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Omar Jaén Suárez y la odisea del Canal

Por Ricardo Arturo Ríos Torres

 
 

I

 

Cuando Cristóbal Colón traiciona a Quibián en Santa María de Belén pierde la oportunidad de descubrir el océano Pacífico. El Quijote del Mar al llegar a Panamá, en su búsqueda del estrecho de Catigara, ignora que está en el ansiado puente del oro. El auristán, anhelado por Colón, es la  posición geográfica y geopolítica del Istmo esencial para hacer el canal interoceánico. 

 

Theodoro Roosvelt con visión de estadista hace realidad el vaticinio de Goethe cuando afirma en 1827 que el canal por Panamá será obra de los Estados Unidos, el Fausto alemán y literato mítico acierta en su predicción.

 

Así, el Águila del Norte nos impone el oprobioso Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903 con la nefasta cláusula a perpetuidad y se establece el enclave de los zonians en el corazón geográfico del istmo panameño.

 

Nace una República manca, coja y tuerta. El Coloso del Norte se toma a Panamá  como  lo hace con México, Alaska, Louisiana, la Florida, las Filipinas, Puerto Rico, Hawai y Guam.

 

Omar Jaén Suárez, en tres libros extraordinarios, traza con puntualidad cervantina la odisea de los panameños al rescatar la plena jurisdicción de nuestro país en el área canalera:

 

Las negociaciones sobre el Canal de Panamá 1964-1970,

Las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter 1970-1979 en dos  tomos.

 

En 1904, se manifiestan las primeras voces de protestas contra la presencia colonial del imperio estadounidense en la patria de Buenaventura Correoso, León A. Soto y Pedro Prestán,

Los reclamos de Panamá en torno a la Convención del Canal Ístmico de 1903 se dan en dos etapas específicas: 1. La revisión  2. La abrogación.

 

El historiador es un profeta al revés,

un adivino del pasado. Octavio Paz

 

La etapa revisionista (1904-1955)

 

La tarifa Dingley (24 de junio de 1904) es el primer zarpazo del águila norteña contra la ingenuidad de nuestros dirigentes. Se constituye el complejo económico y financiero del ente autárquico de la  Zona del Canal  negándole a Panamá los beneficios de la Gran Zanja. Además desde los comisariatos de los zonians se institucionaliza el contrabando que lesiona la economía de nuestro país.

 

La clase dominante que gobierna la República, carece de coherencia en su política exterior, prevalece el caudillismo y el caciquismo e impera el afán de gobernar el país al estilo de una pequeña empresa comercial en lugar de formar un Estado moderno.

 

El afán revisionista lo alienta Eusebio A. Morales y lo dirige Belisario Porras, el primer paso es el Tratado Kellogg-Alfaro de 1926 que no representa nada esencial para los panameños. Acción Comunal (1923)  dirige el rechazo popular a lo que solo es una alianza militar que favorece  los intereses del gran garrote.

 

Tratado Arias-Roosvelt de 1936. Franklin Delano Roosvelt  al desarrollar la “política del buen vecino” propone la revisión del Tratado de 1903 que acoge con entusiasmo Harmodio Arias. Panamá logra la eliminación de la cláusula que permite la intervención estadounidense en los asuntos internos del país e impide la expansión unilateral de la Zona del Canal. Se aumenta la anualidad del Canal de $250,000 a $450,000 y  los empresarios panameños pueden vender  bienes y servicios en el mercado de la Zona del Canal, además se le prohíbe al Coloso la apertura de nuevos negocios privados en el área canalera. Nuestro país establece aduanas en los puertos del canal y corredores que facilitan la comunicación entre la capital y el resto del país.

 

Estados Unidos nos impone la obligación conjunta de defender el canal lo que lleva a los opositores del Tratado de 1936 a denunciarlo como violatorio de la neutralidad. El tratado Arias-Roosvelt, sin resolver los problemas de fondo como la perpetuidad y la soberanía, no suscita la unanimidad de los panameños.

 

El Tratado de 1936 pronto nos desilusiona por las interpretaciones unilaterales de los Estados Unidos, el contrabando continúa  y mina la economía del país. La discriminación racial y salarial se acrecienta alentada por los zonians. Las garras del águila imperial siguen el proceso de dejación de los derechos de Panamá a favor de la potencia del norte.

 

La convención de bases militares de la década de 1940.

 

Arnulfo Arias, en 1940, llega al poder con su política nacionalista y populismo autocrático. Son los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y el país del Destino Manifiesto exige, con el Acuerdo de los Doce Puntos, instalar 136 bases militares (15,000 hectáreas) en distintos puntos de la geografía del país y artillar las naves panameñas. Arnulfo Arias se niega lo que determina su derrocamiento. Ricardo Adolfo de la Guardia cede.

 

Al terminar el conflicto mundial Panamá reclama la devolución a nuestra jurisdicción de las áreas militarizadas. La potencia triunfante en Europa y el Pacífico insiste en continuar con la ocupación de nuestro territorio y nos  impone el Convenio Filós-Hines de 1947. La Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y el Frente Patriótica de la Juventud dirigen el repudio nacional a la pretensión estadounidense. El año de 1947 es un hito histórico en la historia política y diplomática entre dos países, desiguales en tamaño y poder. El águila pierde una de sus garras.

 

Tratado Remón-Eisenhower 1955.  José Antonio Remón Cantera que hace de la Policía Nacional el árbitro de la política panameña, asume el mando presidencial en 1952 y plantea la revisión del Tratado de 1903 con su lema de “ni millones ni limosnas, queremos justicia”.  En 1953 convoca en la Plaza 5 de mayo una multitudinaria manifestación conocida como “Una cita con la Patria”.  Como dirigente de la AFIN (Asociación Federada del Instituto Nacional) participo en la marcha de protesta que sale del Nido de Águilas hacia la plaza 5 de mayo. La FEP denuncia ese mitin como un acto demagógico, los hechos posteriores nos dan la razón. Allí somos reprimidos por la Policía Secreta.

 

En las negociaciones los emisarios del Big Stick plantean la famosa cláusula del “silencio perpetuo” según la cual debemos renunciar a cualquier otra revisión del oprobioso Tratado conocido como “Panamá cede”.

 

El general Remón es asesinado el 2 de enero de  1955. Recomiendo  Lobos al anochecer de Gloria Guardia, la autora confronta magistralmente ese crimen de Estado.

 

Ricardo M. Arias Espinoza firma el acuerdo el 25 de enero de 1955. El 25 de julio de 1956 el presidente Nasser nacionaliza el Canal de Suez. Ernesto de la Guardia toma posesión como presidente en 1956. Durante ese período los voceros de la Doctrina Monroe plantean su interés en un Canal a Nivel.

 

El Tratado Remón-Eisenhower  aumenta en  B/. 1,900.000  la anualidad del canal condicionada a la introducción de licores libres de impuestos a la Zona del Canal lo que acentúa el contrabando en perjuicio de la economía panameña. La voracidad del Coloso carece de límites. Se construye el Puente de las Américas, se nos devuelven algunas tierras pero permitimos  establecer la base de Río Hato (ciento quince kilómetros) durante quince años.

 

Humberto Ricord declara que “las reclamaciones oligárquicas llegan a su culminación con ese tratado”.

La etapa revisionista se concreta en obtener mayores beneficios económicos y fiscales para Panamá. El enclave colonial continúa y seguimos como un “protectorado” huérfano de memoria colectiva  bajo el paraguas de las gigantescas alas del águila imperial.

 

Omar Jaén nos reitera, en su enjundioso ensayo, que “la clase dirigente, llena de contradicciones, actúa desde 1903 para defender más bien intereses personales o de grupos limitados. El Estado permanece así secuestrado en provecho de una minoría heredera de la Convención del Canal Ístmico de 1903”. Son los tiempos de la Patria Boba cuando una minoría desvía hacia ella la mayor parte de los recursos públicos. El Estado “clientelista, providencialista,  y paternalista” es propiedad de un pequeño grupo. En el 2011 nada ha cambiado.

 

La etapa de transición.

 

El movimiento estudiantil, desde el inicio de la República, desarrolla gestas nacionalistas en pro de la recuperación de nuestra jurisdicción en la zona canalera. En la década de 1920 denuncia el Tratado Kellog-Alfaro, en diciembre de 1947 rechaza el Convenio Filós-Hines y en 1955 se opone al Tratado Remón-Eisenhower.

 

El 12 de diciembre de 1957 se vence la violenta represión gubernamental de 1952-1956 y celebramos el II Congreso Extraordinario de la Federación de Estudiantes de Panamá en el Instituto Nacional. Soberanía es la palabra de orden, la prioridad máxima. Irrumpe, quijotescamente, la Generación del 58 con distintas acciones al enarbolar la bandera panameña en el área ocupada por el Coloso.

 

La Operación Soberanía del 2 de mayo de 1958 derrota la agresión psicológica del águila imperial, sembramos soberanía en distintos puntos del enclave colonial.

 

El 3 de noviembre de 1959 se da la Marcha Patriótica en la Avenida 4 de Julio, la policía y el ejército estadounidense arremeten con violencia y son muchos los heridos en ese incidente. La policía de los zonians detiene a Ezequiel González Núñez y a Ezequiel González Meneses.

 

El 9 de enero de 1964 los institutores del Nido de Águilas marchan a la Zona del Cana al exigir el cumplimiento del Acuerdo Chiari-Kennedy de 1963 de izar el pabellón nacional.

 

Son los tiempos de la descolonización en distintas latitudes, el tercermundismo y el movimiento de los No Alineados se fortalece con Tito, Nehru y Nasser. Egipto nacionaliza el Canal de Suez y triunfa la Revolución Cubana.

 

Roberto F. Chiari, desde la presidencia, desarrolla una lucha permanente por recuperar nuestros derechos en la Gran Zanja. Eisenhower asume posiciones conciliatorias y se iza nuestra bandera en “el triángulo Shaler” en septiembre de 1960. Es la soberanía triangular.

 

Las negociaciones sobre el Canal de Panamá 1964-1970

 

de Omar Jaén Suárez nos descubre la gestión presidencial de Roberto F. Chiari, como una de las más consecuentes con las aspiraciones históricas de la comunidad nacional al tratar que Panamá ejerza plena jurisdicción en la zona canalera en manos del águila imperial.

 

La obra pone en evidencia a John F. Kennedy opuesto a la abrogación del Tratado de 1903 y al condicionar cualquier negociación a la construcción de un Canal a Nivel, se identifica con la política del garrote. Chiari, en contrapunto, insiste en enarbolar nuestra bandera en el área prohibida, en  ese apartheid que tanto lesiona la dignidad de los panameños. Roberto F. Chiari es consciente que nuestra juventud y sobre todo la Generación del 58, al hacer de cada panameño una bandera, está dispuesta al sacrificio heroico.

 

Panamá quiere un nuevo tratado sin ambigüedades en el tema de la soberanía, que cese la perpetuidad y que el país se beneficie de su principal recurso: la posición geográfica. Kennedy, el supuesto presidente de vanguardia, siempre nos dice ¡NO! Chiari con tenacidad insiste en nuestros reclamos y se firma un Acuerdo para izar de manera apropiada la bandera de Gaspar Octavio Hernández en distintos puntos de la Zona del Canal. La bandera de Ricardo Miró y Guillermo Andreve ondea orgullosa en el Puente de las Américas en 1962. A fines de 1963 se enarbola en once sitios a lo largo del territorio ocupado por los zonians.

 

El 22 de noviembre de 1963 asesinan a John F. Kennedy y Lyndon B Jonson se compromete a cumplir lo pactado por Kennedy. Son las paradojas de la historia, lo que para Kennedy era una concesión simbólica se convierte en el detonante del 9 de enero de 1964.

 

El nacionalismo panameño con expresión más vigorosa desde 1947-1957 le quita al águila del Norte otra de sus garras y determina el fin de la etapa revisionista. ¡Soberanía es la consigna sin enclave colonial, ni perpetuidad ni zonians, queremos el Canal!    

 

La etapa abrogacionista

 

9 de enero de 1964.

 

La batalla de las banderas”  iniciada el 2 de mayo de 1958 con la Operación Soberanía lleva a Panamá, en 1964, a romper relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.

    

La estulticia de los zonians unida a la indecisión del gobernador Robert Fleming ante el acuerdo Chiari-Kennedy de izar la bandera panameña en las escuelas del paraíso colonial, provoca la manifestación cívica, silenciosa y patriótica de los estudiantes del Nido de Águilas a la Escuela de Balboa, la tarde del 9 de enero de 1964. La agresión de los zonians y su policía provocan una fractura abismal entre los dos países y un parto difícil, doloroso y traumático en la nación panameña que nos lleva a superar las  desiguales relaciones con la súper potencia. Veintiún panameños son asesinados por el ejército estadounidense y la indignación nacional obliga a  Roberto F. Chiari a romper relaciones con el águila imperial.

 

Ramón Fonseca Mora en su excelente novela El Desenterrador narra con puntualidad los trágicos sucesos de enero de 1964.

 

Ante la OEA se firma el Acuerdo Moreno-Bunker el 3 de abril de 1964, que permite restablecer las relaciones entre los dos países, con el compromiso de negociar  un nuevo tratado que elimine las causas de conflicto generadas por la Convención del Canal Ístmico de 1903.

 

Y así sufrimos otro vía crucis, Panamá plantea la abrogación y Estados Unidos la revisión. Roberto F. Chiari procede con verticalidad contra el Coloso, mientras es asediado por las contradicciones de la clase política panameña.

 

Los Tratados de 1967.

 

Marcos Robles llega a la presidencia y con Fernando Eleta afronta una negociación difícil. Durante décadas lo económico y fiscal fundamentan nuestras reivindicaciones. Ahora queremos desmilitarizar la Zona del Canal, eliminar el enclave y la perpetuidad, neutralizar la vía interoceánica y recibir los beneficios de nuestro principal recurso natural:

 

Panamá es un país privilegiado, la estratégica posición geográfica, con la menor estrechez ístmica del continente mas una topografía de bajos relieves con poca sismicidad, unida a la existencia del Chagres con su amplia red hidrográfica, hace de nuestro país el sitio ideal para construir el canal.

 

Pero ahora el Coloso quiere un canal a nivel  y propone usar explosiones atómicas, somos su conejillo de indias.

 

Durante tres años de intensas negociaciones, un nuevo equipo panameño presiona al imperio pero éste desarrolla una estrategia de desgaste. La oposición se organiza en el Frente Unido y con Arnulfo Arias como líder sataniza las gestiones de Robles y Eleta.

 

El modelo oligárquico tradicional sufre su mayor crisis, la corrupción, el oportunismo, la ineficiencia administrativa, la fragmentación de los partidos, el personalismo, los orgullos desmedidos y vanidades cortesanas afectan nuestras gestiones diplomáticas.  

 

Fernando Eleta y su equipo, pese a las debilidades internas, logra avances fundamentales, como la abrogación del “Panamá Cede”, la administración conjunta del Canal, la descolonización gradual del enclave imperial con un calendario establecido que nos permite ejercer nuestra jurisdicción en el área prohibida. La fecha clave es el 31 de diciembre de 1999.

 

Omar Jaén Suárez con prosa puntual y elegante da detalles de aspectos relevantes del calvario de “los tres en uno”. Nos presenta a Marcos Robles como un presidente irresoluto, a un Panamá político que solo se empeña en ganar las elecciones, a un país donde impera un diálogo de sordos. La vorágine verbal llega a extremos inéditos, se conspira con un golpe de estado parlamentario, la mesa está servida para el advenimiento de la dictadura militar “made in USA” del 11 de octubre de 1968.

 

“Nuestro hombre en Panamá”, Omar Torrijos, en un contrapunto nunca imaginado, le da el jaque mate al Coloso del Norte.

 

La etapa abrogacionista  comienza una mañana a principios del mes de de mayo con la Operación Soberanía del 2 de mayo de 1958.

 

Panamá en 1971 nombra un equipo negociador ecléctico y se inicia la etapa formal hacia un nuevo tratado del canal, la tercera fase se da con el Acuerdo Tack-Kissinger de 7 de febrero de 1974 y culmina la odisea del canal el  1 de octubre de 1979 al entrar en vigencia Los  Tratados Torrijos-Carter.

    

Entre los actores se suceden en Panamá distintos presidentes de 1952-1968. José Antonio Remón Cantera, Ricardo Arias Espinoza, Ernesto de la Guardia, Roberto F. Chiari, Marcos Robles. En Estados Unidos Eisenhower, Kennedy y Carter de 1953-1977. Lyndon Johnson y Richard Nixon también son protagonistas.

 

Diseño de la obra.

 

Omar Jaén Suárez introduce, su monumental obra de historia republicana, con un enfoque conceptual didáctico, expresión del humanista, científico e intelectual raizal que hace docencia pública desde sus substanciosos ensayos históricos y geográficos. En Omar nada es casual, es un lector crítico, ampliamente documentado y con rigor académico; es objetivo en sus análisis y conclusiones.

 

“Las negociaciones sobre el Canal de Panamá 1964-1970”  se estructura  con solidez a través de nueve conjuntos narrativos, un epílogo sustancial y como complemento una excelente cronología de 1958-1970, además una valiosa bibliografía, notas orientadoras y un completo índice onomástico. Es el libro que todo panameño debe leer para conocer el devenir republicano y valorar la lucha de titanes de distintas generaciones de panameños que desde el fatídico 18 de noviembre de 1903 denuncian el “Panamá Cede”.

 

Referencia Bibliográfica. Jaén Suárez, Omar, Las negociaciones sobre el canal de Panamá 1964-1970/ Bogotá: Editorial Norma, 2002. 526p. il.

 

Dedicado

A la Generación del 58

con arrojo desafía al Coloso,

siembra banderas de dignidad

y cosecha con honor

SOBERANÍA .

 

II

 

Omar Jaén Suárez en el tomo I de Las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter 1970-1979  analiza en detalle las incidencias, problemas, traiciones y angustias de un proceso dramático, con muchos sinsabores y veleidades.

 

El fracaso “de los tres en uno” de Marcos Robles y Fernando Eleta durante 1967, lleva al gobierno militar del 11 de octubre de 1968 a rechazarlos y plantear una nueva relación con el imperio, a partir del  principio de “tabula rasa”.

 

El golpe contra Arnulfo Arias, propiciado por los Estados Unidos, nos sitúa en una época turbulenta. La lucha por el poder lleva al exilio a Boris Martínez y la exaltación de Omar Torrijos como figura máxima del “proceso revolucionario”.

 

Desde los cuarteles de la Guardia Nacional, José Antonio Remón Cantera como Bolívar Vallarino  dirigen un gobierno bicéfalo con los “presidentes de papel”, como lo denuncia Polidoro Pinzón durante el Levantamiento del Cerro Tute. Con el 11 de octubre de 1968 surgen “los presidentes de a dedo”.

 

En 1970, Torrijos nombra a Juan Antonio Tack como canciller y se reanuda una negociación asimétrica entre la súper potencia y Panamá. Tack es un intelectual joven, filósofo y matemático que viene de una generación combativa y con plena conciencia de su sentir nacionalista. Se rompe un paradigma, no es un rabiblanco ni viene de la clase política tradicional, es un hombre probo y sin fortuna, su vocación es de servicio a su país.

 

Omar Jaén nos comenta que Juan Antonio Tack, desarrolla una doctrina de política exterior con una estrategia y táctica que se renueva de acuerdo a las variantes de la geopolítica mundial. Tack, con el apoyo de Omar Torrijos, aplica la dialéctica del pensamiento lógico con prudencia, pragmatismo y paciencia. Se actúa con dignidad e inteligencia, frente al pueblo y junto al pueblo.

 

Estados Unidos empantanado con la guerra de Vietnam y enfrascado con Rusia y China Popular en relaciones difíciles ignora el caso de Panamá. El equipo panameño radicaliza sus posiciones, Aquilino Boyd, en 1971, recomienda internacionalizar nuestro conflicto y promover una acción multilateral. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la OEA y cualquier otro organismo internacional es la tribuna para que Panamá denuncie el colonialismo estadounidense. Nuestra lucha coincide con el proceso de descolonización, el Movimiento de Países No Alineados y la acción mundial contra el apartheid. Panamá es el talón de Aquiles del Coloso.

 

El Consejo de Seguridad de la ONU en Panamá.

 

Aquilino Boyd es sin duda el artífice de un golpe genial, confronta a Los Estados Unidos con la diplomacia mundial, es un trabajo arduo, osado y de mucha habilidad.  En marzo de 1973, durante seis días, nuestro país es “la capital del mundo”, el Palacio Justo Arosemena al lado del enclave colonial es la sede.

 

El jueves 15 de marzo, Omar Torrijos Herrera expresa el sentir histórico de distintas generaciones de panameños:

 

“Nunca hemos sido, no somos ni nunca seremos, Estado asociado, colonia o protectorado, ni queremos agregar una estrella más a la bandera de los Estados Unidos”.

 

Durante varios días, cada país manifiesta su manera de ver el conflicto bilateral, finalmente el 21 de marzo se aprueba la resolución de apoyo a Panamá. Con los votos a favor de: Australia, Austria, China, Francia, Guinea, India, Indonesia, Kenia, Panamá, Perú, Sudán, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Yugoslavia. Votos en contra: Estados Unidos de América. Abstenciones: Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Estados Unidos rechaza la resolución, es su tercer veto en la historia de las Naciones Unidas.

 

Panamá logra su propósito en la lucha contra Goliat, el problema panameño adquiere dimensión planetaria.

Juan Antonio Tack declara:

 

“Estados Unidos vetó el proyecto de resolución en apoyo de la causa panameña, pero el mundo entero vetó a los Estados Unidos.”

 

Aquilino Boyd con acento profético dice:

 

“antes de fin de siglo Panamá recuperará su total integración territorial política y cultural”.

 

El embajador de Estados Unidos en Panamá Robert Sayre con realismo concluye: “estamos tratando con una situación política nueva, un cambio no solo de grado sino de propósito.

 

El 3 de mayo de 1973, el presidente Nixon declara:

 

“América Latina ha cambiado, Panamá ha cambiado. Es hora de que ambas partes asuman un nuevo enfoque, una relación nueva que satisfaga las aspiraciones legítimas de Panamá”.

 

Panamá rompe los paradigmas de la diplomacia mundial, en original jugada acorrala, internacionalmente, al Águila del Norte.

 

El Acuerdo Tack-Kissinger 1974.

 

La designación de Ellsworth Buncker le otorga mayor relieve a las negociaciones canaleras. Buncker conoce el caso de Panamá desde los sucesos del 9 de enero de 1964 y su larga experiencia diplomática asegura un manejo más preciso. Kissinger desea negociaciones efectivas, no simbólicas, y el hombre adecuado es él, su vocación de servicio al país es su mayor credencial. Mientras Omar Torrijos declara: “cualquier tratado que escriba Tack sé que lo podré vender a mi pueblo.”

 

El grupo secreto que rodea a Torrijos se resiente y afina su conspiración contra Juan Antonio Tack.

 

Intensas son las consultas entre los dos países, finalmente el jueves 7 de febrero llega a Panamá Henry Kissinger, permanece por seis horas en el país y en el Palacio Justo Arosemena firma El Acuerdo Tack-Kissinger de 1974. Se fija una agenda y un calendario, y algo básico, un método de negociación. La nueva dinámica es un triunfo para la cancillería panameña pero circunstancias inesperadas como el asunto del Watergate y la renuncia de Nixon afectan el ritmo de la acción bilateral.

  • El acuerdo conviene abrogar “el Panamá Cede” de 1903.

  • Se elimina el concepto de perpetuidad.

  • El nuevo tratado relativo al canal de esclusas tendrá una fecha  

  • fija de terminación.

  • Se pone fecha a la jurisdicción estadounidense en el área canalera.

  • Panamá podrá ejercer su jurisdicción sobre el territorio cedido para

  • el Canal.

  • Panamá  participa de manera justa y equitativa en los beneficios

  • de la operación del canal.

  • Panamá estará presente en la administración del canal.

  • Panamá con los Estados Unidos se responsabilizan de la protección y

  • defensa del canal.

  • Son, entre otros, los puntos claves del acuerdo.

 

En la práctica es un proceso de tres años, largo y espinoso para los panameños. Panamá acentúa la presión internacional es la respuesta a la férrea oposición del Congreso de Estados Unidos y del Pentágono al  obstaculizar la concertación de un nuevo tratado justo y equitativo a la patria de Victoriano Lorenzo y Bayano. En nuestro país es creciente la oposición de “las casandras” que critican cualquier arreglo sin ofrecer alternativas viables.

 

Dura y agotadora es la negociación para concretar un acuerdo, el Coloso se resiste, mientras en Panamá crece la conjura contra Juan Antonio.   Tack no representa ningún grupo de interés económico o político, su único deseo es servirle a su país. Pero las vanidades y ambiciones de poder, conspiran contra el Canciller de la Dignidad.

 

“La guerra del banano”  adquiere notoriedad y Omar Torrijos asume el liderazgo regional, mientras la estrella de Nixon se apaga y renuncia el 9 de agosto de 1974. Asume la presidencia Gerald Ford.

 

Panamá, el 27 de agosto de 1974, reanuda sus relaciones con Cuba, la iniciativa de Tack  es objetada por el ultraderechista Demetrio Lakas y el águila norteña. Panamá afirma su independencia en política exterior.

Omar Jaén expresa, otros intereses habían comenzado a rondar y erosionar la confianza de Torrijos en él.

 

El juego por el poder. Nicolás González Revilla  en acto inaudito y con la anuencia de Torrijos, plantea a Morey Bell, “el problema de Tack”. Juan Antonio nunca demostró ambición de poder ni codicia, ¿por qué “el grupo secreto” que rodea a Torrijos conspira contra un hombre institucional e íntegro? A Tack, en su despacho, lo humillan públicamente, y lo obligan a presentar una licencia provisional de su cargo. Torrijos firma el 19 de junio de 1975 la resolución correspondiente. Judas y Brutus merodean la cancillería panameña.

 

El prestigio diplomático de Aquilino Boyd y la dinámica de Torrijos en todas las latitudes logran que Panamá vuelva al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a partir de enero de 1976.

 

Las uvas de la ira contra Aquilino Boyd están por desatarse. El grupo secreto se mueve entre las sombras, la consigna es humillarlo.

 

Referencia bibliográfica. Jaén Suárez, Omar. Las negociaciones de los

Tratados Torrijos-Carter/ Panamá: Autoridad del Canal de Panamá, 2005.

496p.  Tomo I.

 

Tomo II

 

Elecciones en Estados Unidos e incertidumbres.

 

 A Juan Antonio Tack  lo renuncian en abril de 1976 y Aquilino Boyd asume el cargo de canciller, ignora que su éxito al recabar el apoyo de la comunidad internacional lo hace también víctima del grupo secreto que había defenestrado a Tack. Jorge Illueca, el brillante diplomático y combativo asesor en la cancillería con Juan Antonio, lo envían como embajador a las Naciones Unidas. El grupo secreto lo quiere lejos de las negociaciones. Ya avizoran el pingüe negocio del canal, harán una piñata de las áreas revertidas y de la ampliación de la vía interoceánica.

 

Arrecia la oposición republicana contra los tratados, Ronald Reagan es el principal vocero. En Panamá el clima social y político se deteriora, Torrijos es consciente que solo un nuevo tratado del canal es la tabla de salvación de su autocracia. La presión multilateral, ideada por Aquilino Boyd, es la vía para darle el jaque mate al imperio.

 

Jimmy Carter gana las elecciones norteamericanas. Surge una visión renovada en la política exterior, con fundamento en los principios de justicia, equidad, dignidad y libertad. Posición favorable a Panamá. El nuevo acento con base en la ética, guía las relaciones internacionales de Los Estados Unidos. Cyrus Vance, Sol Linowitz y Zbigniew Brzezinski con Ellsworth Bunker tienen la responsabilidad de hacer realidad el deseo de Carter de concertar un tratado “generoso, justo y apropiado”.

 

Pero los idus de marzo desatan sus tormentas en Panamá. Una poderosa intriga triunfa y el canciller Boyd cae en desgracia. Incluso sus propios negociadores están en la conjura. El coup de grâce lo asesta el mismo Torrijos, al declarar por televisión que los negociadores panameños deben trabajar en equipo, sin hombre de primera línea, en alusión directa al canciller Boyd. En un gesto sin precedentes en el gobierno militar, Aquilino Boyd le responde también por televisión al hombre fuerte de Panamá, renuncia y rechaza con decoro los cargos que injustamente y sin razón le hacen.

 

Aquilino Boyd también es defenestrado como Juan Antonio Tack, el grupo secreto se anota otro triunfo. Nicolás González Revilla es nombrado como nuevo canciller y Rómulo Escobar Betancourt es el nuevo jefe negociador. Todo el drama lo narra Omar Jaén Suárez con la habilidad de un experto novelista.

 

En 1977 con los textos heredados de 1971-72 se procede a la etapa final de las negociaciones del nuevo tratado del canal. El régimen militar debilitado por los problemas políticos y económicos necesita una salida inmediata. Se incorpora Aristides Royo como conegociador. Omar Torrijos visita a Muammar El Qaddafi en Libia. Gabriel Lewis Galindo es el nuevo embajador de Panamá en Washington.

 

Los expresidentes Ricardo Manuel Arias Espinosa, Ernesto de la Guardia Navarro, Roberto F. Chiari Remón, en reunión convocada por Torrijos para solicitarle su aval a los nuevos acuerdos, abogan por la democratización del país con el propósito de crear un clima favorable en la sociedad panameña.

 

Jimmy Carter decide concertar, con respeto y equidad, un tratado con Panamá sobre la base de un nuevo concepto ético de política exterior, así  declara: “hay momentos en la vida de cualquier funcionario público… en que debe plantear una posición que no es completamente compatible con la opinión pública” y después de trece años de negociación procede como estadista y pone fin a una relación conflictiva con Panamá.

 

El 7 de septiembre de 1977, en ceremonia celebrada en la sede de la Organización de Estados Americanos y ante representantes  de veintisiete naciones se firman los Tratados Torrijos-Carter.

Desde el 18 de noviembre de 1903 distintas generaciones de panameños  levantan sus voces de protesta contra el “Panamá Cede”.

 

Mucho dolor, lágrimas y sangre nutren de esperanzas esa épica del honor.

 

La ratificación de los Tratados Torrijos-Carter es una cruzada titánica, dura y con muchos sinsabores para Jimmy Carter. Enfrenta una terrible batalla con el Congreso y la fiera oposición de un amplio sector conservador de la sociedad estadounidense.

 

Carter organiza una vasta ofensiva, sin paralelo en la historia diplomática de los Estados Unidos, contra “los imperialistas territoriales”, republicanos inspirados en Teodoro Roosvelt y “los imperialistas económicos” republicanos más pragmáticos. Ronald Reagan es uno de los principales opositores. John Wayne, el más famoso ícono de Hollywood, respalda los Tratados. Expresidentes de los Estados Unidos, participantes del largo proceso de negociación, apoyan los acuerdos logrados. Robert C. Byrd, líder de la mayoría demócrata, es esencial en los esfuerzos de Carter al declarar con optimismo, “demostraremos cómo un país grande y poderoso es capaz de concertar un acuerdo justo y honorable con una orgullosa pero pequeña nación soberana”.

 

Jimmy Carter, como estadista hace realidad lo imposible, con honestidad reconoce, “el debate sobre el Tratado del Canal de Panamá fue la más amarga y desagradable experiencia de mi presidencia. Fue la mayor dificultad política emprendida que haya asumido. Fue algo difícil  de realizar y quizás el más perturbador voto de los miembros del senado”.

 

Sin Jimmy Carter y su ideal de honestidad y justicia, el Tratado hubiese sido imposible. Gracias a su tenacidad se firma el acuerdo y sobre todo se democratiza nuestro país pues Carter le reitera a Torrijos cumplir con ese compromiso, así llega Aristides Royo a la presidencia y se da una apertura política, interrumpida por “la muerte” de Omar y la férrea dictadura de Manuel A. Noriega.

 

En votación estrecha y con muchas enmiendas sesenta y ocho senadores  aprueban y treinta y dos rechazan el nuevo Tratado del Canal, que establece a partir del 1 de octubre de 1979, un proceso de transición en el cual Estados Unidos se retira de su enclave colonial, el 31 de diciembre de 1999. Son muchas las vicisitudes durante esos veinte años, pero la paciencia y determinación de los panameños “valió la pena”.

 

En Panamá, el 23 de octubre de 1977, se somete a plebiscito el acuerdo, luego de un debate público. El Colegio Nacional de Abogados declara que el tratado no recoge todas las legítimas aspiraciones del pueblo panameño. La oposición política al régimen militar, aprovecha la ocasión y cuestiona al gobierno autocrático de Torrijos. El Liberalismo se pronuncia a favor, el Panameñismo se opone, la Democracia Cristiana objeta el Tratado de Neutralidad. El movimiento estudiantil que denunció los tratados de la época revisionista y el “tres en uno” de Marcos Robles, manifiesta su desacuerdo, sobre todo a la “enmienda DeConcini”. Aquilino Boyd tampoco lo avala por el tratado de neutralidad.

 

En el plebiscito, cuestionado por la oposición, 506,805 votan a favor y 245,117 en contra. El caso más dramático es la inmolación de Leopoldo Aragón en Estocolmo, como gesto de protesta.

 

Omar Torrijos, ratificado el Tratado, anuncia  que pueden regresar al país los exiliados políticos y la reglamentación de los partidos políticos. El “veranillo democrático” dura menos que un suspiro. Así como defenestran a Juan Antonio Tack y Aquilino Boyd, desaparecen a Omar Torrijos el 31 de julio de 1981, la caja de Pandora se abre y las furias se adueñan del país. Se da el “gargantazo” de Royo, una metáfora trágica de la dictadura del silencio.

 

El 1 de octubre de 1979 entran en vigencia los Tratados Torrijos-Carter. Fernando Manfredo, el 1 de noviembre de 1979, es designado como subadministrador del Canal y cuatro panameños son nombrados en la junta directiva de la Comisión del Canal.

 

Omar Jaén Suárez en el epílogo, celebra el período de transición del 1 de octubre de 1979 al 31 de diciembre de 1999, cuando termina la descolonización del istmo como consecuencia de la remoción del enclave extranjero que partía, a perpetuidad, el país en dos. Desaparece la Zona del Canal y se revierte a Panamá lo pactado.

 

Los panameños tienen ahora mayor capacidad de actuar y tomar decisiones sin la extrema dependencia  de la potencia del norte, la dignidad nacional es restaurada, podemos construir una sociedad plena y  democrática, moderna y equilibrada, próspera y educada, bajo el imperio de la libertad y de la justicia, con equidad social, tolerancia espiritual y solidaridad humana.

 

Estados Unidos, en ese período, invade a Panamá el 19 de diciembre de 1989 y detiene a Manuel A. Noriega. Un ciclo democrático se inicia con Guillermo Endara, Ernesto Pérez Balladares, Mireya Moscoso, Martín Torrijos y Ricardo Martinelli.

 

A manera de conclusión.

 

Sí comemos Soberanía y algunos mucho.

 

Del 18 de noviembre de 1903 al 1 de octubre de 1979, la elite gobernante de Panamá, sectores empresariales y panameños mentalizados con el imperio, critican la lucha generacional de la juventud panameña por recuperar nuestra plena jurisdicción en el enclave colonial y manifiestan  con ironía “la Soberanía no se come” y en consecuencia exigen cesar los reclamos que nos permitan ejercer la plena jurisdicción en la Zona del Canal, según ellos, ponemos en peligro la estabilidad económica y política del país.

 

Hoy comemos Soberanía, desde el 31 de diciembre a la fecha, el Canal bajo administración panameña, en once años contribuye al fisco nacional con más de 6,000 millones de balboas. De 1914 a 1979, en 65 años con la administración de los Estados Unidos recibimos un total de 67 millones.

 

El conocimiento de la Historia de Panamá y el sentido de pertenencia a nuestra nación, enriquecido por el aporte de nuestros poetas, narradores, dramaturgos, ensayistas y promotores culturales determinan la epopeya de un pueblo que levanta banderas de dignidad y que le quita al águila imperial sus garras depredadoras en el istmo del canal.

 

El ejemplo administrativo de la Autoridad del Canal debe ser la referencia obligada para la gobernabilidad del país, necesitamos instituciones ajenas al partidismo político y al juega vivo.

 

Diseño de la obra.

 

Aristides Royo, en el prólogo, afirma que la Zona del Canal era un mundo ancho y ajeno para los panameños y el que más a su país es el que mejor lo conoce.

 

Omar Jaén Suárez, como autor y actor, en la etapa final de las negociaciones reitera en la introducción, excelente guía metodológica que la obra es el estudio de los diez años más complejos de la política exterior panameña, el propósito es ético y didáctico ante el desconocimiento abismal que existe  acerca de los difíciles acuerdos entre Panamá y los Estados Unidos.

 

El negociador, como geógrafo, humanista y exigente lector complementa la investigación con un Anexo fotográfico, la Cronología de los hechos de 1968-1980, Fuentes documentales precisas, Bibliografía que sustenta sus aportes, Notas correspondientes a las citas y un Índice Onomástico indispensable para guiar al lector. Son 929 páginas de una aventura, casi novelesca, narrada con el suspenso de Edgar Allan Poe, con la prosa elegante de Mario Vargas Llosa y la ironía de Richard Brooks.

  

Referencia Bibliográfica.

Jaén Suárez, Omar. Las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter/Panamá: Autoridad del Canal de Panamá. 2005. 929p. il.

Tomo I y II.

Recomiendo para ampliar la información la lectura de

Memoria de mis memorias. Sobre todo el ensayo

“La patria estudiantil panameña”.

La dedicatoria de Los rostros del tiempo y el ensayo “Panamá, una nación de palabras”. 3ª ed. corregida y aumentada.

 

Dedicatoria

A Juan Antonio Tack y Aquilino Boyd

negociaron con patriotismo e hidalguía.

y a Jorge Arosemena

dirige con acierto “La ciudad del saber”

en el área canalera y hace posible el sueño de Omar Torrijos Herrera

del “mayor uso colectivo” del territorio recuperado.

 

Panamá, 2 de mayo del 2011, a los 53 años de la Operación Soberanía.

Ricardo Arturo Ríos Torres

Gentileza de Movimiento de Bases Torrijistas [MOBAT] mobatorr@gmail.com

 

 

 

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