José Emilio Pacheco: el arte de vivir entre nosotros
por Abraham Prudencio Sánchez
abrahamprudencio2011@gmail.com 

José Emilio Pacheco es quizá hoy en día el poeta más importante e influyente dentro del mundo de las letras mexicanas.

Nació en México el 30 de junio de 1939. Estudió en la Universidad Autónoma de México. Como creador ha explorado la novela, el ensayo, el cine y la traducción, pero es en la poesía donde  ha logrado condensar lo mejor de su producción.

Desde su etapa inicial Pacheco ha sido acogido con respeto y admiración. Es considerado integrante de la llamada “generación de los años cincuenta”. A lo largo de los años ha ido forjando una obra profunda y diversa.

Entre su obra poética destaca: Los elementos de la noche (1963); El reposo del fuego (1966); No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969); Irás y no volverás (1973); Islas a la deriva (1976); Desde entonces (1980); Trabajos en el mar (1983). Todos estos libros han sido reunidos bajo el título “Tarde o temprano”.

 Algunos de sus textos “en prosa son: El viento distante y otros relatos (1963), Morirás lejos (1967), El principio del placer (1972) y Batallas en el desierto (1981).Entre otros.

Entre sus galardones se cuentan: Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de Periodismo Literario, Premio Xavier Villaurrutia, Premio Magda Donato, Premio José Asunción Silva en 1996, el Premio Octavio Paz en el año 2003, el Premio Federico García Lorca 2005, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en 2004,
Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2009  y el Premio Cervantes en 2009.

La poesía de José Emilio Pacheco presenta rasgos particulares: sencillez, erudición, precisión,  a ello se agrega el estilo coloquial, irónico y cotidiano. El elemento gravitante en su poesía es el ser humano que está en constante lucha contra sí mismo (esto implica tiempo, destino, fatalidad), su poesía, en apariencia sencilla es; sin embargo, mucho más compleja y profunda.

Tras una atenta lectura percibimos un hilo conductor en la que reina tanto la sabiduría como la sensibilidad. El yo poético analiza la sociedad, pero sobre todo es consciente de su vulnerabilidad; desde su perspectiva de ser humano enfrentando a sus  contradicciones sabe que en este mundo de falsías sólo una cosa es verdad: lo efímero de las cosas.

A lo largo de su poesía Pacheco explora ese mundo gobernado en ciertos casos por la sin razón, trata de hallar respuestas a sus cuestionamientos, pero a veces todo esfuerzo es vano, sin querer se torna en crítico de su tiempo, trata de entender el momento y la sucesión de los días. Esta particularidad se debe sobre todo a que alternan lo trascendente con lo inmediato, puede estar hablando de un tema “banal” (con un lenguaje cotidiano) pero  en sus manos se convierte en un tema universal.

José Emilio Pacheco siente un profundo escepticismo, trata reconocer “la posibilidad de las cosas”; sin embargo, las contradicciones de estas mismas lo remiten a la negación, a veces prefiere creer en “im-posibilidades” antes que aferrarse en una ilusión.

Resume las circunstancias de la vida en unas cuantas palabras, su precisión y búsqueda de la palabra exacta nos hace pensar muchas veces en el haiku japonés y en el epigrama griego.

Como se ha dicho bien su poesía es un acto de “resistencia contra la dictadura y la barbarie”, no se limita a estar fuera del conflicto, participa denunciándola.

En “El reposo del fuego” se representa un mundo derruido, una realidad conmovedora, la sensación de acabamiento es una contante, los elementos como el agua (la lluvia como elemento purificador) y el fuego (la llama que se interna en la noche) son elementos catalizadores, revitalizan el universo. El tiempo suele acabar con los objetos, al final todo será polvo, tanto el buitre como el tiempo son elementos que presagian el final.

Un personaje que llama la atención es la presencia del Emperador, es el poder representado que suele estar ligado a la destrucción y acabamiento, el emperador, al fin y al cabo, “sólo es el señor de las ruinas”, los poderes totalitarios tienen una final común: la destrucción de sí mismo y la del resto.

Se tiene la visión de un mundo perdido, es un lento proceso de acabamiento, la muerte se antepone a la vida no como parte complementaria sino como un proceso que pone término a todo lo existente.

Se reflexiona acerca la vida, la pregunta emerge por sí sola ¿qué hemos hecho durante todo este tiempo?

Una vez más José Emilio Pacheco expresa su preocupación por el mundo,  la idea del tiempo como un elemento gravitante pero al mismo tiempo inexistente.

El querido José Emilio Pacheco  es mexicano pero  decir México es como decir que perteneciera a todas partes, su poesía es una chispa esperanzadora que se enciende cuando uno cree que todo está perdido, siempre es bueno saber que personas como él están en este mundo entonces uno se siente menos solo.

Como persona dicen que es sencillo pero muy distraído, entre varias anécdotas se cuenta el episodio cuando estuvo entrando a recibir el Premio Cervantes (1999) de las manos de los reyes de España, por los azares de la vida y en pleno recorrido, se le cayó el pantalón, ante lo evidente argumentó convencido  “no tenía tirantes, es un buen argumento contra la vanidad”. Ese es nuestro poeta una persona plenamente querible.

por Abraham Prudencio Sánchez
abrahamprudencio2011@gmail.com   
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