Existencia y devenir del pensamiento filosófico de Paulo Freire

por Dra. Anastacia Rivas Olivo

No se pretende seguir un itinerario abarcador de toda la rica vida y obra del filósofo – educador, Paulo Freire. Habría contenido en sí mismo para varias monografías y ensayos. Se trata de un esbozo panorámico que asume y despliega sus hitos esenciales, en su evolución progresiva.

 

1.- Antecedentes y contextos. Influencias ideológicas y filosóficas.

 

“Paulo Freire es un pensador comprometido con la vida; no piensa ideas,   piensa la existencia”  ([1]).

Paulo Freire se ha constituido como  uno de los educadores más sobresalientes en  los últimos cuarenta años de  historia latinoamericana y  en un intento de acercarnos a su obra, trataremos en esta primera parte,  de reconstruir el itinerario de su vida, de tal forma que en una  perspectiva personal, logremos contextualizar lo más adecuadamente posible su pensamiento en constante evolución.

 

De hecho, en la gran mayoría de las investigaciones donde se hace presente el análisis de la obra de algún importante pensador, resulta por demás necesaria la contextualización. Ahora bien, y  tratándose de Paulo Freire que toma como punto de referencia la realidad, la que se constituye en  fundamento y soporte para toda acción pedagógica,  es una exigencia ineludible, puesto que todo su trabajo tiene su génesis en la realidad misma de su vida.

 

Paulo Freire, como ya lo señalamos en la introducción, se configura como un hombre capaz de vivir intensamente su época, de formular un análisis serio y crítico  de la realidad que le toca vivir junto a su pueblo. Análisis y crítica que para muchos es controvertida y utópica, en tanto que los sistemas gubernamentales lo limitan.   Para otros totalmente aceptable que encauzan su pensamiento y  dan a su vida un sentido social y de servicio a los más necesitados, es decir, de vivir activa, crítica y racionalmente como un hombre contextualizado que busca una concreta, real y verdadera liberación.

 

Freire es la clase de hombres que saben reconocer el valor de lo humano y de lo propio. Logra descubrir esa complejidad misteriosa que encierra el hombre y lo dinamiza, pero a la vez, lo concibe como un ser inacabado, siempre en búsqueda y en permanente auto-construcción. Es un pensador comprometido consigo mismo y con la vida, cuyas ideas toman energías para dinamizar conciencias. Educador que parte de la realidad para aprender con los demás. ([2]). Tiene la claridad para reconocer que, a pesar de su capacidad personal, el hombre no está solo en el mundo, sino que es un ser eminentemente social-relacional.

 

El propósito de iniciar el discurso con la exposición  breve de un esbozo  biográfico de Freire es el de acentuar la concepción que se tiene no del hombre extraordinario, sino más bien de un hombre que realmente ha tomado en serio su historia, la historia de su pueblo, y su propia vida, especialmente de ese pueblo pobre y marginado por la sociedad, en cuya transformación, según lo afirma en todo su pensamiento, no trabajarán otros, sino el propio hombre, y que al visualizar esta transformación  como algo dinámico, se plantea como tarea a cumplir por el  propio pueblo.

 

Para poder comprender lo que significa Freire y lo que propone como educación, es fundamental conocer el contexto que ha vivido, ya que es a partir de él que surgen sus propuestas, porque todas y cada una de las propuestas evidentemente han sido acuñadas a la luz de la palabra expuesta por  los “0primidos”, con los que ha compartido las carencias, las limitaciones que dejan huella y que a partir de esas vivencias fue integrando de manera objetiva toda una metodología, no sólo para el aprendizaje de la lecto-escritura como aspecto primario, sino una metodología para el pensar, el reflexionar, el vivenciar de lejos una realidad, y especialmente para no quedarse en una postura contemplativa, sino llegar a la praxis para mejorar.

 

Freire es un autor que plasma sus influencias intelectuales, llenándolas de un contenido nuevo, donde se va esbozando su particular manera de ir dialogando con la realidad, esa realidad que vivió de cerca y miró de lejos, y al hacerlo fue reconociéndola, fue reencontrándola, lo que menciona él mismo en uno de textos, y se corrobora al leerlo.

 

“Las dificultades que tuve que enfrentar con mi familia en la infancia y adolescencia forjaron en mi ser, no una postura cómoda frente al desafío, sino todo lo contrario, una apertura de curiosidad y de esperanza al mundo” (….)[3].

 

La obra de Freire contiene las ideas nuevas y revolucionarias que surgen en América Latina en los años ‘60. Por una parte, da cuenta de su formación católica imbuido del lenguaje liberacionista proveniente de las corrientes progresistas del catolicismo, que hacen surgir la teología de la liberación cuyos conceptos parten de las circunstancias concretas de las condiciones de opresión que viven los pueblos y más tarde proceden a teorizar sobre estos hechos. Teología que tiene un carácter militante en tanto que sus practicantes están activamente comprometidos con la conquista de la liberación. Por eso conceden una importancia capital al concepto de praxis.

 

Su filiación existencial cristiana es explícita y además, utiliza elementos de la dialéctica marxista que le aportan una pauta nueva de visión y comprensión de la historia.

 

En el período en que escribe, contempla los traumas y dificultades por los que atraviesa la gran mayoría de los hombres campesinos del norte de Brasil (nordeste), producto de una educación alienante que lleva al pueblo a vivir su condición de miseria y explotación con una gran pasividad y silencio.

 

 La cultura del pueblo nordestino ha sido considerada como una visión sin valor, que debe ser olvidada y cambiada por otra cultura, la de las clases dominantes, valorada como buena, y que es transmitida por todos los medios disponibles. El pueblo pobre es tratado como ignorante y es convencido de ello, lo que produce y explica la pasividad con que se soporta la situación de esclavitud en que se vive.

 

Freire al sentir y vivir esta situación desde temprana edad reflexionaba afirmando que “En el mundo había algo equivocado que no podía ni debía continuar” ([4]).

Brasil,  es un país que a lo largo de toda su historia ha estado sometido bajo influencias de otras culturas y que inevitablemente los hombres, especialmente los campesinos, no habían desarrollado una capacidad de crítica que les permitiera liberarse de su sometimiento cultural.

En Brasil, la colonización tuvo características marcadamente depredadoras, lo que produjo una fuerte explotación convirtiéndola en una gran "empresa comercial", donde el poder de los señores dueños de las tierras sometía a la gran masa campesina y nativa del lugar, otorgándole trato de esclavos, los que pasivamente aceptaban su situación, la que según ellos provenía del destino. ” ([5]).

 

Ante esta realidad, Freire plantea que el hombre debe ser partícipe de la transformación del mundo por medio de una nueva educación que le ayude a ser crítico de su realidad y lo lleve a valorar su vivencia como algo lleno de valor real, que no puede mantenerse a la expectativa, mirando sin percibir y sin actuar.

 

La educación de los colonizadores pretendía mostrar a los aborígenes la indignidad de su cultura y la necesidad de aplicar un sistema educativo cultural ajeno, que mantuviera esta situación de explotación e indignidad humana.

 

El hombre brasileño fue creciendo en un ambiente de autoritarismo y proteccionismo, con soluciones paternalistas que surgen del mutismo brasileño, conciencia mágica, donde en la sociedad no existe el diálogo ni la capacidad crítica para relacionarse con la realidad, porque el que dice la palabra, que es el que sabe, admite que los demás no saben, es decir, los  ubican en esa mágica conciencia de la ignorancia total. ([6]).

 

Las relaciones sociales, divididas por las diferencias económicas, crean una relación de amo y señor. El mutismo brasileño está marcado por la falta de vivencia comunitaria y por la falta de participación social. Ya que no había conciencia de pueblo ni de sociedad, la autoridad externa era el señor de las tierras, él era el representante del poder político y todo lo administraba, por lo que  ese mutismo se reflejaba en expresiones mismas de Freire al referir que el de haber crecido en una familia cristiana no se orientó a aceptar tal situación como voluntad de Dios, o caer en el fatalismo de decir que nada se podía hacer.

Esta forma de dominación impedía el desarrollo de las ciudades: el pueblo era marginado de sus derechos cívicos y alejado de toda experiencia de autogobierno y de diálogo. ([7]).

 

Marginación silenciosa, en donde el enmudecimiento, producto de la adversidad vivida, y de la aceptación irrazonada llevaba a la población a un permanente abatimiento surgido de la ignorancia en que se encontraba, aceptando la palabra dicha por los gobernantes en turno.

 

Este es el Brasil visto y vivido por Freire que le va a motivar  a crear una educación que pueda ayudar al hombre a salir de su experiencia anti-democrática, experiencia anti- humana que no permite al hombre descubrirse como re-creador de su mundo, como un ser importante y con poder de mejorar las cosas.

 

Freire busca hacer efectiva una aspiración nacional que se encuentra presente en todos los discursos políticos del Brasil desde 1920: la alfabetización del pueblo brasileño y la ampliación democrática de la participación popular.

“Mientras trabajaba con comunidades campesinas brasileñas, Freire demostró que su trabajo presentaba una notable similitud con algunos de los principios teóricos fundamentales de la nueva sociología de la educación. Desarrolló un tipo similar de análisis crítico en el que afirmaba que las formas tradicionales de la educación, particularmente de la alfabetización, funcionaban para cosificar y alienar a los grupos sometidos” ([8]).

 

El régimen oligárquico, imperante en Brasil hasta 1930, tomó el tema del analfabetismo y lo convirtió en tema de sus discursos, transformando la alfabetización en un verbalismo vacío, carente de acción concreta.

El sistema gobernante que viene luego del régimen oligárquico continúa en la misma línea demagógica que no busca, en la práctica, un cambio real y efectivo: la liberación del hombre, sino más bien la elaboración de un discurso atrayente y de moda en su época.

 

Desde una perspectiva histórica, nos encontramos frente al momento en que comienza la decadencia de la sociedad capitalista brasileña, dedicada fundamentalmente a la producción agraria exportable.

 

La gran crisis económica mundial de 1929 y la redefinición del mercado internacional, aceleraron el proceso de transformación de las estructuras, lo que en el fondo significa: mayor urbanización e industrialización, con el consiguiente aumento de las migraciones populares hacia las grandes ciudades. Desde la economía agraria, en el plano económico hacen su aparición las clases populares urbanas, se redefinen las alianzas de las clases sociales a nivel de Estado, lo que produce una gran crisis a nivel de las élites.

 

A pesar de que, desde 1930, se ha producido la desestructurazación del régimen oligárquico, esto no significa que ha perdido el poder político y económico, ya que el poder local y regional de los grandes latifundios sigue siendo una base de decisión fundamental para el control y la estabilidad del poder nacional.

 

Si nos detenemos un poco y miramos la realidad mundial, (2007) encontramos que la pantalla de la globalización neoliberal ha acentuado con mayor fuerza el sistema oligárquico, porque no es una persona, sino grupos elitistas y cerrados los que mantienen el poder económico y con ello la supremacía política que veladamente se constituye en una democracia falseada y repetitiva, y desafortunadamente, ese mismo poder establece mecanismos para hacer creer a las mayorías que es la democracia la imperante, democracia en  donde todos opinan y votan pero sólo unos deciden.

 

En 1930 hace su aparición en el escenario nacional la clase popular urbana, sin embargo, las clases rurales, que son mayoría, ya que "abarcan la mitad de la población brasileña", continúan siendo marginadas del proceso social, político y económico, etc., es decir, no participan de ninguna de las decisiones importantes para el país permaneciendo en el silencio.

 

El trabajo de Pablo Freire queda críticamente ligado a este incipiente proceso de ascensión popular y su praxis político-educativa, se desarrolla en Brasil, en medio de un esquema clásico de dependencia y subdesarrollo.

 

Freire es quien crea el movimiento de educación popular en Brasil, con él busca sacar al hombre analfabeto de su situación de inconciencia, de pasividad y falta de criticidad. Su esfuerzo por contribuir a la liberación de su pueblo se inscribe en una época en que son muchos los que están buscando algo similar.

 

En este período podemos identificar numerosos procedimientos de naturaleza política, religiosa, social y cultural, para movilizar y concientizar al pueblo, desde la participación popular creciente, por medio de votos, hasta el movimiento de cultura popular organizado por los estudiantes. Se desarrolla también todo un movimiento del sindicalismo rural y urbano. Aparecen instituciones como la SUPRA, que agrupaba a clases campesinas para la defensa de sus intereses, provocando grandes repercusiones políticas.

 

El movimiento de educación de Freire comienza en 1962, en el nordeste de Brasil, una de las regiones más pobres. De veinticinco millones de habitantes, quince eran analfabetos. Durante cuarenta y cinco días él trabaja con trescientos trabajadores aplicándoles su método de alfabetización. Los resultados impresionan, por el éxito alcanzado, profundamente a la opinión pública. Su método es aplicado en todo el territorio nacional.

 

La reacción de las élites no se deja esperar. Los grupos dominantes, unidos a una Iglesia católica conservadora, no pueden comprender cómo un educador católico puede hacerse un portavoz de los oprimidos, poniendo en peligro, los privilegios de los que han gozado desde siempre. Desde aquí surgen las acusaciones que se hacen a Freire de agitador político, comunista y agitador de las masas, al hacerlas tomar conciencia de su realidad, lo que pone en peligro la estabilidad y la seguridad de la sociedad fundada sobre los principios excluyentes de una sociedad opresora.

 

Este proceso de liberación popular, a través de una educación para la libertad, fue detenido a causa del golpe de Estado hecho por los militares, situación que impide la realización del primer plan nacional de educación popular.

 

No sólo a causa de sus ideas, sino sobre todo, porque quiso ayudar al hombre a liberarse, Pablo Freire es exiliado, continuando su búsqueda en torno a la educación popular en otros países de América Latina. Esto muestra claramente que el pensamiento de Pablo Freire brota desde la misma realidad que le toca vivir en el nordeste brasileño, que él intenta comprenderla y liberar al hombre de ella, devolviéndole la capacidad de reconocer su fuerza transformadora. Fuerza que brota desde los mismos oprimidos, único camino de liberación real posible.  Liberación que los encamina  a la superación y mejora de sus circunstancias, liberación que declaraba la guerra sin cuartel al analfabetismo, supremo mal que imposibilita la comunicación entre los hombres. ([9]).

 

Conocer el contexto socio-político en el cual Paulo Freire desarrolla su pensamiento y obra permite reafirmar que el hombre es un ser de trascendencia, en tanto que se relaciona con su realidad, en tanto que dialoga con los demás, en tanto reflexiona y analiza su entorno leyéndolo, entendiéndolo y ubicándolo en el punto exacto para valorarlo, conservarlo o transformarlo.

 

Es esta realidad la que indudablemente permitió a Paulo Freire plantearse la liberación propia y la de su pueblo. Liberación que implicaba un acto valiente, pero pensado y fundamentado en el proceso dialógico y de relación humana, en donde se entrelazan las palabras vivas hechas praxis.

 

En su pensamiento crítico existen varias influencias, pero su espíritu electivista y creativo no asume ningún sistema filosófico acríticamente, sino lo que considera idóneo en correspondencia con sus búsquedas. No cree en una omnisciencia que dé respuestas a todas las inquietudes humanas. Se preocupa ante todo en su filosofía pedagógica crítica por seguir la lógica de la realidad viviente; sin embargo, en su obra se destacan con fuerza el personalismo fenomenológico de corte católico, muy cercano a J. Maritain, el existencialismo, el marxismo, el pensamiento latinoamericano, particularmente la filosofía de la liberación, la teología de la liberación, y otras tendencias, corrientes e ideas, que influyen, confluyen o coinciden; pero todas asumidas con carácter crítico creador, como es común en los grandes ingenios[10].

 

Del personalismo fenomenológico, de matiz católico, muy cercano a J. Maritain, se observan algunas influencias, particularmente su visión plural en el conocimiento de la realidad, la epistemología y los diversos grados e interrelaciones del conocimiento en la asunción de la realidad, y sobre todo, la tesis que existir es actuar y que la cooperación siempre es posible cuando se persigue un bien común.

 

Con relación al existencialismo, las ideas de Jaspers se reflejan en algunos momentos de su obra, particularmente lo relacionado con los márgenes y límites de la experiencia, el tema de la libertad, pero no como horizonte indefinido, sino lograble a través de la praxis. En Freire se nota, además, la asunción crítica de los temas en torno a las situaciones límites como el azar, el sufrimiento, el conflicto, la culpabilidad y la muerte, pero ausente de una visión pesimista, como fue propio en el pensador francés.

 

El marxismo lo asume en muchos de sus ideas esenciales, especialmente el concepto de praxis, el condicionamiento histórico social del hombre y la sociedad, su visión de la ideología y la teoría de las clases, el papel del factor económico, la crítica al capitalismo, y con gran fuerza, el tema marxista de la subjetividad[11], entre otros. Ideas que aplica con originalidad en el análisis de la sociedad y el papel liberador que debe desempeñar la educación en pos del diálogo y  la libertad.

 

Los temas de su momento histórico, desarrollados por la filosofía de liberación y la teología de la liberación, están presentes de una forma u otra en  el discurso freiriano, particularmente la crítica al status quo existente y la necesidad de lograr la equidad social, incluyendo la emancipación terrenal, y no sólo celestial como era costumbre de los clérigos ideólogos. En esta dirección, con la toma de partido por los desposeídos y marginados Freire hace causa común con el marxismo, la filosofía de la liberación y la teología de la liberación, desde su posición de religioso católico laico.

 

Es necesario enfatizar que si realmente el pensamiento de Freire posee sus influencias y coincidencias, lo más destacado es que su filosofía pedagógica se nutre de la realidad, de las experiencias prácticas de Brasil y el mundo. Un pensamiento con alma política, pues al enfrentar la realidad, en general y la educativa, en particular, ya está entrando en el terreno político. Él estaba consciente de ello, y fue consecuente con su misión. “Cuando inicié mi práctica educativa – señala Freire - no estaba seguro de las consecuencias políticas potenciales. Pensaba muy poco en las implicaciones Políticas y menos aún en la naturaleza política de mi pensamiento y mi práctica. Sin embargo, la naturaleza política de estas reflexiones fue y es una realidad”[12].

 

2.- Formación Inicial

 

Paulo Freire nació un 19 de Septiembre de 1921, en Recife Brasil. Su padre Joaquín Freire, era oficial de la policía militar de Pernambuco. Su madre Edeltrudis Neves Freire, también era oriunda de Pernambuco. ([13]).

Freire vivió en un ambiente hogareño y según  él mismo explica,  bastante cálido, donde aprendió la forma de trabajar, que más tarde podría compartir y  desarrollar con su propia familia. Reconoce que es en el mismo seno familiar en donde aprendió el significado y aplicación del respeto y la importancia de la opinión de los demás, conducta reforzada por la actitud y ejemplo vivo de su padre, quien respetaba la creencia religiosa de su madre, a pesar de no compartirla.  Siguiendo esa línea de vida, de reconocimiento, respeto y congruencia en el decir y actuar, más tarde, Freire realiza su propia opción religiosa, inclinándose por el catolicismo, decisión que también es respetada por su padre. ([14]).

 

Es precisamente en ese ejemplo de respeto y tolerancia, practicado permanente en la vida familiar, en donde Paulo Freire    va introyectando el sentido real de la convivencia y diálogo, ambiente idóneo donde se comparten ideas, y aunque sean diferentes, se aceptan y respetan para propiciar una armonía que propicia el crecimiento.

 

“Jamás me sentí ni siquiera amenazado por la duda sobre el cariño que se tenían mis padres, como tampoco de su amor por nosotros, por mis hermanos, por mi hermana y por mí. Y debe haber sido esa seguridad la que nos ayudó a enfrentar razonablemente el problema real que nos afligió durante gran parte de la infancia y adolescencia: el hambre. Hambre real, concreta, sin fecha señalada para partir, aunque no tan rigurosa y  agresiva como otras hambres que conocía”. ([15]).

 

Se ha considerado que la relación prevaleciente entre Freire y su padre lo inició también en ese descubrimiento de su método alfabetizador, ya que antes de que Paulo empezara a ir a la escuela le escribía con un trozo de madera en la arena, palabras del universo cultural del niño, después dividía estas palabras en sílabas y las reunía formando otras palabras, siendo su padre mismo quien le enseñó el alfabeto.

 

En 1931, por dificultades económicas, la familia Freire se ve obligada a trasladarse a Jaboato, lugar donde fallece su padre. Con esto la vida de Freire se complica bastante, pues a raíz de la orfandad y condiciones de precariedad en que  crecía conoció el hambre y el sufrimiento, situaciones que lo llevaron a madurar a temprana edad.                                                                      

 

“Cuántas veces fui vencido por el hambre sin tener con qué resistir a su fuerza, a sus “ardides”, mientras trataba de hacer mis tareas escolares. A veces me hacía dormir de bruces sobre la mesa de estudio, como si estuviera narcotizado. Y cuando reaccionaba frente al sueño que trataba de dominarme abría grandes ojos y los fijaba con dificultad en el texto de historia o de ciencias naturales, “lecciones” de mi escuela primaria-, eran como si las palabras fueran trozos de comida”  ([16]).

 

Esa era la realidad de Paulo Freire, realidad a temprana edad que deja huellas imborrables, y que precisamente de esa realidad vivida es de donde surge la esperanzadora idea de su pedagogía, la del oprimido, que sin comer visionaba un cambio por él mismo y con los demás. Esa es la realidad que aún viven millones de niños y adolescentes, hambre provocada por los gobiernos, que envuelven, atrapan, convencen, haciendo creer a las mayorías que su línea es la mejor, y que esos  niños  y adolescentes hambrientos sin tener la certeza del amor y comprensión de sus padres, de su familia, se vuelven fatalistas, agresivos, y a fin de saciar su hambre se integran a las bandas del narcotráfico para  destruirse a sí mismos.

 

Por su experiencia personal, Freire comenzó a descubrir la singularidad de la sociedad moderna y esto lo llevó a buscar medios adecuados, según su propia perspectiva y visión de la realidad,  para la transformación de los males de esta sociedad, que en su opinión, oprimían al hombre y no lo dejaban ser cada vez más hombre, más digno.

 

A pesar de haber tenido algunos problemas en la secundaria, Freire pudo realizar estudios de Derecho, Filosofía e iniciarse en la Psicología del Lenguaje. Además, se desempeñó como profesor de portugués en la escuela secundaria. Este trabajo le permitió ayudar económicamente a sus hermanos mayores y a la vez, lo introdujo en la problemática educacional, vocación que comienza a descubrir.

 

En relación a su vida de fe se conoce la existencia de algunas crisis provocadas en su mayoría por la situación de incoherencia que vivía la Iglesia de aquel entonces, cuando se predicaba una cosa y abiertamente hacía lo contrario. Su vida de fe se consolida gracias a la lectura de autores tan importantes como Jacques Maritain, (1882-1973) filósofo francés, quien sostenía que existir es actuar y que la cooperación siempre es posible cuando se persigue un bien común. ([17]).

 

En 1944 contrae matrimonio con Elsa María, originaria de Recife, con quien tiene cinco hijos. En su hogar intenta desarrollar el mismo ambiente de diálogo que vivió en la casa paterna durante su infancia. Su esposa quien era profesora llegó a ejercer el cargo de directora de un colegio, lo que influyó positivamente en que Freire se interesara por la educación.

 

Durante uno de sus primeros trabajos en un departamento de servicio social, aunque de tipo asistencial -SESI-, (Servicio social de Industria) se fortalece el diálogo con el pueblo, ocupando posteriormente la dirección del Departamento de Educación y de Cultura del SESI, de Pernambuco, y después en la Superintendencia. En 1946 y 1954 realizó las primeras experiencias que lo llevaron a iniciar su método de alfabetización, el cual surgió precisamente fundamentado en esa relación dialéctica con los campesinos, relación de respeto que motivó la apertura, a través de la cual conoció el verdadero sentir del oprimido, quien al inicio se concretaba a aceptar la perfección del enseñante, como una manera de aceptar el sistema de opresión en que se encontraba. Freire manifiesta que: 

 

“La Pedagogía del Oprimido  no podría haberse gestado en mí sólo por causa de mi paso por  el SESI, pero mi paso por el SESI fue fundamental, diría yo indispensable para su elaboración” ([18]). 

En 1961, participa en el movimiento de cultura popular de Recife, donde es considerado uno de sus fundadores.

 

Desarrolla un método de alfabetización que no se conforma con enseñar a leer y a escribir, sino que busca producir un cambio efectivo y real en el hombre y en su autocomprensión personal y en la del mundo que lo rodea. Se plantea como un método participativo que se auto gesta en la medida en que el hombre se compromete con él.

 

El golpe militar de Estado que se produce en Brasil en 1964, además de detener el proceso de educación de adultos y de la cultura popular en general, lleva a la cárcel a Paulo Freire por cerca de 75 días, y en una de sus entrevistas asevera lo siguiente:

“Fui encarcelado por un breve período después del golpe de Estado de 1964. De hecho hubo gente que fue encarcelada por un tiempo mucho más prolongado. Antes del exilio estuve dos veces en prisión, durante 75 días en total. Fue para mí una experiencia interesante, si bien no soy masoquista. No me gusta sufrir y ciertamente no quisiera experimentarlo de nuevo. Pero aproveché el tiempo para reflexionar sobre algunas cosas. Aquellos días fueron una experiencia de aprendizaje. Obviamente fui encarcelado  por la naturaleza política de la educación (...)  ([19]).

 

Luego de ser interrogado es trasladado al I.P.N. de Río. Logra refugiarse en la embajada de Bolivia en Septiembre de 1964. Las acusaciones por las que se le quiere juzgar se basan fundamentalmente en las siguientes: "subversivo internacional". "traidor de Cristo y del pueblo brasileño, ignorante, etc.".

 

"Lo que parecía muy claro en toda esta experiencia, de lo que salí sin odio ni desesperación, era que una ola amenazante de irracionalidad nos había invadido forma o distinción patológica de la conciencia ingenua, peligrosa en extremo a causa de la falta de amor que la alimenta, a causa de la mística que la anima".   ([20]).

 

Vivir encarcelado, en mi juicio, fue para Freire una de las experiencias más sobrecogedoras que le permitieron vivenciar el desprendimiento de la libertad, esa libertad enunciada y defendida con vehemencia por los clásicos ([21]).  Y que representa uno de los cinco problemas básicos de la filosofía de  K. Jaspers: historicidad del hombre, existencia, comunicación, libertad y trascendencia; ([22]).   

 

Freire al constituirse  testigo de los aberrantes sucesos vividos  por jóvenes prisioneros  ([23]). Posiblemente llegó a reafirmar sus ideas sobre el significado de la libertad estableciéndola como uno de los elementos sustantivos de su pensamiento filosófico, ([24]) iniciando esa insistente defensa hacia los oprimidos, esos que aún viviendo en tierra propia se ven impedidos de enunciar su presencia, sus anhelos, sus esperanzas, oprimidos y exiliados que temiendo a las estructuras políticas prevalecientes, asumen posturas de entendimiento y adaptación, denotando su miedo a la libertad.

 

Paulo Freire aborda el tema de la alfabetización de adultos, que culmina con la elaboración del método psicosocial en 1961. Éste se proponía, en cuarenta y cinco días, lograr el aprendizaje de la lectura y la escritura, de modo que los alfabetizandos lograran, también, “decir y escribir su palabra”.

 

Rápidamente, su experiencia y propuesta educativa se difundieron por el resto de Brasil. El “método Paulo Freire” -como empezó a llamársele- despertó el interés del gobierno populista de Joao Goulart, que se preparaba para impulsar un Plan Nacional de Alfabetización.

 

De este modo, Freire llega a ser encargado por el Ministerio de Educación y Cultura de Brasil, del sector de Alfabetización de Adultos. Con amplia colaboración de universitarios creó “círculos de cultura” y “centros de cultura popular” en todo el Brasil. Y de igual manera durante su exilio en Chile.

 

El “Movimiento de Educación de Base”, patrocinado por el Episcopado Brasileño, tomó el “método Paulo Freire” como línea programática antes de 1964.

 

Más tarde, en Brasil, se publica su primer libro: La educación como práctica de la libertad (1965). Pronto comienza su largo exilio, que lo lleva en primer término a Bolivia:

 

“Yo tuve una primera experiencia de exilio en Bolivia, en La Paz, donde sufrí el mal de la altura. En La Paz, cargar un paquete, incluso pequeño, significaba un esfuerzo extraordinario para mí.  No me gustaría experimentarlo nuevamente, no solamente el exilio, pero la altura tampoco. Pasé un mes en La Paz, pero quince días después que yo llegué hubo un golpe de Estado. Eso era una zafra de golpes y yo percibía que además de la altura estaba el golpe. Yo no me podía quedar en Bolivia y escribí a unos amigos brasileños que estaban en Santiago”.  ([25]).

 

De esta suerte, Paulo Freire llega a Chile, comenzando a vivir su “período chileno”, entre noviembre de 1964 y 1969.

 

En Chile, trabaja como profesor universitario y vinculado a diversas instituciones preocupadas del desarrollo rural da a conocer su método alfabetizador en el Ministerio de Educación, en la Corporación de la Reforma Agraria (CORA), en el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y en el Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria (ICIRA).

 

El método psicosocial es utilizado en la ejecución de los Planes Extraordinarios de Educación de Adultos, implementados por el gobierno de Eduardo Frei Montalvo  y tiene una amplia difusión en el ambiente educativo chileno.

En Chile, Paulo Freire publica la edición castellana de La Educación como Práctica de la Libertad, ¿Extensión o Comunicación?, y escribe la Pedagogía del Oprimido, una de sus obras más difundidas y que ha provocado múltiples cuestionamientos, razón que llevó a Freire a establecer aclaraciones y reafirmaciones de su obra en el libro que posteriormente publicara en 1992 denominada “Pedagogía de la Esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del oprimido”, libro en donde ratifica  y aclara, en donde presenta las diversas tramas de sus vivencias, las que indudablemente le dieron el soporte necesario y requerido para elaborar una serie de planteamientos teóricos que enmarcan la praxis educativa dentro de su “pedagogía crítica”.

Estando todavía en Chile, Freire es invitado a Estados Unidos por la Universidad de Harvard, donde ejerce como profesor por diez meses, partiendo  con Elza y los chicos para Cambridge, donde, además de Harvard, participó en un interesante programa con un buen grupo de intelectuales.

 

Entre 1970 y 1979, Paulo Freire trabaja como consultor del Departamento de Educación del Consejo Mundial de Iglesias, en Ginebra. En este período conoce Africa: colabora en campañas de alfabetización y en otras experiencias educativas en Tanzania, Zambia, Sao Tomé y Príncipe, Angola, Mozambique, Cabo Verde y Guinea Bissau.

 

El conocimiento de países tan diversos, influye profundamente en el pensamiento de Freire, dándole nuevas dimensiones. En Angola, en Guinea Bissau, en Cabo Verde y en Sao Tomé y Príncipe, Freire trabajó con los partidos políticos que estaban en el poder y que encabezaban un proceso de transformación revolucionaria. En dichos países, recientemente independizados, encontró nacientes revoluciones populares, plenas de riqueza y esperanza, que marcarían en forma decisiva el pensamiento ([26]).

 

Como el propio Freire afirma, de su primer contacto con África:  “Fue un encuentro amoroso con un continente rico en experiencias, con una extraordinaria historia, ignorada conscientemente por Occidente, con pueblos que llevaban a cabo una lucha contra la opresión, a veces en forma silenciosa y desapercibida ante los ojos extraños, pero no por ello menos difícil y valiente. Expresa además que fue grato reencontrarse en esas tierras, pues pareciera que no llegaba sino que regresaba.  ([27]).

 

Dentro de este período tan rico en experiencias, Freire tiene oportunidad de volver transitoriamente a Chile, a mediados de 1972. Aquí, se interesa por conocer la nueva actitud de algunos cristianos chilenos frente al proceso actual, esto es, en relación al proceso vivido durante el gobierno de la Unidad Popular.

 

Entrega al teólogo Hugo Assmann el escrito “La misión educativa de las Iglesias en América Latina”, que se publicará en Chile en octubre de 1972.

También en la década del setenta, Freire funda, en Ginebra, junto a otros intelectuales comprometidos, el Instituto de Acción Cultural (IDAC). En este período publica Cartas a Guinea-Bissau: Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso (1977), y elabora diversos materiales educativos para ser utilizados en países africanos. Más adelante, tiene ocasión de colaborar en algunas experiencias en América Central.

 

En 1979, Freire fue invitado a Granada y Nicaragua para colaborar en el diseño de sus respectivas campañas de alfabetización, ambas realizadas en 1980.  En Junio de 1980,  vuelve a Brasil, finalizando, así, su largo y fecundo exilio.

Durante la década de los ochenta, es a menudo invitado a diversas partes del mundo a realizar cursos y seminarios en Universidades, y en una de sus conversaciones expresa:

 

“He tenido y sigo teniendo experiencias muy ricas, muy interesantes, en los Estados Unidos y en Europa. De manera más o menos sistemática, en algunas Universidades de los Estados Unidos, del Canadá, de Brasil y de Suiza; de manera menos sistemática, en otras Universidades americanas, latinoamericanas, europeas y africanas. Te diría que los resultados de mi práctica han sido mucho más positivos que negativos. Ahora, en julio pasado, antes de venir a Ginebra, coordiné tres cursos durante el mes, con actividades diarias, en las Universidades de Brittsh Columbia, en Vancouver, y de Alberta, en Edmonton, Canadá. Trabajé con los estudiantes, no para ellos y mucho menos sobre ellos. ([28]).

Ahora, en este recorrido de experiencias de vida, llenas de colorido y sentimiento, es que se fue reafirmando el pensamiento de Freire, ese pensamiento que en diversidad de ocasiones señaló el verdadero rumbo de la unidad en la diversidad, de la singularidad en la complejidad, de la integración del hombre a su entorno, esa integración producto del análisis crítico y de la reflexión, que le hacen trascender porque sabe interactuar para transformar.

 

En agosto de 1984, en Ginebra, “habla” el libro Hacia una pedagogía de la pregunta, con el filósofo chileno Antonio Faúndez, quien lo reemplazó en su cargo en el Consejo Mundial de Iglesias cuando Freire volvió a su patria. En 1987, es invitado a un Congreso de Psicología en Cuba.

 

Por esas fechas, Freire es militante del Partido de los Trabajadores en su país. Trabaja y preside el Instituto de Cajamar, “una semilla de Universidad popular”, esto es, un centro de estudios y de formación de la clase trabajadora brasileña.

 

En 1989, con sesenta y ocho años, Freire acepta estar a cargo de la Secretaría de Educación de la Prefectura de Sao Paulo:

 

“Yo empezaría diciendo a ustedes que cuando cumplí 68 años, en Brasil fui finalmente invitado para ser secretario de educación de una ciudad como Sao Paulo, que corresponde a un país en América Latina. Pensé un poco, discutí con los hijos y luego acepté. Me gustaba experimentar con una responsabilidad política, administrativa y pedagógica y dije que sí.  Dejé la secretaria a fines de mayo de este año, porque ya no podía resistir la falta de leer y escribir. Pasé dos años y medio y leí un libro. Cuando asumimos la secretaría había 375 escuelas casi destruidas. Eso es un absurdo: el desgano por la cosa pública. Pero nosotros conseguimos reparar eso y ampliar la red escolar. Tenemos hoy día casi un millón de niños estudiantes y cerca de 35 mil profesores. ([29]).  

 

“Desgano por la cosa pública”  frase que inevitablemente descubre una situación problemática dentro del sector educativo, situación problemática que prevalece en la actualidad, porque el porcentaje asignado por los gobiernos para atender este elemental derecho, el de la educación, impide cubrir las necesidades prevalecientes de materiales didácticos y formación profesional, “desgano” que al ser observado “leído” por Freire, lo mueve a establecer acciones remediales.

 

Seguramente dentro de los sistemas de gobierno actuales, urge contar con administradores que aprendan a “leer” el entorno donde se desempeñan, para que con esa actitud crítica y reflexiva reconozcan la problemática, y según sus facultades y funciones actúen  y resuelvan.

 

Cuando Freire señala el inminente abandono de la secretaría, presenta una “dolencia”, una queja personal expresando que sólo un libro había leído en dos años. Esa queja, causa del abandono administrativo que prevalecía en la secretaría, da señal del apego de Freire a la lectura, apego que como ejemplo deberíamos tener muchos de los docentes, para informarnos, para conocer, para actualizarnos, ejemplo que debe ser recogido, difundido y promovido porque evidentemente en el mundo y en México en particular, ni los docentes, aún menos los estudiantes, tienen el gusto por la lectura, desconociendo que la lectura como tal nos acerca al mundo, y si se lee el mundo con espíritu crítico se aprehende para problematizarlo y transformarlo en la medida de nuestras posibilidades.

 

Es importante acotar que en 1992 Freire recibe el Premio Interamericano de Educación Andrés Bello, concedido por la OEA,  hecho que determinantemente señala el reconocimiento que a nivel internacional ya había logrado Paulo Freire por su pensamiento filosófico y obra realizada en pos de la educación popular.

 

En los 90, en Brasil, Paulo Freire se dedica a reflexionar y a escribir. También, de acuerdo a la vitalidad que lo caracteriza, se vuelve a enamorar, luego del fallecimiento de Elza en octubre de 1986. Se casa con Ana María Araujo Freire, con quien trabaja en la elaboración de su libro Pedagogía de la Esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del oprimido. Esta obra, recientemente traducida al castellano, editada en 1992, constituye el relato de sus memorias y de sus sueños,  según lo señala Carlos Núñez Hurtado:

“Es el libro de sus ideas, sus sueño, sus búsquedas y sus siempre coherentes compromisos. Porque es el libro de la esperanza, que tan generosamente nos ofrece para que la hagamos también nuestra” ([30]).                                                 

Paulo Freire fallece el 2 de mayo de 1997, víctima de una afección cardíaca. En abril de ese mismo año había publicado el que sería su último libro, la Pedagogía de la Autonomía.

 

Es este contacto básico inicial de recreación breve sobre la vida y obra de Freire lo que nos permite tener una visión más objetiva  sobre su obra pedagógica, y conocer  esos criterios vivos que le dieron dinamismo a su pensamiento, a su filosofía crítica, a través de la cual, como visión utópica, pretende llevar a hombres y mujeres a transformarse, a constituirse en entes histórico- culturales, capaces de integrarse activamente en la “realización” de su vida para ser más.               

3.- Desarrollo y sistematización de su pensamiento.

 

Evidentemente el siglo XXI se perfila como una época distintiva de cambios y avances tecnológicos, muchos de ellos generados a mediados y finales del siglo XX,  cambios que si bien han contribuido a una vida más cómoda, también han llevado al hombre de nuestro tiempo a huir de la reflexión profunda sobre el sentido último de las cosas y de las personas, prefiriendo las primeras, otorgándoles prioridad en el existir,  y cosificando a las segundas como lo refiere Paulo Freire al señalar que: “para los opresores,  persona humana son solo ellos, los otros son “objetos, cosas,” ([31]).   Precisamente esa falta de  reflexión sobre el verdadero reconocimiento del otro como persona, es ausencia en el pensamiento,  puesto que solo la reflexión encausa la acción transformadora que deviene solo de quien conciente de si y de su entorno busca esa transformación, dándole sentido a la existencia a la vida.  Freire explica lo anterior cuando señala que “toda comunicación sin acción es solo verbosidad, y toda acción sin comunicación es solo activismo” es decir, en uno u otro axioma se evidencia la ausencia de reflexión, especialmente la falta de sentido en el vivir, en el actuar,  y en esa búsqueda  es que nos ubica el Dr Rigoberto Pupo al señalarlo en su poemario “Buscando Sentido” en donde aborda la necesidad de la contextualización de la educación,  del reconocimiento y valoración del otro, de la dignidad del hombre al caminar y continuar, sin olvidar que ha dejado huella y humanismo:

 

Buscando sentido no intenta hacer buena poesía. Es una meta ardua, difícil, y a veces, imposible.

Es sencillamente eso: buscar sentido a la vida, a través de la poesía, que tanto anima y engrandece el espíritu.

Buscar sentido en cualquier parte, pero sobre todo, en nuestro mundo cotidiano y en aquellas figuras, cuya obra resume un grande cosmos lleno de sentido humano y vocación ecuménica.

Buscar sentido es experimentar nostalgia, ensueño. Es sentir añoranza, deseos y sobre ellos levantarnos para continuar.

El hombre siempre necesita de cauces orientadores para andar y hacer camino. Y hacer camino es encontrarse a sí mismo y construir  su mundo para bien de todos.

Buscar sentido es abrirse al mundo con ojos humanos y respetar al otro. Crear espacios comunicativos para “construir” verdades y revelar valores.

Encontrar bondad, verdad y belleza, porque se llevan dentro, e insertarlas en la cultura para que echen raíces y den frutos lozanos. Eso busca este humilde poemario. ¡Ojalá tenga sentido y se acerque a lo buscado (...)([32]).

 

Indiscutiblemente buscar sentido a la existencia, reconociéndonos en el otro, es uno de los principios del pensamiento de Paulo Freire, principio que desde el inicio le lleva a situarse como mediador.

 

Es pues que en una época de eminente pragmatismo es preciso dar a conocer la obra de pensadores que han buscado en su razón la explicación de las circunstancias y los fenómenos que les ha tocado vivir.

 

Uno de los aspectos de mayor complejidad para los seres humanos, es precisamente la interpretación efectiva y verás del pensamiento de los demás congéneres, puesto que “el pensamiento es  la actividad y creación de la mente”, creación que se va conformando en la medida que las vivencias y experiencias se incorporan a la vida misma e indudablemente en esa incorporación, se van gestando sentimientos y emociones que a la vez producen otras ideas, otros pensamientos que necesariamente influirán en la persona misma y en el contexto.

 

En el caso de Paulo Freire, consideramos que esencialmente el contexto en el que vivió, la formación familiar, el devenir crítico de su experiencia en el exilio las condiciones socioeconómicas y políticas de su país entre otros aspectos,   determinaron invariablemente  el surgimiento de su pensamiento analítico y crítico por antonomasia, así como su sistematización como filosofía educativa crítica, pues como él afirma “ La existencia, en tanto humana, no puede ser muda ni silenciosa, ni tampoco nutrirse de falsas palabras, sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres transforman el mundo; existir humanamente es pensar y pronunciar el mundo, es transformarlo” ([33]).

 

Es entonces que cada una  de las ideas en torno a “su mundo” y a la transformación del mismo,  se acuñaron con vehemencia, de tal manera que Ernari María Fiori  1975    P. Freire.    Al interpretarlo afirmara que:

 

“Paulo Freire no inventó al hombre; sólo piensa y practica un método pedagógico que procura dar al hombre la oportunidad de redescubrirse mientras asume reflexivamente el propio proceso en que él se  va descubriendo, manifestando y configurando”  ([34]).

 

Cuando se intenta interpretar el pensamiento de los hombres, es necesario establecer esa relación intrínseca entre el contexto, la idea, la reflexión y la palabra porque:

 

  • El pensamiento no sólo se refleja en el lenguaje sino que lo determina.

  • El pensamiento precisa el lenguaje

  • El lenguaje transmite los conceptos, juicios y raciocinios del pensamiento.

  • El pensamiento se conserva y se fija a través del lenguaje

  • El lenguaje ayuda al pensamiento a hacerse cada vez más concreto. ([35]).  

Es pues, que en  esa unidad, se va gestando la historia de la humanidad, ya que  es el hombre quien la construye, porque con sus acciones comprometidas y sus palabras “vividas”, va integrando el entramado de la vida. Es por esto que al establecer un acercamiento a la vida de Freire, al conocer los principios y fundamentos de su filosofía, los cuestionamientos que desde temprana edad se hiciera sobre las anormalidades de la sociedad, sobre los equívocos que nadie se atrevía a señalar, se nota la autoconciencia de su propio devenir:

   

“Desde la más tierna edad yo pensaba  que el mundo tenía que ser transformado. Que en el mundo había algo equivocado que no podía ni debía continuar. Tal vez este fue uno e los aspectos positivos y lo negativo del contexto real en que mi familia se movía: el que al verme a ciertos rigores que otros niños no sufrían, fuese capaz de admitir, por la comparación de situaciones contrastantes que el mundo tenía algo equivocado que necesitaba reparación”  ([36]). 

 

Nos damos cuenta entonces que es a través de sus “palabras generadoras”, que inicia, desarrolla y sistematiza todo un movimiento pedagógico dando origen a la pedagogía social, pedagogía crítica que abarca no sólo el concepto de transformación, sino de liberación del hombre. Ya estamos en presencia de una madurez intelectual registrable, sustentada en un pensamiento filosófico educativo sistematizado.

 

De acuerdo a la filosofía Freiriana el pensamiento es el resultado de un proceso de conocimiento dialéctico e históricamente determinado, y es ante todo, un acto colectivo que no puede ser atributo exclusivo de unos cuantos, existe: “un pensamos y no un yo pienso” ([37]).  

 

Es el “pensamos” lo que evidencia el trabajo colectivo, ese en el que se conjugan la creatividad, la aceptación o el rechazo, la negación o la afirmación. Ese pensamos que primero parte de una visión individual de  las cosas y  hechos, mismos que ante  una mirada colectiva develan sus aristas y componentes, de tal manera que se descubren y redescubren para transformarlos, para mejorarlos.

 

Es la filosofía y el pensamiento de Freire lo que permite integrar al hombre en los hechos, y los hechos al hombre y en un  “pensamos”, hacemos, actuamos, transformamos. Se va consolidando la acción dialógica y de colaboración que debe prevalecer  en los seres humanos.

 

Acercamos al pensamiento y obra de Freire nos permite  no sólo delinear sus ideas,  sino aprehenderlas, para proyectarlas renovadoramente ante las circunstancias actuales que también laceran y lastiman a los necesitados y oprimidos como en el tiempo en que Freire  las acuñó, pero que él mismo  y a finales del siglo XX  señala aún como en los sesentas, que en el mundo  había algo equivocado que no debía ni podía continuar (…)([38]), que el mundo tenía algo que necesitaba reparación.

 

Reflexión que nos ubica en el hoy para llevarnos a cuestionar este presente en donde la paranoia gana terreno pues la eliminación del hombre por el hombre es lo que impera.

 

Dentro de toda la riqueza humanista y pedagógica que nos aporta Freire,  encontramos que en su pensamiento y producción  entre 1968 y 1981, ya existe un pensamiento filosófico educativo maduro y sistemático. Aborda temas vinculados entre sí, conteniendo elementos teóricos suficientes para descubrir la profundidad en aspectos relevantes de su pensamiento, elementos  como “la opresión”, “la  liberación del hombre”, “la educación bancaria”, “la educación problematizadora”, “el proceso de codificación, descodificación”, “la comunicación dialógica”, “el hombre y su finitud” y otros más que surgen durante su devenir,  y que además de ir afianzando la aportación filosófica-pedagógica de Freire se va encontrando su aplicación congruente y pertinente, coincidiendo muchos de sus seguidores  que no solo es la aportación de un método alfabetizador sino que es toda una cultura nueva sobre la concepción de la educación según lo señala Henry A. Giroux:

 

“Su trascendencia no tiene límites, pues cruza las fronteras para proveer a otros de nuevas ideas, es Freire en Recife como lo es en cualquier lugar del mundo y una vez más Freire nos demuestra que no solo es un hombre del presente, sino un hombre del futuro ([39]). 

 

Uno de esos elementos teóricos es el énfasis que establece para la comunicación, pero ésa que permite la relación especial entre  seres humanos para conocerse y comprenderse, relación dialógica en donde la palabra es de todos, palabra que lleva fuerza para transformarse y crecer, es decir, esa esencia del diálogo que lleva a la reflexión - acción, como lo indica al expresar: “ El mundo social y humano, no existiría, como tal, si no fuese un mundo de comunicaciones, fuera del cual, sería imposible el conocimiento humano”. ([40]).   

 

Es en el plano de la comunicación humana que se construye, pero indiscutiblemente  sólo a través de la comunicación dialógica,  puesto que las ideas al incorporarse a los diálogos originan proyectos de vida y para la vida.  La comunicación dialógica es en donde se origina el conocimiento:

 

“Sin la relación comunicativa entre sujetos cognoscentes, en torno a un objeto cognoscible,- escribe Freire, mostrando un pensamiento sistematizado y profundo-  desaparecería el acto cognoscitivo, por lo tanto la función gnoseológica no puede quedar reducida a simples relaciones sujeto-objeto” ([41]). El filósofo brasileño, conscientemente se acerca a un paradigma hermenéutico comunicativo, como sustento de la comunicación o la intersubjetividad. No se queda – en el acto cognoscitivo - en la simple relación sujeto – objeto, exige pasar a la relación sujeto – sujeto, mediado por la praxis, que tanto apreció bajo la influencia del marxismo.   

 

Freire hace énfasis precisamente,  en esa  comunicación dialógica  iniciada desde los tiempos de Sócrates en el año 470 AC a través de la mayéutica, pues Sócrates pensaba que toda persona tiene conocimiento pleno de la verdad última contenida dentro del alma y sólo necesita ser estimulada por reflejos conscientes para darse cuenta de ella ([42]).

 

Es a través del diálogo, de esa apertura de pensamientos que se descubren las emociones, las sensaciones, las necesidades, las injustitas, las realidades de los seres humanos y quienes a través del descubrimiento de  su realidad y de su experiencia pueden reflexionar y actuar, llegando a esa praxis tan necesaria para transformar. 

En el contexto histórico social encontramos frecuentemente la inexistencia de este proceso dialógico entre las personas, proceso que demanda conexiones e interrelaciones, en donde la tolerancia, la aceptación, el respeto al unísono permitan la integración total para la transformación, en ausencia de esa dialogicidad el ser humano se convierte en un ser sin palabra, un ser dentro de la cultura del silencio, que impide la reflexión y el habla y que en ocasiones aún existiendo reflexión, se tiene miedo a la comunicación, como lo señalara un campesino durante una de las sesiones de alfabetización en Santiago de Chile al preguntarle porqué no había aprendido a leer:

 

“Amigo mío- dijo-, antes ni siquiera pensaba. Tampoco lo hacían mis amigos”  -¿Porqué? – le preguntamos.

“Porque no era posible. Vivíamos cumpliendo órdenes. No teníamos nada qué decir. Sólo cumplíamos órdenes. – fue una enfática respuesta.

“no teníamos nada que decir”,  respuesta  que es la evidencia existencial de la cultura del silencio, en donde existir es sólo “vivir”, en donde el cuerpo sólo cumple órdenes superiores, en donde pensar es difícil y hablar es prohibido. “([43]).

 

Esta situación es otra de las causas por las que el pensamiento de Freire se ubica en esa realidad para sustraer, a través de la reflexión crítica con los demás, esa cultura del silencio a fin de que emerja la  nueva cultura, la de la comunicación, dialógica, reflexiva para admirar la realidad, y a través de la praxis transformarla[44]. 

Los principios de la pedagogía de Paulo Freire son las palabras articuladoras del pensamiento crítico y la pedagogía de la pregunta, principios que evidentemente llevan a la codificación y descodificación de la realidad, principios que facilitan el transito de la educación que sólo informa hacia aquella que forma, que facilita el tránsito de la pasividad a la actividad con sentido y direccionalidad, que en suma mueve al ser humano a vivir y hacer su historia, y en una dinámica de praxis real se ubica no como un ser aislado, sino acompañado, como un ser social que piensa, siente, valora, actúa y se comunica.

 

Todo lo anteriormente expuesto, evidencia la existencia del desarrollo y sistematización de su pensamiento filosófico y su concreción en la educación y la cultura, en general. Un pensamiento constituido en un fuerte corpus de conceptos, ideas y principios, capaz de dar cuenta y razón de una realidad alienante que debe ser cambiada de raíz.

 

Referencias: 

 

[1]  Ernari María Fiori (1975)  P. Freire Pedagogía del Oprimido siglo XXI editores.

 

[2]  Ernari María Fiori (1975)  P. Freire Pedagogía del Oprimido siglo XXI editores.

 

[3]  P. Freire (1996) “Cartas a Cristina, Siglo XXI editores México pag 31.

 

[4]  Freire P.  (1996) “Cartas a Cristina, Siglo XXI editores México pág 31.

 

[5]  Freire P. ( 1998)  La educación como Práctica de la Libertad, Siglo XXI editores México

 

[6]  Freire P. (1973) ¿Extensión o Comunicación?, Siglo XXI editores México

 

[7]  P. Freire (1998) La Educación como Práctica de la Libertad, Siglo XXI editores México

 

[8]  Giroux Henry  A.(1990) Hacia un nuevo diseño y enseñanza de las profesiones, Paidos Barcelona.

 

[9]  P. Freire (1990) La naturaleza política de la educación; Cultura, poder y liberación. Paidós España. Ministerio de educación y ciencia.

 

[10]Me interesaba estudiar el idioma portugués, y en particular su sintaxis, así como ciertas lecturas que hacía por mi cuenta referidas a la lingüística, la filología  y la filosofía del lenguaje, que me condujeron a las teorías de la comunicación en general. Estaba especialmente interesado en las cuestiones del significado, los signos lingüísticos y la necesidad red de la inteligibilidad de los mismos entre interlocutores para que hubiera auténtica comunicación. Entre los diecinueve y los veintidós años esas cuestiones constituían mis principales intereses intelectuales. Otra influencia importante fue mi esposa Elza. (Ahora tenemos siete nietos.) Elza ejerció una enorme influencia.

 

Por lo tanto, mis estudios de lingüística y el hecho de conocer a Elza me condujeron a la pedagogía. Comencé a desarrollar ciertas ideas pedagógicas con matices históricos, culturales y filosóficos. Sin embargo, a medida que desarrollaba estas ideas, me tenía que enfrentar a las extremadamente dramáticas y desafiantes condiciones sociales de mi tierra natal, el noreste de Brasil, Yo había tenido una infancia sumamente difícil debido a la situación económica de mi familia. Como adulto, al trabajar con obreros campesinos y pescadores tomé nuevamente conciencia de las diferencia entre las clases sociales”(Entrevista incluida en el libro “ La Naturaleza Política de la Educación. Cultura, poder y liberación de Paulo Freire. Editorial PAIDÖS 1985 Madrid España).

 

[11] Estas cuestiones relativas a la subjetividad son similares a aquellas referidas a la teoría y la práctica, y a la existencia en general. Estas son cuestiones que a través del tiempo se acercan a la reflexión filosófica. De algún modo, estas cuestiones funcionan en términos de cómo se concibe el efecto de la conciencia sobre la objetividad. Existe la posibilidad de caer en un idealismo que podría ser prehegeliano o hegeliano, puesto que dispone del poder para crear la objetividad. También se puede caer en una concepción antagonista en la cual la subjetividad sólo sería una pura abstracción, una copia de la objetividad. Es decir, en lo que se refiere a estas preocupaciones idealistas, Marx da un gran salto. Pero creo que muchos de los que portan e1 estandarte marxista se adscriben a explicaciones puramente mecanicistas, dependiendo de un fatalismo que yo a veces humorísticamente denomino fatalismo liberador. Es una liberación entregada a la historia. Por lo tanto, no es necesario hacer ningún esfuerzo para provocarla. No importa qué suceda, se producirá. Por supuesto, no creo en este fatalismo. No me permito caer en ningún tipo de subjetivismo:  ni en el que determina la historia ni en el otro que denomino fatalismo liberador. Podría estar totalmente equivocado, pero incluso en el marco de una concepción marxista crítica, el problema de comprender el rol de la subjetividad en la historia es un factor, un problema real que deberemos asumir plenamente antes de fin de siglo. ‘La subjetividad está relacionada con los problemas de la libertad, de la reconstrucción del mundo y de la revolución, una revolución que debe eliminar, o por lo menos, legislar la subjetividad de forma tal que siga los designios del pensamiento objetivo. Me parece que ahora es epistemológicamente incomprensible. Por lo tanto, creo que todas estas cuestiones deberán abordarse correctamente antes de fin de siglo, problemas tales como el rol de los movimientos sociales y las cuestiones de poder. Puesto que me interesa y creo que la subjetividad y la conciencia poseen un rol vital en la construcción de la historia, pienso que en la transformación de la sociedad lo importante no es tomar el poder sino reinventarlo. Sin caer en una concepción idealista o en una explicación mecanicista de la historia, creo que la educación (que no es una herramienta para la transformación) tiene mucho que ver con la reinvención del poder. Los pensadores, los educadores y los académicos como Giroux tienen una función primordial que desempeñar en este país. Cuando me refiero a Giroux, también incluyo simbólicamente a un gran número de otros educadores de su generación, al igual que a economistas como Carnoy, que ha intentado superar su pensamiento anterior, menos dialéctico. Hoy en día, Carnoy avanza más y más hacia concepciones de las cuales hablé al responder a tu pregunta. Encontrarás las mismas cuestiones en los libros de Agnes Heller, ex estudiante de Lukács,’ Respecto de estos temas, no creo que pueda contribuir en mucho, y lo digo no con falsa modestia sino con tristeza”.( “ La Naturaleza Política de la Educación. . Cultura, poder y liberación de Paulo Freire. Editorial PAIDÖS 1985 Madrid España).

 

[12] ”.( “ La Naturaleza Política de la Educación. . Cultura, poder y liberación de Paulo Freire. Editorial PAIDÖS 1985 Madrid España).

 

[13] Centro de altos estudios en investigación pedagógica CECyTE N.L. 2005, Veinte experiencias educativas exitosas en el mundo. Aula XXI Santillana.

 

[14] Ibídem, pp. 262

 

[15] P. Freire  (1996)  Cartas a Cristina, Siglo XXI editores México.  pág 33

 

[16] Ibídem, p 33.

 

[17] Jacques Maritain (1882-1973), filósofo francés, conocido por su aplicación de las enseñanzas del filósofo escolástico medieval santo Tomás de Aquino a los problemas de la vida moderna. Desde 1945 hasta 1948 fue embajador de Francia ante el Vaticano. Se retiró a Toulouse, Francia, donde murió el 28 de abril. Maritain mantenía que existir es actuar y que la cooperación siempre es posible cuando se persigue un bien común. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

 

[18] Freire P. (1999)  Pedagogía de la Esperanza, Siglo XXI  editores México.

 

[19] Freire P. (1999) Revisión de la Pedagogía Crítica. Entrevista a Paulo Friere por Donaldo Macedo

 

[20] P. Freire 1985 

 

[21] Fermoso P. (2005) Realización y transformación del hombre por la libertad. Ed. Trillas México. Pág296

 

[22] Ibídem, p. 297

 

[23] Freire  (1996)  Cartas a Cristina, Siglo XXI editores México.  Pp 24-25

 

[24] “Freire P. 1994 Cartas a Cristina, Décimo quinta carta. Siglo XXI editores.  pp178

 “El gusto que tengo por la libertad, que me ha hecho soñar desde la mas tierna edad con la justicia, con la equidad,  con la superación de los obstáculos para la realización, jamás absoluta en la historia, de lo que mas tarde vendría a llamar la vocación humana para ser más, me ha comprometido hasta hoy, a mi manera, en la lucha por la liberación de hombre y mujeres. El gusto por la libertad generándose en el amor a la vida, en el miedo de perderla. Ése se fue convirtiendo en  el tema central, fundamental, que vengo tratando, a veces en forma explícita y a veces no, en todos lo textos que escrito. También ha sido el tema central de la mayoría de los encuentros a los que he asistido dentro y fuera de Brasil”

 

[25] Freire P. (1999)  Pedagogía de la Esperanza,  Siglo XXI  editores México. Pág. 32

 

[26] Freire P. (1985)  Pedagogía de la Esperanza Siglo XXI editores México.

 

[27] P. Freire (1981) Cartas a Guinea –Bissau Siglo XXI editores México  pág.12

 

[28] P. Freire  (1986) Hacia una Pedagogía de la Pregunta Ediciones La Aurora, Buenos Aires.

 

[29] “Diálogo con Paulo Freire”  1988 Entrevista realizada en Cuba por Esther Pérez y Fernando Martínez. Revista Tarea, Lima.

 

[30] Paulo Freire, 1999. Pedagogía de la Esperanza: Un reencuentro con la Pedagogía del Oprimido, siglo XXI editores México pág VII.

 

[31]  Freire P. 1985,  Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI editores  México.  p 52).

 

[32]  Pupo, R. (2005) Poemario Presentado en la cátedra sobre Axiología en el INESJM

 

[33]  Freire P (1985) Pedagogía del Oprimido.

 

[34]  Freire P (1985) Pedagogía del Oprimido.

 

[35]  La biblioteca de Celso en Wikipedia, El pensamiento (2001)  enciclopedia libre..

 

[36]  Freire P. 1994 Cartas a Cristina, Siglo XXI editores.  pp 31

 

[37]  Varela Barraza y Escobar Guerrero (2001) La importancia de Leer y el proceso de liberación de P. Freire 2001 Siglo XXI editores México

 

[38]  Ibídem pp 31

 

[39]  Freire P.  1990  La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Siglo XXI editores México p 31.p.25

 

[40]   P. Freire.  Pedagogía del Oprimido 1975  Siglo XXI editores México. Pag. 99

 

[41] (P. Freire ¿Extensión o comunicación? Siglo XXI editores 2001pág 73).

 

[42] (Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation).

 

[43] Freire P. (1990)  La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Siglo XXI editores México p 31.p.80

 

[44] Ver P. Freire 1990  La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Siglo XXI editores México p 31.p.80.

PAULO FREIRE- Serie Maestros de América Latina

8 abr. 2016

La serie “Maestros de América Latina” narra la vida y obra de ocho pedagogos trascendentales para la historia de la educación latinoamericana. El repertorio está compuesto por Simón Rodríguez, Domingo F. Sarmiento, José Martí, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Gabriela Mistral, Jesualdo Sosa y Paulo Freire. Sin idealizaciones simplificadoras, el programa intenta acercar a los docentes, pero también al público en general, las propuestas de estos pedagogos latinoamericanos de una manera amena y atractiva. El ciclo busca renovar el debate sobre las pedagogías latinoamericanas desde un abordaje profundamente humano, y sin renunciar a la complejidad y contradicciones propias de personalidades que, desde diferentes perspectivas, se comprometieron activamente con la causa de la Patria Grande. Producido por el Laboratorio de Medios Audiovisuales de la Universidad Pedagógica, para la Organización de Estados Iberoamericanos para la Cultura y la Educación (OEI), la UNIPE y Canal Encuentro.

Licencia

 

por Dra. Anastacia Rivas Olivo

 

 

Ver, además:

 

 

                      Paulo Freire en Letras Uruguay

 

                                 

                                                 Anastacia Rivas Olivo en Letras Uruguay

 

 

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