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2 de abril
Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil
Día de la Literatura Infantil

Antonio Cornejo Polar conversa sobre literatura infantil en Pittsburg
Danilo Sánchez Lihón
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
 
 

“Préstame la pétrea fuerza del pasado
y yo te prestaré las alas del futuro”.
Robinson Jeffers

 

Introducción

Llovía intensamente en Pittsburg cuando, con Antonio Cornejo Polar y Cristina, su esposa, recorríamos, agachados bajo los paraguas, primero la hermosa placita del Alleghen en el centro histórico de la ciudad, hecha de vidrio y de acero –él pugnando por encender un cigarrillo– y, luego, los tres de arriba abajo por el “campus” de la antigua universidad.

Hacia el conglomerado de Pittsburg todavía deben apuntar amenazantes muchas ojivas nucleares, puesto que es el principal centro de investigación de energía atómica con fines bélicos, y el núcleo de las acerías que colmaron de tanques, barcos y aviones los frentes de batallas en la Segunda Guerra Mundial, y sigue proveyendo de ellos al ejército norteamericano.

Allí trabajaba hace algunos años este brillante profesor universitario peruano de procedencia arequipeña, a quien esa prestigiosa casa de estudios le hizo concesiones excepcionales a fin de retenerlo.

Sin embargo, posteriormente ejerció la docencia en la Universidad de Berkeley, en California. Me invitó a visitarlo en aquella ciudad, me alojó en su casa y entre tantos temas sobre los cuales conversamos pude grabar éste sobre literatura infantil y juvenil.



1.

D.S.L. Antonio ¿Cuáles consideras como las razones históricas, sociales, estéticas o literarias, por las cuales no ha habido de manera ostensible, nutrida y constante una literatura para niños y jóvenes en el Perú, considerando que los siglos XVII, XVIII y XIX produjeron en Europa a los grandes escritores de la literatura infantil como charles Perrault, Jean de la Fontaine, Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm y a los fabulistas españoles Tomás de Iriarte y Félix Samaniego?

¿Por qué entonces y a contrariamente a lo que ocurría en el Perú, que lo imitaba todo de Europa, no tuvieron lugar aquí esas manifestaciones a favor de una literatura emparentada con la población infantil y juvenil? ¿Cuáles serían a tu parecer los motivos de esta situación?


A.C.P. En parte creo que el florecimiento de la literatura infantil y juvenil en Europa fue una manifestación tangencial, pero importante, del romanticismo, y de la necesidad de encontrar ciertos valores, como también sentimientos más simples, el candor u otros contenidos, que eran considerados como muy trascendentes por los románticos.

De otro lado, parte de esta literatura, en el caso de Europa, tenía mucho que ver con las tradiciones nacionales y, como sabemos, el romanticismo tuvo como una de sus grandes metas la consolidación de los estados en ese viejo continente, por consiguiente dentro de ese proyecto esta literatura, que volvía a la tradición y a los eventos antiguos, que podían reformular viejas leyendas, fábulas, etc., también podía servir a este proyecto de consolidación nacional y por esa razón es que prospera.

Pienso que en América Latina, y especialmente en el Perú, el romanticismo fue débil y probablemente por eso es que no se produjo un cultivo similar de la literatura infantil y juvenil; aunque algo hubo a este respecto pero mucho más tardíamente, pienso, por ejemplo, que hay dos figuras importantes pero obviamente en otra época, me refiero a Francisco Izquierdo Ríos y a Carlota Carvallo de Núñez, que creo fueron dos clásicos en este sentido.


2.

D.S.L. Algunos estudiosos, preocupados por este tema, creen advertir que la falta de una literatura infantil o juvenil es un problema de identidad, con el agravante de no haber reconocido o valorado debidamente nuestros aportes orales, tradicionales, folclóricos, que constituyen y hacen la primera versión de la literatura infantil.

Y también por no reconocer que somos una población fundamentalmente infantil y juvenil hacia la cual los escritores nos debemos en primer lugar. ¿Crees que hay un problema de coherencia de lo que son los discursos literarios con lo que es la realidad del Perú y especialmente, en este caso, la ausencia de una versión de literatura para niños y jóvenes formaría parte de estas contradicciones, solapamientos y negaciones de nuestra identidad, problema muy acusado en el Perú?


A.C.P. Yo creo que tal vez el problema mayor no sea el hecho de la no existencia de una literatura infantil y juvenil nutrida, sino que ésta existe en términos de literatura oral y por consiguiente se realiza dentro de un circuito marginal respecto a lo que solemos llamar, entre comillas, “alta cultura”.

Tengo la impresión que en las familias, y sobre todo en las familias campesinas o populares, hay una tradición de mitos, fábulas, leyendas, refranes, etc., que van circulando y modificándose de generación en generación y que allí sí hay una tradición muy rica.

Lamentablemente creo que la conocemos poco y poco la hemos llevado al formato del libro; entonces el problema no estaría tanto en la ausencia de este tipo de relato o de poesía, sino en nuestra incapacidad de traducir eso a un lenguaje más universal, como podría ser la escritura.

Realizar esto permitiría, además, una relación horizontal entre distintas tradiciones que coexisten en el Perú; haría posible que un cuento de Puno se conociera en zonas de la selva, por ejemplo. Por tanto, considero que es más un problema, primero de investigación y, luego, de trabajo de edición y de divulgación de esta materia.


3.

D.S.L. Ciertamente, recuerdo muy bien una conferencia que dictaste en el INIDE donde apuntabas certeramente todo esto y no olvido tampoco algunas inquietudes o comentarios posteriores de algunos maestros que escucharon esa advertencia o atisbo tuyo, de que existe una literatura oral más o menos fecunda pero en el ámbito de vida cotidiana y más ligada al ámbito rural del Perú.

Pero aparte de la edición de libros, que siempre es una función muy limitada en nuestro medio, ¿qué otras propuestas, operaciones y vías se podrían realizar o seguir a fin de que se transvase esa literatura oral hacia lo que forma parte de una cultura más ligada a la educación, o a los soportes o convenciones de la vida moderna?


A.C.P. En términos generales, e inclusive pensando en otros problemas de la literatura más reciente, que suele reconocerse bajo el nombre de post-moderna, existe la discusión teórica sobre si, de alguna manera, la relación actual con la cultura se hace fundamentalmente a través del sonido.

Es decir, que también en este caso, con más evidencia acerca de lo que acabo de mencionar, cabría imaginar formas de difusión de esta literatura que emplearan nuevas tecnologías y que de alguna manera, sin salir del terreno de la voz o de la oralidad, se pudiera hacerla circular más intensamente y más extensamente por el cuerpo social.

El gran problema en estos casos suele ser que ese tipo de tecnología no está dedicada a trabajos de cultura o a trabajos de afirmación de identidad nacional, y entonces los medios comienzan a fallar, referentes a un proyecto de esa naturaleza.

Pero creo que sí es importante reflexionar en el hecho que objetivamente el niño y el joven tienen hoy un acceso a la cultura que parece depender mucho más de la imagen y de la palabra dicha, que de la escritura propiamente, eso por supuesto no quiere decir que descuidemos el libro ni ninguna de las otras formas escritas, pero sí que podemos experimentar con otros medios y otras tecnologías.


4.

D.S.L. Pasando a otro aspecto, mucho de la literatura exitosa es aquella puramente lúdica, que es la capacidad de ilusión, de fascinación y creatividad abierta al mundo, sin ningún lastre ni atadura que lo limite u oprima. Pero eso es casi inimaginable en algún escritor peruano.

¿Crees que hay alguna razón por la cual un autor, un escritor literario en el Perú tenga una suerte de impedimento casi fatal de poder hacer volar la imaginación, la ilusión, la fantasía de manera desprendida de todo lo que son sus substratos sociales, concretos y reales?

¿Por qué no hay escritores que se dediquen al hechizo puro de la palabra y de la quimera, como en otras latitudes? ¿Hay alguna razón cultural que permita explicar esto y que nos prohíba o nos condene a no tener una literatura infantil que sea el gracioso y soberano gusto por la imagen, esa dimensión netamente de hechizo, encanto y sortilegio?


A.C.P. Yo creo que tal vez hay dos puntos a tratar respecto a esta problemática. El primero es que la literatura infantil y juvenil ha estado muy ligada a la pedagogía y de alguna manera ha funcionado en relación con ciertos objetivos o metas que se tratan desde una perspectiva concretamente didáctica o educativa.

Y eso hace que este tipo de literatura tienda siempre a enseñar algo, a ser útil de alguna manera, a coadyuvar en el trabajo educativo. Pensando en términos positivos si se quiere, en el sentido de que hay que dar lecciones de civismo, lecciones de cualquier materia, pero siempre con la idea de ofrecer una lección.

Creo que eso ha limitado un poco la capacidad de una literatura de este tipo que sea más puramente imaginativa, lo cual evidentemente es un error, porque también la imaginación, la sensibilidad, la capacidad de fingir y de emocionarse frente a lo puramente fantasioso, es parte de la condición del hombre y debería ser también parte de su educación.

Por otro lado, creo que no solo en el campo de la literatura infantil y juvenil, hay una tradición en la literatura peruana y sudamericana de compromiso o de necesidad de enfrentar situaciones socialmente angustiosas o deprimentes, o problemas que directa o indirectamente atañen a grandes núcleos humanos, y creo que eso funciona tanto en la literatura adulta como en la literatura infantil y también puede haber sido una razón para que este tipo de literatura imaginativa se cultive menos, o se cultive muy poco.

Creo sin embargo, como lo decía hace un momento, que es importante señalar que aún desde esa perspectiva la capacidad de fabular es una de las capacidades que permiten que el hombre sea más humano.


5.

D.S.L. En México y en España, Antonio, yo he asistido recientemente a una especie de festivales muy entusiastas de gente en las calles, en los trenes, en los parques y en distintos espacios públicos que hacen actividades muy gratas y significativas como la de narrar cuentos, tanto de la tradición literaria nativa, como de versiones orales de textos escritos por autores universales, muchos de ellos inclusive de la actualidad.

Este es un movimiento pujante en otros países latinoamericanos y europeos. ¿Es ésta una forma de cumplir con algún rito esencial del quehacer literario? ¿Qué observaciones, alcances o notas darías sobre este tema, que en el Perú también se ha iniciado con grupos que cada vez con mayor animación, confianza y fervor empiezan a hacer narración de cuentos en talleres, teatros y plazas?


A.C.P. Dependiendo de las épocas, que son muy definidas a este respecto, siempre hubo una tendencia a oralizar la escritura o a difundirla oralmente cuando es de raíz oral. Desde los juglares en la Edad Media, siempre ha habido esta tentación, por decirlo así, de poner un relato directamente en contacto con su auditorio, que puede reaccionar en el mismo momento.

Es importante señalar que a través de las repercusiones que se van logrando en la actuación inclusive puede suscitarse que quien lo está contando modifique algunas partes, enfatice otras, quite algunas que parecen inoportunas en ese momento o qué se yo. Es decir, se produce una comunicación mucho más directa entre autor y público y una relación mutuamente productiva.

Entonces, la idea me parece estupenda y como digo es una tradición que viene por lo muy menos desde los juglares y que en América Latina tuvo un momento bastante interesante, si bien no en el campo del relato, en el campo del teatro, cuando en la década del sesenta se habló de teatro en la calle, de teatro improvisado –de alguna manera improvisado– en circunstancias políticas y sociales especialmente significativas.

Este teatro volcado hacia la calle y que más bien trata de mimetizarse con la vida real, podría ser un antecedente valioso para esta renovación o este renacimiento del fabulador que cuenta sus propias creaciones, o creaciones ajenas, directamente ante un público, con el que se vincula hasta corporalmente, puesto que ya no es solamente la letra sino también el gesto, la entonación o algunos otros elementos que pueden ingresar en la comunicación.

Creo que es una práctica interesante que los grupos de promoción cultural de vanguardia podrían asumir como una experiencia válida para reinsertar la literatura de manera más productiva y fecunda, en el cuerpo social del país.


6.

D.S.L. Antonio, la literatura infantil y juvenil en el Perú, ¿te parece promisoria? ¿Es legítima y auténtica? ¿Qué reflexiones te produce pensar en este tema que en el Perú ahora alcanza más o menos una especie de noticia de primer orden?

A.C.P. Yo creo que, también en términos generales, uno de los grandes problemas que se están discutiendo en la teoría literaria y también en el pensamiento crítico, en muchas partes, es la reivindicación y revalorización de aquello que puede denominarse como literaturas marginales o marginadas.

Estoy pensando, por ejemplo, en la literatura femenina, en la literatura de los grupos étnicos desfavorecidos históricamente, en el testimonio de otros grupos sociales igualmente discriminados, que hoy día comienzan a ser trabajados dentro del “corpus” de la literatura, siempre con el problema de encontrar métodos adecuados para acercarse a estas literaturas que antes se veían como subliteraturas o como literaturas de segunda categoría, y que obviamente no lo son.

En este sentido, teóricamente se trata de un problema general que podríamos resumir en que se está produciendo un cambio en el concepto mismo de literatura, y que este cambio tiene como objetivo fundamental modificar el concepto de literatura para incorporar precisamente todas estas manifestaciones que habían quedado un poco en los márgenes, y que se veían desde una perspectiva central, algo borrosamente.

Entonces yo creo que sí, la literatura infantil y juvenil también puede entrar dentro de esta reivindicación de las formas marginales, y que ése podría ser un trabajo francamente muy estimulante.


7.

D.S.L. Máximo Gorki escribía que los verdaderos artistas en el campo de la literatura eran aquellos que escribían obras auténticas y legítimas para niños. Los otros escritores para él no eran artistas sino artesanos.

Indudablemente, la literatura infantil es importante y fundamental porque a través de ella recuperamos el derecho a la imaginación, el pleno disfrute de la belleza, la soberana disposición a la utopía y, sobre todo, a la construcción de una esperanza para nuestros pueblos.

En ese sentido, ¿qué recomendaciones tanto para los creadores de literatura infantil como para los críticos, estudiosos y comentaristas darías tú?

A.C.P. Lo que pienso es que hay muchos problemas que aún no han sido suficientemente pensados, ni resueltos en este campo específico. Por ejemplo: con relativa frecuencia existe la idea de que el niño admite solamente un determinado contenido expuesto en un lenguaje excepcionalmente simple, y en realidad creo que el niño es mucho más sensible y mucho más inteligente de lo que presuponemos.

El problema que mencioné hace un momento, esta especie de ligazón casi inevitable entre literatura infantil y pedagogía, creo que tendría que repensarse o, en todo caso, debe dársele una nueva dimensión.

Todo eso hace que en el campo de la literatura infantil haya más dificultades y se haya adelantado menos que, por ejemplo, en el campo de la literatura femenina, donde sí se ha producido una transformación sustancial y se han logrado resolver problemas teóricos y metodológicos de análisis de esta literatura.

Pienso, en resumen, que dentro de esta corriente, que es muy estimulante, de ampliar el circuito y el ámbito de la literatura y de incorporar dentro de ella manifestaciones que parecían secundarias, creo que podríamos incluir la literatura infantil y juvenil.

Creo, sin embargo, que falta una especie de afinamiento teórico sobre qué entendemos acerca de ella y cómo ésta se inscribe dentro del campo general de nuestra literatura.

Me da la impresión que, mientras no resolvamos estos problemas, que son más bien teóricos, algunos de los dilemas de los que hemos hablado van a subsistir por algún tiempo.


Colofón

Antonio Cornejo Polar junto con Ángel Rama de Uruguay, son los baluartes que desde la crítica literaria estructuraron para América Latina categorías de pensamiento sistemáticas, rigurosas y propias.

Él configuró un sistema de pensamiento definido como la heterogeneidad discursiva, que ahonda no solo en los géneros y formas literarias sino en los espacios de sensibilidad, en los sujetos de producción verbal como en la heterogeneidad del mundo.

Nació en Lima el año 1936 pero siempre reclamó su identidad arequipeña, como correspondía por sus ancestros. Murió en mayo de 1997 aquejado de una imprevista y penosa enfermedad.

En clases sus palabras, fluidas y exactas, y que obedecían a esquemas de razonamiento y erudición bien estructurados, apenas dejaban espacios a las bocanadas de humo de los cigarros que fumaba uno tras otro.

Las volutas nublaban el pizarrón pero no su mirada límpida detrás de los cristales de sus anteojos, ni tampoco empañaban los colores vistosos de sus corbatas que apenas sobrepasaban la mitad de su pecho en su figura delgada, esbelta y elegante.

Fue director de la Casa de la Cultura del Perú en la época más expectante de nuestro país, y fue elegido Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, como culminación de un movimiento apoteósico de renovación universitaria.

 

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos:
ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com

 

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