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7 de julio
Día del Santuario Histórico de Machu Picchu
Cómo se construyó Machu Picchu

Danilo Sánchez Lihón
 

1. El Apu Ticsi Wiracocha

El Inca Pachacútec ha ingresado al salón de la Asamblea. Viste un manto escarlata sobre una túnica verde, ambos colores imperiales. En su frente una fina cinta dorada sostiene dos plumas verde azuladas de corekenke.

Los dignatarios se han puesto de pie inclinados levemente en señal de reverencia. Frisa 25 años. Es alto y apuesto. Venció a los chancas en la sangrienta batalla de Uchubamba, la tercera y definitiva de toda la campaña.

Mirando con afecto uno a uno a los miembros de su consejo, les confía y exhorta:

– ¡Auquis, curacas, amautas! ¡Guerreros! ¡Sumo Sacerdote! ¡Valedores de los Cuatro Suyos! Los saludo a todos.

Habla con voz trémula. En su semblante se trasluce la emoción, el temple y la fortaleza de ánimo de un hombre venerable y singular:

– Hoy día, hacia el amanecer, he tenido una revelación: El Apu Ticsi Wiracocha, el espléndido, manifiesta su alegría y su contento por los logros que venimos alcanzando en bien de nuestro pueblo…

2. Un lugar de encuentro

Amaro, el más viejo de los amautas poniéndose de pie se expresa de este modo:

– ¡Oh noble emperador! A ti se debe este esplendor. A tu sabiduría, prudencia y valor. Gracias a tu sagaz inteligencia y a la fuerza de tu brazo se ha eliminado el peligro chanca que década tras década se cernía sobre nosotros. Y ahora hay paz, prosperidad y bienestar en nuestra población.

Mientras habla todos asienten y miran complacidos al monarca.

– Gracias, venerado Amaro –responde Pachacútec. El Dios Supremo también está agradecido, sobre todo por la distribución equitativa de los bienes y la rectitud de quienes gobiernan.

Allí todos se ponen de pie y es unánime la consigna:

– ¡Que esto se mantenga! –Proclaman todos.

– Está contento nuestro padre, por la distribución de las parcelas y la magnificencia del templo Corincancha erigido al Sol, su amado hijo. Pero, nos pide que construyamos un lugar de encuentro de los dioses y los hombres, donde ellos frecuenten y constantemente nos visiten.

3. Morada del amanecer

Hablan luego cada uno de los orejones allí presentes, dando rienda suelta a su manera de entender dicha propuesta, aportando cada quien una y otra idea:

– Un lugar para hablar con los dioses ha  de ser la unión entre el cielo y la tierra; a fin de que nos digan su palabra y nosotros decirle la nuestra.

– Ha de ser un lugar donde degusten los primores de la tierra, ofrecidos con devoción y gratitud. Y los humanos gocemos del efluvio de lo sagrado.

– Ha de ser donde nos revelen los secretos de la naturaleza, y podamos tener mejores alimentos y mejores plantas que curen los males del cuerpo y del alma.

– Un lugar prodigioso, grato para los dioses y excelso para nosotros los hombres. Un lugar de ascensión y éxtasis.

– ¡La morada del amanecer, es su razón y su esencia!

4. Ciudad sagrada

Pachacútec escucha atento cada intervención y asiente. Pero luego pregunta:

– ¿Dónde, cómo y en qué tiempo prometemos construirlo?

Del diálogo animado que prosigue a esta pregunta, se extraen algunas conclusiones:

– Se situaría en la cadena de montañas sagradas, que se inicia con el nevado  Salcantay y termina en el promontorio de Huayna Picchu.

– Se situaría en la región del bosque de nubes, por ser estas propicias a los dioses.

– Sería de estructura ascensional, para dar la idea de la aspiración a lo sagrado y eterno.

– Sería un lugar magnificente en cuanto a su plano, nomenclatura y construcción como corresponde a la investidura de los dioses.

– Estaría representado en ella el hanan, el kay y el uko pacha, en la triada: serpiente, puma y cóndor.

– Sería una ciudad etérea, secreta e inaccesible.

5. El bosque de blancas y vaporosas nubes

Corre el año 1435. Después de esta Asamblea Pachacútec convoca a las autoridades pertinentes y a los dos arquitectos más connotados del reino, Huaytapuma y Choketarqui, geniales y consagrados remodeladores del Cuzco monumental y constructores del insigne Corincancha, hablándoles así:

– A ustedes encomiendo la construcción de la ciudadela. A partir de ahora disponen de todos los recursos en hombres, provisiones, herramientas, medios de transporte. Y todo lo que fuere necesario y de menester.

6,000 obreros calificados partieron en dirección del valle del Tampu.

Las instrucciones que se les ha dado han sido las pautas establecidas por la Asamblea, explicándoles además que el lugar que se escoja ha de ser de clima templado.

Que sea el lugar ideal para observar el movimiento de la luna y las estrellas, que sea cristalino de aguas, que estuviera rodeado de profundos acantilados, que se ubicara en el bosque de blancas y vaporosas nubes, tan caras a los dioses.

6. La gradiente no permite

Aún no se ha cumplido un solsticio y regresa una comitiva vencida y humillada.

Y pide hablar con el Inca y su consejo.

Ante él se expresan Huaytapuma y Choketarqui alternadamente, diciendo:

– Excelso y magnánimo Inca, es imposible edificarla:

– Pese al inmenso cariño que todo hombre te depara, las piedras ruedan y vuelan por los aires.

– Por más ánimo y entusiasmo puesto por los constructores, hemos perdido ya quinientos hombres en el intento, los mismos que han caído por los barrancos.

– Es imposible subir las inmensas piedras hasta el lugar empinado donde los dioses han pedido que se edifique su morada.

– La gradiente no permite que pudieran subirse los inmensos bloques de granito, como corresponde que tenga la asamblea de los dioses.

7. Las aguas del río Urubamba

Y prosiguieron ambos, febriles y demacrados:

– Es imposible construirla soberano; los materiales son escasos, hay que llevarlos desde las canteras que son distantes.

– Es imposible construir una ciudad que signifique ascensión, ni eternidad, ni infinito.

– Los materiales de que disponemos los hombres son de este mundo y no del otro que es un sueño.

– Y las estructuras que manejamos son concretas, terrenales y mundanas. Y no divinas.

Después de esta audiencia los dos arquitectos voluntariamente se quitaron la vida, arrojándose a las aguas del río Urubamba, a cuya vera no les fue posible construir la ciudad sagrada.

Pachacútec se entristeció por este final desdichado de sus más admirados constructores geniales y amigos.

8. Dos presentes

Y ahora se pasea desvelado por una y otra galería de su palacio.

Hacia el amanecer escucha la voz del ser supremo Apu Ticsi Wiracocha, decirle:

– No temas ni te aflijas, hijo mío. Encargaste construirla a personas con inteligencia y fuertes brazos. Y me consta que hicieron todo lo posible.

– Eso hice, padre.

– Agregarás a ello tres nuevos elementos: emoción, utopía y creencia. Encarga la obra a personas de corazón, visión y espíritu sin límites.

– Sí.

– A quienes saben adorar, tienen alegría y están imbuidos de fe. A quienes ven otros mundos.

– Sí.

– Encárgala a los hombres ilusos, que sueñan, que vinculan a los hombres con los dioses, aquellos que se sumergen en las imágenes del hanan, del kay y del uko pacha.

– Sí.

Yo haré llegar a mi templo dos presentes que ayudarán a edificarla.

9. Dos plantas breves

Los sacerdotes recibieron el encargo de hacer abluciones, rogativas y vigilias.

Se convocaron a los artistas, músicos y poetas.

Apusaywa, el Willka Uma, se sumió en honda meditación, renuncia y ascetismo.

Por la noche apareció el picaflor que enlaza el mundo de los dioses y el mundo de los hombres.

Este mensajero dejó en el altar del templo dos regalos o presentes.

Dos plantas breves, con su frágil raíz expuesta al viento. Y que han sido inmediatamente sembradas en los jardines interiores del templo.

De allí han de ser transportadas a la región del Tampu donde se volverá a intentar construir el santuario.

Ambas plantas son sagradas y no deben propagarse. Son secretos de estado y una concesión temporal de los dioses. Su conocimiento y uso solo se concede para la construcción de Machu Picchu.

10. Plantas sagradas

La primera es una planta de hojas verde brillante, de siete hojas en forma ovalada prendidas a cada tallo, con una flor axilar de color marfil.

Es para tener visiones y estar lúcidos, para ver más allá de todo, para saber el curso de las escalinatas, de los muros, de las acequias que se construyan.

Con ella se ha de adivinar la altura de las techumbres, pero, además, dar alivio al espíritu. Deshará el cansancio, dará el vigor a la gente en el esfuerzo que representa subir las piedras a la altura del cielo. Es la sagrada planta de la coca.

La segunda es de hojas oscuras y duras, con las cuales se azota a la piedra y se la ablanda hasta licuarla. Es el ayaconchi.

Con ella la piedra puede ser transportada a lo alto de las cumbres, en bolsas y talegas de cuero de auquénidos, con el peso y dimensión que se quiera y, mientras tanto se transporta, adaptables a cada persona, para luego ser amasada, perfilada y endurecida arriba en el lugar que se necesite.

11. Allí se tensa la energía cósmica

Ahora suenan los pututos, las tinyas y los huáncares. Resuena en la pendiente el compás de las wifalas, los wawakis y los hayllis.

Y se empieza a construir, hechizados, arrobados, plenos de júbilo y éxtasis. Habitando en el mundo de los sueños y de  lo sagrado.

Desde la montaña vieja, Machu Picchu, se traza un eje en línea tensa y vibrante con el Huayna Pichu, la montaña joven.

Y, en vertical, se unce la cabeza de la serpiente, se tensa a la cabeza del puma y se enlaza y retiene con la cabeza del condor.

En el mundo presente del kay pacha, se enlaza el antes, que está adelante, el ñaupa, de aquí y de ahora y el después, que está atrás, o quipa.

Primero se erige la espiga del intihuatana, donde se contiene al sol, la luz y al tiempo.

También el calor, el ánimo y el aliento vital. Allí se tiempla, une y retiene la energía cósmica.

12. Se van develando plazas

Y va surgiendo el Templo del Sol, el Palacio Real, la Casa de las Vírgenes.

Y entretejiéndolas la Calle de las Fuentes.

Y va surgiendo la escalinata que desciende paralela a las fontanas o pequeñas cascadas.

Y a partir de aquí se va estructurando una límpida geometría de la ciudad pétrea.

Y a partir de aquí se expande el trabajo en cuadrillas, con la música de los tambores y pincullos.

Y a partir de aquí se van develando otras plazas y calles, otros palacios y templos, los edificios y casas de vivienda.

Se construyen los acueductos, las terrazas y miradores.

Los andenes y el dédalo de pasadizos. Los jardines colgantes, ordenados todos por los dioses.

13. Son hondas y están abajo las canteras

Es la unión del muro edificado y la roca viva que ha estado esperando en vigilia desde el inicio del tiempo.

Es la unión de los mausoleos y aposentos con el eje donde se erigen las hierofanías.

Es la unión de la roca natural y la pared edificada y nivelada a pico, cerca al recinto de las ventanas.

Es la unión de emoción, razón y delirio, todo hecho bajo el soplo del espíritu. Y la música que se inserta y teje en la entraña de la piedra y el muro.

Trabajan 3,000 hombres imbuidos de un soplo telúrico y divino a la vez. Del espíritu serpiente, puma y cóndor, que son los manes tutelares de este santuario.

Trabajan cantando y bailando al son de los compases de los tambores y la melodía que brota de los pincullos con tonadas de fiesta.

Pero son hondas y están abajo en lo profundo las canteras del wilkamayu, el río sagrado. Poniéndolas arriba se unirán el hanan y el hurin del universo, eso nos alienta.

14. El perenne el murmullo del agua

Se edifica integrando la construcción a la geografía del lugar, al espacio próximo y a los senderos y horizontes distantes y lejanos.

En cabal acuerdo entre la obra y la naturaleza. Y, entre la obra, la naturaleza y el hombre. Y entre todo esto con el espacio estelar.

Y va surgiendo el santuario construido de hermoso granito blanco y rojo. En lo más alto de los remates, sobre el blanco alborada se incrusta el pórfido escarlata, como una bandera que flameara.

Y los hombres al trabajar y al mirar desde lo alto sentimos la emoción del vértigo, la vecindad del peligro, el vuelo hacia lo eterno.

Pero aquí están las mujeres finas y hondas que nos acompañan. Y nos cantan. Y nos preparan la comida. Y nos alivian en el descanso.

Aquí están los niños que nos sumergen en el candor, la gracia y el encanto de vivir para que la piedra sea ingrávida y tenga sentido.

Aquí está el perenne murmullo del agua y del viento.

15. Mundo nuevo y utopía

Ahora la ciudad luce espléndida.

¿Cómo ha sido posible construirla? ¿Cómo ha sido posible erigirla tan lejos, tan alta, tan excelsa?

Por el poder de los sueños. Por la aspiración a lo sagrado.

Por la vocación a lo eterno. Por el anhelo de ser infinitos.

Y por la unión del hombre con los dioses.

Porque durante todo el tiempo nos sumergimos en la música, y en el temblor de la palabra solidaria.

Se habló tanto, se cantó tanto. Y se bailó tanto, en este tiempo que no ha durado sino que ha sido tiempo eterno.

Se hizo mundo nuevo y utopía. Se hizo fe y creencia.

Se hizo fervor del hombre consigo mismo. Se hizo en armonía con el cosmos.

Se hizo diálogo de los mundos paralelos. Y entre los hombres aquí presentes.

Se lo hizo para que el futuro de esta nación sea indestructible.

16. Nuestro pueblo es eterno

Hoy es el solsticio y ha de ser visitada por primera vez e inaugurada por el Inca Pachacútec.

Ya la comitiva ingresa por el Intipunku o Puerta del Sol.

La ha contemplado largamente y en silencio, desde lo alto del mirador.

La ciudad colgada sobre el abismo. Un nido de piedra en el verde impoluto del boscaje. El infinito hecho sólido, palpable y tangible.

Al ver los bailes y el talante vistoso de los hombres, mujeres y niños, y los colores de sus vestimentas, y los rostros arrobados de las Vírgenes del Sol, se ha conmovido el Inca magnánimo. Y ha dicho solo estas palabras, como todo su discurso:

– De este modo nuestro pueblo se hace eterno, indestructible y glorioso. –Ha repetido.

Y ha ingresado al pueblo bailando al son de los pututos.

17. Y nuestros latidos

Aquí, en torno, emiten su fragancia las orquídeas luminosas, las bromelias encantadas y los helechos arborescentes.

Aquí, en torno, rodean el paraje el aullido al atardecer del oso ucumari.

Aquí, en torno, el fresco piído del gallito de las rocas, el vuelo azorado del quetzal, el palpitar del venado salvaje.

Aquí, en torno, y en lo alto la plena luz del sol. Por las noches el tachonado preciso de los astros, la luna nueva y la Cruz del Sur en la bóveda sideral.

Aquí, en torno, están las terrazas al infinito. Explanadas hacia lo imperecedero. Jardines colgantes a lo que es esencia y fundamento.

Aquí, en torno, no sabemos en qué momento estalla el silencio y se comprende el sentido de todo lo creado.

Aquí, en torno, nuestra vida levanta los ojos al cielo para hacer los acuerdos entre los dioses y los hombres. Y, en relación a eso, acomodar nuestros pasos, nuestros latidos y nuestros destinos.

18. El dar los hombres, el dar los dioses

Son acuerdos entre los dioses y los hombres: las plantas alimenticias y medicinales que aquí se cultivan y luego se expanden al reino.

Se ha mejorado la papa y el maíz. La quinua, la kiwicha y la cañigua. El paico, el olluco y la mashua. La oca, el llacón y la caigua, aquí han mejorado su pulpa, su savia y su aroma.

Aquí el sol está vivo, nos acompaña, como un familiar más, ayudándonos en dar luz a nuestros pensamientos y trabajos.

Aquí la luna marca el ciclo de crecimiento de las plantas. Se siembran nuevos cultivos en las terrazas que se prolongan a lo etéreo.

Los campesinos cultivan en los andenes altos y bajos nuevos almácigos. Entran y extraen las plantas del bosque: la achicoria, la tara y el llantén.

El ofrendar entre los hombres y los dioses, en esa conjugación, todo se ilumina y se trasmite al corazón, a la mente y al brazo de los hombres.

Munay, exaltemos el corazón, el pecho. Yachay, busquemos soluciones inteligentes, la cabeza. Llancay, hagamos todos trabajo mancomunado, los brazos.

Aquí se experimentan semillas. Se descubren nuevos alimentos y medicinas para las enfermedades.

19. Tal cual es el orden de la vida

Rige la vida el saludo al sol que se realiza cada amanecer con el cántico ululante de las vírgenes. Es lo primero y lo último, cuando el sol al atardecer ingresa por los intersticios.

Desde el amanecer se escucha el canto y el coro de los sacerdotes. Mundo bello y sagrado es este, donde la música lo cubre, ocupa y lo invade todo.

Más habitado por mujeres de indumentarias multicolores que ocupan el centro de la ciudadela. Y los hombres atentos en los contornos, tal cual es el orden de la vida.

Esta es morada del sol, la luna, el agua, el viento y el fuego sagrado.

No salen ni suben las nubes del fondo del río, sino que se desprenden de los bosques aledaños.

De aquí salen comitivas de mujeres hacia los altos nevados a dejar nuestras ofrendas.

20. El supremo elemento de la adoración

Después del invierno viene la primavera y a esta sucede el verano y a esta se enlaza el otoño, marcando el ciclo de las estaciones.

¿Hacia dónde apunta este mundo? ¿Para qué en realidad fue creado?

Machu Picchu es una piedra volando en el aire, arrojada a lo eterno. Es pregunta y respuesta indescifrable. Es adivinanza.

Es una diadema de piedra arrojada hacia el infinito.

Es la plasmación y síntesis de todas las utopías. Es exaltación del alma.

Sirve de acicate y desafío para vencer el miedo a los abismos de arriba, abajo y los costados; y a las incertidumbres.

Es el supremo elemento de la adoración. En donde se resume y sintetiza el absoluto.

 

Danilo Sánchez Lihón

 

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

 

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