy sentidos en las personas. En el caso de Papá Noel, revela lo que los seres humanos tenemos de ternura en nuestros corazones y se representa como a ustedes se les cuenta”.

Emilio se ha conmovido. Se acerca y abraza a su padre y a su madre. Y atrae para sí a todos para hacer un círculo y un solo abrazo. Entre los dos hermanos entrecruzan sus manos, se miran y sonríen.


10. La verdad de nuestros corazones

Rato más tarde Rodrigo ya no tiene fiebre. Y jugando con sus primos se preguntan ambos:

– ¿Qué quieres que Papá Noel te regale este año?

Emilio contesta:

– Confío en que Papá Noel sabe lo que yo quiero.

Su primo Carlos lo mira sorprendido, y le pregunta:

– ¿Qué? ¿Sigues creyendo en Papá Noel?

¬ – ¿Crees que el mundo es solo lo que vemos?

– Papá Noel no existe, ya te lo expliqué.

– Mira, es tan verdad que cuando yo sea grande voy a salir al parque convertido en Papá Noel, para alegrar a los niños.

– Estás loco.

– ¿Qué crees? ¿Que la realidad es solo la que ven nuestros ojos o lo que es verdad en nuestros corazones? 

En el cielo oscuro se elevan los primeros cohetes celebrando la Navidad, y con ella el bien y la paz en la Tierra entre los hombres de buena voluntad.

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