Noemí Ulla, cuentista |
De Poe, precisamente, el rioplatense Horacio Quiroga aprendió a trabajar un elemento imprescindible del cuento de horror: el suspenso. Pero también algo más: la elaboración de dos tramas en un mismo relato; una superficial, a la vista, y otra solapada, oculta, que emerge por sorpresa hacia el final de la narración y produce un efecto revelador. Con esta textura, Noemí Ulla ha confeccionado un tejido propio para escribir los diecisiete cuentos reunidos bajo el título Juego de prendas y los dos corales. (Ediciones Simurg, Buenos Aires, 2003). La operación de ruptura con la rigidez de formas y contenidos prestigiosos para la crítica tradicional que ha llevado a cabo la autora argentina desde la publicación de sus primeros libros de relatos –Ciudades (1983), El ramito (1990) y El cerco del deseo (1994)– se sustenta a través de una aprehensión sensible de la vida cotidiana y la captación de muy variados discursos. Su escritura se deleita en recrear el habla de la clase media argentina en todos sus registros y los modismos que adquiere la comunicación verbal en cada momento. Escritura que se caracteriza por un tono conversacional, como se observa en su cuento “Cuestión de palabras”, y la articulación de atmósferas de intimidad que vuelven al lector cómplice de la historia narrada. Tanto en “Viajeros” (relato que transcurre en un tren nocturno durante una travesía a Venecia y, luego, en la “ciudad mágica”) como en “La cueva y la barra” (donde un viaje a Europa cambia el destino de una familia), Ulla hace posible la conexión entre el mundo imaginario y el mundo real creando, al mismo tiempo, una zona de hilaridad que torna todavía más interesante y placentera la lectura de sus narraciones. Buena lectora de poesía, ha utilizado para sus ficciones breves uno de los recursos más destacables de la lírica: la concentración de sentidos, como denotan especialmente dos de sus cuentos, “El centenario” y “Tarde de ensayo”, y subrayan el estilo personal de Ulla. Los contenidos subyacentes de los relatos y una escritura comunicativa condensan de manera ejemplar el movimiento intenso de su prosa que persigue, con la máxima sencillez, pero también con la máxima profundidad, revelarnos facetas oscuras que se esconden detrás de la apariencia inocente de las personas y las cosas. |
Por Reina Roffé
CVC – Centro Virtual Cervantes (España)
Lunes 4 de septiembre de 2006
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