Esencia de la filosofía crítica de Paulo Freire Dra. Anastacia Rivas Olivo |
Hay en Freire una filosofía que asume creadoramente lo mejor del pensamiento latinoamericano y universal. Una filosofía crítica que sirve de soporte a su programa pedagógico. Lo más importante, en mi criterio es la flexibilidad dialéctica incluyente de su quehacer filosófico educativo, expresado en gran medida, a través de un discurso ensayístico, abridor, donde el conocimiento y los valores son inseparables. La filosofía de la educación de Freire, deviene pedagogía crítica para concretarse en proyectos reales y concretos, validados no sólo en nuestro continente, sino también en Europa y África. Todos los temas filosóficos vinculados al hombre en relación con el mundo y la sociedad asoman con fuerza en su discurso, pero la esencia de su filosofía se realiza y concreta en el escenario formativo de un hombre con ciencia y con conciencia. La
concepción de pedagogía desde su aparición se ha concebido como
arte y ciencia relacionado con el aprendizaje, sin embargo a través
del tiempo y dependiendo del rol asignado al docente y particularmente a
las tendencias educativas que han surgido,
esta concepción se ha tornado como punto importante de reflexión,
especialmente, porque los principios de ésta se han venido aplicando
indiscriminadamente en la educación para niños, como en la educación
para adultos. Enmarcadas
las ideas en un contexto freiriano se nota que la pedagogía crítica
como pedagogía básica, no se reduce a una
transmisión del saber, sino a la práctica pedagógica que
construye el conocimiento desde una concepción
problematizadora, y que al tener
como referente la lectura decodificadora de la realidad, esa
realidad diversa y compleja, promueve una conciencia ético-crítica en el
educando, ([1])
que atravesada por el diálogo, hace surgir una relación horizontal entre
educador-educando, para producir un nuevo conocimiento a partir de esta
experiencia ([2])
La
pedagogía crítica plantea una ruptura epistemológica y ontológica del
paradigma egocéntrico y antropocéntrico de la cultura occidental.
Cuestiona las relaciones de poder que generan en los seres humanos
situaciones asimétricas de las más diversas formas, y supera la visión
estática del discurso monológico de la educación tradicional
depositaria de información, bancaria, en términos de Freire, que produce
en el educando un efecto de pasividad y una lectura fragmentada de la
realidad. “Cuanto más analizamos las relaciones educador-educandos dominantes en la escuela actual, en cualquiera de sus niveles, escolares y extraescolares, más nos convencemos de que estas relaciones presentan un carácter especial y determinante –el de ser relaciones de naturaleza fundamentalmente narrativa, discursivas, disertante” ([3]). Aquí la advertencia martiana resulta oportuna: “(…) es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época” ([4]). Afirmación efectuada por José Martí un siglo antes confirmando el principio de la contextualización, del reconocimiento y reflexión de la realidad para conocerla y para transformarla. Sin embargo, una realidad contraria a este principio encontró Paulo Freire en su país, y que de algún modo era algo generalizado tanto en países latinoamericanos como en otros europeos. Lo observa con profunda tristeza, pero como una forma de oportunidad para la aplicación de su teoría, trata de reflexionar sobre su entorno educativo y tomar acciones. En un primer momento planteando propuestas, y posteriormente, llevando a cabo actos que le costaron el exilio por mucho tiempo. La principal característica que encontró en torno a la realidad educativa, fue la “educación bancaria” a la que tantas críticas realizó en sus obras, y en donde podían apreciarse en las relaciones educador-educandos. Una relación de oprimidos y opresor, puesto que la libertad de reflexión y expresión de los temas tratados, no existía en esa educación bancaria. El aspecto narrativo, discursivo y disertante, se encontraba, por supuesto, en la persona del docente, mientras que los alumnos eran seres pasivos, que se dedicaban a observar, acatar, transcribir, repetir mecánicamente palabras y fórmulas aritméticas, pero sobre todo a concluir cada contenido, de acuerdo a la opinión del maestro. “En el siglo XVII surgen algunas críticas a la forma de enseñanza que se practicaba en los colegios internados. Éstos estaban a cargo de órdenes religiosas, tenían como finalidad alejar a la juventud de los problemas propios de la época y de la edad, ofreciendo una vida metódica en su interior. Se enseñaba los ideales de la antigüedad, la lengua escolar era el latín, y el dominio de la retórica era la culminación de esta educación. Los jóvenes, eran considerados propensos a la tentación, débiles y con atracción por el mal, por lo tanto, se consideraba necesario aislarlos del mundo externo, ya que éste es temido como fuente de tentaciones. Había que vigilar al alumno para que no sucumbiera a sus deseos y apetencias naturales” ([5]). Cabe mencionar que esa era la forma en que se educó a la niñez y juventud en una Latinoamérica dominada principalmente por España y Portugal. Se vivió una imposición de forma tal que se trató de borrar todo lo anterior a la llegada de esos grupos, y se hizo de una manera que había que entender que todo lo que se practicaba en la cultura propia, era pecado, y había que alejar a las nuevas generaciones de esa tentación, por lo cual esa educación tan rígida, tomó auge y fue sufriendo sólo algunas modificaciones, pero en el fondo seguía siendo una educación en donde el alumno era un objeto que captaba notas para posteriormente repetirlas, aunque no las entendiera. Freire hace fuertes críticas al actuar de los docentes de la escuela bancaria, y acerca de ello comenta: “La narración, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido narrado. Más aún, la narración los transformaba en vasijas, en recipientes que deben ser llenados por el educador. Cuanto más vaya llenando los recipientes con sus depósitos, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen llenar dócilmente, tanto mejor educandos serán”[6]. Al hablar de escuela tradicional, nos remontamos a la época en que Freire hizo observaciones y de las cuales llevó a cabo objetivas y serias críticas, que sirvieron para lanzar propuestas pedagógicas que se convirtieron en toda una teoría, es decir, la Pedagogía de los oprimidos. Han pasado muchos años desde entonces, grandes cambios se han suscitado en todos los ámbitos. Terminó el siglo XX que estuvo lleno de transformaciones y nuevas propuestas, pero habría que preguntarse, ¿en pleno año 2008, la “educación bancaria” es cosa del pasado?, ¿seguimos unidos a los estilos educativos en donde los docentes eran algo parecido a los todos poderosos de la educación? No sólo es probable que en la actualidad encontremos signos de esa escuela tradicional en muchos planteles educativos, en todos los niveles, sino lo que puede considerarse aún más lamentable que en instituciones educativas que se dedican a la formación de futuros maestros, quienes teniendo ya un cúmulo de experiencias y de conocimientos y especialmente una capacidad para proponer, para opinar, para cambiar, permanezcan anclados en ese estilo de autoritarismo educativo, donde el centro es el docente de cualquier nivel, quien dice qué se aprende, cómo se aprende y cuándo se aprende. [7]. Es por eso importante señalar las características propias de la educación tradicional o bancaria, que de algún modo ha hecho tanto daño a nuestros pueblos, y que les negó la oportunidad a sus estudiantes de tener en ellos esa palabra generadora de la que nos habla Freire. Se les negó la oportunidad de reconocerse como sujetos, y con ello la posibilidad de tomar acciones encaminadas a su libertad, a su realización integral que los acercaba a la plenitud y a la capacidad intelectual no sólo de conocer, sino de hacer el conocimiento, no sólo de conocer la realidad pasivamente, sino a través de la reflexión y de la praxis para la transformación. “La Escuela Tradicional del siglo XVII, significa Método y Orden. Siguiendo este principio, identificamos los siguientes aspectos que caracterizan a dicha escuela: Magistrocentrismo. El maestro es la base y condición del éxito de la educación. A él le corresponde organizar el conocimiento, aislar y elaborar la materia que ha de ser aprendida, trazar el camino y llevar por él a sus alumnos. El maestro es el modelo y el guía, al que se debe imitar y obedecer. La disciplina y el castigo se consideran fundamentales, la disciplina y los ejercicios escolares son suficientes para desarrollar las virtudes humanas en los alumnos. El castigo ya sea en forma de reproches o físico estimula constantemente el progreso del alumno. Enciclopedismo. La clase y la vida colectiva son organizadas, ordenadas y programadas. El manual escolar es la expresión de esta organización, orden y programación. Todo lo que el niño tiene que aprender se encuentra en él, graduado y elaborado, si se quiere evitar la distracción y la confusión nada debe buscarse fuera del manual. Verbalismo y Pasividad. El método de enseñanza será el mismo para todos los niños y en todas las ocasiones. El repaso entendido como la repetición de lo que el maestro acaba de decir, tiene un papel fundamental en este método” ([8]). Como puede observarse, el éxito de todo proceso educativo se encontraba en la capacidad del maestro, y es bien sabido por quienes han dedicado parte de su vida al quehacer educativo, que no todos los docentes han puesto de su parte por recibir una formación constante a través de actualizaciones, aunque hay que reconocer que en esos años no se contemplaban las actualizaciones magisteriales en la escala que se observa actualmente en nuestro país. El enciclopedismo que tiene sus raíces en los pensadores franceses, fue copiado por las personas que se dedicaron a la educación, y no se trataba precisamente de hacer reflexiones sobre temas tratados o de interés para los alumnos, sino más bien era una forma ambiciosa de mostrar a los demás que se poseía determinado conocimiento. Ante esa situación, deberíamos preguntarnos, ¿actualmente los docentes son enciclopedistas o verdaderamente comentan sobre temas que han reflexionado y de los cuales han obtenido conclusiones propias?. En cuanto al verbalismo y pasividad, método que era enseñado en todos los momentos de enseñanza a los niños y jóvenes, podía observarse, no solamente en el entorno de Paulo Freire, sino aquí, en nuestro país, en México, era una acción de repetición de palabras acerca del tema que el maestro enseñaba y que se creía que era garantía de una buena memorización y entendimiento por parte de los estudiantes. Paulo Freire piensa que “en vez de comunicarse, el educador hace comunicados y depósitos que los educandos, meras, incidencias, reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción “bancaria” de la educación en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos. Margen que sólo les permite ser coleccionistas o fichadores de cosas que archivan” ([9]). Desafortunadamente, esa es la concepción que se tiene del educando en la acciones de la escuela bancaria, era una opresión por parte de las autoridades educativas y de los docentes mismos, a la libertad de expresar su pensar acerca de determinados temas que se trataban en el aula, y en donde la interacción, la comunicación, la acción dialógica que tan importante es en el pensamiento de Freire, no existían. El alumno no era tomado en cuenta como un sujeto, sino como un objeto con quien se podía hacer tal o cual cosa relacionada al quehacer educativo con “tintes” bancarios. Era el depositario de un gran cúmulo de información, que posteriormente debería plasmar en las evaluaciones que se le realizaban y en la medida en que repitiera conceptos al pie de la letra, era considerado mejor estudiante. Ante esa realidad habría que cuestionarse, ¿y el verdadero aprendizaje dónde estaba? En opinión de Ángeles Ceballos: “En su momento la Escuela Tradicional representó un cambio importante en el estilo y la orientación de la enseñanza, sin embargo, con el tiempo se convirtió en un sistema rígido, poco dinámico y nada propicio para la innovación; llevando inclusive a prácticas pedagógicas no deseadas. Por ello, cuando nuevas corrientes de pensamiento buscaron renovar la práctica educativa, representaron una importante oxigenación para el sistema; aunque su desarrollo no siempre haya sido fácil y homogéneo, sin duda abrieron definitivamente el camino interminable de la renovación pedagógica” ([10]) Considerando que todos los sistemas educativos y filosóficos han llegado o han sido propuestos como un cambio y como una reacción a lo que imperaba, hay que reconocer que en su momento esa enseñanza se presentó como la forma de educar tomando en cuenta las condiciones sociales, pero siempre habrá que mencionar, que no era la mejor forma, y aún así, y desafortunadamente, ese estilo educativo predominó por mucho tiempo en muchos pueblos. Freire asegura que “en el fondo, los grandes archivados en esta práctica equivocada de la educación (en la mejor de las hipótesis) son los propios hombres. Archivados ya que, al margen de la búsqueda, al margen de la praxis, los hombres no pueden ser. Educadores y educandos se archivan en la medida en que, en esta visión distorsionada de la educación, no existe, creatividad alguna, no existe transformación, ni saber” ([11]). Nada más fuerte y más crítico que ese comentario de Paulo Freire, al demostrar que los verdaderamente archivados en las prácticas de la educación bancaria, han sido los propios hombres, y en verdad han sido y siguen archivados en sus potencialidades, ya que no se les da la oportunidad de ser creativos y transformadores, pues primeramente tendrían que ser reflexivos, y en una educación bancaria que archiva todo las habilidades del ser humano, sólo puede esperarse como resultado, algo mecánico, algo estructurado con anterioridad por parte de quien o quienes han diseñado la forma de trabajar. Para Víctor Bedoy: “La educación tradicional olvidó crear y valorizar los componentes de responsabilidad con la problemática ambiental; siguió esquemas fragmentarios de la realidad; promovió la división entre las ciencias sociales y las naturales y desvinculó la relación entre las estructuras productivas y la destrucción del medio. A través de la educación se han reforzado valores de carácter mercantil, utilitario y competitivo, tales como el éxito material, el consumismo, el individualismo, el lucro y la sobre explotación de los recursos naturales y el hombre, valores todos ellos más eficientes en sistemas deteriorantes del medio” ([12]). Aunque su propuesta de educación, no está enfocada a una pedagogía del oprimido como la de Freire, sí hace críticas a la educación tradicional y hace ver a través de ellas, todo aquello que en algún momento ha comentado Freire, respeto a lo que se oprime en el ser humano, así también valores erróneos que se propician en ese tipo de educación haciendo que el entorno del hombre vaya en deterioro paulatino. Ante todo se pierde el sentido de responsabilidad que es producto de la reflexión y que a su vez, es una forma de objetivar el mundo en donde se vive para tomar decisiones que les lleven a la praxis, una praxis en donde el hombre alcance su libertad y ayude a otros a serlo también. “En la visión bancaria de la educación, el saber, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes. Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología de la opresión: la absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienación de la ignorancia, según la cual ésta se encuentra siempre en el otro” ([13]). Al igual que en muchos países y en muchos momentos, la educación bancaria propiciaba la división entre oprimidos y opresores, ya que éstos últimos eran lo que creían que sabían más que los otros y entre ese grupo se encontraban los educadores, quienes se dedicaban a transmitir el saber, el conocimiento bajo la máscara o el emblema de la donación, aunque no estaría nunca de más preguntarse, esos a los que identificamos como los oprimidos, ¿son verdaderamente ignorantes?, ¿ignorantes con referencia a qué?. A través de la educación en muchos momentos a lo largo de la historia, se ha buscado que el hombre sea libre, así es como lo hace saber Pablo Latapí cuando escribe que: “No es extraño que esta profunda aspiración a ser liberados aparezca en los ideales educativos, aunque se la formule de diversas maneras. Maritain no titubea en afirmar que "el objeto primero de la educación es la conquista de la libertad interior y espiritual de la persona", y la frase evangélica "la verdad os hará libres" se asume como lema de muchas instituciones educativas. Propuestas educativas radicales como el Walden Dos de Skinner o el Summerhill de A. S. Neill se propusieron liberar a los niños de la represión, de sus complejos, de las imposiciones de la autoridad y de los condicionamientos de las normas sociales, inspirándose en la utopía roussoniana de la bondad natural del ser humano. De este histórico anhelo de liberación por la educación queda una huella explícita en el artículo tercero de la Constitución[14] que expresa que la educación luchará contra las "servidumbres", efecto de la ignorancia, aunque quede nadando en la vaguedad de qué servidumbres se trata” ([15]). Tal como comenta Pablo Latapí, esa idea de ser liberados a través de los ideales educativos, ha aparecido en muchos momentos de la historia, y en realidad podemos decir que en muchos casos se han hecho esquemas de trabajo en educación a fin de lograr que esos ideales formen parte de las metas personales de cada uno de los estudiantes. De hecho, en México ha sucedido en cada uno de los cambios en el rumbo educativo, pero en pocos momentos los mismos han sido planteados como lo hizo Freire, a partir de una reflexión individual de su entorno para observar aquellos detalles que requieren ser modificados y posteriormente llevarse a cabo una praxis que sirva para la transformación de la realidad de los hombres, que es uno de los grandes aportes de este autor brasileño. “En verdad, como disentiremos más adelante, la razón de ser de la educación libertadora radica en su impulso inicial conciliador. La educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador-educando. Debe fundamentarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos” ([16]). Esa contradicción educador-educando, de la que habla Freire, desafortunadamente en muchos momentos podemos verla en la actualidad. No hemos logrado hacer entender a los docentes y a los formadores de éstos, que el educador no es el poseedor de la sabiduría, ni el que está en el aula para dar solución a todos los problemas que el alumnado puede presentar, sino que es un acompañante que en el caminar y en torno del diálogo con los estudiantes, igualmente los educa y se educa él mismo. “Más cercana a nosotros en tiempo y geografía, la "educación liberadora" de Paulo Freire entiende el proceso educativo (y uso el presente porque sigue vigente en el pensamiento de la educación latinoamericana) como una acción cultural que desenmascara los mitos de la igualdad de todos, de la libertad del individuo en la sociedad actual y del derecho de todos a la educación. Propone superar la "educación bancaria" establecida y superar la conciencia ingenua con una conciencia crítica que identifique los mecanismos de la opresión y desate acciones de transformación social. Coincidente con este cometido y apoyándose en la teología de la liberación, fue "la educación liberadora" que propuso la Conferencia Episcopal Latinoamericana en sus documentos de Medellín (1968)” ([17]). La crítica y propuesta de Paulo Freire, no solamente ha afectado el ámbito educativo, sino que, como lo menciona Pablo Latapí, este pensador hizo propuestas dentro de la Conferencia Episcopal Latinoamericana que se llevaron a cabo en el año de 1968, así como en la Ciudad de Medellín Colombia, relacionándose estrechamente su forma de educar con la propuesta evangelizadora de la teología de la liberación, que no es otra cosa más que tomar conciencia de lo que se es e impulsar una praxis que conlleve a una transformación de su actitudes, de sus relaciones, de su vida en particular y de su entorno. Freire considera que “cuanto más se les imponga pasividad, tanto más ingenuamente tenderán a adaptarse al mundo en lugar de transformar, tanto más tienden a adaptarse a la realidad parcializada en los depósitos recibidos” ([18]). La acción para la transformación y no la pasividad para la adaptación, es uno de los puntos críticos en el pensamiento del autor. La praxis es un punto esencial en esa acción liberadora de los oprimidos, ya que eso es lo que conduce al ser humano a una transformación y no a una adaptación como ha sucedido a lo largo de muchos años y en diferentes lugares. Su observación se concretó en su entorno particular de su tierra natal, Brasil, pero igual pudo estar en otro territorio, y seguramente la apreciación hubiera sido bastante similar, ya que el problema opresores-oprimidos, parece ser una consecuencia de todo aquello que quedó en nuestro pensamiento después de los siglos que se vivió en la colonia. Por algo Freire comentaba que era difícil que alguien que fue oprimido y que por algún motivo llegaba a ser encargado del grupo, no se convirtiera en opresor, pues siempre queda la idea y la curiosidad de saber qué se siente estar por encima de los demás, desafortunadamente, aunque sea su propio pueblo. “La educación emancipadora llega, pues, a nosotros como término cargado de connotaciones filosóficas, políticas y aun teológicas muy comprometedoras[19]. Por esto el desprevenido lector del PND se sorprende al encontrarla entronizada como objetivo fundamental de la política social y educativa de un gobierno empresarial. ¿Cómo entienden las gentes de Presidencia esta palabra? Cotejando pasajes del PND[20] se encuentra la respuesta: la política educativa "promoverá la capacidad, fuerza y voluntad de todos para bastarse a sí mismos", sentará las bases para "la autosuficiencia individual y global", producirá "confianza y seguridad en la nación y los nacionales", "incluirá a las personas, grupos, organizaciones civiles y asociaciones privadas en los asuntos públicos fomentando su corresponsabilidad" y despertará "la capacidad de iniciativa" y "la actitud emprendedora e independiente de los ciudadanos" ([21]). De algún modo el Plan Nacional de Desarrollo de nuestro país, la importancia de la autosuficiencia individual y global, y aunque no lo dice con palabras de Freire, tiene la intención, aunque en la praxis no se alcance la meta de permitir a los educandos de cualquier edad, que sean hombres capaces de reflexionar, de tomar decisiones, de forjarse metas y luchar por ellas. El pensamiento de Paulo Freire, seguramente ha llegado a muchas legislaciones. Que se logren los propósitos, es otro tema, pero sí se ha tomado conciencia en muchos lugares y por determinadas personas, de la necesidad de que el hombre pueda liberarse y viva su proceso como una experiencia enriquecedora que le sirva para compartirla con los demás. “El método de Paulo Freire no enseña a repetir palabras ni se restringe a desarrollar la capacidad de pensarlas según las exigencias lógicas del discurso abstracto. Simplemente coloca al alfabetizando en condiciones de poder reexistenciar críticamente las palabras de su mundo, para, en la oportunidad debida, saber y poder decir su palabra” ([22]). Freire no enseña a repetir palabras, pues eso es precisamente lo que más critica, lo que más hace ver dentro de los modelos pedagógicos y exige saber que no es la mejor opción en la enseñanza, y mucho menos en una educación que pretenda ser liberadora. Por el contrario, busca principalmente que la alfabetización de ese grupo de oprimidos, puedan reexistenciar de una manera crítica palabras de su propio mundo, porque solamente de esa forma tendrán la oportunidad de generar su propia palabra, aquella que les permitirá tomar conciencia del lugar que ocupan en el mundo y de la libertad que deben hacer suya. Víctor Bedoy, considera que “la educación a través de la historia, en especial en épocas de crisis, se concibe como un medio excelente para lograr el perfeccionamiento humano. Mediante la educación se busca la formación de seres activos en la solución de los problemas, se demandan cambios de pensamiento y de conducta, se intenta formar hombres y mujeres diferentes” ([23]). Es cierto que la educación a lo largo de la historia ha perseguido objetivos liberadores, al menos que respondan a las necesidades del momento, pero es también en un momento histórico que Freire se encuentra con una situación educativa que pudo haber respondido a las necesidades de un tiempo, pero no al que él estaba viviendo y después de una fuerte reflexión no pudo más que surgir una crítica a lo existente y una propuesta para superar la realidad existente y la enajenación progresiva. En algo que Freire puede estar totalmente de acuerdo con el autor Víctor Bedoy, es que la educación se ha concebido como un medio a través del cual se puede permitir al hombre ir en busca de su perfeccionamiento y transformarse en seres activos, capaces de dar solución a problemas de su momento para formar hombres diferentes. Para Paulo Freire, “la verdadera reflexión crítica se origina y se dialectiza en la interioridad de la praxis constitutiva del mundo humano; reflexión que también es praxis” ([24]). De forma tal que en ese mundo que cada hombre vive, debe reflexionarse y dejarse invadir por la dialéctica, es decir, entrar en un proceso de diálogo entre el hombre y su realidad, y del hombre con otros hombres, a fin de obtener una respuesta sobre aquello que se esté viviendo. La respuesta que sea producto de la reflexión, deberá llevar a un compromiso y por lo tanto a una acción. Es entonces cuando se cumple otro de los pasos que Freire propone. La praxis es precisamente esa acción que todo hombre debe emprender y a través de la cual busca el camino de su liberación, la que le hará a la vez más crítico y observador de la realidad en la que se desenvuelve y que deberá ser transformada por él mismo. Desde la perspectiva de Bedoy Velázquez, “se le otorga a la educación una importancia capital en los procesos de cambio, e insta a recrear una nueva educación que desarrolle nuevas relaciones entre los estudiantes y maestros, entre las escuelas y las comunidades y entre el sistema educativo y el conjunto de la sociedad. Recomienda el desarrollo de nuevos conocimientos, teóricos y prácticos, valores y actitudes que constituirán la clave para conseguir el mejoramiento del ambiente” ([25]). A semejanza del pensamiento de Paulo Freire, Bedoy, insiste en que la educación juega un papel de gran importancia en lo referente a los procesos de cambio y hace la invitación a que se formule una nueva educación que permita al ser humano nuevas relaciones que le lleven a una mejor comprensión de su realidad y de lo que requiere exactamente para lograr la transformación requerida, según las necesidades. Al recomendar el desarrollo de nuevos conocimientos parece seguir a Freire en la reflexión que nos permitirá profundizar sobre la realidad para posteriormente concretar esa teoría a la práctica, teniendo valores y actitudes que serán puntos clave para el mejoramiento y la transformación de la realidad. En
el pensamiento filosófico y la reflexión de Paulo Freire, “sólo
existe saber en la invención, en la reinvención, en la búsqueda
inquieta, impaciente, permanente que los hombres realizan en el mundo, con
el mundo y con los otros. Búsqueda que es también esperanzadora” ([26]).
Una utopía realista que se afana en realizarse para que el ser humano
sea, en tanto tal[27]. No se puede llegar al momento de la reflexión sin antes ser conscientes de la realidad que cada hombre vive, y de las necesidades que se le presentan. Es entonces, que podrá hacer una invención, una reinvención y buscar de manera impaciente aquello que los hombres realizan en el mundo y que de algún modo requiere ser transformado. Esa búsqueda de lo que se desea y de lo que la humanidad necesita, es una acción esperanzadora. Ángeles Ceballos comparte que, “Comenio, publicó en 1657 su obra titulada Didáctica Magna o Tratado del arte universal de enseñar todo a todos. En ella se señalan lo que serán las bases de la pedagogía tradicional. Comenio y Ratichius, fundadores de esta pedagogía, se oponen a que los niños aprendan a leer en latín y no en la lengua materna, postulan una escuela única, la escolarización a cargo del Estado para todos los niños, no importa el sexo, la condición social o la capacidad” ([28]). Con esta cita no se trata de resaltar los fundamentos de la pedagogía tradicional, sino la importancia que la reflexión de Comenio tuvo en su momento, pues siendo algo distinto a la propuesta de Freire, fue también algo crítico para su época, pues admitía públicamente que el idioma de enseñanza debería ser modificado, aspecto que debió haber sido muy criticado en su momento, pero que creyeron que era necesario para una mejor educación. Otro aspecto muy importante y que de alguna forma es incluido en el pensamiento de Paulo Freire, es que la educación debe impartirse a todos sin importar el sexo, ya que en los siglos anteriores pareciera que la educación era exclusiva de los varones y a las mujeres se les tenía relegadas en ese ámbito, afortunadamente el siglo XX con todas sus transformaciones fue dando paso y abriendo puertas tanto educativas como otras labores a las mujeres, pero habría que preguntarse, ¿verdaderamente se terminó la distinción?, ¿Pueden las mujeres aspirar a cualquier estudio o puesto de trabajo?. El
estilo educativo que Paulo Freire tanto criticó, es precisamente en
donde: “El educador aparece como su agente indiscutible, como su sujeto
real, cuya tarea indeclinable es llenar, a los educandos con los
contenidos de su narración. Contenidos que sólo son trazos de la
realidad, desvinculados de la totalidad en que se engendran y en cuyo
contexto adquieren sentido” ([29]).
En Freire, el sentido de totalidad dinámica y sus mediaciones
complejas dentro del proceso educativo, adquiere un estatus especial por
su relevancia. Se trata de una filosofía de la totalidad dialéctica,
donde la praxis y la teoría se convierten recíprocamente en un
despliegue sistémico y abierto, capaz de captar lo esencial y secundario
en la formación humana, y en la viva realidad del estudiante, en pos de
la libertad. Libertad, en el sentido de ser sujeto, agente de cambio, y
ante todo, con posibilidad de poner los fines, de elegir ante las diversas
opciones[30]. La educación tradicional, era algo predominantemente enciclopédico, no estaba en ningún aspecto relacionada con la realidad de los estudiantes y posiblemente ni del propio maestro, más bien la tarea consistía en hacer gala de su cúmulo de conocimientos y tratar de depositarlos por medio de formas mecánicas, a los alumnos, lo cual era una de las muchas características de la escuela bancaria que tanto daño hizo a la humanidad y que criticó fuertemente Freire. Esos contenidos que los maestros trataban de depositar en los alumnos, para Freire era solamente parte de la realidad, pero es importante hacer énfasis en ello, pues esos conocimientos no eran producto de la reflexión de la realidad y como era algo que no dependía de los propios alumnos, tampoco les conducía a adquirir compromisos, y por ende no había una praxis individual que les llevara a una liberación. En la opinión de Ceballos: “La filosofía de la Escuela Tradicional, considera que la mejor forma de preparar al niño para la vida es formar su inteligencia, su capacidad de resolver problemas, sus posibilidades de atención y de esfuerzo. Se le da gran importancia a la transmisión de la cultura y de los conocimientos, en tanto que se les considera de gran utilidad para ayudar al niño en el progreso de su personalidad. Esta filosofía perdura en la educación en la actualidad” ([31]). Desafortunadamente la filosofía de la escuela tradicional, aunque consideraba que podía preparar a los niños y desarrollarles su capacidad de resolver problemas, la educación no era algo que surgiera de una reflexión de su realidad, sino algo que se imponía o sugería por parte del docente. Por eso estaba huérfana de ideas y estéril, en la praxis. En México, aunque se han hecho esfuerzos por mejorar la educación debemos reconocer que es muy común encontrar prácticas educativas en donde puedan reconocerse aspectos de la filosofía de la escuela tradicional, ahí predomina la función transmisora del maestro y no se toma en cuenta la participación de los alumnos. Entre esas actitudes de los maestros de la escuela tradicional podemos detectar las que ha mencionado el mismo Paulo Freire, cuando comenta que: “Narración o disertación que implica un sujeto –el que narra- y objetos pacientes, oyentes –los educandos” ([32]). Es decir, actualmente, seguimos encontrando maestros que se concretan a las clases narrativas o de disertación, en donde lo que cuenta es su opinión, sus experiencias, sus investigaciones, etc., pero en ningún momento se le permite al alumno la reflexión, la investigación, la participación activa dentro de los comentarios en clase, y mucho menos la toma de conciencia de su papel dentro de ese proceso educativo en donde ellos deberán tomar decisiones y llevarlas a la praxis en torno a su realidad. En la opinión de Ceballos: “La enseñanza en la escuela debe facilitar los medios y los recursos para el crecimiento y desarrollo del niño. El crecimiento del niño se rige por sus propias reglas y su desarrollo es espontáneo, por lo tanto, esto no se puede dar en el marco de unas relaciones directivistas y autoritarias. Propone la libertad como principio y fin. Se considera que es la intervención adulta y la influencia de la cultura, la que distorsiona y envilece el desarrollo natural y espontáneo del niño” ([33]). Al igual que Freire, Ceballos comparte la idea de llevar a cabo una educación en donde no se pueden tener acciones adecuadas si se basa el proceso en relaciones directivistas y a la vez autoritarias, en las cuales los alumnos no llevan a cabo una reflexión de su realidad, de su problemática, y de donde surjan compromisos que lleven a una praxis transformadoras de esa misma realidad y en donde el hombre podrá ser libre. En ese tipo de educación directivista y a la vez autoritaria, es aquella que critica Freire, cuando señala: “Existe una especie de enfermedad de la narración. La tónica de la educación es, preponderantemente ésta, narrar, siempre narrar” ([34]). Y de esa forma nunca se da la oportunidad a los alumnos de reflexionar sobre un tema, sobre su realidad y sobre las acciones que puede llevar a cabo en su entorno para tratar de transformarlo. En México, durante el gobierno del Presidente Vicente Fox, se tomaron medidas que pretendían llevar a cabo un cambio a partir del cual el sistema educativo se enfocara a formas de trabajo en donde los alumnos elevaran su autoestima, su confianza, para lograr lo que llamaron una educación de vanguardia, de lo cual Latapí hace el siguiente comentario: “El refuerzo de la autoestima y de la confianza en sí mismos, la superación de la indolencia por la capacidad de asumir riesgos, la asiduidad y disciplina en el trabajo, el espíritu emprendedor para acometer acciones productivas y competir con éxito serán las cualidades que la "educación de vanguardia" deberá desarrollar en los niños, jóvenes y adultos para construir el "México democrático y triunfador" que propone el presidente en su mensaje introductorio. Tal es el concepto de educación emancipadora del gobierno foxista” ([35]). Ese México democrático y triunfador que aún no se vislumbra y que no se alcanzará, mientras no haya una verdadera transformación en la forma de desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje, y en donde tanto los maestros como los alumnos deberán asumir sus roles críticos y reflexivos con los cuales podrán tomar decisiones que les llevarán a una praxis transformadora, y por lo tanto, liberadora del ser humano. Vale la pena mencionar qué ciertas son las palabras de Aristóteles al considerar que la Filosofía era la ciencia de la verdad: “Con mucha razón se llama a la filosofía la ciencia teórica de la verdad” ([36]), pues si a través de ella se puede llegar a una verdadera reflexión y por ende a una liberación del ser humano, la filosofía ocupará siempre un lugar muy especial dentro del pensamiento de Freire, pues él, lo único que desea es la liberación del ser humano, liberación de esa opresión que no le deja ser él mismo y que no le permite prestar a los demás un apoyo que podría llegar a través de un acto de amor. Para
Paulo Freire: “El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos,
como seres duales, inauténticos, que alojan al opresor en sí, participar
de la elaboración, de la pedagogía para su liberación. Sólo en la
medida en que se descubran alojando al opresor podrán contribuir a la
construcción de su pedagogía liberadora. Mientras vivan la dualidad en
la cual ser es parecer y parecer es parecerse con el opresor, es imposible
hacerlo” ([37]).
Se trata de una filosofía que va a la raíz del hombre y a la esencia
de la enajenación que lo cosifica y envilece. Una filosofía
desalienadora que penetra en la subjetividad del hombre, sin perder de
vistas las relaciones contextuales, su complejidad, su mundo problemático,
y otros elementos que autentifica al ser humano. La autenticidad es uno de los grandes temas que se abordan en sus obras, y ella puede lograrse solamente cuando el hombre descubra al opresor que vive en sí y trate de deshacerse de él, por que de esa forma podrá dirigirse a la elaboración de una pedagogía liberadora. Castorina escribe que: “El aprendizaje significativo implica siempre alguna osadía: colocado delante de un problema, el alumno necesita elaborar hipótesis y experimentarlas…En esa misma dirección, varios trabajos en enseñanza de las ciencias han mostrado la importancia de considerar que el aprendizaje es el tratamiento de situaciones problemáticas” ([38]). La forma de colocar frente a sí un problema, es verse desde fuera, es aceptarse como lo que es y buscar aquello que no debe estar ahí para tratar de cambiarlo. Las hipótesis podrán elaborarse en torno a la reflexión y la experimentación se llevará a cabo en la praxis. Paulo Freire dirá: “Distanciándose de su mundo vivido, problematizándolo, descodificándolo críticamente, en el mismo movimiento de la conciencia, el hombre se redescubre como sujeto instaurador de ese mundo de su experiencia. Al testimoniar objetivamente su historia, incluso la conciencia ingenua acaba por despertar críticamente, para identificarse como personaje que se ignoraba, siendo llamada a asumir su papel” ([39]). Para distanciarse de su mundo vivido hay que entrar en sí mismo, ver cada uno de los problemas, y sobre todo redescubrirse como un sujeto con capacidades y derechos y no como un objeto. Jacobo Muñoz dirá, retrotrayéndose a la historia: “El humanismo representará una reacción contra el programa didáctico de la escolástica medieval, saturado de teología (las letras sagradas); reacción que la invención de la imprenta y la fundación de nuevas universidades y centros pedagógicos contribuirá decisivamente a expandir por Europa. Así el espíritu del Humanismo nace ligado a la enseñanza secular, a la vida urbana y al mecenazgo de las ricas familias burguesas, que apoyarán a la nueva élite intelectual como signo externo de magnanimidad y refinamiento” ([40]). Y aunque este no es el estilo ni el enfoque educativo que busca Freire, lo más importante en el comentario de Muñoz, es la forma en que a lo largo de la historia han existido momentos en que se tiene que llevar a cabo un cambio para mejorar y dar una respuesta que en su momento sea buena, aunque posteriormente aparezca una nueva teoría o una nueva pedagogía. Lo que es importante de fondo, es realizar transformaciones que de algún modo dignifiquen al hombre, tal como lo hiciera el siglo pasado nuestro pensador en cuestión: Paulo Freire. En su visión filosófica, “ninguna pedagogía realmente liberadora puede mantenerse distante de los oprimidos, vale decir, hacer de ellos seres desdichados, objetos de un tratamiento humanitarista, para intentar, a través de ejemplos sacados de entre los opresores, la elaboración de modelos para su promoción. Los oprimidos han de ser el ejemplo de sí mismos, en la lucha por su redención” [41] La pedagogía de los oprimidos existe en cuanto hay opresores. Si éstos desaparecieran no podría hablarse de ese tipo de pedagogía, y esos oprimidos son los que requieren de un trato humanitarista y a la vez serán ejemplo frente a los demás de cómo se debe luchar a fin de lograr su liberación. En esta dirección conceptual metodológica, Francisco Larroyo, en coincidencia con Freire o influido por él, opina que: “La pedagogía crítica es una pedagogía de los valores. El hombre se educa en la medida en que se apropia bienes culturales, en cuanto hace suyos lengua y derecho, ciencia y arte, moralidad y religión. Pero como todo hombre nace y se desarrolla en una comunidad histórica determinada, en un ambiente en que los miembros que la constituyen poseen una peculiar manera de valorar la vida y la existencia, esto es, cierta concepción del mundo, la educación tiene objetivos concretos en cada lugar y tiempo; el educando ha de ser educado para ser miembro autónomo de las comunidades culturales históricas a las que pertenezca” [42]. Y esa autonomía que el ser humano debe alcanzar, ha de ser considerando su contexto, pues esa misma realidad hay que transformarla con la praxis, alumbrada por la teoría. Por tal motivo, las palabras de Paulo Freire disciernen con agudeza el problema: “No fue por casualidad que este método de concientización se haya originado como método de alfabetización. La cultura letrada no es una invención caprichosa del espíritu; surge en el momento de la cultura, como reflexión de sí misma, consigue decirse de sí misma, de una manera definida, clara y permanente” ([43]) y debe permitir al hombre sentirse verdaderamente libre y autónomo en su mundo, y en la realidad que construye con su actividad. Referencias: [1]
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Hace referencia a la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. [15]
Latapí Sarre, Pablo. La
emancipación en versión light.
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Informacion/articulosant/emancipacion.htm. [16] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 77. [17]
Latapí Sarre, Pablo. La
emancipación en versión light.
Nota tomada del semanario "Proceso" No. 1292.
http://www.cnep.org.mx/Informacion/articulosant/emancipacion.htm. [18]
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI.
Buenos Aires, Argentina. Pág. 79. [19] El subrayado es mío. A. R. [20]
Plan Nacional de Desarrollo del Gobierno Mexicano. [21] Latapí Sarre, Pablo. La emancipación en versión light. Nota tomada del semanario "Proceso" No. 1292. http://www.cnep.org.mx/Informacion/articulosant/emancipacion.htm [22]
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Buenos Aires, Argentina. Pág. 14. [23]
Bedoy Velázquez, Víctor. La historia de la educación
ambiental: reflexiones pedagógicas. [24]
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI.
Buenos Aires, Argentina. Pág. 17. [25]
Bedoy Velázquez, Víctor. La historia de la educación
ambiental: reflexiones pedagógicas. http://educacion.jalisco.gob.mx/consulta/educar/13/13bedoy.html [26] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 77. [27] El subrayado es mío. A. R. [28]
Ceballos, Ángeles. La escuela Tradicional.
http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/C/Ceballos%20Angeles-EscTradicional.htm [29] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 75. [30] El subrayado es mío. A. R. [31]
Ceballos, Ángeles. La escuela Tradicional.
http://www.universidadabierta.edu.mx/Biblio/C/Ceballos%20Angeles-EscTradicional.htm [32] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 75. [33]
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Buenos Aires, Argentina. Pág. 75. [35]
Latapí Sarre,
Pablo. La emancipación
en versión light. Nota
tomada del semanario "Proceso" No. 1292.
http://www.cnep.org.mx/Informacion/articulosant/emancipacion.htm [36]
Aristóteles. (1987). Metafísica. Ed. Porrúa, Col. Sepan
Cuantos # 120. México. Pág. 31. [37]
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos
Aires, Argentina. Pág. 41 [38]
Castorina, J.A. y otros. (1999). Piaget en la educación.
Debate en torno a sus aportaciones. Ed. Paidós. México. Pág. 147. [39]
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI.
Buenos Aires, Argentina. Pág. 17. [40] Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 432. [41]
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI.
Buenos Aires, Argentina. Pág. 52. [42]
Larroyo, Francisco.
(1973). La Ciencia de la
Educación. Ed. Porrúa. México.
Pág. 64 [43] Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 21. |
por Dra. Anastacia Rivas Olivo
Ver, además:
Paulo Freire en Letras Uruguay
Anastacia Rivas Olivo en Letras Uruguay
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