La relación conocimiento-valores en la
filosofía de la educación de Paulo
Freire por Dra. Anastacia Rivas Olivo
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Cuando hablamos de humanización y deshumanización, expresamos sin duda esa tensión que inevitablemente circunda la vida del ser humano. Tensión manifestada en cada uno de sus actos y que inexcusablemente lo mueven a elegir todo aquellos que le acomode para "Ser más" y que en múltiples ocasiones y debido a esa capacidad de elección, lo llevan a preferir el tener más y el ser menos. Los conocimientos se separan de los valores. Entonces el tener prima sobre la cultura del ser. He ahí el por qué de tomar conciencia de la necesidad imprescindible de convertir la relación conocimiento – valor, como una unidad dialéctica compleja. Esa es en mi juicio, y como lo dice Freire "la situación límite"[1] es decir, el suceso que nos lleva al "acto límite", ese que nos mueve no solo a establecer la diferencia entre lo que es lógico y con sentido, sino que nos mueve a tomar una postura definitoria en aras de elegir lo que nos permite ser mejores, ser libres, que en concreto es estar humanizados, y al estarlo, en mi juicio, se vive en valores, y guiados por ellos. Freire reiterativamente aborda el término "praxis" y la praxis representa una acción reflexiva, un "acto límite" (de donde emergen el conocimiento y los valores) , porque no concibe que el ser humano como parte de un mundo en constante movimiento y cambio pueda permanecer al margen, inerte, sin voz, esperando las señales para actuar, por eso nos expresa que: "A veces, en mis silencios en los que aparentemente me pierdo, desligado, casi flotando, pienso en la importancia singular que está teniendo para mujeres y hombres el ser o habernos vuelto, como lo afirma François Jacob, "seres programados, pero para aprender". Es que el proceso de aprender, en el que históricamente descubrimos que era posible enseñar como tarea no sólo incrustada en el aprender, sino perfilada en sí, con relación a aprender, es un proceso que puede encender en el aprendiz una curiosidad creciente, que puede tornarlo más y más creador. Lo que quiero decir es lo siguiente: cuanto más críticamente se ejerza la capacidad de aprender tanto más se construye y desarrolla lo que vengo llamando "curiosidad epistemológica", sin la cual no alcanzamos el conocimiento cabal del objeto"[2]. Y, por supuesto, no se revelan valores Lo que Freire llama curiosidad epistemológica, es verdaderamente un valor en la praxis formativa de todo ser humano. Mientras no se tiene el interés de saber algo y sobre todo de los beneficios o perjuicios que aquello le dejará, no se da el primer paso de esa acción de aprendizaje que todo hombre debe experimentar en su vida como una etapa permanente que le dejará muchos momentos de satisfacción y sobre todo que le permitirá, desde el punto de vista intelectual, tener algo que compartir con los demás. Por tanto, esa curiosidad epistemológica, es fundamental, diría que es imprescindible despertarla en el alumnado, y qué mejor que hacer uso de la dialéctica educativa, en donde se pregunta y se responde y a la luz del descubrimiento de nuevos saberes se reinicia un nuevo cuestionamiento, esa curiosidad investigativa. Pero aquí surge precisamente esa necesidad de cuestionarnos ¿Se desarrolla en las escuelas esa dinámica dialógica que despierta la curiosidad epistemológico- axiológica en los alumnos? Son los docentes quienes a través de técnicas de observación, de análisis, despiertan en los alumnos esos deseos de investigar y crear para ser sujeto reales? . Evidentemente la dinámica áulica no conduce a ese objetivo, porque resulta más sencillo instruir que formar y es precisamente en este campo en donde la concepción de valores en su praxis y en el campo educativo tiene amplia connotación. Sylvia Schmelkes, señala respecto a esta formación en valores que: "No se trata de satisfacciones, con formar ciudadanos capaces de adaptarse a las nuevas reglas del juego impuestas por la globalización; debemos perseguir la formación de seres humanos competentes para desarrollar un pensamiento alternativo y hacerlo realidad".[3] En ese pensamiento alternativo se viene señalando que no basta el estar informados ,sino el utilizar esa información enfatizando en el terreno afectivo, axiológico, de los valores, en donde se toma conciencia sobre la relación e interrelación existente entre todos los seres habitantes de la tierra, por eso Schmelkes agrega que: " Debe ser una población: educada en el cuidado del medio ambiente; educada para el consumo inteligente, moderado y crítico. Capaz de utilizar creativa y productivamente su tiempo libre, con una fuerte identidad cultural y un equilibrado espíritu nacionalista, educada en la democracia: Profundamente responsable y conocedora y respetuosa de los derechos humanos; que valore la vida y la paz y se forme en la resolución no violenta de los conflictos: creativa, capaz de entender los cambios y adelantarse a ellos para enfrentarlos con ventaja, y para ello se necesita un espíritu crítico para ir más allá de las apariencias y llegar a la esencia".[4] Pero una esencia, donde el conocimiento y los valores marchen juntos, siguiendo el espíritu de la obra freiriana. Por supuesto que los indicadores señalados por Schmelkes pueden ser utópicos, en tanto la actitud formativa sólo sea simulación, función cumplida por obligación y sometimiento, pero si la labor formativa de los docentes, no sólo de quienes se consagran a la formación de niños y jóvenes, sino de quienes laboran en el nivel de adultos, se traduce en una formación denominada "alegría de vivir y de enseñar" como lo señala Freire en el libro "Cartas a quien pretende enseñar"[5]. Lo utópico se vuelve praxis de vida. Sencillamente, porque se trata de una utopía realista, centrada en el humanismo. Es precisamente en esa "cuarta carta" donde Paulo Friere acota con detenimiento sobre esas cualidades, esos valores que los docentes deben poseer para enseñar con alegría, que significa: humildad, valentía, tolerancia, paciencia y una más que él denomina Parsimonia verbal. Son valores que encierran principios básicos que deben integrase al campo del docente y el discente. En el primero para actuar con equilibrio y en una relación armónicamente que le mueva a cumplimentar su tarea humanísticamente. En el segundo para adquirir una formación humana que lo lleve a su realización integral. Mucho se ha hablado de valores a lo largo de la historia, así pueden encontrarse escritos desde los antiguos pensadores griegos, en donde sin considerar el concepto trataban la conducta o la acción de un individuo frente a los demás en su interacción diaria. "Se denominó axiología (del griego axios, valioso, digno) a la parte de la filosofía dedicada al estudio de los valores, su naturaleza y su jerarquía, con particular atención a los valores morales y estéticos".[6] El Dr. Rigoberto Pupo en su ensayo "Axiología. Teoría e Historia" señala que: "La Teoría de los valores fue reconocida, hace algunos decenios como parte importante de la filosofía; aún más, se la consideró como totalidad de la filosofía denominada Filosofía de los valores, y direcciones conexas , cuando a principios de nuestro siglo, se comenzó a usar; para indicarla, la expresión axiología. Los primeros escritos en los que se encuentra tal expresión son los: P. Lapie, Logique de la volonté, 1902, E. Von Hartmann. Compendio de Axiología, 1908; W.M.Urban, Valuatión, 1909. El término tuvo fortuna, no así el de Timología propuesto para la misma ciencia "Fundamentación psicológica de un sistema de la teoría del valor, 1902.[7] Los valores han de apreciarse con muchos cambios y matices, y en ello influye tanto la época como la región en donde el ser humano se encuentre al momento de un análisis en torno al valor, lo que no ha cambiado y sigue vigente es que el valor tiene sentido y sigue vigente en la medida en que las personas interactúan y se da entre ellos un ambiente de respeto, de compartir, de apoyar, de educar, de impulsar, de hacer del otro alguien mejor, de lo contrario, los valores no cumplen ninguna función constructiva en la formación humana. No devienen realmente valores, ni se insertan a la cultura. Para Paulo Freire, una educación bancaria no lleva a una formación de valores en la que se permita al hombre su crecimiento, y por lo tanto, reflexionar sobre de la realidad. Por eso afirma: "Eso es lo que nos lleva, por un lado, a la crítica y al rechazo de la enseñanza "bancaria", por el otro, a comprender que, a pesar de ella, el educando que está sometido a ella no está predestinado a perecer; pese a la enseñanza "bancaria", que deforma la creatividad necesaria del educando y del educador, el educando sujeto a ella puede, no por causa del contenido cuyo "conocimiento" le fue transferido, sino por causa del propio proceso de aprender, hacer, como se dice en lenguaje popular, de tripas corazón y superar el autoritarismo y el error epistemológico del "bancarismo".[8] La curiosidad epistemológica y axiológica no tiene gran campo en un ambiente de educación bancaria, ya que en ésta el conocimiento no es la resultante de un proceso de investigación e interacción con los textos, sino una transferencia de datos que permiten que se tenga un conocimiento mecánico que proviene de la repetición y la mecanización de acciones educativas. En palabras de Foucault[9]. "el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. El hombre es una invención reciente".[10] Entender al hombre como un problema reciente, es reconocer que hasta no hace mucho se le entendía como un conjunto, como un pueblo, como un grupo, como un todo, pero no se le reconocía ni se le respetaba en su individualidad con sus derechos, con su saber, sus valores, con sus características propias que lo identifican como tal. La relación que podía existir entre los conocimientos y los valores, era algo en cierto modo generalizado, no se podía hacer algo fuera de lo estipulado, de tal modo que la iniciativa individual no era del todo bien vista, de forma que la libertad estaba condicionada a cumplir lo que socialmente se permitía. En ese sentido Freire es todo un innovador, identifica a cada individuo como un todo y parte de la sociedad, que teniendo ciertas características puede y debe ser transformada, partiendo del análisis, la reflexión y la praxis del hombre que en muchos casos se le mantiene oprimido. Para Paulo Freire: "El educador democrático no puede negarse el deber de reforzar, en su práctica docente, la capacidad crítica del educando, su curiosidad, su insumisión. Una de sus tareas primordiales es trabajar con los educandos el rigor metódico con que deben "aproximarse" a los objetos cognoscibles".[11] Es precisamente a través de todo lo que se conoce, que puede valorarse más lo que se tiene y darse nuevas oportunidades de indagar sobre aquello que se tenga curiosidad, acrecentando así los conocimientos y reforzando sus valores, en donde predomine la capacidad de crítica, pues es ella, la que le permitirá aclarar dudas y encontrar nuevos cuestionamientos para continuar la labor investigativa dentro de su formación. En lo referente a la relación que tienen los conocimientos y los valores, juega un papel de suma importancia la labor del docente, pues es éste precisamente, quien enseña a través de la formación y de su ejemplo los valores que engrandecen al ser humano. En Freire, como en los griegos, en Martí, y tantos otros guías espirituales de la humanidad los valores, sustentados en conocimientos, constituyen cauces formativos. Los valores bondad, verdad, belleza, libertad, dignidad, la tolerancia, el respeto, la responsabilidad en las decisiones, etc., mediados por el amor fundante, adquieren un relieve destacado. Para Giordano Bruno,[12]. "el ser humano es actividad, anti-ocio (negotium), es creador e indagador permanente del mundo, de la historia"[13]. Es decir, que el hombre debe mantenerse en constante movimiento, en crear cosas nuevas, en indagar aquello que le interesa y que le proporcionará nuevos conocimientos, ya que es así que va estructurando su historia, que debe abundar en experiencias positivas y nuevos aprendizajes. Conocimiento no va unido a la pereza, no se relaciona con una educación bancaria, más bien es una acción constante, es una praxis orientada al descubrimiento de aspectos que llenarán vacíos intelectuales que engrandecerán al hombre, pero sobre todo le permitirá el conocimiento, la adquisición, la práctica y la proyección de los valores de su entorno. En Freire es una necesidad que: "aun subordinado a la práctica "bancaria", el educando mantenga vivo el gusto por la rebeldía que, agudizando su curiosidad y estimulando su capacidad de arriesgarse, de aventurarse, de cierta forma lo "inmuniza" contra el poder aletargante del "bancarismo". En este caso, es la fuerza creadora del aprender, de la que forman parte la comparación, la repetición, la comprobación, la duda rebelde, la curiosidad no fácilmente satisfecha, lo que supera los efectos negativos del falso enseñar. Ésta es una de las ventajas significativas de los seres humanos -la de haberse tornado capaces de ir más allá de sus condicionantes. Esto no significa, sin embargo, que seamos indiferentes a ser un educador "bancario" o un educador "problematizador" .[14] Para lograr la transformación de la realidad, el ser humano tiene que "ser" como lo dice Freire, tiene que ser capaz de ir más allá de sus condicionantes, las condiciones o limitaciones siempre se harán presentes en todo entorno, pero corresponde a cada uno sobrepasar esas barreras, dirigirse hacia donde la curiosidad epistemológica y axiológica le va llevando. Uno de los valores que se irán aprendiendo, es precisamente el del respeto, y es por ello que Paulo Freire sugiere que no se muestre indiferencia frente a un educador bancario o problematizador, es entonces cuando interviene la actitud individual que en un momento dado puede llegar a producir una transformación del entorno. Es importante tomar en cuenta la siguiente idea que se tiene en Aristóteles: "Las virtudes no se actualizan en actos aislados, son la orientación constante de las acciones, son un hábito de elección por el cual se permanece en el justo medio (mesotés). Las virtudes más universales, posibilitadoras de las demás son las dianoéticas o contemplativas (prudencia, sabiduría). Las virtudes éticas o de la vida práctica se manifiestan en situaciones precisas de valoración y elección (valor, liberalidad, magnanimidad, templanza, perseverancia)".[15] Aristóteles enseña que tan malo es un extremo como lo es el otro, de ahí su idea del justo medio: esas virtudes que posteriormente Santo Tomás clasificará como valores, están relacionados estrechamente con los conocimientos, ya que en la mediada en que se conoce cada una de ellos, sus alcances, sus aplicaciones, su contexto histórico, la satisfacción interior que proporciona a cada hombre y sobre todo el beneficio que da a una comunidad, serán hechos parte de la vida diaria de todo hombre reflexivo. "Se percibe, así,- escribe Freire - la importancia del papel del educador, el mérito de la paz con que viva la certeza de que parte de su tarea docente es no sólo enseñar los contenidos, sino también enseñar a pensar correctamente. De allí la imposibilidad de que un profesor se vuelva crítico si -mecánicamente memorizador- es mucho más un repetidor cadencioso de frases e ideas inertes que un desafiador".[16] Todo eso que el hombre busca y que en el fondo desearía alcanzar, no podría hacerse con tanta facilidad sin la intervención de un maestro que entienda la importancia que tiene la relación de los conocimientos con los valores, y que en el fondo se incluye también el propiciar un ambiente en el que se lleve a cabo una adecuada reflexión para obtener un análisis crítico de la realidad en que el individuo se desenvuelve. No está de más que todos los educadores nos preguntáramos, ¿sigo siendo en mi praxis diaria un docente bancario?, ¿mis acciones y ejemplo a los alumnos son para encaminarlos hacía una vida de reflexión de la realidad?, y como esas, muchas preguntas más pueden hacerse, pero lo que en verdad deseamos, es que los maestros tomen conciencia de la importancia de su función en formar alumnos en un ambiente de valores y reflexión, que sean capaces de transformar su realidad objetiva, con ojos humanos, es decir, subjetivamente como exigía Marx, en las Tesis sobre Feuerbach. Agustín Basave, escribió en su obra Filosofía del hombre, que: "Las personas permanecen en sí, pero evolucionan"[17]. El ser reflexivos, críticos, analistas, transformadores de entornos, el tratar de ser nuevos, distintos en acciones, etc., no nos hará cambiar en esencia, pero sí se logrará una evolución en cuanto a nuestra forma de ser. Dentro de esa formación que se espera en una ambiente educativo en el que se desplacen las acciones bancarias, está la de promover el gusto por la lectura, pero una lectura que permita a los formandos adquirir nuevos conocimientos y revelar valores, y no sólo datos aislados como parte de sus lecturas. Por ello, Paulo Freire comenta al respecto, que: "Leer críticamente no se hace como si se comprara mercancía al mayoreo. Leer veinte libros, treinta libros. La verdadera lectura me compromete de inmediato con el texto que se me entrega y al que me entrego y de cuya comprensión fundamental también me vuelvo sujeto. Al leer no estoy en el puro seguimiento de la inteligencia del texto como si ella fuera solamente producción de su autor o de su autora. Por eso mismo, esta forma viciada de leer no tiene nada que ver con el pensar acertadamente y con el enseñar acertadamente"[18]. Hay en Freire una visión hermenéutica concreta de asumir una lectura, donde conocimiento y valor están presentes. Primeramente hay que saber seleccionar los textos que se leerán, seguido a ello viene el tratar de comprender las ideas generales y buscar una aplicación o explicación dentro de nuestro entorno, ya que es precisamente lo que nos llevará a un compromiso no solamente con el autor, sino con nuestra realidad. "Leer es una opción inteligente, difícil, exigente, pero gratificante. Nadie lee o estudia auténticamente si no asume, frente al texto o al objeto de la curiosidad, la forma crítica de ser o de estar siendo sujeto de la curiosidad, sujeto de lectura, sujeto del conocer en el que se encuentra".[19] La lectura se relaciona con el pensar y el enseñar acertadamente, lo cual llevará a los estudiantes a la adquisición de nuevos conocimientos y valores, y en la medida en que se comprometan con sus lecturas, irán también adquiriendo nuevos valores para llevarlos a su praxis diaria. Basave comenta que "Sin un tiempo no hay esperanza, pero con puro tiempo tampoco"[20]. No basta tener la intención de una transformación de nuestra realidad, pero tampoco basta solamente esperarla, es una combinación de preparación, de metas, de trabajo, de tiempo, de compromiso, y algunos otros elementos más, los que nos lleven a una vida nueva, una vida con conocimientos y valores profundos, y arraigados en cada lugar. El tema de los valores así como del conocimiento, pueden ser abordados por muchos filósofos y especialistas en la materia, pero todos ellos tendrán que coincidir en un punto: el importante papel que juega el educador en la formación de las personas y de la influencia que tiene en la forma de apreciar al mundo y los valores que harán suyos en la praxis. Paulo Freire comenta que: "El profesor que piensa acertadamente deja vislumbrar a los educandos que una de las bellezas de nuestra manera de estar en el mundo y con el mundo, como seres históricos, es la capacidad de, al intervenir en el mundo, conocer el mundo. Pero, histórico como nosotros, nuestro conocimiento del mundo tiene historicidad".[21] Habrá muchas personas a quienes se les vayan los años en el mundo, pero no siendo parte de él y mucho menos considerándose parte de su historia. Ello puede ser una consecuencia de la falta de reflexión, pero sobre todo de la toma de decisiones hacia dónde desea dirigirse o hacia dónde desea llegar. Es un estar sin ser. Si nuestro conocimiento del mundo tiene historicidad, debemos también ser parte de ella, involucrarnos en cada momento, en cada acción, en cada suceso relevante, ya que eso permite que demos valor a los hechos, a las cosas y a las situaciones, teniendo como resultado hombres que vivan en un ambiente de valores y que conocen la evolución de su realidad. "El cumplimiento de las intenciones axiológicas de Bretano y Meinong se alcanza en las doctrinas de Max Scheler [22]. y Nicolai Hartmann. En ellas, la estructura de los valores es objeto de una descripción sistemática, que sirve como marco de evaluación de la corrección o incorrección de los actos humanos, y adopta el carácter de un criterio necesario y universal".[23] De tal forma que los valores se van estructurando dentro de una realidad, al mismo tiempo que son la medida de evaluación para corregir o aceptar aquello que ha resultado de los actos humanos. Hechos que no son otra cosa más que el producto de las acciones que el hombre desarrolló por convicción y el deseo de llevar a cabo una transformación de su entorno. De esta manera, pueden tomarse las palabras de Freire al escribir que: "Al ser producido, el nuevo conocimiento supera a otro que fue nuevo antes y envejeció y se "dispone" a ser sobrepasado mañana por otro. De allí que sea tan importante conocer el conocimiento existente cuanto saber que estamos abiertos y aptos para la producción del conocimiento aún no existente".[24] Siendo así, podemos confirmar nuevamente la relación que se da entre el conocimiento y los valores, teniendo en cuenta que los valores varían en el tiempo y el espacio, pues al haber una transformación de la realidad, el nuevo conocimiento puede hacer variar la forma en que se entiendan, se adquieran y se hagan propios los valores. No se puede olvidar que los valores expresan el ser de algo o alguien para uno. Son y despliegan el ser o existencia de las necesidades e intereses de los hombres. Por eso son significativos per se. Ante los cambios sociales, especialmente los ocurridos en los últimos años, la forma de pensar a nivel mundial ha variado mucho, y reconociendo que en el pueblo latinoamericano se tiene todavía una fuerte influencia de la religión católica, no ha sido esto un impedimento para que algunos pueblos modifiquen su forma de pensar o de interpreta al mundo. Los valores y la valoración, también cambian. Están condicionados socioculturalmente. Un ejemplo del interés en la transformación que se tiene de una realidad, lo encontramos en Antonio Gramsci, a quien su medio no le permitió ser libre en su expresión y pensamiento, pero eso no fue impedimento para que en toda oportunidad manifestara su punto de vista. "La finalidad última y declarada de Gramsci era contribuir a la reforma moral e intelectual de la sociedad de su tiempo. Reforma moral e intelectual quiere decir, en su caso, mejora y transformación […] del ser humano, en tanto que miembro de una especie con logros y de una sociedad histórica. Reforma moral e intelectual implica, para Gramsci, regeneración del hombre y de la sociedad, reapropiación, realzamiento del todo que en concreto somos, frente a las divisiones y fragmentaciones imperantes (por sexos, por clases, por naciones, por gremios, por profesiones, por corporaciones)".[25] Aunque con conceptos distintos y en ámbitos diferentes, Gramsci y Freire coincidían en la necesidad de un cambio, de permitir al hombre una transformación, de regalarle una mejor sociedad, de reapropiarse de esa esencia individual y de dejar de lado esa discriminación de la que tanto se habla hoy en día, son en verdad aspectos muy interesantes pero que de algún modo no han pasado de las letras impresas pues en la práctica otra es la realidad. Freire nos dice que: "No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza. Esos quehaceres se encuentran cada uno en el cuerpo del otro. Mientras enseño continúo buscando, indagando. Enseño porque busco, porque indagué, porque indago y me indago. Investigo para comprobar, comprobando intervengo, interviniendo educo y me educo. Investigo para conocer lo que aún no conozco y comunicar o anunciar la novedad".[26] Una buena enseñanza lleva a relacionar estrechamente los conocimientos con los valores, y esos conocimientos no llegan de forma mecánica o por transferencia, sino que son el resultado de una investigación que lleva reflexionar sobre aspectos que se relacionan con el tema abordado y de donde el educando llega a conclusiones propias, que son guiadas y analizadas por el educador a su cargo. Una buena enseñanza va concatenada con elementos de vida, y para la vida, en donde actuando con los demás se llega a la realización plena y no a la realización condicionada por elementos impositivos, que en más de una ocasión coartan la curiosidad de quienes pretenden conocer. Nuevamente hay que mencionar la importancia del papel del educador en torno a la adquisición de nuevos conocimientos y revelación de valores, pues si el alumno indaga sobre un tema en particular, es entre otros motivos, por el interés que surgió en un ambiente adecuado dentro del aula. Un ambiente de apertura, de aceptación y de respeto No todos los tiempos han sido iguales, San Agustín dice al respecto: "Fui enviado a la escuela a aprender las letras yo que, miserable de mí, ignoraba lo que en ellas había de provecho. Y con todo, si era remiso a aprender, se me golpeaba. Las personas mayores aprobaban este método y no pocos antes que nosotros, llevando tal género de vida, habían trazado caminos agobiantes por los que se nos obligaba a transitar, multiplicando las fatigas y el dolor".[27] La educación que él recibió fue totalmente obligatoria, y aunque tiempo después descubrió y mencionó la importancia y riqueza que contenían esas letras que en su momento no tuvieron interés, memorizaba como una forma de evadir ser golpeado como era a la usanza. Era la persuasión obligada, que irracionalmente cortaba de tajo el deseo y curiosidad por descubrir e investigar. En los tiempos de San Agustín, definitivamente no se propiciaba ningún ambiente de interés en el aula, las investigaciones seguramente se llevaron a cabo bajo una fuerte presión por parte de los padres y de los educadores. Ante tal situación, no deja de surgir una pregunta, ¿esa presión que se ejercía en los alumnos para obligarlos a estudiar, habrá desaparecido en el transcurso de los años? Indudablemente existen miles de elementos novedosos, técnicos y tecnológicos que posibilitan el acercamiento al estudio; sin embargo también valdría preguntarnos ¿esos elementos tecnológicos, Internet, web, multimedia, no se anticipan y presentan información procesada que invariablemente se debe aceptar y dar por verdadera, cerrando el paso a la investigación natural, esa "curiosidad epistemológica," imponiendo conceptos y valores a priori en la vida de los educandos? En Freire podemos leer que, "pensar acertadamente, desde el punto de vista del profesor, implica tanto el respeto al sentido común en el proceso de su necesaria superación como el respeto y el estímulo a la capacidad creadora del educando. Implica el compromiso de la educadora con la conciencia crítica del educando cuya "promoción" desde la ingenuidad no se hace automáticamente".[28] De tal forma que el educando requiere del acompañamiento del educador, pero éste debe trabajar con sumo respeto a la dignidad del otro y sobre todo estimular en cada una de las acciones dentro y fuera del aula, la capacidad creadora del alumno (conocimiento y valores), pues eso es lo que lo llevará entre otros aspectos, a tener un mayor interés en realizar investigaciones que posteriormente podrá compartir con sus compañeros y pedir la asesoría de su formador. "Pese a la borrosidad de los perfiles, las tesis <humanistas> giran en torno a la nueva dignidad y autonomía del hombre, por contraposición al teocentrismo providencionalista (determinista) del Medioevo, o a la concepción agustiniana de la esencial condición pecadora del alma humana. Frente a esta discontinuidad trágica entre Dios y el mundo, se alza la revalorización humana renacentista, no por ello menos religiosa a pesar de su antropocentrismo".[29] En este sentido, Paulo Freire fue un hombre que se adelantó a su tiempo, pues en una época en la que predominaba la influencia religiosa, misma que empezó a sufrir cambios a partir del año 1965, al terminar el Concilio Vaticano II, nuestro pedagogo- filósofo brasileño, insistía ya en el respeto a la dignidad y a la autonomía de cada hombre. Esa concepción agustiniana de la que se habla, predominó en nuestro ambiente hasta el siglo XX, época en la que se dieron grandes transformaciones a nivel mundial, que afectaron de manera especial al campo educativo, surgiendo y retomando propuestas pedagógicas que han ido marcando caminos que actualmente siguen orientados a mejorar. Paulo Freire considera que: "no existe el pensar acertadamente al margen de principios éticos, si cambiar es una posibilidad y un derecho, cabe a: quien cambia -exige el pensar acertado- asumir el cambio operado. Desde el punto de vista del pensar acertado no es posible cambiar y hacer de cuenta que nada cambió. Es que todo el pensar acertado es radicalmente coherente".[30] Ante tales comentarios, no valen las propuestas pedagógicas que se han quedado solamente en el papel, no es válido hacer de cuenta que nada pasó, ya que eso traería sólo estancamiento a la gran cantidad de cambios propuestos en los últimos años. Un cambio no se presenta de la noche a la mañana. Es todo un proceso que se ejecuta en cada individuo y exige de él un pensar acertado y coherente. No puede decirse que se cree en algo y hacer algo diferente a ello. "En sus escritos Mounier exalta la dignidad de la persona y su trascendencia, una trascendencia en la que radica el carácter personal y que permite considerar a la persona como <el movimiento del ser hacia el ser>" [31]. Ese movimiento del ser hacia el ser, es una forma de expresar que cada ser humano ha de dirigirse hacia dónde lo desea, es decir, hacia donde cree que puede alcanzar plenitud en su vida, y eso sólo lo encontrará en donde haya un ambiente de respeto, de forma que pueda saberse apoyado en cada uno de sus pasos hacia la meta fijada. En este sentido y como expresa el Dr. Pupo respecto a la concepción axiológica del gran pensador Cubano José Martí: "En la obra filosófica martiana no existe una axiología sistematizada. Más que teorizar sobre los valores el Apóstol se preocupa por encontrarlos y cultivarlos en la conducta del hombre, como medio de ascensión humana. Sin embargo, es posible revelar en su ideario humanista un conjunto unitario de valores, coherentemente estructurado en torno a la persona humana, su razón de ser y los modos de conducirla a su humanidad creciente. Los valores en Martí son modos esenciales del devenir del hombre en su naturaleza social, integrados en la cultura, a manera de formas de existencia del ser humano y sus necesidades materiales y espirituales.[32] Esto nos señala que es muy importante la interacción. El hombre no puede moverse hacia su meta de una forma individual. Requiere de apoyo y la motivación de otros que de igual forma se encaminan hacia lo suyo y de ese convivir con su género, e ahí la convergencia en el pensamiento de dos grandes humanistas Martí y Paulo Freire quien a su vez comenta que"(...) nadie se concientiza separadamente de los demás. La conciencia se constituye como conciencia del mundo. Si cada conciencia tuviera su mundo, las conciencias se ubicarían en mundos diferentes y separados, cual nómadas incomunicables. Las conciencias no se encuentran en el vacío de sí mismas, porque la conciencia es siempre, radicalmente, conciencia del mundo".[33] Puesto que estamos en el mundo, y con el mundo, no podemos vernos ni pensarnos como aislados de ese mundo. Por tal motivo que la forma de caminar hacia el ser, al mismo tiempo que vamos adquiriendo conocimientos que nos permitirán estructurar los valores de esa sociedad, vamos también motivando a otros a otros a que hagan vida determinados valores. Es cierto que no podemos estar solos, pero también lo es que quienes estando acompañados han perdido el sentido de su caminar por diversos motivos, especialmente algún tipo de discriminación que es común en los pueblos latinoamericanos, y sobre ello comenta Basave: "Yo quiero morir, dice alguien. ¡Mentira! Lo que quiere es una vida mejor, más abundante, más intensa, más plena. Cuando la existencia se angosta, cuando los propósitos se truncan y el ánimo se esconde, la vida está enferma; es una menos-vida. Pero, el enfermo es quien más anhela salir de la enfermedad".[34] Por ello Paulo Freire dice que: "el rechazo definitivo a cualquier forma de discriminación forma parte del pensar acertadamente. La práctica prejuiciosa de raza, clase, género, ofende la sustantividad del ser humano y niega radicalmente la democracia".[35] Esas formas de discriminación, son nada menos que una manera de manifestar la falta de valores que existen en muchos lugares, y que esos comportamientos se van convirtiendo en modos de vida cotidianos sin notar el daño que hacen a los otros con quienes se comparte el mundo. "Algunos autores han considerado que los problemas filosóficos planteados por la educación pueden resolverse únicamente dentro de una filosofía general. En este caso la filosofía de la educación se convierte en una de las disciplinas filosóficas pertenecientes al grupo de las llamadas <filosofías de > (de la sociedad, de la historia, de la ciencia, de la religión, etc.)".[36] Ante ello, la filosofía de la educación, aborda temas muy variados y que de modos diversos se hagan presentes en el ámbito educativo, como es el caso de la relación entre el conocimiento y los valores, asunto de gran importancia en la actualidad, que a su vez tiene una estrecha relación con el pensamiento de Freire, pues si dentro de los valores no se encuentra el respeto a los demás y el deseo de impulsarlos a un mayor bienestar, definitivamente, hay ahí mucho por hacer. Ante lo que vivimos y ante lo que hay necesidad de llevar a cabo para dar a conocer con mayor fuerza, propuestas como la de Paulo Freire, y tener en claro que: "El método de Paulo Freire es, fundamentalmente un método de cultura Popular: concientiza y politiza. No absorbe lo político en lo pedagógico ni enemista la educación con la política. Las distingue sí, pero en la unidad del mismo movimiento en que el hombre se historiza y busca reencontrarse, esto es, busca ser libre".[37] Hombres y mujeres somos los únicos seres capaces de aprehender, es decir de concebir internamente esa serie de conceptos y elementos que circundan la vida, y que invariablemente no permanecen estáticos, sino que a través de las distintas etapas históricas se transforman, se anulan o aceptan, y en ese vaivén gnoseológico es que cada ser humano en comunión con los demás y con su entrono ha buscado y seguirá buscando no sólo el estar, sino el verdadero existir y trascender. A partir de lo anterior retomemos lo que Jaques Delors señala sobre el "aprender a ser," es decir, el despliegue del hombre en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos, (…) aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético, capacidades físicas, aptitudes para comunicar" [38] En síntesis, Freire en el tiempo y con el tiempo ha desarrollado ideas que van más allá de la retórica. De esa palabra hueca que convence sin convencer, moviéndose hacia la palabra que se dialectiza para conocer y conocerse, comprender y comprenderse, para valorar y valorarse, a efecto de impulsar siempre al otro a que logre su máxima proyección y realización como ser humano, porque de esta manera logrará también la propia realización. Sin lugar a dudas, la filosofía de Freire, hace de su obra y discurso, una guía espiritual para la formación humana. Una obra que piensa el conocimiento y los valores como una unidad dialéctica de dos momentos inseparables, engendrados en el quehacer práctico- comunicativo del ser humano. Por eso trasciende, y continuará trascendiendo. En los tiempos actuales, en pleno siglo XXI, su Pedagogía filosófica crítica tiene mucho que decir y hacer. La globalización neoliberal, que desarraiga a nuestros pueblos y los integra a la enajenación progresiva de su ser esencial, más que la cultura y la educación, impone la incultura de nuestros hombres, donde el analfatismo pulula con fuerza indetenible. He ahí la necesidad de continuar revisando la racionalidad epistemológica y humana de su programa andragógico. Referencias: [1]
A. María Araujo, Notas en P. Friere (1993)Pedagogía del de la Esperanza pp. 194 [3] Schmelkes, Sylvia. La formación de valores en la educación básica. 1988. Secretaría de Educación Pública. Biblioteca para la actualización el maestro. Pág. 14 [4] Schmelkes, Sylvia. La formación de valores en la educación básica. En La utopía: Una sociedad altamente educada. 1988. Secretaría de Educación Pública. Biblioteca para la actualización el maestro.Pag. 15 [12] Giordano Bruno (c. 1548-1600), filósofo y poeta renacentista italiano cuya dramática muerte dio un especial significado a su obra. Había nacido Bruno en Nola, cerca de Nápoles. Su nombre de pila era Filippo, pero adoptó el de Giordano al ingresar en la Orden de Predicadores; con estos frailes estudió la filosofía aristotélica y la teología tomista. Pensador independiente de espíritu atormentado, abandonó la orden en 1576 para evitar un juicio en el que se le acusaba de desviaciones doctrinales e inició una vida errante que le caracterizaría hasta el final de sus días. Visitó Génova, Toulouse, París y Londres, donde residió dos años, desde 1583 hasta 1585, bajo la protección del embajador francés y frecuentando el círculo del poeta inglés sir Philip Sidney. Fue el periodo más productivo de su vida ya que durante estos años escribió La cena de las cenizas (1584) y Del Universo infinito y los mundos (1584), así como el diálogo Sobre la causa, el principio y el uno (1584). En otro poético diálogo, Gli eroici furori (Los furores heroicos, 1585), ensalza una especie de amor platónico que lleva al alma hacia Dios a través de la sabiduría. En 1585 Bruno volvió a París, y viajó después a Marburgo, Wittenberg, Praga, Helmstedt y Frankfurt, donde pudo arreglárselas para imprimir la mayor parte de sus obras. Por invitación del noble veneciano, Giovanni Moncenigo, que se erigió en su tutor y valedor privado, Bruno volvió a Italia. En 1592, sin embargo, Moncenigo denunció a Bruno ante la Inquisición que le acusó de herejía. Fue llevado ante las autoridades romanas y encarcelado durante más de ocho años mientras se preparaba un proceso donde se le acusaba de blasfemo, de conducta inmoral y de hereje. Bruno se negó a retractarse y en consecuencia fue quemado en una pira levantada en Campo dei Fiori el 17 de febrero del año 1600. En el siglo XIX se erigió una estatua dedicada a la libertad de pensamiento en el lugar donde tuvo lugar el martirio. Las teorías filosóficas de Bruno combinan y mezclan un místico neoplatonismo y el panteísmo. Creía que el universo es infinito, que Dios es el alma del universo y que las cosas materiales no son más que manifestaciones de un único principio infinito. Bruno es considerado como un precursor de la filosofía moderna por su influencia en las doctrinas del filósofo holandés Baruch Spinoza y por su anticipación del monismo del siglo XVII.Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos [14] Freire, Paulo. (2004). Pedagogía de la autonomía. Ed. Paz e Terra, S.A. Brasil. Pág. 9. [16] Freire, Paulo. (2004). Pedagogía de la autonomía. Ed. Paz e Terra, S.A. Brasil. Pág. 9. [23] Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 54. [25] Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 385. [29] Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 432-433. [31] Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 679. [34] Basave Fernández del Valle, Agustín. (1990). Filosofía del hombre. Ed. Espasa-Calpe. Col. Austral # 1336. México. Pág. 87. [37] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 25. |
PAULO FREIRE- Serie Maestros de América LatinaPublicado el 8 abr. 2016 |
por Dra. Anastacia Rivas Olivo
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