La marilope, flor de leyenda

por Armando Sáez Chávez

La flor de la marilope es símbolo de Cienfuegos

 

Los cienfuegueros atesoramos entre nuestros símbolos de identidad cultural la flor de la marilope. Una aureola mística envuelve la hermosa leyenda local que identifica la planta con ancestrales acontecimientos acaecidos en estos parajes al centro sur de la isla de Cuba, en épocas cuando corsarios y piratas recurrían al abrigo de la bahía de Jagua.

La historia de amor y desgracias es bien sabida por muchos coterráneos. Sin embargo, algunos desconocen las propiedades medicinales de este arbusto, que por el intenso amarillo de sus flores es conocido en México como clavel de oro.

Es un pequeño arbusto muy ramificado de hasta 90 cm de alto, tiene hojas delgadas aserradas en los bordes y sus flores son de color amarrillo. Se da silvestre de toda la isla, y se encuentra cerca de las costas, en terrenos arenosos y principalmente en las faldas de las colinas y montañas de serpentina.

La Turnera ulmifolia, por su nombre científico, presenta diversas formas que varían en el tamaño y la forma de las hojas, en las dimensiones de las flores y en la pubescencia. Se encuentra frecuentemente cultivada en patios y jardines. Crece también en las Antillas Mayores y Antillas Menores, y en la América tropical continental.

Según el naturalista y sabio cubano Juan Tomás Roig y Mesa las hojas y las flores de la marilope se emplean mucho como remedio casero contra enfermedades del pecho y es bueno para las hemorragias de las mujeres.

Específicamente en la región de Cienfuegos, aclara el científico, antaño nuestros abuelos usaban esas partes de la planta en cocimiento contra el insomnio y en el caso de la poción hecha con flores, para contrarrestar las descomposiciones del vientre, con una dosis de una o dos tacitas al día. En el oriente del país, por su parte, la utilizan contra la fiebre.

Otros naturalistas señalan a la marilope de eficaz como pectoral aromático y cefálico y que es muy útil también en el segundo período del catarro pulmonar; buena, además, contra la indigestión.

Entre las variadas forma de prepararse está de introducir un manojo de la planta en un recipiente con un litro de agua hirviente. Con ella hacer una infusión que, endulzada, se toma durante el día. Con ese mismo cocimiento más concentrado y con bastante azúcar sale un jarabe excelente y utilísimo a la vez que agradable al paladar. Este brebaje sirve como tónico y expectorante.

La leyenda

En el sitio que hoy se conoce en Cienfuegos como Punta Gorda, esa lengüeta de tierra rodeada del mar de la bahía, vivía un español de apellido López, o Lope, como ha llegado hasta nuestros días.

Cuenta la leyenda local que hacia 1528, el hombre, venido entre los miles que llegarían a la isla en busca de fortuna, se unió a una de las indias del cacicazgo de Jagua, con la que tuvo una hermosa niña a la que nombró Mari. La pequeña heredaría del padre las facciones predominantes en la “Madre Patria”, y de la madre, el tinte dorado de la piel y la bondad e ingenuidad de los aborígenes.

La alegre y hacendosa Mari, adoraba cuidar a los animales y cultivar las flores, era además virtuosa del canto y narra la historia que nadie como ella entonaba con más energía los cantos guerreros, ni daba más fervor a los areitos religiosos; empero, educada por padre cristiano, era la doncella muy devota y aunque siempre rodeada de siboneyes que la pretendían, la casta y pura joven hacía caso omiso de tales pretensiones. Así llegó a ser la mujer más hermosa de esos predios.

De tales cualidades se enamoró perdidamente el pirata Jane, que por aquellos años que precedieron a la fundación de la Villa Fernandina de Jagua, buscara en las aguas de su cerrada rada refugio seguro para sus navíos.

“El Temerario”, como apodaban al navegante, cruel y de despiadados instintos, y que, como huella de su rudeza y quien sabe cuántos combates, mostraba en la mejilla izquierda una cicatriz, fue rechazado por Mari- Lope.

“Sólo pertenezco a Dios”, repitió la muchacha al pirata, como tantas veces a otros pretendientes, aún cuando fueron múltiples las promesas de tesoros y joyas, de riquezas: “Guarda para ti esas riquezas, yo no las necesito”, fue la determinante respuesta.

Imponiendo su fuerza bruta, intenta el pirata poseerla y en el forcejeo, Mari Lope corre a refugiarse en su bohío…pero se lo impidieron otros hombres de Jean.

Relata la voz popular que cuando el pirata casi la alcanzaba, surgió entre ellos una muralla de espinas; él le disparó con su pistola y al caer se vio volar una paloma blanca. Casi al instante un rayo fulminó al “Temerario”, dejando sin sentido a sus secuaces, quienes al volver en sí, vieron arder el cuerpo de su jefe, y donde fue abatida la doncella, había brotado una hermosa planta cuyas flores de intenso color amarillo, la Marilope, representarían desde entonces a la región de Cienfuegos.

Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

por Armando Sáez Chávez
 

Publicado, originalmente, en el diario 5 de setiembre (Periódico de Cienfuegos, Cuba) http://www.5septiembre.cu/ 

Link del artículo: http://www.5septiembre.cu/la-marilope-flor-de-leyenda/

Cienfuegos, Cuba, 28 de mayo de 2018

 

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