El cernícalo y el sapo 
Bertha Rojas López.

Cierto día lluvioso, el cernícalo estaba sentado sobre la rama de un leñoso árbol, contemplando la caída del agua sobre la tierra, de rato en rato, sacudía sus alas intentando volar, sin poder hacerlo porque la lluvia le impedía cazar inocentes gorriones y bulliciosos jilgueros. 

¿Hasta qué hora lloverá? Interrogó, en voz alta…

Al pie del árbol disfrutaba de la lluvia un verde y rechoncho sapo que al escuchar la voz del cernícalo dijo:

-Hola cernícalo ¿estás preocupado por la persistencia de la lluvia? 

-Hola amiguito, ¿dónde estás? respondió cariñosamente el cernícalo.

-Estoy cerca de ti. Contestó el sapo

-¿Dónde, no puedo verte? 

-Tú sabes que yo, tengo que estar oculto de día y de noche; de día porque me persiguen los niños y los hombres para matarme, de noche no puedo salir libremente a cantar y contemplar a mi amada la luna porque soy el manjar más delicioso de las hambrientas lechuzas; otras veces soy perseguido por ciertas aves que no lograron atrapar su presa. Comentó el sapo.

-Sapo tú sabes que esta vida es una lucha constante, para vivir. Tú comes moscas y mosquitos. Te has preguntado del ¿qué dirán esos insectos de ti? Replicó el cernícalo

-Oye cernícalo, debes saber que yo no persigo a nadie, ni los busco, son ellos los que deciden morir; por eso es que vienen solos y se posan sobre mi lengua, lo único que hago es cerrar la boca. Justificó el sapo.

-¿Sapo dónde estás, quiero verte? Insistió el cernícalo.

El sapo se dio cuenta de la intención del cernícalo y en el acto buscó un agujero, se cubrió con hojarascas verdosas y amarillentas; después de constatar la seguridad del escondite gritó:

-¡Yuju yuju! Estoy aquí. 

El cernícalo ensayo su vuelo, agudizó su mirada para ubicar y zarpar sobre su apetitosa presa y estratégicamente armó un discurso zalamero:

-¡Sapo…o! tú tienes la mejor suerte que cualquier animal en este mundo, vives cómodo sobre la tierra, dentro del agua, sobre la pared, en las ramas de los árboles, cuando quieres caminas, saltas, corres y nadas. 

-Así es. Respondió el sapo.

El cernícalo con las garras encrespadas cayó sobre el sapo a la velocidad de un rayo y entre sus garras sólo se incrustaron hojas verdosas.

-¡Jajajaaa! Desde su escondite el sapo soltó una carcajada.

El cernícalo sin poder contener su ira, comenzó a escarbar y voltear las hojarascas sin encontrar ni rastros del sapo.

-¡Yuju yuj…u! Creo que nunca me vas encontrar cernícalo rabioso. Dijo el sapo.

El cernícalo no contestó, continuó buscando el escondite del sapo, volteó y revolteó hasta que por fin sus ojos chocaron con un cuerpo achatado, con la cabeza escondida entre sus brazos.

-Ah… sapo, eres gracioso. Dijo el cernícalo.

El sapo al verse en un trance tan difícil dijo:

-Cernícalo ya me atrapaste pero por favor concédame un último deseo.

-¡Bien! ¿Cuál es tu deseo? Inquirió el cernícalo.

-Déjame cantar y bailar sólo un instante, ya que voy a desaparecer para siempre de esta hermosa tierra.

El cernícalo aceptó. Entonces el sapo se puso de pie y empezó a cantar y a zapatear: 

Tushukuykusha kulup 
mikunan trakiwan, 
takikuykusha kulup 
mikunan shimiwan, 
wayap,wallap was. 
wayap, wallap was . 

Kanan aa mikamay, 
ñawisapa killincha, 
kanan aa mikamay 
wisku siya killincha. 

Bailaré con este pie

manjar de los gusanos

cantaré con esta boca

delicia de los gusanos.

wayap, wallap was

wayap, wallap was .

 

Ahora cómeme

cernícalo ojón

ahora cómeme

Cernícalo nariz torcida.

Cuando el sapo terminaba de cantar; dos muchachos adolescentes vieron al cernícalo e inmediatamente le lanzaron piedras. 

Una de las piedras le cayó en la cabeza del cernícalo, el pobre dio un fuerte chillido, giró como un trompo y cayó; los jovencitos se acercaron al lugar, encontraron al sapo tratando de ocultarse entre las hojas secas; entonces haciendo gala de su puntería, arrojaron piedras sobre el esponjoso cuerpo del batracio, hasta dejarlo despanzurrado.

No debemos recrearnos con el dolor de los animales

Bertha Rojas López

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