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Cultura y globalización
Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec 

La globalización no constituye una nueva categoría, una nueva tendencia o una forma histórica de organización de las relaciones sociales de producción, sino apenas una original manera de designar un proceso histórico que ya en los siglos 18 y 19 pretendió ser explicado a partir de la percepción de que la humanidad representa un todo único, o bien progresa hacia una totalidad histórica universal.

 

Desde luego, nada hay que objetar a la utilización del término globalización en el sentido de la forma actual en que tiene lugar el proceso de universalización del desarrollo histórico de la humanidad, salvo que se pasen por alto sutilezas que se esconden detrás de su razonamiento. 

 

En este entorno de reflexión, pudiera rondar la idea engañosa de que existe una globalización en sí o por sí distinta de la globalización del sistema económico prevaleciente.  Con esta falacia se puede suponer que las abstracciones tienen una existencia real junto a los procesos de los cuales constituyen “un momento” y que al lado o por encima del proceso de la globalización del capital, existe alguna otra globalización en abstracto, como por ejemplo la llamada globalización de la ciencia y la tecnología o de las comunicaciones, cuando en realidad son parte sustantiva del proceso general de la universalización del capital.

 

Los razonamientos equívocos frente al arquetipo del momento, ocurren cuando se ha concebido que lo pertinente para favorecer al “establishment”, es intentar uniformar el pensamiento global en la perspectiva de ocultar, -toda vez que no puede existir desaparición-, la compleja diversidad social, económica, racial, cultural, religiosa y étnica, no obstante que las mentadas heterogeneidades constituyen, por el contrario, los factores que configuran lo particular y propio de los conglomerados humanos, dotándoles, a contrapelo, de riqueza expresiva y de vitalidad en el tiempo, tanto más que se recrean a diario en medio  del amplio cauce de la subjetividad humana.

 

Los intentos por conjuntar las culturas no pueden sino quedar en el umbral de lo perversamente imaginario, debido a que la realidad es distinta, porque los hombres y mujeres de todas las razas y de los distintos rincones geográficos tendrán siempre particularidades que enseñarle al mundo y una cultura propia que exponer ante el universo.

 

Con percepciones de un mundo plano que borra, -supuestamente-, fronteras, idiomas, culturas, historias, imaginarios, expectativas, anhelos, identidades,  se intenta construir, -o imponer-, la supranacionalidad a partir de hacer trizas la existencia del Estado Nacional en un proceso en el cual los pueblos están arrojados a ceder parte de su soberanía nacional y abocados a vivir con una soberanía en constante castración que legitime, cada vez más, los niveles ascendentes de injerencia del pensamiento hegemónico.

 

Así, frente a los contenidos específicos de la actual globalización, las culturas y sus formas de expresión están seriamente afectadas.  Al señalar lo referido insisto que no estamos frente a una crisis específica o particular de la sociedad respecto de los temas de la Cultura. Vivimos, eso sí, frente a un conjunto de políticas y de guiones que un modelo económico y social ha puesto en marcha en la perspectiva de uniformar el pensamiento y, a partir de ello, difuminar la esencia de las Culturas de nuestras Patrias y de nuestros pueblos.

 

No obstante, la realidad siempre será distinta.  Y lo será porque nadie podrá olvidar sus ancestros históricos y culturales.  Nadie dejará de proyectar sus particularidades y nadie permitirá que le sometan su mundo interno en una misma visión, más aún cuando los asuntos de su cotidianidad conciernen a temas tan fundamentales y contradictorios como, por ejemplo, respecto de la vida o la muerte, frente a los conflictos de la guerra y la búsqueda de la paz o ante los recónditos pensamientos en referencia al bien o al mal.

 

Todos aquellos que defendamos nuestro propio espacio individual y colectivo, entonces, podemos construir otra globalización.  Todos aquellos que amemos nuestras culturas e identidades, -y por ende que las preservemos en todas sus formas de expresión-, podemos ser soldados de un presente y de un futuro distintos, forjadores, en suma, del porvenir de la raza humana que no podrá desfigurar sus culturas a propósito de subordinarse a  la farándula de los trápalas.

Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec  / grodasch@yahoo.com
Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar. (UASB)
Coordinador Académico del Taller de Historia de la Salud en el Ecuador de la UASB
Responsable de las Mesas de Dialogo Salud-Colectividad.
www.uasb.edu.ec


Tomado de la Sección Artes del diario La Hora, Quito, Ecuador

Autorizado por el autor
La Hora

 

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