De la integración
Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec 

Hace pocos días invitado por la Universidad de la Habana participé en la tierra de Martí de dos paneles de enorme importancia.  El primero referente a la Integración Latinoamericana y el segundo, recordatorio de los setenta años de inicio de la guerra civil española.  No obstante que los dos temas tienen su propia especificidad, encontré entre ellos un paralelismo que quisiera compartir con los lectores de este texto.

 

Cuando Madrid, en noviembre de 1936, fue víctima del ataque de las fuerzas militares franquistas, ya había llegado a España un importante número de voluntarios provenientes de diversas partes de Europa y de América con el objetivo central de defender la República y de combatir a las hordas fascistas que, entonces, se expandían por algunas regiones de Europa.

 

Al grito de  “No Pasarán”, frase acuñada por la “Pasionaria”, nombre con el cual se le conoció a la dirigente política española Dolores Ibárruri, los madrileños defendieron su ciudad para que no fuese tomada, entonces, por los enemigos del sistema Republicano. 

 

En tales jornadas las “Brigadas Internacionales” cumplieron un rol extraordinario, que se expresó, además, en el sacrificio a toda prueba en la defensa de la democracia y de las libertades ciudadanas, conducta que se constituyó en el denominador común respecto de los brigadistas, quienes, de esta forma, se integraron alrededor de una causa y de un objetivo específico, demostrando, al final de cuentas, que para defender sus ideales y sus convicciones les fue menester practicar la unidad, prima hermana, también, de la solidaridad y del respeto al género humano.

 

Dicho comportamiento, -la del unionismo de los pueblos-, en estas horas de la América dolorida también es posible construirlo a propósito no solamente de las raíces históricas comunes, sino, de manera especial, cuando los problemas y las dificultades  de las comunidades de nuestro continente son más o menos similares, -así como provocadas por circunstancias estructurales comunes-, y que se hallan expresadas en  la pobreza, la injusticia y la inequidad en medio de las cuales perviven millones de hombres y mujeres de nuestras poblaciones, convocadas, de esta manera, a la espantosa tarea de subsistir…

 

En este entorno, la unidad latinoamericana, -así como la que vienen construyendo otras latitudes del orbe-, es posible si aprehendemos los mensajes y sacrificios que para tal fin nos legaran nuestros hermanos mayores Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Miguel Hidalgo, Mariano Moreno, José Martí, César Zumeta, Manuel Ugarte, José Ingenieros, Enrique Rodó, Vargas Vila, García Monge, Eloy Alfaro, José Peralta, entre otros, quienes no solamente nos proporcionaron los instrumentos teóricos para que tal unidad se produjera, sino que sus vidas constituyeron un ejemplo constante para superar los fraccionamientos y las falsas rupturas entre los pueblos latinoamericanos.

 

La unidad del pueblo Español para superar la afrenta que ocurriera hace setenta años, así como la unidad de los pueblos europeos para diezmar al fascismo son una demostración plena respecto a que el unionismo ha de fabricarse para alcanzar objetivos superiores del género humano. 

 

Igual circunstancia estamos convocados a desplegar colectivamente los pueblos latinoamericanos, más allá de cualquier diferencia secundaria, para provocar, a contrapelo, la germinación de un mundo menos injusto.  Pruebas de estos afanes se multiplican a diario, -interna y externamente a nuestra Patria-, y tales comportamientos deben nutrir los afanes de la integración de los pueblos, mediante la unidad que esté por encima de las formalidades y de las veleidades.

Germán Rodas Chaves
Tomado de la Sección Artes del diario La Hora, Quito, Ecuador

Autorizado por el autor
La Hora

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