Instituto del Libro y la Lectura del Perú, INLEC 

Día del maestro
6 de julio
El Maestro Emilio Barrantes y una lección de vida
Danilo Sánchez Lihón

Emilio Barrantes cumplirá el 26 de octubre del presente año, 104 años de vida fecunda, noble y egregia. Fue dos veces Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, condujo el año 1972 el proceso de Reforma de la Educación Peruana que Iván Illich calificó como la mejor en el mundo de todos los tiempos. Fue declarado por la OEA maestro insigne de América.

Pero con ser tan importante todo ello, como también que a su edad siga escribiendo y editando obras fundamentales, lo extraordinario es su ejemplo moral: “No fumo, no bebo, no he dicho una sola palabra de halago a otra mujer que la mía. No he mentido nunca, no he engañado a nadie, no me he apropiado de lo ajeno. Mi palabra es sagrada.” (Luz de los ojos).

La siguiente anécdota no me la ha contado él sino sus otros protagonistas. La escribo en homenaje al Día del Maestro, y al magisterio probo, sobresaliente y visionario de don Emilio Barrantes Revoredo.
 
 
1. Educación como desarrollo o como formación
 
– A ver, usted. –Inquiere el maestro Emilio Barrantes, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, desarrollando su clase matutina del curso de Pedagogía.

– ¿Yo, profesor?

– Sí, usted. Háganos una breve síntesis y comentario del debate existente en la pedagogía actual y que explicamos en la clase anterior.

– Manifestó usted, doctor, que el debate actual de la educación es entenderla o bien como desarrollo o bien como formación. Expuso que es desarrollo porque ella debe surgir desde el interior del alma del niño y hacia afuera de él; mientras formación es influir desde el exterior y hasta guiarse por un estereo...

– Un estereotipo.

– Sí. Mi comentario es que la educación la comparo al cultivo de un campo en donde el niño es la semilla. La semilla puesta en tierra sabe lo que es, pero requiere del  influjo del medio exterior, que ocurre cuando la comunidad orienta, enseña y hasta moldea al niño. Igual que una planta de maíz, o un árbol de manzanas: hay que regarlo, el sol tiene que darle luz, abrigo y fecundar la planta; y la mano del agricultor que ha de librarlo incluso de la mala hierba. Y esa es la mano y la voluntad del maestro en educación.
 
 
2. Bendito nuestro pueblo que tiene campesinos que se expresan como usted
 
Se veía a don Emilio, con su rostro alegre y jovial, embargado por una emoción profunda.

– Continúe, –le dice.

– Entonces, ¿por qué desmerecer lo que viene del exterior y allí la voz de la comunidad? En la posición de la educación como desarrollo hay una inclinación por el individuo. El labriego no se dedica a cuidar a una sola planta separada de las demás, a todas las trata por igual, y unidas en un conjunto dedica esmero al campo en donde ellas deben florecer y dar fruto. Consecuentemente la educación es desarrollo y es formación.

– ¡Excelente! ¡Felicitaciones! ¿Qué especialidad cursa usted en la Facultad?

– Doctor, no soy alumno de la universidad. Soy campesino. Y si me pregunta ¿por qué estoy aquí? es porque soy padre de un alumno que ha ingresado a San Marcos.

– ¿Y lo acompaña usted a clases?, –se interesó en saberlo el maestro.

–Lleva otro curso con usted. Pero yo he seguido las clases suyas porque son magníficas, doctor. Mañana regreso a mi pueblo, pero permítame que lo felicite de veras, maestro.

– ¿Y dice usted que es campesino? ¡Bendito nuestro pueblo que tiene campesinos que se expresan como usted!

– Esa es mi labor en el campo, humilde pero digna, doctor.

– ¿Será posible que al final de clases conversemos un momento?, señor...

– Elías Alvarado Romero... Encantado, doctor.
 
 
3. Es un colmenar de ideas, inquietudes y realizaciones
 
¿Qué había ocurrido?

Santiago Alvarado Anaya había ingresado en abril del año 1960 a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y regresó a su pueblo de San Miguel, en el departamento de Ancash.

– ¡Felicitaciones Santiago! ¡Ingresaste a San Marcos!

– ¡Eres un orgullo para nuestro pueblo!

– ¡Eres lo máximo, has ingresado a la Decana de América! ¡Bravo, Santiago!

Y así, no se cansan de felicitarlo familiares, amigos, profesores y los personajes principales del pueblo, cuyas casas siguen el curso de la acequia que riega los campos ricos en producción de cereales y frutas.

La noticia del ingreso de Santiago a San Marcos se ha extendido como un reguero.

En su casa todos están felices. Don Elías, su padre, a sus 53 años se siente realizado. Ha trabajado duro la tierra y su hijo le ha dado la satisfacción de ingresar a San Marcos.

Al saborear el chupe de papas, los ricos choclos, las ocas, sentados a la mesa, la conversación gira en torno a la universidad.

– Y ¿cómo es San Marcos, hijo?

– Un colmenar de ideas, inquietudes y realizaciones. Su local situado en el Parque Universitario es un edificio colonial con varios patios y amplios corredores. Se ve transitar a los profesores por los pasillos. Los estudiantes portan libros y discuten sobre temas de arte, ciencias y acerca del acontecer nacional e internacional.
 
 
4. La universidad es abierta y libre
 
– ¿Y se puede visitar?

– Sí; recorrer sus ambientes, el Salón de Grados, el Salón General, la biblioteca, el gimnasio. Escuchar el coro, si es día de ensayo...

– Es mi sueño, algún día, conocer San Marcos.

– Ven a Lima, papá, para que conozcas la ciudad y también San Marcos.

– Solo quiero conocer San Marcos.

Y ese día llegó, y ese sueño se cumplió. Don Elías Alvarado Romero, padre de Santiago llegó a Lima.

Mientras toman desayuno padre e hijo conversan:

– Entonces, para regresarnos, papá, tú me esperas en una banca del patio de ingreso. Pero, pase lo que pase, no te muevas de ahí.

– No te preocupes. Yo estaré esperando tranquilo cuanto tiempo te demores. Pero... ¿me dejarán entrar, hijo?

– Papá, vas conmigo. Por eso estamos yendo temprano, para conocer y después yo entro a clases. Aunque..., se me ocurre, ¿por qué no ingresas a clases?

– ¿Consentirán?

– ¡Sí, papá! La universidad es abierta y libre.
 

5. Le maravilló y quedó subyugado con la clase de Emilio Barrantes
 
– Pero, no. ¿Qué dirán tus amigos?

– ¡Para mí será un orgullo presentarles a mi padre!

– Mira, me encantaría escuchar las clases; pero eso sí, yo entro y me siento aparte.

– ¡Papá! ¡Que ya se sepa que el Perú profundo ingresó a San Marcos! ¡Estas son victorias! Antes los campesinos estaban prohibidos de entrar. Ahora, mientras más presentes seamos, mejor. Y hagámoslo trascendente. Ojalá que algún día incluso en San Marcos se escuche más hablar el quechua, el runa-sini, lengua de nuestros antepasados.

(Nota: Posteriormente Santiago Alvarado Anaya, actual profesor de la Facultad de Educación en la UNMSM, sustentó en Madrid en la Real Academia Española de la Lengua, junto con Miguel Ángel Ugarte Chamorro, la incorporación de peruanismos de raíz quechua a la lengua castellana).

– ¡Entonces, cómo quieras papá! ¡Como mejor te sientas!

Y fueron.

Don Elías escuchó diversas clases, de las cuales le dejó fascinado la clase de don Emilio Barrantes.

Comprobó, además, que nadie se había dado cuenta de él, que a nadie le pareció un extraño. Y esto es lo que más le satisfacía, que lo confundieran con un miembro más de los que circulan por la universidad.
 
 
6. No te escondas ni desvíes la mirada
 
– Y bien, ¿cómo te fue, papá?, –le preguntó Santiago cuando se encontraron en el primer patio, como habían quedado.

– Feliz. Jamás pensé ocupar un asiento, ni siquiera prestadito, en la Universidad de San Marcos. Me pellizco para saber si estoy vivo. Y es verdad, no estoy soñando.

– Y ¿qué disertación te gustó?

– Del profesor Barrantes. ¡Qué maravilla! Un verdadero regalo de la vida.

– Y ¿por qué, ah?

– Por su fondo y forma. Comienza planteando preguntas, cuestiona, debate, extrae conclusiones, explica, emite juicios y después formula principios. Porque es exacto en sus ideas y en sus palabras. ¡Qué maestro para culto y versado!

– ¡San Marcos te está mejorado el vocabulario, papá!

– En la chacra se habla de un modo y en la universidad de otro. Pero te pregunto: ¿podré seguir escuchando las clases del profesor Barrantes?, porque recién viajaré de regreso el sábado.

– Pero, ¿no vas a conocer nada más de Lima, que es preciosa? Bueno. ¡Claro que podrás asistir! Pero eso sí te aconsejo: No te sientas muy atrás, ni te escondas ni desvíes la mirada cuando te observa, porque a esos él les pregunta.

Cumpliendo esas recomendaciones asiste don Elías. Sólo que ha seguido a don Emilio salón tras salón. Y hoy día han llegado juntos y solos; más temprano que todos los estudiantes.
 
 
7. El Perú, glorioso y eterno
 
Ya está sentado don Elías en el aula y el profesor lo observa. Levantan ambos la cabeza se miran a los ojos, con mirada límpida

– ¿Es usted de Lima?

– No, doctor. Soy de San Miguel, distrito de Malvas, provincia de Aija, Departamento de Ancash.

– ¡El Perú! ¡El Perú! ¡Qué país desafío, pero entrañablemente hermoso! –dice don Emilio extasiado.

La actitud y las expresiones le dan confianza a don Elías para preguntar:

– ¿Cómo es el Perú, doctor?

– Difícil definirlo. Habría que imaginar lo imposible: una mezcla de ardiente trópico y helados parajes, selva desbordante y áridos desiertos; una conjunción de bloques sobrehumanos de montañas, plácidos valles y espantosos abismos; cumbres inaccesibles en que reposa la nieve y rientes corredores de mágico verdor, donde se levanta abruptamente un océano de rocas que son la entraña misma de la tierra, para dejar paso, más lejos, al boscaje tropical en una matriz en donde no hay más imperio que el de fundarlo todo. El Perú es zona de origen. “Hermosa abreviación del universo”, dijo un poeta...

Pero ahora, minutos después y ya con los estudiantes colmando la sala, es don Emilio quien le ha preguntado y se ha quedado sorprendido con la respuesta que acaba de escuchar:

– ...no soy alumno de la universidad. Soy campesino. ...estoy aquí porque soy padre de un alumno...
 
 
8. Diploma de honor por su “Lección de Vida”
 
Al siguiente día don Emilio con el aula en pleno empieza diciendo:

– El día de ayer hemos escuchado la voz sabia de un campesino en esta aula. He conversado con él y le he agradecido su lección de vida. Quiero manifestar a todos, primero que me siento orgulloso de mi país, de la universidad y del futuro que podemos forjar, porque solo uniendo el conocimiento a la práctica, el espíritu a la vida, el individuo a la comunidad, es cómo vamos a poder resolver los problemas de nuestro país. Quisiera invitar a don Elías a que nos dirija unas palabras.

– Gracias doctor. Es un honor estar en la Universidad de San Marcos y dirigirme a ustedes. Hoy por la tarde viajo de regreso a mi pueblo y hablaré en mi comunidad diciendo cómo los campesinos ya no somos extraños en San Marcos... Quiero expresares a ustedes que sientan el inmenso honor que es estudiar en San Marcos y de tener maestros como don Emilio Barrantes. Y que así como el labriego confía fervoroso en la naturaleza que es la mama pacha, debemos confiar en el beneficio de la comunidad para orientar al niño y esperanzas en el destino de nuestro pueblo.

– Mil gracias don Elías. En mi calidad de Decano y habiendo consultado al Concejo de la Facultad de Educación de la universidad le extiendo un diploma que dice: El Decano de la Facultad de Educación de la UNMSM, Emilio Barrantes Revoredo, extiende a don Elías Alvarado Romero, Diploma de Honor y Gratitud, por su LECCIÓN DE VIDA.

Danilo Sánchez Lihón

Instituto del Libro y la Lectura del Perú

Ir a índice de América

Ir a índice de Sánchez Lihón, Danilo

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio