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IX Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe ( ADHILAC).

“Doscientos años de historia e historiografía de las independencias de América Latina y el Caribe”

Santa Marta (Colombia) 25 al 29 de mayo del 2.010

 

Eugenio Espejo y Antonio Nariño: precursores de la ilustración y de la independencia,

quienes sellaron su amistad y compromiso en Bogotá
Germán Rodas Chaves
[1]
grodas@uasb.edu.ec 

 

Resumen de la ponencia:

 

El Precursor de la Independencia, el quiteño Eugenio Espejo, una vez excarcelado en 1788 se vio obligado a viajar a Bogotá para defenderse ante el Virrey de las acusaciones de las que había sido víctima en aquel período. Llegó a Santafé de Bogota en 1789. Permaneció en dicha ciudad hasta 1790. Durante ese tiempo desarrolló una fructífera relación con Antonio Nariño quien le invitó a participar de las tertulias del núcleo denominado El Arcano Sublime de la Filantropía, a cuyo interior la aprehensión de las ideas de la Ilustración y la reflexión colectiva sobre tal marco ideológico favorecieron el compromiso de los dos patriotas con las causas de la independencia en sus países.

                                                        *

                                                                    

1.-Causas del desplazamiento del Doctor Eugenio Espejo a Bogotá.

 

Entre los meses de julio y agosto de 1785, con motivo de las graves epidemias de sarampión y viruela que asolaban a Quito, Eugenio Espejo fue comisionado por el Cabildo para que estudiara el instructivo enviado por el Rey de España a fin de que se adoptaran las medidas sugeridas, desde Madrid, por el Dr. Francisco Gil, para combatir la viruela.

 

Espejo trabajó intensamente en este encargo y de sus experiencias y observaciones, en esta materia, produjo un estudio médico de enorme trascendencia al que llamó “Reflexiones sobre la Viruela”.

 

En el capítulo final de este texto, de 179 páginas, Espejo hace un cuestionamiento implícito al rol de lo médicos ante este problema epidemiológico.  Pero a la par de estas opiniones, Espejo,  también, hace “reflexiones”, -con la sutileza indispensable- respecto al entorno político y social de la Real Audiencia de Quito.  Estas aseveraciones, que en el fondo fueron críticas a la situación de aquel entonces, sirvieron de pretexto a algunos médicos quiteños y a la comunidad de los frailes Bethlemitas, para que condenaran el texto de Espejo, bajo la argucia que en sus páginas se habían  proferido calumnias en su contra.  Los supuestos afectados demandaron que el texto fuera modificado antes de que llegara a las manos del Presidente de la Real Audiencia de Quito, Juan José de Villalengua.  Espejo contestó que no cambiaría absolutamente nada a su trabajo. El texto, que más tarde llegaría a Madrid, fue, entonces, inicialmente archivado[2].

 

La circunstancia descrita volvió adverso el entorno político y social de Eugenio Espejo, tanto así que el Presidente de la Audiencia, Juan José de Villalengua, para sacarse el problema de encima, pidió al ilustre quiteño que, en su condición de médico, formase parte de la misión de Francisco de Requena, en la selva amazónica, (misión encargada entonces de buscar solución a los conflictos territoriales entre las colonias de España y Portugal).  Espejo, comprendió las intenciones de este pedido, no lo aceptó y se dispuso a expatriase al Perú.

 

En 1786 Partió, en compañía de su hermana Manuela hacia el Sur, quedándose a vivir en Riobamba, pues en diciembre de aquel año fue contratado para defender a los curas[3] de esta localidad quienes, por aquel tiempo, habían sido acusados por Ignacio Barreto, Alcalde y Comisionado principal de la Real Cobranza de Tributos, de propiciar, entre los indios, fiestas con las cuales dichos curas, supuestamente, hacían lucro.

 

Espejo efectuó la Defensa[4] de los acusados (en medio de una postura que en el fondo contribuyó a analizar la forma infamante con la cual eran tratados los indios por parte algunas autoridades) y, a contrapelo, cuestionó el informe de Barreto, señalando que por la mediocridad de éste, el texto acusatorio provenía de otra autoría: José M. Vallejo.

 

Hecha pública la defensa, esto ya en pleno año de 1787, Espejo fue enjuiciado por las supuestas graves calumnias, en medio del beneplácito de sus enemigos, lo cual trajo como resultado su apresamiento y encarcelamiento[5] y su posterior traslado, en condición de preso, a Quito.

 

El proceso de juzgamiento a Espejo (nuevamente infamado en esos mismos meses, como autor del Retrato de Golilla o, por lo menos como el responsable de haber hecho circular tal libelo) fue dilatado a pesar de las cartas de protesta por su prisión que el médico quiteño enviara al Presidente de la Real Audiencia de Quito. Sendas comunicaciones envió, también, al Rey Carlos lll, las cuales le  debieron haber llegado gracias “a los buenos oficios de Juan Pío Montúfar”[6].

 

Más aún, algunos de sus amigos, como el ll Marqués de Selva Alegre (Juan Pío Montúfar) hicieron las gestiones necesarias para intentar excarcelar al médico quiteño. En efecto, en 1786 El Marqués de Selva Alegre viajó a Bogotá a conocer y reunirse con el sabio botánico español Celestino Mutis (Director de la Real Expedición Botánica en Nueva Granada) y debido a que tenía amistad con el mentado Mutis, le solicitó que intercediera ante Villalengua a favor de Espejo. Así lo hizo Mutis, quien escribió una carta a Villalengua, en tal sentido, el 26 de julio de 1787.[7]

 

En junio de 1788 el Ministro de la Corte de Madrid, Antonio Porlier, comunicó al Virrey de la Nueva Granada, Francisco Gil Lemos (nombrado[8] en reemplazo de Antonio Caballero y Góngora) que el Rey había dispuesto que se hiciese cargo, con el carácter de inmediato, del proceso iniciado en contra de Espejo en Quito, y adjuntó a este pedido una orden Real reservada. Tal solicitud, al mismo tiempo, sirvió para que Villalengua, dejara insubsistente la inicial determinación de enviar a Espejo a Lima. En Julio de 1788, Espejo inició su viaje hacia Bogotá.

 

2.- El contexto que recibió a Espejo en Santafe de Bogotá y su vinculación al centro El Arcano Sublime de la Filantropía.

 

El Doctor Espejo llegó a Santafé de Bogotá a inicios del año de 1789.  El sumario de la causa en su contra llegó al recién posesionado nuevo Virrey de la Nueva Granada, José de Ezpeleta, el 18 de marzo de 1789. El referido sumario fue conocido por el juez Estanislao Andino, quien emitió sentencia absolutoria el 11 de noviembre de 1789. Por resolución del Virrey, Espejo quedó libre el 2 de diciembre del mismo año quedando, además, facultado “para que pueda pasar a la ciudad de Quito y residir en ella, sin que se le ponga embarazo ni impedimento alguno”[9].

 

Así se resolvió en asunto por el cual Espejo debió trasladarse a Colombia. Empero en los siguientes párrafos trataré de su fecunda estancia en Bogotá, motivo sustantivo de este trabajo.

 

En aquel 1789, también arribó a Bogotá Juan Pío Montúfar. Por aquel entonces el Marques de Selva Alegre tenía 30 años de edad y Espejo 42.  A pesar de la aparente diferencia de años, los dos se profesaban una amistad cordial y plena de coincidencias sobre los asuntos de la época. Montúfar, además, admiró sustancialmente a Espejo como se demuestra, al menos, en estos dos actos trascendentes: el primero, cuando envió, por su propia iniciativa las “Reflexiones” a su primo en Madrid para que le hiciera llegar, en lo posible, al Doctor Francisco Gil; y el segundo, en sus gestiones epistolares ante Celestino Mutis, para que este intercediera ante Villalengua en procura de la libertad de Espejo.

 

Esta referencia en relación a la amistad de Montúfar y Espejo me parece necesaria, porque explica el hecho de que los dos optaran, una vez que se encontraron en Bogotá, por la búsqueda de importantes figuras de tal ciudad que se hallaban comprometidos con las ideas de la ilustración, aquellas en las cuales Espejo se había abrevado y posteriormente compartido con su amigo en Quito. Este trajín de los dos amigos quiteños ocurrió en Bogotá luego que Espejo ya había iniciado sus iniciales encuentros, por ejemplo, con Antonio Nariño y Francisco Zea y a partir de otras amistades que Montúfar pudo presentarle por su antigua relación con otros bogotanos.

 

¿Cuál es el ambiente cultural al que accede Espejo? Esta es la pregunta clave para entender su estancia en Bogotá. Como lo es la siguiente afirmación: Espejo no aprovechó su estancia en Santafé para iniciar su formación ilustrada. Lo hizo para aprehender otros conocimientos y fortalecer los propios, pues bien vale la pena recordar que nuestro médico quiteño, cuando se ve obligado a desplazarse a Bogotá, ya había experimentado el camino de la formación erudita a la que arribó, más allá de los aprendizaje y reflexiones que le proporcionaron sus estudios, por así llamarlos, profesionales.

 

No olvidemos que una vez producida la expulsión de los Jesuitas en 1767, cuando Espejo tenía 20 años y ya era médico, la biblioteca que fuera organizada por los Jesuitas estuvo al alcance del médico quiteño pues la Biblioteca del Colegio fue uno de los espacios de trabajo de Eugenio Espejo, y como él mismo dijo “Mi mérito está en haber, desde niño, estudiado en el conocimiento de los hombres, en no haber dejado el libro de la mano, y aún cuando lo haya dejado, estudiar en el vastísimo libro de la naturaleza con la observación”.[10]

 

En efecto, cuando Espejo llegó a Bogotá, era ya un erudito. Por sus manos habían pasado Las Memorias de la Academia Francesa de Ciencias, libros fundamentales como los de Feijoo, Bacon, Bayle, Malpigio, Sidenham. Esta afirmación se demuestra precisamente en su amplia producción bibliográfica, previa a su estancia en Bogotá: “El Nuevo Luciano”  (1779); “La Ciencia Blancardina”, “Marco Porcio Catón”, “Carta del Padre Lagraña” y “ Sermones” (1780); “Reflexiones sobre las Viruelas” (1785); “Defensa de los Curas de Riobamba” (1786); “Cartas Riobambenses” y “Representaciones al Presidente Villalengua”(1787).

 

Por los antecedentes expuestos, precisamente se interesó en conocer, como queda dicho, a varios personajes de enorme importancia en Bogotá: Nariño, Zea, Mutis…

 

Antonio Nariño y Álvarez tenía 25 años de edad cuando Espejo le conoció. Nariño, para aquel entonces, había experimentado algunas vivencias que contribuyeron a madurar su inteligencia. Debido a sus enfermedades de niño (lo cual no le permitió una educación “regular”) fue la lectura en la biblioteca de su abuelo la que se convirtió en su mejor escuela, aquella en la cual pudo aprender, además, el idioma galo, nutriéndose, también, del pensamiento enciclopedista, siendo por esta circunstancia -y luego por su actividad comercial que le puso en contacto con extranjeros que se referían entusiastamente sobre los acontecimientos, particularmente de Francia- ferviente adherente al pensamiento Ilustrado.

 

A pesar de su juventud, Nariño poseía una fortuna importante; pudo así adquirir una casa, en La Plazoleta de San Francisco (en Bogotá) en la cual, en la planta baja, se reunían periódicamente un núcleo de escritores y pensadores, núcleo al que denominaron “El Arcano Sublime de la Filantropía”. Allí además, Nariño fue conformando, lenta pero crecientemente, una importante biblioteca cuyos textos fueron leídos con fruición por el propio Nariño y por aquellos que formaron parte del núcleo que él había constituido.

 

Este núcleo, entre otras cosas por lo referido en líneas precedentes, ha sido catalogado como un club literario[11] y en otras oportunidades, como un centro masónico[12]. Esta segunda opción, parecería estar más próxima a la realidad por la cercanía de amistad de Nariño con el masón francés, radicado entonces en Bogotá, Louis de Rieux[13], quien fue asiduo concurrente a las reuniones del Arcano Sublime de la Filantropía y al mismo que los estudiosos sobre la historia de la masonería en Colombia lo identifican como su fundamental promotor.

 

En todo caso, más allá del carácter del Centro, lo evidente fue que en ese espacio se conocieron y discutieron las ideas de la Ilustración, se confrontaron formas de pensamiento y se aprehendieron las nuevas corrientes de la filosofía que, luego, iluminarían los proyectos independentistas de Colombia y Ecuador.

 

Ciertamente, cuando las reuniones tuvieron el interés de ser más públicas, al núcleo organizado por Nariño debieron concurrir otros personajes de la época, con la finalidad de discurrir sobre temas más generales, con lo cual la posibilidad que en momentos determinados el Arcano Sublime de la Filantropía se constituyese en un espacio literario y académico, adquiere justeza.

 

Empero, por los propios temas que se debatieron y conocieron al interior de este núcleo (y además por los personajes que lo visitaron) queda abierta, también, la posibilidad que los encuentros masónicos hayan ocurrido, a manera de tenidas públicas, con la finalidad de favorecer la discusión. 

 

No obstante, los temas conflictivos (en el campo de la filosofía, particularmente, y desde luego cuando se trataron los referentes a la conspiración en contra del orden social) necesariamente demandaron un analisis y compromiso clandestinos, de carácter cerrado y hasta secreto; para ello la conformación de una logia les era adecuada, tanto más que aquella estructura les permitía que los temas comentados se guardaran en absoluto sigilo. Y los temas a tratarse fueron de sigilo, no cabe la menor duda.

 

Que se discutía en este centro?  Y añadiría ¿cual el aprendizaje al interior del Arcano Sublime de la Filantropía?  Si, aprendizaje sobre temas trascendentes del pensamiento.

 

No de otra manera puede interpretarse el conocimiento sobre las opiniones del sabio José Celestino Mutis[14], quien concurría[15] eventualmente al centro fundado por Nariño, propiciando, indirectamente, el debate alrededor de sus propuestas filosóficas, particularmente adscritas a los temas de educación y configuradas a propósito de expandir las doctrinas de Newton y Copérnico, tesis revolucionarias para la época y rechazadas por la Iglesia Católica, al extremo que tales opiniones fueron denunciadas a la inquisición por la comunidad de los Dominicos[16].

 

Espejo conoció, en este contexto, al Sabio Mutis, “persona de gran ascendiente ante el Virrey y pudo presentar su agradecimiento, por las cartas de Mutis que dirigió al Presidente de Quito”[17]. Estoy seguro, de mi parte, que Espejo afianzó su amistad con Mutis en el núcleo fundado por Nariño y que Mutis debió haber recibido, adicionalmente, el agradecimiento de Espejo debido al interés expresado por el sabio botánico en referencia a vincularlo en diciembre de 1788[18] para la investigación sobre la quina.

 

En este punto se vuelve menester señalar quienes fueron los convocados para discutir los asuntos de trascendencia que se propuso abordar el Arcano Sublime de la Filantropía, al calor de las ideas de la Ilustración. “A tales tenidas podían entrar solo unos pocos iniciados: su cuñado (de Nariño) el abogado José Antonio Ricaurte y Rigueiro, custodio de los estatutos de la sociedad secreta; José Maria Lozano y Manrique, hijo del Marqués de San Jorge; los Azuola: José Luís, Fundador del Correo Curioso y Luís Eduardo, prócer de la Independencia; el antioqueño Juan Esteban Ricaurte y Muñiz, padre del héroe de San mateo; su íntimo amigo Francisco Zea; el Canónigo Francisco Tovar; el abogado, prócer y mártir boyacense José Joaquín Camacho y Lago; el también abogado Andrés José de Iriarte y Rojas, a más de los franceses Rieux y Froes, de Pedro Fermín de Vargas, del quiteño Espejo también precursores y algunos otros ilustrados de avanzada”[19].

 

“Allí se conspiró, se habló de revolución, de independencia, de libertad, se estudiaron las Constituciones de los Estados Unidos de América y de Francia, como también los Derechos del Hombre y del Ciudadano”[20].

 

“Allí, precisamente en esa logia, se iniciaron masones los quiteños Juan Pío Montúfar y Eugenio Espejo”[21].

 

Aún más, la historia oficial de la masonería colombiana (aquella que se puede encontrar, incluso, por Internet) establece claramente el hecho histórico que Antonio Nariño debe ser considerado como el fundador en Colombia de tal Institución que, en tal período, estuvo comprometida con las ideas de la Ilustración y a favor de la independencia, debido a lo cual, la opinión del historiador colombiano Eduardo Ruíz Martinez es de mucha importancia: “La Francmasonería, vinculo de moda entre los intelectuales europeos, es una receta inglesa, con ingredientes franceses, para exportar la revolución..Los objetivos secretos de esta sociedad son, pues, los de trabajar en forma decidida por la emancipación de la colonia”[22].

 

Y yo comparto, además, la explicación del historiador cubano Sergio Guerra cuando afirma: “Condenadas por la Iglesia católica y por los defensores del absolutismo y la escolástica, la masonería devino en sinónimo de revolucionario liberal, defensora de la razón y de la soberanía popular”[23].

 

Lo evidente es que Nariño, hombre de vasta cultura y contrario a las ideas del absolutismo y de la escolástica, encontró el mejor método y la mejor forma de organización para discutir sobre las ideas del cambio (la Ilustración), hacerse de una importante bibliografía e invitar a figuras de enorme talento para reflexionar, a partir de tales ideas, sobre la realidad de su Patria y de la región.

 

No podemos olvidar que esta formación liberal de Nariño -por decir lo menos- le llevarían años más tarde, a finales de diciembre de 1793 e inicios de 1794, a traducir la Declaración de Derechos del Hombre, promulgada por la Asamblea Francesa en 1789, lo cual, entre otros factores, le significó que el Oidor Joaquín Mosquera y Figueroa iniciara un proceso de persecución en contra del Patriota colombiano que incluyó el que se embargaran sus bienes, incluida su biblioteca donde se hallaban los autores prohibidos, circunstancia que agravó su situación y lo cual contribuyó para que permaneciese preso por 16 meses en el Cuartel de Caballería de Santafé, siendo, luego, condenado a 10 años de prisión en el Peñón de Africa y al extrañamiento para siempre del Nuevo Reino.

 

Allí, entre sus libros fueron encontrados los textos de los enciclopedistas franceses y otros como el “Discurso sobre el Fomento de la Industria Popular” publicado en 1774 por Pedro Rodríguez, Conde de Campomanes, en cuyo trabajo el autor propone la formación profesional y técnica de los artesanos, para devolver a dichos oficios la dignidad. La reforma propuesta está basada en las matemáticas y en el dibujo. Del mismo Rodríguez fueron halladas las “Disertaciones del Orden y Caballería de los Templarios”. También, en la biblioteca estuvieron textos de Kant y por supuesto “Las Cartas Eruditas y Curiosas” de Benito Jerónimo Feijoo[24], a más de un escrito (proclama) que fuera trabajada por Eugenio Espejo en su estancia en Bogotá[25] .

 

En el período que Espejo y Montúfar estuvieron en Bogotá, ¿Cómo hubieran podido dejado de ser parte de tal núcleo de pensadores?  ¿Bajo qué circunstancia el médico quiteño, que había llegado precedido de un enorme prestigio, hubiese dejado de concurrir a este centro para hablar de las nuevas ideas, de las nuevas proyecciones de la filosofía y de la ciencia? Y, sobre todo, ¿Cuántos de los libros que he señalado no pasaron por las manos de Espejo y por su crisol talentoso que le permitieron aprender y aprehender, con una visión cosmopolita, los sucesos que invadían, particularmente a Europa y que, en ese contexto, denotaban la configuración de un nuevo orden en la historia de las ideas?

 

En virtud de los razonamientos expuestos y de los hechos históricos relatados, es un aserto señalar que Espejo, nuestro médico quiteño, recibió una importante influencia cultural del centro El Arcano Sublime de la Filantropía que, como lo demuestran fehacientemente los documentos históricos, particularmente de la Masonería Colombiana, se constituyó en una de las primeras logias del país vecino, debido a lo cual, su trabajo e influencias, bien pueden llevarnos a la misma conclusión a la que ha arribado, particularmente, la Masonería Ecuatoriana en el sentido que allí, en Bogotá, “se formaron como Masones y se adhirieron a ella, tanto Espejo como Montúfar”[26].

 

Si bien los factores de influencia del centro fundado por Nariño sobre Espejo pueden estar condensados en lo señalamientos precedentes (los mismos que se resumen en su pertenencia a un núcleo con características muy particulares y que por el nivel académico de sus concurrentes, así como por el carácter conspirativo de la organización, le permitió sistematizar sus ideas al calor del pensamiento ilustrado) también es importante reiterar que en tal modelo asociativo, el médico quiteño no solo discutió las ideas del momento, o aprehendió las reflexiones concurrentes sobre ellas, sino que comenzó a concebir varios de sus escritos y algunas de sus acciones posteriores. Que duda queda, pues, de la influencia del Arcano Sublime de la Filantropía en Eugenio Espejo.

 

3.-  Bogota: La fecunda estancia para proyectar la lucha.

 

La estancia de Espejo fue fecunda (y desde luego, también, relativamente larga). En un talento como el médico quiteño, las experiencias vividas en Santafé tuvieron una enorme significación y ellas se tradujeron en algunos hechos de trascendencia extraordinaria, respecto de los cuales me referiré brevemente.

 

“Cuando Espejo fue perurgido por los patriotas colombianos a poner por escrito sus grandes ideas en una proclama, informó que, lamentablemente, no disponía de recursos para costear la publicación”[27].

 

De esta afirmación, hecha por el médico e historiador Naranjo, desprendo dos conclusiones: la primera, en un centro literario o de lectura -y también si es masónico[28]- el concurrente está, por así decirlo, en la obligación de presentar un trabajo escrito para que se debatiera sobre el mismo. Se vuelve en una especie de contribución intelectual para con el resto de contertulios; la segunda, en concordancia con la reflexión anterior, Espejo preparó su “Discurso”[29] para que fuese conocido en El Arcano Sublime de la Filantropía y, talentoso y con ideas de avanzada como fue Espejo, escribió no solamente relatando la situación económica y social de su ciudad, a más de caracterizar a los quiteños (en el contexto indicado) sino, también, insinuando la necesidad de asumir un compromiso frente a tal realidad.  

Actuar en dichas circunstancias significaba para Espejo, en ese momento, poner en marcha la creación de la “Sociedad Patriótica”[30], cuyos integrantes, conjuntamente con Montúfar, fueron enlistados en Bogotá, así como fue elaborado un proyecto de Estatuto.

 

Valga destacar que en el listado constaron los nombres de los colombianos Nariño, Zea y José María Lozano lo cual señala, una vez más, los niveles de compromiso con los que imprimieron la huella del Arcano Sublime de la Filantropía, con las tesis que se discutieron a su interior o con las consideraciones conceptuales que se elaboraron a propósito de los documentos que se presentaron en tal Centro. Y lo que afirmo es válido porque que duda puede haber respecto a que el “El Discurso” fue leído ante sus compañeros de tertulia y seguramente comentado, por ellos.

 

Empero, adicionalmente de lo señalado, lo que queda como evidencia es la circunstancia que el texto de Espejo retoma las características del pensamiento Ilustrado europeo, en cuyo entorno se habían ido formando las sociedades  de “Amigos del País”[31], con el especial interés y objetivo de promover el estudio de las ciencias modernas y de utilizar los conocimientos para beneficio de los más amplios sectores de la población, predisposición que, desde posturas conceptuales plenamente identificadas, alentaban ya los asiduos del Arcano Sublime de la Filantropía.

 

“El Discurso” fue publicado en Bogotá, en la imprenta de Antonio Espinosa de los Monteros[32]. La publicación, gracias a las gestiones de Selva Alegre, se efectuó con licencia del Supremo Gobierno en Santafé de Bogota y, además, financiada por el propio Marqués[33].

 

La trascendencia de este documento (El Discurso) es importante referirlo, porque denota el grado de madurez política de Eugenio Espejo frente a la situación que se vivía en Quito; porque traduce su análisis riguroso del contexto; porque infiere talentosamente (como si tan solo nos lo comentara o describiera la realidad de su ciudad) que había sectores que anhelaban un orden estructural distinto y porque, finalmente, se constituyó en el eslabón que conduciría, luego del retorno de Espejo a Quito, para que el sabio médico quiteño organizara y propiciara los medios adecuados para la difusión de las ideas -amparadas en la Ilustración- a sabiendas que ellas iban acompañadas de una visión estructural distinta de la sociedad, marco conceptual que, en su momento, germinaría en la búsqueda de la ruptura colonial y que alentaría, sin lugar a dudas, el 10 de agosto de 1809.  Allí, en tal tratado, se halla Espejo, también, como el Precursor de nuestra Independencia.

 

4.- Conclusión.

 

En resumen, la estancia de Eugenio Espejo en Santafé, obligada por una serie de  circunstancias cuya finalidad de fondo fue el impedir que las ideas Ilustradas de Espejo llegasen a influenciar sobre la comunidad, tuvo un carácter enriquecedor para nuestro quiteño.

 

Eugenio Espejo había logrado una formación conceptual bajo los determinantes de la Ilustración, pero debido a las contingencias particulares de su vida y de las que provenían de las realidades histórico-culturales propias de la sociedad de esos días, le fue difícil confrontar sus conceptos y enriquecerlos en medio del debate mientras vivió en Quito. 

 

Más aún, su transito vital le complicaba a diario la tranquilidad que demanda la posibilidad de pensar y escribir con mayor rigurosidad.  Sus enemigos perturbaban a diario sus actividades, cuestionaban su quehacer (su pensamiento) y lo envolvían en medio de artificios para perseguirlo y anular su influencia.

 

A pesar de todo ello, Espejo se dio tiempo para la lectura y para asimilar los conceptos que, recreados en su inteligencia, fueron los argumentos con los cuales adhirió a sus ideas a no pocos prestantes paisanos suyos, entre ellos a Juan Pío Montúfar.

 

Empero, Espejo no había vivido el entorno de un espacio académico-literario-ilustrado y conspirador (que pudo encubrirse con todas estas características en los limites que para tal efecto ofrecía la naciente masonería colombiana) y que no solo pensaba como él, sino que con él redescubría nuevos caminos y avizoraba nuevas expectativas. 

 

Tales posibilidades le abrió el Aracano Sublime de la Filantropía. Las discusiones a las cuales quería someterse con la pasión que le caracterizaba, le permitieron Nariño y sus contertulios. Muchos de los debates académicos e investigativos le fueron posible discurrir, luego de conocer a Mutis. 

 

La permanencia en Bogotá, así pues, no pudo ser más enriquecedora no solamente en su formación literaria, académica, ideológica, médica e investigativa, o debido a su adhesión al momento por el cual marchaba la historia de las ideas, sino que fue entrañablemente indispensable para su espacio vital interno, aquel que lo denominamos el mundo de la subjetividad humana. Por lo afirmado, fue una estancia purificadora y vivificante de la cual Eugenio Espejo se nutrió para proyectar sus aprendizajes en el inmediato futuro.

 

Y, desde luego, la compañía de Pío Montúfar en Bogotá también le ayudó a edificar los sueños y las realidades que podrían poner en marcha a su retorno a Quito para cumplir los fines de estructurar un espacio que piense al calor de la Ilustración y que además que además, en el tiempo, actué conforme tales premisas en el objetivo de construir las libertades individuarles y colectivas, ese comportamiento que permitiría edificar la independencia de la metrópoli española.

 

De esta manera, reitero la convicción que El Arcano Sublime de la Filantropía estuvo en la formación de Espejo. Pero reconociendo las capacidades y el talento de Espejo, también es imperativo señalar que aquel, también, estuvo en el Arcano Sublime de la Filantropía y en cada uno de sus integrantes que habrían de jugar un rol sustantivo en la construcción de las libertades de nuestra región.

 

Finalmente, es impostergable reiterar que el encuentro entre Espejo y Nariño sirvió para que los dos Patriotas evaluaran las realidades de sus pueblos frente a España, coincidieran en la necesidad de favorecer la construcción de los caminos intelectuales para la mejor comprensión del mundo y, a partir de ello, determinaran las conveniencias de construir una realidad política distinta a la que hasta entonces había prevalecido.

 

Así Espejo y Nariño, precursores de la Ilustración y de la Independencia sellaron su amistad en Bogotá y forjaron un compromiso que habría de irradiar la emancipación promovida en los años posteriores, aquella que hemos conmemorado en su bicentenario, momento histórico que, a contrapelo, nos demanda seguir luchando, con la misma pasión de nuestros patriotas Nariño y Espejo, para edificar la segunda independencia: la que nos debe entregar una sociedad lejos de toda forma de coloniaje; plena de capacidad para su autodeterminación y soberanía constantes; construida en medio de la equidad y justicia a favor de nuestros pueblos; paradigmas todos estos que forman parte de la identidad del género humano.

 

Quito, Mayo del 2.010.

 

BIBLIOGRAFIA FUNDAMENTAL:

 

 

Astuto, Philip: Eugenio Espejo Reformador Ecuatoriano de la Ilustración, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Quito, 2.003.

 

Cacua, Antonio: Nariño y Eugenio Espejo, Dos adelantados de la Libertad, Ediciones Archivo Histórico del Guayas, Guayaquil, 2000

 

Chiriboga, Marco: Vida, Pasión y Muerte de Eugenio Espejo, FONSAL, Quito, 2.005.

 

Eugenio Espejo: Obras Completas. Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, 1963

 

Freile, Carlos: Eugenio Espejo y su Tiempo, Ediciones Abya-Yala, Quito, 2001.

 

Freile, Carlos: Eugenio Espejo Precursor, Ediciones Abya-Yala, Quito, 2001.

 

Guerra, Sergio: Leyenda y Realidad de la Logias masónicas en la Independencia de América Latina (1808-1826), Universidad de La Habana, s/e.

 

Martínez, Eduardo: Los libros de Nariño, publicación de la Masonería Colombiana, s/e, Bogotá, 1964.

 

Naranjo, Plutarco- Fierro, Rodrigo (editores): Eugenio Espejo: Su Época y Su Pensamiento, UASB-Corporación Editora Nacional, Quito, 2.008.

 

Núñez, Jorge: El aporte Masónico al Estado Republicano, Gran Logia Equinoccial del Ecuador (s/e) Quito, 2.003


Notas:

 

[1] Escritor e Historiador ecuatoriano. Miembro de ADHILAC (sección Ecuador). Miembro de Número de la Sección de Historia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. Autor de libros sobre la realidad Nacional y Latinoamericana.

[2] En todo caso, Espejo dirigió al rey Carlos lll y al Ministro de las Indias; José Gálvez, Marques de la Sonora varios ejemplares de sus “Reflexiones” que llegaron a conocimiento del Dr. Gil, al punto que cuando el mentado médico español editó una “Disertación Médica”, que circuló profusamente en España y en América, incluyó un comentario sobre Espejo a quien calificó de “hombre versado en todo género de literatura y verdaderamente sabio”. Juan Pío Montufar, también, recibió una de las primeras copias de “Reflexiones” el mismo que a través de un primo suyo, Melchor Montoya, que vivía en Madrid, remitió tal copia al Doctor Francisco Gil.   Chiriboga, Marco: Vida Pasión y muerte de Eugenio espejo, FONSAL, Quito, 2.005 p. 92.

[3] La contratación la hizo Tomás García Sierra, Procurador de los curas acusados.

[4] Defensa fue el nombre del documento con el cual Espejo amparó a los curas. Luego produciría otro texto, en marzo de 1787, bajo el nombre de “Cartas Riobambenses”  en el cual Espejo acusa a Barreto, uno de los acusadores en contra de los curas de Riobamba, de haber seducido a una dama y de haberla convertido en su amante, desatando un escándalo social con tal denuncia y haciéndose de mayores enemigos.

[5] “Por añadidura se le volvió a acusar de ser el autor del libelo intitulado “El Retrato de Golilla” en el que se ataca al marques de la Sonora, Ministro Colonial de las Indias y se ridiculiza al Rey Carlos lll, como Rey de Barajas. Esta publicación fue calificada por las autoridades locales como: Sangrienta y sediciosa sátira. Naranjo, Plutarco: Espejo: ideólogo, político, prócer y mártir en: Eugenio Espejo: su época y su pensamiento, Plutarco Naranjo y Rodrigo Fierro (editores), UASB-Corporación Editora Nacional, Quito, 2.008. p. 201.

[6] Naranjo, Plutarco. Ibidem. p. 201.

[7] Naranjo, Plutarco. Ibidem. p.204

[8] Francisco Gil Lemos fue nombrado Virrey por Carlos lll.

[9] Citado en: Naranjo, Plutarco: Ibidem. p.209

[10] Citado en: Fiero, Rodrigo: Eugenio Espejo, Médico Quiteño de la Ilustración: pionero de la bacteriología en las Américas, Separata de los Anales de la Real Academia Nacional de Medicina de España, Madrid, 2.003, p. 85.

[11] Naranjo, Plutarco: Ibidem. p.22

[12] Revista Credencial Historia, Bogotá-Colombia, tomo ll, enero-diciembre, 1991, pp. 13-24

[13] Duque Gómez, Luís: Nariño y la Masonería en: Revista Credencial Historia, Bogotá-Colombia, edición 48, diciembre, 1993

[14] Amigo de Juan Pío Montúfar y quien, como ya lo señalara, intercedió, a pedido del referido Marques de Selva Alegre, en favor de Espejo.

[15] En el estudio no editado del Historiador y académico ecuatoriano Jorge Núñez, denominado “El aporte masónico al Estado republicano”, el mentado académico afirma  “La logia Bogotana El Arcano Sublime de la Filantropía, se constituyó en los años ochentas, con la ayuda de ciertos notables hombres de ciencia españoles, enviados a Santafé de Bogotá. Uno de ellos fue el mineralogista Juan José D´Elhuyar y otro el sabio naturalista José Celestino Mutis, que fundara toda una escuela de pensamiento científico en la Nueva Granada”

[16] Solamente la apertura que tuvo Carlos lll respecto de estas “teorías” (que determinaron mediante Cédula Real el que se obligara tanto a los colegios como a las universidades a incluir las teorías de Newton en sus programas de enseñanza) impidió que Mutis se salvara del juicio en el que estaban interesados ciertos sectores.

[17] Naranjo, Plutarco: Ibidem. p. 206

[18] Archivo Epistolar del sabio Naturalista José Celestino Mutis, t. l, Bogotá, Instituto de Cultura, Hispánica, 1983.

[19] Revista Credencial Historia, Bogotá-Colombia, tomo ll. Ibidem.

[20] Cacua, Prada, Antonio: “Antonio Nariño y Eugenio Espejo, dos adelantados de la Libertad”, Ediciones del Arechivo Histórico del Guayas, Guayaquil, 2000, p.83

[21] Núñez, Jorge: El aporte Masónico al Estado Republicano. Gran Logia Equinoccial del Ecuador. Logia Eugenio Espejo No 9.

[22] Revista Credencial Historia. Ibidem.

[23] Guerra, Sergio: Leyenda y realidad en las logias masónicas en la Independencia. Estudio sin Edición, compartido por el historiador cubano al autor de este texto.

[24] Martínez Ruíz, Eduardo: Los libros de Nariño. Publicación de la Masonería Colombiana, Bogotá, 1964, p. 162.

[25] Ibidem.

[26] Esta afirmación proviene del historiador Jorge Núñez en el contexto de sus estudios sobre la Masonería Ecuatoriana así como viene de la información de importantes masones quiteños compartida al autor de este texto, quienes, a su vez, se pertenecen a la Logia Eugenio Espejo No 9, los mismos que me han señalado que la presencia de Espejo es tan importante en la Gran Logia Equinoccial del Ecuador (GLEDE), al punto que en el mural de dicha Institución tiene un lugar relevante la figura de Eugenio Espejo.

[27] Naranjo, Plutarco: Ibidem. p. 206

[28] Conforme me lo ratificaran importantes masones de Quito.

[29] El título completo es: “Discurso dirigido a la muy ilustre y muy leal ciudad de Quito, representada por su Ilustrísimo Cabildo, Justicia y regimiento, y a todos los señores socios previstos a la erección de una Sociedad Patriótica, sobre la necesidad de establecerla luego con el título de Escuela de la Concordia”

[30] La Sociedad Patriótica de Amigos del País de Quito” se constituyó el 30 de noviembre de 1790. Es decir, a su retorno Espejo puso en marcha los objetivos pensados en Bogotá. Entre ellos ha de entenderse la publicación del periódico “Primicias de la Cultura de Quito” que viera la luz en enero de 1792.

[31] Una de las primeras se fundó en Zurich en 1747. En España, en tanto, la primera fue la Vascongada que apareció en 1765

[32] El mismo impresor que años más tarde publicaría la traducción de Nariño sobre la “Declaración de los Derechos del Hombre”, debido a lo cual no solamente el traductor, sino el impresor fueron perseguidos, apresados y desterrados. Ha de notarse, entonces, el compromiso del impresor con las ideas que divulgaba y con aquellos que las escribían.

[33] Naranjo, Plutarco: Ibidem. p.207

Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec  / grodasch@yahoo.com
Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. (UASB)
Coordinador Académico del Taller de Historia de la Salud en el Ecuador de la UASB
Responsable de las Mesas de Dialogo Salud-Colectividad.
www.uasb.edu.ec
 

IX Congreso Internacional de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe ( ADHILAC).

“Doscientos años de historia e historiografía de las independencias de América Latina y el Caribe”

Santa Marta (Colombia) 25 al 29 de mayo del 2.010

 

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