Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

Día mundial de la Tierra
Anuncio de un nuevo día
Danilo Sánchez Lihón
http://danilosanchezlihon.blogspot.com/

(Telúrica de mayo: 16, 17 y 18
del 2008, en Santiago de Chuco)

Caminata poética de Capulí
"Entre Hermanos"
Participación abierta.
Alturas de Santa Eulalia.
Asistencia al Festival de la Chirimoya de la comunidad de Callahuanca.
Inscripciones: 99895-9640 y Nextel: 9402*7145

1. Amanece

 

Aún es noche oscura y profunda, pero ya la hora avanza inatajable por su morada sombría.


De pronto el silbo agudo de un pajarillo perfora el hueco de las tinieblas con un piído penetrante que se desprende desde algún nido escondido en alguna rama. O que se abriga en los carrizos del alero bajo el tejado.


Con él se anuncia un nuevo día.


Esa avecilla ha despertado al universo entero.


Desde su pico y desde su leve canto la vasta extensión de la vida se tensa y se estremece; deja su letargo, se remueve y despierta.


Todo parece haber sido hincado por ese trino milagroso.


Los cerros se desperezan entre cristalinos y soñolientos.


Y todo, poco a poco, recobra el frenesí a partir de aquel tenue gorjeo.

 

2. Los rastrojos del alba

 

¿Cómo es que una señal tan diminuta haya dado inicio a esta explosión?


¿Cómo es que la hilacha de un silbido haya desencadenado esta orquesta atronadora de sones, latidos y el fragor de la creación?


El ruido de las hachas se desprende volviendo a caer sobre los troncos. Y empieza el rezongar de las cocinas que restallan y humean en el horizonte.


¿Cómo es que desde este minúsculo gesto el mundo entero otra vez reviva y se inquieten gozos y pesares?


También han despertado las voces candorosas de la gente que se revuelve en sus lechos:


– ¡Ya es de madrugada!
– ¡Ya amaneció!


Y de la otra que avanza ya por los caminos trayendo de los campos romero, cebolla, cilantro y hierbabuena.


Y que ofrecen sus atados en la calle repentinamente develada.

 

3. El espejo del sol

 

– ¿A cómo están las clavelinas?
– A real el ramo.
– Pero ni una de color blanco has traído.
– Aquí hay una, mamita.
– ¡Pero qué es una entre tantas amarillas, rojas y azules!
– Las avispas pican a las blancas, por eso no hay.
– Y, ¿por qué las pican?
– ¡No se sabe, por qué será!


Amaneceres que hacen sentirnos al principio pálidos y ojerosos. Y después radiantes, mirando la tierra humedecida.


Los muros llenos de flores. Y los rastrojos del alba temblando en los dinteles de las ventanas.


¡Ya se astilla el espejo del sol en los bordes de los cerros, deshaciéndose en brillos multicolores!

 

4. Un mecerse acompasado de tallo con tallo

 

Pronto la neblina de la alborada se va destejiendo. Y llega subiendo de la hondonada. Ya se desmaya por las paredes y se deja caer por el suelo de las calles.


Semeja la pelusa de un durazno en flor. O el vello tierno en el cuello de una niña recién nacida.


Es un blanco perla que se deslíe entre el verde fuerte de los sembríos y el azul añil del cielo.


– ¡Ya está crecido el aviar! –le dice el hombre a la mujer mirando sus campos florecidos.


– Para mayo será la recogida.


¡Es la tierra donde han brotado las espigas!


Hay un mecerse acompasado de tallo con tallo.


Y un susurro al rozarse de una hoja con la otra hoja, bajo el susurro del viento.

 

5. Cristalina entre los abismos


Todos los campos están sembrados con diversidad y variedad de cultivos:


Retazos de colores se esparcen por lomas y planicies, los bajíos y altozanos.


Donde relumbran y hasta brillan el blanco perla de la cebada, el esmeralda tropical de los maíces y el amarillo oro del trigo.


Hacia aquel lado se extiende el anaranjado traslúcido de una chacra de ollucos.


Allá el morado y blanco de una parcela de habas, ya en flor.


Aquel cerco amarillo es de mostazas y el otro escarlata es de plantas de sugán.


Esto ocurre en el terreno de llanura o secano.


Pero mirando hacia arriba, hacia la cumbre de aquellos peñascos, casi encima nuestro resplandece un retazo de verde translúcido, parejo e intenso.


¡Es un sembrío de alverjas!


Una gota de pasión, una lengua de luz entre los abrojos. Es una fuente cristalina en vertical suspendida sobre los abismos.

 

6. Y allí florece

 

Está en plena ladera. ¡Qué digo ladera! ¡En una pendiente escarpada!, casi a plomada, entre rocas abruptas y alturas de miedo.


Es un pedazo de tierra sembrada que se distingue desde esta ventana, en esta casa en la curva del camino.


Desde aquella cima fulgura el verdor del sembrío hacia la redondez de toda la comarca.
Y allí florece. En lo alto de los farallones.


No sé cómo hará el hombre o la familia que lo cultiva para haber hecho los surcos, para dejar caer la semilla, hacer el deshierbe, el aporque; o para regarle agua los días de estío.


Y después cómo recogerá el fruto en sus vainas de jaspe sin caerse al barranco.


Porque, ¿quién puede subir allí y permanecer sujeto en ese precipicio?

 

7. La tierra ofrece sus dones


¿Quién puede hacer un remiendo de verde al borde de un peñasco? ¿Y sembrar entre las zarzas silvestres de un risco?


¡Sólo ustedes, padres míos, campesinos de mi aldea! ¡Forjadores de la altura, la transparencia y el vértigo; talladores de lo que es límpido, puro y absoluto; dueños impertérritos del coraje y del valor!


Donde mujer y marido llevan envuelto al hijo tierno y le hacen su cuna en esas alturas, en algún recodo delgado del ventarrón que sabe lo que no debe arrastrar a las hondas cañadas por donde brava.


Porque la tierra ofrece sus dones, pero el valor del hombre agrega a su inmensidad el heroísmo del construir cotidiano.


Y así como del piído de la avecilla insurge el pasmo de la creación; del sueño, del brazo y el pundonor de los hombres florecen los campos cada día.

 

Telúrica de Capulí en Santiago de Chuco,
Tierra de Vallejo, entre el 16 y 18 de mayo del 2008.
Te esperamos, avisa a los compañeros pronto.

Danilo Sánchez Lihón

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