La gallina y la lombriz 
Bertha Rojas López.

Una mañana de primavera, sol radiante y cielo azul, salió del corral la gallina blanca de cresta colorada y sus inquietos pollitos a buscar comida. 

Entraron a un bien cuidado jardín, ahí los pollitos comenzaron a picar el pétalo del orgulloso clavel y arrancar desde la raíz a las pequeñas violetas. La gallina sacudió sus alas y empezó a picotear el pétalo de los vanidosos tulipanes. Los pollitos a pesar de haber arruinado el pétalo de las flores, no pudieron saciar el hambre y empezaron a piar.

La gallina muy preocupada por la glotonería de los pollitos les enseñó a cazar insectos, dando las siguientes instrucciones: tienen que correr, saltar y picotear 

-Yo no sé correr, ni saltar - dijo uno de los pollitos…

En ese trance la gallina vio a una mariposa dormitando sobre el pétalo de una rosa.

-¡Pollitos miren bien! voy a cazar a esa mariposa. La gallina corrió un poco, dio un saltó y, se comió a la mariposa.

Los pollitos de inmediato se pusieron a cazar mariposas, abejas, moscas y mosquitos; pero tampoco pudieron saciar el hambre. 

Cansados de perseguir los pocos insectos que habían quedado, los pollitos otra vez dijeron ¡pio, pio! 

La gallina en su afán de calmar el hambre y la sed de sus pollitos dijo:

-¡Bien! Aprenderemos a cazar grillos y cucarachas, para ello tenemos que meternos debajo de las plantas.

Los pollitos en su búsqueda hallaron unos cuantos vivaces grillos que se escondían, como por arte de magia, en seguida se ponían a chirriar a todo pulmón desde la profundidad de sus escondites.

-¡Pio pio pio!- 

La gallina incomoda acudió a su último recurso y les enseñó a escarbar la tierra. 

Los pollitos empezaron con la faena, encontraron luciérnagas, orugas y gusanos, a todos se los comían sin piedad.

La gallina cacareando con mucha alegría, contemplaba la acción de sus polluelos; también a ella le apeteció comer los deliciosos gusanos. 

En un santiamén encorvó sus dedos y escarbó la tierra, enredados entre sus garras salieron una gran cantidad de lombrices grandes, chicas, gordas y flacas.

Cuando iba a dar el primer picotazo, una lombriz ensanchando su cilíndrico cuerpo, irguió la cabeza para decir con voz enérgica:

-¡Oye gallina! ¡Ten compasión de mí y de los demás! Así como tú, yo también tengo hijos, ellos me necesitan. ¿Por qué solo buscas el bienestar de tus hijos a costa de la vida de los demás?

La gallina se sorprendió, se puso pálida sin poder y sin saber qué decir... después de un momento llamó a sus pollitos y contó lo sucedido. 

Los pollitos escucharon y se quedaron quietos.

Uno de ellos dijo: 

-¡Vamos! Dejemos en paz a las lombrices, a los mosquitos, a los grillos y a las cucarachas. Ellos son como nosotros. También tienen derecho a la vida

¡Pio, pio! ¡Vamos, Vamos a comer granos! 

La gallina muy avergonzada se retiró del lugar juntamente con sus polluelos. 

Se debe respetar la vida de los demás

Bertha Rojas López

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