Divide y vencerás
Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec 

Una vez que los Estados Unidos habían logrado extender "sus intereses" hacia el caribe y el Pacífico, les era menester que su flota naval pasase rápidamente de un océano al otro.  Aquello solo sería posible si se construía un canal por la América Central.  Este proyecto se volvió imposible debido a la vigencia del acuerdo firmado con Gran Bretaña por el cual, tanto los ingleses como los norteamericanos, se comprometieron a que ninguno de los dos países podrían "obtener para sí el derecho del control exclusivo sobre el canal".

 

Solo las negociaciones directas con la Gran Bretaña permitieron que el 5 de febrero de 1900 se firmara una autorización inglesa por la cual los norteamericanos podían construir y administrar por sí mismos el canal siempre y cuando éste fuese considerado como neutral y sometido a las mismas normas que el canal de Suez.  Este nuevo acuerdo, ratificado por el senado de los EU, entró en vigencia cuando Roosevelt llegó a la Presidencia de los Estados Unidos en 1901.

 

Por aquel entonces, valga señalar que ya habían fracasado varios intentos en la construcción de esta obra de especializada ingeniería.  Una compañía norteamericana pretendió abrir el canal por Nicaragua pero quebró económicamente en su intento.

 

De otro lado, el constructor francés Ferdinand de Lesseps logró obtener la concesión para la construcción del canal en territorio colombiano; sin embargo las múltiples dificultades de esta colosal aspiración le hicieron desistir de la tarea, no obstante la participación de numerosos inversionistas franceses que, en todo caso, alcanzaron algo muy importante: la concesión de un estado para ejecutar una obra. 

 

Esta concesión francesa sería luego comprada por el Presidente norteamericano Roosevelt.  La transacción se efectuó el 28 de junio de 1902.  La concesión colombiana que fue transferida se hallaba en la zona de Panamá cuyo representante en Washington firmó el 22 de enero de 1903 un Tratado por el cual concedía a los Estados Unidos una zona de 16 kilómetros de ancho por un período de 100 años, a cambio de la suma de diez millones de dólares y más un bono anual de doscientos cincuenta mil dólares.  Este tratado fue objetado y denunciado por el gobierno colombiano el 12 de agosto de 1903.

 

Fue entonces cuando los interesados en la construcción del canal promovieron la fórmula del separatismo de Panamá respecto de Colombia como solución al conflicto desatado, más aún cuando los panameños veían en la construcción del canal su fuente de trabajo, de bienestar y riqueza.  Se exacerbó entonces la aspiración de la "independencia" del pueblo panameño y se organizó, dentro y fuera de Panamá, la insurrección separatista.

 

El 19 de octubre, cuatro navíos norteamericanos salieron con rumbo a Panamá: el Marblehead y el Dixie, hacia el lado del océano Pacífico, en tanto que el Nashville y el Boston hacia el Caribe.  El 2 de noviembre los comandantes de dichos navíos recibieron la orden de ocupar el ferrocarril de Panamá "en el caso de que estallara una revolución" y también la de impedir todo desembarco de tropas colombianas en la zona que entonces se hallaba bajo su estricto control.

 

Como era de esperarse el "levantamiento" en Panamá se produjo el 2 de noviembre de 1903.  El día 4, un gobierno creado el día 3 de noviembre, proclamó la independencia de Panamá y dos días más tarde el Secretario de Estado de los EU, John Hay, reconoció a la nueva república, la cual, a su vez, designó a Bunau-Varilla, -representante de la compañía de Lesseps-, embajador en los Estados Unidos, cuyo Presidente lo recibió entusiastamente el 13 de noviembre.

 

El 18 de noviembre, -en medio de una celeridad impecable-, Hay y Bunau-Varilla, firmaron un nuevo tratado con el cual se ratificaron las condiciones financieras para la construcción del canal, -el tan famoso canal de Panamá-, pero se agregó la disposición de que la concesión sería a perpetuidad y no por cien años, además de que los Estados Unidos ejercerían su plena soberanía sobre la zona del canal.

 

Han pasado más de cien años de la constitución de la República de Panamá. En su trajín histórico el canal ha vuelto a las manos de sus dueños.  Es de anhelar que este pueblo pujante y creativo sea capaz de continuar en la construcción de su identidad, -más allá de las vicisitudes que lo arrancaron de sus raíces-, y que su quehacer logre orillar con la imprescindible tarea de una sola patria latinoamericana.

Germán Rodas Chaves
Tomado de la Sección Artes del diario La Hora, Quito, Ecuador

Autorizado por el autor
La Hora

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