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3 de noviembre
Día de Santiago de Chuco
Memoria y esperanza
Coraje de ser chucos
Danilo Sánchez Lihón
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com

 

“Ciliado arrecife
donde nací”
César Vallejo

 

1. Vocablo en lengua culle

Hoy 3 de noviembre es día de mi tierra, Santiago de Chuco, en que se fundó como provincia desprendiéndose de la pachaca de Huamachuco.

A partir de entonces en esta fecha es cuando nos dedicamos a reflexionar sobre nuestro presente, pasado y futuro.

Sobre nuestra memoria y desarrollo, sobre lo que somos y lo que podemos llegar a ser afianzando nuestra identidad.

Por eso, nos preguntamos hoy día: ¿qué es ser chucos? Chuco es tierra, o patria. Significa lugar, heredad, dominio.

No es sombrero como se creía antes. No es palabra quechua sino vocablo en lengua culle.

Lo que ocurrió es que la característica de esa cultura era usar el sombrero como signo de cultivar la mente.

Chuco entonces porque coronaban su frente, como distintivo de inteligencia, sabiduría y de pertenencia a una tierra.

2. Hijos de la tierra

Soy chuco. Pertenezco a la nación Chuco, a esta nación madre. Y soy peruano, consustanciado con su historia, hecha de gloria y harapo.

Nación es nacer. Todo nacer es propositivo. De allí que yo hundo mis raíces en el presente, como también, en el pasado.

Y tanto me interesa la verdad histórica, arqueológica, o etnológica, a lo que agrego lo que quiero ser, mi verdad utópica, sin desmembrarme de mis raíces.

Ser chuco es a su vez una opción política. Es tener una bandera en la mano y en la otra una espada. Es ser un hombre con bandera.

Chuco es quien lleva una bandera y una espada, ambas  flameando.

Quien sabe que está envestido de un valor supremo que le han cedido las deidades de su tierra. Él mismo es un anunciador. Y no desmaya.

Somos hijos de la tierra. Ella es nuestra madre y tenemos que amarla.

3. Pómulos abruptos

Hay tierras que son zonas de origen. Santiago de Chuco es zona de origen, Somos chucos, somos brillantes.

¿Somos indígenas? Sí. Somos nativos. Sí. Somos peruanos. Sí. Eso lo llevamos engarzado en la frente.

Somos quienes buscan donde se tropiezan. Y no se quejan ni lamentan, porque donde se cayeron cavan y allí encuentran un manantial.

Allí encuentra a la niña que esperaban. Allí está el tesoro por el cual se afanaban tantos.

Por eso, ¡que vivan nuestros pómulos abruptos! ¡Que vivan nuestras manos fraternas y solidarias! Pertenecemos a un país de fábula

Son nuestros valores la bondad, el ser sinceros, transparentes y fraternos. Y ser heroicos siempre.

Pero, ya que se trata de esta época, ocupémonos de cómo se fundó el pueblo actual de Santiago de Chuco, a cargo de los españoles

4. Embelesados por la noticia

La primera visita de los peninsulares a la región indígena de los Chucos fue en 1533, a pocos meses después de la muerte del Inca  Atahualpa y el derrumbe del imperio del Tahuantinsuyo en Cajamarca.

Era mayo cuando por los caminos del inca avanzaba una extraña y curiosa comitiva: Hernando Pizarro, quien iba adelante montado en un caballo, portando el estandarte español de la Conquista.

Detrás de él era seguido, y caminando a pie, por dos religiosos misioneros agustinos, quienes eran: Fray Juan Ramírez y Fray Juan Coxiga, quienes portaban la cruz del evangelio levantadas sobre sus cabezas.

Así llegaron primero a Huamachuco, donde fueron recibidos pacíficamente por la población nativa y donde establecieron el primer centro misional.

Embelesados por la noticia de la existencia la región de los Chucos, Hernando Pizarro y esta vez sólo con Fray Luis Coxiga se encaminaron a conocerla.

5. Indómitos y rebeldes

Atravesando frías punas y profundas quebradas. Llegaron a las alturas de la Peña de Sauca y desde allí divisaron el Ayllu grande de Andaymarca, a lo lejos, y, más cerca, la verde llanura de Huayatán.

Allí reconocieron que estaba afincado el Palacio Real del reino, la residencia del soberano del lugar, el adoratorio del ídolo Huanaco y del Dios-Sol, impuesto este último por los Incas, así como diseminadas por el contorno las casas de los habitantes del lugar.

Los españoles, ya entrada la noche, se presentaron ante el soberano de aquel reino, recepción que fue fría, distante y con claras demostraciones de enojo y rechazo de parte de los nativos.

Los caminantes temieron, incluso, por sus vidas al notar que estos hombres eran indómitos y rebeldes. De allí que decidieron continuar el viaje en dirección de los indios Cabanas.

Luego de tres días de caminata fueron recibidos en este otro lugar con simpatía y hasta festejos.

6. Con báculo y el libro

Después de esta incursión los expedicionarios volvieron a Huamachuco, para después Hernando Pizarro dirigirse al Cuzco. 

Pero, Fray Juan Coxiga se había quedado prendado de la tierra de los Chucos y mediante carta a sus superiores solicitó permiso al propio emperador  español Carlos V para evangelizarla.

Acompañó su petición con el ruego de que el soberano donara dos estatuas del Apóstol Santiago el Mayor: una montada a caballo, y con espada en mano, destinada para el reino de los Chucos, a quienes consideró belicosos.

La otra del Apóstol, pero en su actitud de peregrino, con báculo y el libro del evangelio en la mano, para entronizarla en Cabana.

Por diversas circunstancias los frailes Juan Ramírez y Juan Coxiga tuvieron que regresar a España, en 1536.

Allí consiguieron audiencia real con Carlos V, ante quien renovaron su petición.

7. En dicho lugar

Sin olvidar el detalle de las imágenes. Carlos V dio la orden de que las confeccionaran en el Taller de Compostela.

Es más: dispuso el reforzamiento de la misión evangelizadora de la orden de San Agustín en el Perú, que se concretó con la venida de 60 clérigos de esa feligresía.

Fueron ellos quienes en Lima celebraron su Primer Concilio Provincial, en el convento de la orden en 1551, planificando la evangelización y “conversión de idólatras” en la sierra del norte del Perú.

Efecto de dicho Concilio fue que a don Fray Juan Coxiga se le encomendara hacerse cargo de la misión evangelizadora de los Chucos, estableciendo su centro de operaciones en Huayatán.

Inició su viaje hacia dicho lugar, caminando a pie, amaneciendo un día del año 1552 en la Peña de Sauca.

Pero esta vez los Chucos sí aceptaron complacidos su llegada, contribuyendo incluso con la edificación del convento de los agustinos en dicho lugar.

8. Aquella noche

Allí Fray Juan Coxiga recibe la noticia de que habían desembarcado en el puerto de Huanchaco, traídos en el galeón español Santa María, dos baúles de madera forrados en cuero, conteniendo las efigies solicitadas del Apóstol Santiago El Mayor.

Con los nativos más robustos se organizó la expedición para el traslado de dicha encomienda. Largo y penoso fue el camino de ida a la costa.

Y más aún el de regreso, hasta llegar con los baúles cargados hasta el paraje de Los Tres Ríos, donde bajaron uno de los baúles, cuál era el del Apóstol a caballo y con espada para traerlo hacia aquí por ser ariscos e indómitos.

Y el otro continuó su viaje a Cabana. Al abrir ya en Huayatán el baúl Fray Coxiga quedó atónito. La imagen era la del Apóstol peregrino. Sin decir palabra y acatando la voluntad divina se le llenaron de lágrimas los ojos.

Celebraron diversos actos litúrgicos y dejaron la imagen en una hornacina, bien protegida y bajo techo. Aquella noche en la liturgia religiosa el primer converso a la religión cristiana fue el Señor de los Chucos, Juan Llacta Huacacollca, quien recibió el bautismo católico.

9. En las faldas del Cerro de la Luna

Cuenta la tradición que la imagen del apóstol Santiago había desaparecido al día siguiente.

Dotados de clarines y pífanos 450 comuneros lo buscaron, encontrándolo finalmente muy bien erigida en los espesos bosques de perejil y palo santo que habían junto a la vertiente de un chorro de agua denominado Pichi Paccha.

Por tres veces ocurrió este hecho asombroso, que fue tomado como un designio divino.

Constatado esto el 25 de julio de 1553, y luego de ser bautizados los 450 comuneros de los Chucos, decidieron trasladar la efigie, en imponente procesión y en brazos de los más fornidos comuneros, al manantial de Pichi Paccha. Y con él trasladaron al pueblo.

La comitiva iba acompañada con danzas y bailes folclóricos. Presidía la procesión Juan Llacta Huaracollca, el Señor de los Chucos ya convertido al cristianismo.

El nuevo sitio para la ermita correspondía al Ayllu Grande de Andaymarca, situado en las faldas del Cerro de la Luna, o Quillahirca, entre las cuencas de los ríos Patarata y Huaychaca, en donde ahora se asienta la ciudad de Santiago de Chuco.

10. Antes eran húmedos manantiales

Finalizada la entronización en la nueva capilla, Fray Juan Coxiga, conmovido y dirigiéndose a la multitud expresó:

“Declaro fundado aquí el pueblo de Santiago de Chuco y proclamo como su patrón tutelar al Apóstol Santiago el Mayor, el peregrino”.

En 1560 Fray Juan Coxiga emprendió la gigantesca obra de construcción de la iglesia matriz.

Fue un bello y artístico templo de estilo barroco dedicado a la devoción del Apóstol Santiago el Mayor, en el mismo lugar ocupado por el chorro de Pichi Paccha.

Gracias a las técnicas indígenas de edificación se abrieron zanjas profundas de drenaje de las aguas en donde antes eran húmedos manantiales.

El Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo, en su visita pastoral de 1563 llegó a Santiago de Chuco y fue recibido por Fray Juan Coxiga.

En su informe consta la edificación en proceso de la iglesia matriz de dicha villa.

11. Pétalos fulgurantes

El nombre de Santiago de Chuco es la unión de dos culturas, la indígena y la europea, que hicieron el mestizaje del Perú.

Es una asociación de contrarios, que obliga a la búsqueda ardorosa de la unidad.

Es un debate constante, anímico y social, que se da en la alegría y en el dolor, que coronan las fiestas de celebración del 25 de julio, en honor al apóstol Santiago El Mayor.

Esas mismas que César Vallejo consagró en su Terceto autóctono, o en la fiesta del 3 de noviembre, donde desfiló como alumno del primer grado de la Escuela Municipal de su pueblo.

Ahora, Santiago de Chuco –como el alhelí de sus huertos y jardines– y desde el centro de su plaza, donde se sitúa su corola, que es su iglesia, erigida sobre el chorro de Pichi Paccha, despliega hacia los costados de su recóndita y elevada geografía.

Y sigue el trazo tembloroso de sus calles, el tul y el dorado de sus pétalos fulgurantes, cuales son sus barrios: San Cristóbal, Santa Mónica, San José y Santa Rosa.

12. Tierra sagrada

El pueblo de Santiago de Chuco es tierra de poetas, como César Abraham Vallejo Mendoza. Pero, además, por lo menos medio centenar de ellos que han publicado obras escritas, son juglares y trovadores señeros, como: los hermanos Abraham y Felipe Arias Larreta, los hermanos Santiago y Julio Pereda Hidalgo.

Pero también es tierra de héroes, como Carlos Miñano y Luis Felipe de la Puente Uceda; de sindicalistas mártires como Artemio Zavala, Eulogio Castillo y Teófilo Delgado.

De educadores consagrados, cinco de los cuales han sido rectores de la Universidad Nacional de Trujillo, como Carlos Uceda y Masías Sánchez; de prosistas y ensayistas notables como Samuel Mendoza y Carlos Barbarán.

Que la savia de las flores de sus campos, que el fulgor de la luna en sus colinas y los rayos del sol que doran sus calles unjan siempre su frente y proyecten hacia los confines el espíritu, el alma y el brillo de la luz que emerge de esta tierra sagrada.

Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos:
ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com

 

Danilo Sánchez Lihón
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com

 

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