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Instituto del Libro y la Lectura, INLEC del Perú

y Capulí, Vallejo y su Tierra

8 al 14 de noviembre
Semana de la vida animal
La gata Candy y el perro Titán
Danilo Sánchez Lihón
www.danilosanchezlihon.blogspot.com 

1. Caminaba tranquila

– ¡Guau! ¡Guau!

Escuchó entre sueños la gata Candy que dormía apacible en el cuarto del segundo piso, muy cerca de la ventana. 

Tenía enterrados los bigotes en la cama y entornados los ojos por la luz del sol.
¿Qué ocurría?

La mamá Elvira había salido a comprar el pan. Caminó por el centro del parque escuchando el bullicioso trinar de los pajarillos, cruzó la calle y subió a la vereda donde estaba la panadería olorosa y tibia a esa hora de la mañana.

Ya de regreso caminaba tranquila con la canasta bajo el brazo cuando desde una casa abandonada saltó un perro feroz.


2. Echó a correr

– ¡Guau! ¡Guau!

Ladró en las orejas de la pobre mamá.

Era negro y tenía unos ojos de los que le salían llamas de fuego.

E hizo brillar unos dientes grandes, afilados y terribles.

La mamá se quedó paralizada y el pero también.

Pero ella tuvo un miedo atroz y echó a correr despavorida.

Y detrás de ella echó a correr el perro.

Impulsada por el terror prácticamente volaba apenas asentando sus pies con sus zapatones de lona en el suelo.


3. Abrió la boca

Iba veloz, como arrastrada por el viento.

– ¡Guau! ¡Guau! –ladraba el malvado y corría detrás de ella el perro feroz.

Veloz corría la mamá como llevada por el viento. Ágil corría el perro detrás de la pobre mamá.

La mamá ya había cruzado la calle. Había enrumbado por el sendero y estaba por en medio del parque, en el cual había cesado el trinar de los gorriones y torcazas.

Sentía la pobre que ya no podría escaparse de los dientes de ese perro perverso.

Sacando todas sus fuerzas llegó hasta el frente de la casa.

El perro abrió la boca con sus dientes grandes, brillantes y afilados para coger y desgarrar la pierna de la pobre mamá.


4. Bajó del aire

– ¡Candyyyyy! –gritó ya inconcientemente la mamá, pero con toda el alma, ya puesta en un hilo.

La gata que se había adormilado tranquila con los bigotes enterrados en la cama y entornados los ojos por la luz del sol, saltó como un resorte.

Y se lanzó por la ventana como si fuese un cohete. O como si fuera un rayo. O como si fuera una veloz bola de fuego.

Atravesó en el aire los hilos de las cometas. Atravesó en el aire los cordeles de luz. Atravesó en el aire las ramas de los árboles.

Y, como si fuera una golondrina torció buscando sortear la verja de la casa que tenía unas puntas de fierro.

Bajó del aire como un bólido y cayó justo en la jeta del perro, clavándole las uñas, precisamente en el momento cuando iba a morder y desgarrar la pierna de la pobre mamá.


5. ¿Por qué?

– ¡Ay!

Se oyó un grito de dolor del perro, cayendo a tierra y revolcándose por el suelo.

Pero la gata no se soltaba del hocico del malvado que lo tenía bien agarrado con las uñas y le gruñía enseñándole sus dientes blancos, brillantes y afilados.

Pero también sus amígdalas grandes y coloradas que amenazaban al perro con devorarlo mientras abría toda su boca por la cólera, resondrándole de este modo:

– ¡Perro! ¡Por qué eres malo!

– ¡Perdón! – Gritaba el perro. Estás rasgándome la cara.

– ¡No hay perdón! – Le decían. ¿Por qué asustas así a las personas que no te hacen ningún daño?


6. Lo juro

Juá y juá, le dio la gata dos fuertes latigazos con su cola.

– ¡Perdón! De veras te pido perdón. Me estás rasgando la cara.

– ¿Sabes cuál es el destino que corren los malvados? 

– No sé, pero perdón. Nunca más lo haré. Seré un perro bueno.

– ¿Nunca más asustarás a las personas?

– No. ¡Nunca más! –Respondía el perro.

– ¿Lo juras? –Le alzaba la voz, torciéndole los labios.

– Lo juro, gatita, ¡lo juro!


7. Saber leer

– ¿Lo prometes?

– ¡Sí!, lo prometo.

Solo así fue pasándole la rabia a la gata.

– ¡Otra vez, grítalo!

– ¡Lo juro, ya no seré malo!

– Ahora dime, ¿dónde vives?

– No tengo dónde vivir, ando por uno y otro lado.

– ¡Ajá! Y, ¿vas a la escuela?

– No voy, gatita. Tampoco sé leer.


8. Ese día

– Bueno, vas a trabajar y aprender a leer, porque ya eres grande y si no te enmiendas tu vida va a ser un martirio, ¿de acuerdo?

– Sí gatita.

– Vas a demostrarte a ti mismo que te vas a enmendar, que ya no vagarás por la calle y que serás una persona de bien.

– ¡Eso quiero!

– Vas a trabajar en un circo, haciendo acrobacias para que los niños se pongan contentos. El circo es un buen sitio para ti.

La gata caminó con él llevándolo de la pata hasta el circo del barrio que justo daba una función ese día, en donde pidió trabajo para el perro, que desde entonces es un acróbata.


9. Canta en el coro

Su nombre artístico es Titán, y se siente feliz, porque de ser un perro malo ha pasado a ser un perro bueno y a la vez famoso, que pasea en su lomo al payaso, que lo hace de disimulo, para hacer reír a los niños.

Y luego lo llevó a la escuela.

Es un buen alumno. Y como tiene buena voz canta en el coro:

                                                                           Lindo es mi perro
                                                                           siempre está a mi lado.
                                                                           Es muy cariñoso
                                                                           y muy educado.
                                                                           Lindo es mi Titán.

Visita a la gata Flica en su casa y le lleva su libreta de notas. 


10. Para él

Cuando ve aparecer a doña Elvira se humilla de vergüenza.

Y le dice con voz muy sentida:

– Perdone doña Elvira, era un tiempo en que no sabía lo que hacía.

– Así son las cosas, hijos. En la vida hay mucho que aprender. 

– Y también mucho qué cambiar. –Reflexiona el perro ya arrepentido.

Y doña Elvira le sirve un rico pastel de fresas que le gusta y prepara especialmente para él.

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Danilo Sánchez Lihón

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